Un amante para dos hermanos

El joven amante de su hermana le cogió la mano y la colocó en su entrepierna. A través del bañador Luis pudo comprobar el grosor de la verga del muchacho.

El joven amante de su hermana le cogió la mano y la colocó en su entrepierna. A través del bañador Luis pudo comprobar el grosor de la verga del muchacho. Víctor no era muy alto pero poseía una complexión fuerte y rocosa y también, a pesar de sus diecisiete recién cumplidos, descaro y seguridad en si mismo a raudales. Salía con su hermana desde hacía apenas una semana, sólo llevaban dos días en la ciudad cuando se conocieron en la playa y, desde entonces, Víctor se convirtió en el macho dominante dentro de su propia familia. Ese papel le correspondía a Luis por derecho desde que sus padres se separaron pero, ahora, un crío de diecisiete años se lo había arrebatado. Luis quiso dejarle las cosas claras aprovechando un momento que se quedaron solos en la casa pero se encontró con que era a él al que le estaban poniendo en su sitio.

Ahora se sentía cohibido e intimidado y quiso reaccionar, empujó con fuerza a Víctor par quitárselo de encima pero sólo consiguió comprobar que ese tío parecía esculpido en bronce. Víctor ni se inmutó.

  • Como ves tu hermanita no va a pasar hambre.

Luis no supo como reaccionar, hace un momento creía que podía decirle a ese crío cuatro cosas y recuperar el dominio de la situación y, ahora, no podía ni hablar. En ese momento la mano libre del chico le atrapó el paquete y apretó con fuerza. Esto le dejó totalmente roto, se apretó contra la pared, mudo.

  • Que... pequeña, ¿no?. Le sonreía mientras apretaba y aflojaba la presión.

Luis se soltó como pudo, haciéndose daño al escapar, y quiso salir del vestuario. Al abrir la puerta el chico le retuvo abrazándolo por la cintura. Esto paralizó a Luis, que se quedo bloqueado bajo el marco de la puerta. Sus manos le acariciaron las caderas, luego con una mano le atrapó por delante, entró bajo su bañador y, de nuevo, le atrapó su sexo. Con la otra mano libre Víctor acarició su pecho, al pasar por encima del pezón el pulgar de Víctor hizo que Luis sintiera un escalofrío, y una ligera erección. Víctor apretó su cuerpo contra el suyo, suavemente, y Luis notó la presión sobre el muslo de su verga semierecta.

  • Lo que si tienes es un culo muy bonito, como  Isa... ¿eres virgen?

Subyugado y seducido Luis era ahora un juguete para él. Sus brazos se ciñeron ahora con un poco más de fuerza sobre su cuerpo y le besó en el hombro, un beso sonoro y húmedo. Víctor cedió la presa y le hizo girar sobre si mismo, apoyándolo contra la pared le abrió las piernas y colocó su cuerpo entre ellas. Se apoyó sobre el sexo de Luis mientras le atrapaba por los glúteos. Ahora, con las piernas abiertas por el bravo semental, apoyado contra la pared y bien sujeto por el culo se encontraba a merced de la bestia. A Víctor le excitaba someter a otros hombres, dominarlos. A los quince años discutió en el colegio con un chico del último curso, un bravucón que iba de macho por que practicaba boxeo en el gimnasio, lo machacó a puñetazos esa misma tarde delante de todos sus amigos. Desde entonces nadie le ha marcado su límite. Y cuanto más grandes y fuertes, mejor. Ahora tenía al hermano de Isa, abierto y dócil, abriendo los labios para recibir la golosa lengua de su dominador. Le entró con suavidad haciéndole sentir como una jovencita en su primer beso, tímida e inexperta. Sus labios y su lengua rompieron la frágil resistencia que opuso Luis a ser devorado. La verdad es que Luis no era su tipo, su cuerpo, esbelto, carecía de la musculatura que le excitaba encontrar en un hombre. Además era demasiado guapo, como su hermana, pero en chico. Y, sobre todo, resultó muy fácil de someter, eso no le gustaba en un hombre. Quizás no fuese homosexual pero era demasiado bello, su cuerpo era suave y perfecto, casi femenino, y él sólo montaba machos. A cambio, la excitación de follárselo, hacérselo como se lo hacía a Isabel, le ponía a cien, le gustaría hacerse a la parejita. Aflojó y le dejó marcharse. Al liberar la presa Luis casi se cae al salir del vestuario, se encontraba confundido y mareado, no sabía como comportarse a partir de ese momento. Un muchacho que ni siquiera tenía los dieciocho le había besado y seducido. Y lo que es peor...

Salió deprisa, buscando el refugio de la piscina, allí estaban su hermana y su madre. Su hermana era una jaca soberana, una hembra de rompe y rasga, que ese año había empezado Derecho y que había sacado dos matrículas. Ese era uno de los motivos por los que estaban de vacaciones, en ese chalet de la playa, festejar el magnífico comienzo de Isabel en la Universidad. El otro motivo era celebrar el fin del divorcio entre sus padres, al final, amistoso.

  • ¿Dónde está mi chico?. Le preguntó su hermana. Tumbada junto al borde de la piscina tomaba el sol al lado de su madre.
  • En los vestuarios, ahora saldrá. Dió la vuelta por detrás de ellas para que no advirtieran su nerviosismo.

Ante el anuncio de que Víctor iba a aparecer en escena Isa se incorporó apoyándose sobre los codos de modo que sus dos enormes pechos lucieran aún mas generosos y sugerentes. Los pezones apuntaban hacia el cielo, grandes y orgullosos. Eso no le importó, pero sin embargo si que le molestó ver que su madre, discretamente, acomodaba mejor su postura para no deslucir frente a su hija. Él, tumbado detrás de ellas, no sabía que hacer, como apoyarse ni donde mirar.

Su madre, Elena, era la Relaciones Públicas de una constructora y siempre había cuidado de su imagen y, aunque en esa piscina la competencia de Isa era brutal, lo cierto era que su cuerpo, a pesar de los 40 cumplidos, lucía magnífico al lado de una hembra 20 años más joven. Ligeramente más musculada que su hija, más morena y casi igual de alta sólo unos pechos pequeños le dejaban en desventaja frente a la espléndida mujer que ahora se levantaba para mostrarse, espectacular, de camino a la ducha ante la mirada ansiosa de Víctor. Isa aprovechó ese corto trayecto para lucirse, joven, firme y dispuesta. Una minúscula tanga era todo lo que adornaba su cuerpo. Bajo el chorro de la ducha regaló a todos los presentes la fascinante visión de su cuerpo contoneándose, duro y brillante, bajo el agua. Víctor se dirigió directamente hacia ella, sonriendo como un niño ante un dulce. Elena, viendo lo que se avecinaba, prefirió retirarse.

  • Chicos, voy preparando la cena, os aviso cuando esté preparada.

Se levantó y pasó junto a Víctor, esbelta y de andares elegantes, un trikini blanco realzaba su espléndida figura. Luis tuvo que ver como Víctor la miraba de arriba a abajo, descaradamente, pero también como su madre se esforzaba por mostrarse en toda su plenitud al joven semental. También le pareció que, al cruzarse en el borde de la piscina, sus cuerpos se rozaron, intencionadamente.

Ya con Elena fuera de escena Víctor entró bajo la ducha y abrazó a su amante. Ni siquiera era más alto que Elena pero esta quedó subyugada por la bestia que la devoraba con un ansia animal. Luis vió crecer la verga del chico tensando el slip, deformándolo. Mientras Isa acariciaba, golosa, cada músculo de Víctor este dirigió una mirada a Luis por encima de su hombro y sonrió. Luis simulaba estar leyendo pero supo que él sabía que les estaba mirando y no pudo evitar, a pesar de las gafas de sol, desviar la mirada de la del muchacho. Seguía simulando estar leyendo cuando oyó las risas de su hermana, al mirarlos los vio abrazados al borde de la piscina mientras Víctor le susurraba algo al oído.

  • Que no, que no. Le decía su hermana entre risas y mientras daba suaves golpecitos en el torso del animal.

Luis vio como Víctor volvía a decirle algo al oído a Isa y esta dejó escapar un grito corto y agudo, ahora su hermana dio unos golpes más fuertes sobre el cuerpo de Víctor. Cuando Isa acabó de golpearle Víctor sólo dijo una palabra.

  • Hazlo.

Isa se mordió el labio inferior, le miraba, entre confundida y excitada. Al final se decidió. Miró hacia donde estaba Luis y luego a Víctor. Hizo un ligero gesto de afirmación con la cabeza.

  • Que no deje de leer, le oyó suplicar en voz baja. Naturalmente eso hizo que Luis, sin mover la cabeza, dirigiera su mirada hacia la pareja.

En ese momento, justo enfrente de él,  Isa, de rodillas frente a Víctor, le desanudaba el slip. Conforme se lo iba bajando la verga del chico se mostraba, enorme y gruesa. Cuando Isa retiró totalmente el slip la enorme maza de carne, la que había hecho estremecerse a Luis en el vestuario, se lanzó hacia arriba hasta golpear de una forma sorda contra el abdomen del muchacho. Luego quedó erecta, apuntando directamente a los labios de la diosa que ahora, arrodillada frente a ella, parecía adorarla. Isa dedicó una mirada rápida hacia Luis antes de tomarla con las dos manos. Con una mano sobre la base y la otra acariciando el glande empezó a masturbar a su amante delante de él. No parecía importarles ni incomodarles su presencia, es más, parecía que Isa estaba más excitada y nerviosa mientras que Víctor se comportaba con una naturalidad insultante, como si hacer que una chica le masturbara delante de su hermano fuera lo más natural del mundo. Y Luis no podía dejar de mirar asombrado; las dos manos de Isa no llegaban a cubrir totalmente la polla de ese animal.

Un simple “ahora” de Víctor hizo que Isabel empezará a chupársela con ansia febril.  Luis se quedó de piedra, no podía creer que su hermana lo hiciera delante de él. Y aún tenía mucho por ver. Tras el contacto inicial vió como en el primer empentón la mitad de la polla de Víctor desaparecía dentro de Isa. Esta no cedió y mantuvo la verga dentro de su boca mientras la seguía lubricando, chupando arriba y abajo, en movimientos cortos, dejando que su saliva resbalara a lo largo del mango de su amante. Con toda la polla bien lubricada tiró de sus caderas hacia abajo, Víctor obedeció agachándose primero y tumbándose luego boca arriba. Isa aprovechó esos movimientos para acariciarse los pezones, ahora ya grandes y firmes entre sus dedos. Agarró a Víctor por las caderas e introdujo de nuevo la polla de su amante en su boca. La melena de Isa tapó la visión a Luis pero Víctor no parecía dispuesto a privarle de ese magnífico espectáculo. Recogió el pelo de Isa y de paso la agarró por la nuca, y entonces, ya con ella totalmente entregada, empujó y poco a poco, centímetro a centímetro, toda, absolutamente toda la verga entró en su boca. Luis no podía creer que alguien pudiera comerse esa salvajada y, menos aún, su hermana. No podía dejar de mirar; Isa se aplicaba a satisfacer a su macho comiéndosela a base de bien: jugaba con el glande, lubricando el mango con la saliva que resbalaba, luego, en cada mamada, llegaba hasta el final.

Isa se fué dejando caer hacia atrás, sentada en el suelo, jadeando para recobrar la respiración, contempló el glorioso espectáculo de la verga de Víctor, enorme, brillante de su saliva. Eso debió de ser demasiado para ella. Se lanzó, lujuriosa, sobre el macho, lo montó y se acomodó la sobre él para facilitar la penetración. Entró suave, casi sin esfuerzo, tan húmeda debía de estar. Luego inició un suavísimos movimientos de caderas, apenas imperceptibles. Con las palmas de las manos apoyadas sobre el pecho de Víctor acarició sus pezones son los pulgares hasta que estos alcanzaron suficiente tamaño como para poder pellizcarlos. Entonces cabalgó con fuerza al muchacho, de una forma brutal. Este apenas resistió el castigo durante un par de minutos, se vació dentro de ella con unos gemidos broncos y graves. Isa, victoriosa, se levantó dejando caer la maza de carne empapada de hembra sobre el abdomen del guerrero. De pie sobre él, tranquilamente, se acomodó el tanga y miró al macho que, tumbado, le sonreía.

  • Luego querré más de esto, le susurró.

Se dirigió a la ducha con el mismo andar sobrerano con el que lo había hecho en la ocasión anterior. Se quitó el tanga, humedo de sexo, y dejó que el agua recorriera su cuerpo. Luego, apenas seca, se puso un vestido corto de lino beige que se pegó a su cuerpo en cada gota que encontró.

  • Voy a ayudar a mamá, dijo en voz alta mirando a Luis. Entró en la casa sin esperar la respuesta.

Segundos después volvió a asomarse y gritó:

  • ¡Chicos, a cenar en 10 minutos!

Cuando Víctor oyó esto se levanto y caminó hacia Luis, desnudo. Su verga volvía a lucir espléndida y enorme, perfumada de hembra. Luis se quiso levantar de la tumbona pero Víctor no se lo permitió. Puso una pierna en cada lado de la tumbona, le levantó la cara a Luis para mirarlo a los ojos.

  • Tienes 5 minutos para limpiarla.