Un Abrupto Romance...
Historia de Alec y Bobby
Un abrupto romance...
Era un día como cualquier otro en el que era imposible predecir el clima londinense, aunque Alec estaba seguro que llovería, tal vez por las nubes negras sobre lo que se insinuaba en el horizonte que debía ser el Buckingham Palace. Iba pasando por Picaddilly Circus y allí estaba: un chico realmente guapo a sus ojos: delgado, unos ojos claros hermosos, un cabello con rizos bien formados y cuidados.
Este chico iba caminado distraídamente por la calle sin notar el vendaval que venía, así que Alec decidió aprovechar que iba por su lado de la calle y aparcó junto a él, sonó el claxon para llamar su atención y le preguntó dónde iba, dijo algo cerca del Wellington Arch.
¿Por qué no usas el metro? -era cuando menos curioso con el día que se veía venir, aunque Alec no podía quejarse, al menos eso le dio la oportunidad de conocer al chico.
Pues tengo que moverme un poco y hacer algo de ejercicio -le dijo con una sonrisa incómoda, se ve que no le gustaba la idea de subirse al auto de un desconocido.
En serio, paso por el Arco, puedo acercarte, además que parece que va a llover con ganas -quiso insistirle un poco, no se conoce un chico así de guapo todos los días.
No te preocupes, si eso ya correré, en serio, no pasa nada -le dijo y se dispuso a seguir caminando.
Alec sonrió y condujo a su lado esperando que cambiara de opinión. Como es normal en esta ciudad, el clima empeoró de repente y entre la intensa lluvia y el viento su delgado jersey no lo protegería mucho, al final Alec optó por demostrarle a este chico que no tenía malas intenciones, así que detuvo del todo su automóvil, sacó su paraguas y corrió a taparle, de manera que el joven no tuvo otra opción que subir con él.
Alec ya sentía hambre y buscaba algún sitio para comer, aunque sentía en su piel que su acompañante no dejaba de mirarle, giró su cara con pretexto de buscar algún sitio del otro lado de la calle y pudo ver que el chico volteó su cabeza e intentaba disimular, aunque para los dos era evidente lo que sucedía.
Al final terminaron entrando al London Hard Rock Café y mientras llegaba el mesero a tomar la orden decidió sacarle un poco de conversación, pero lo único que consiguió fue su nombre: Bobby, se llamaba el chico. La comida fue un momento algo incómodo para los dos porque ninguno sabía cómo empezar una conversación, especialmente desde que Alec golpeó con su rodilla la pierna de Bobby accidentalmente al pasarle los menús al camarero y Bobby se puso tan nervioso que casi derrama su bebida. El maître vino a retirar la mesa y preguntar por el servicio, al pasarle los platos, Alec pudo tocar, no tan por accidente, la mano de Bobby y le agradó bastante, su calor, su textura, aunque tampoco dijo nada y el nerviosismo del joven era más que obvio.
Cuando hubieron terminado de comer bajaron al parking del lugar para que Bobby tomara sus cosas y pudiera seguir su camino, ya que lo poco que tenía por caminar era bajo techo.
- Espero que no te parezca muy loca esta pregunta, -Alec titubeaba un poco al hablar, era muy indiscreto soltar una pregunta así, pero no pensaba dejar pasar la oportunidad-, ¿eres gay? -Bobby no sabía qué decir ni qué hacer, se puso blanco como un papel y parecía a punto de desmayarse, así que Alec decidió ayudarle un poco-, lo que pasa es que yo sí lo soy y, la verdad, aunque sólo sé tu nombre y cómo te ves, me pareces no sólo guapo, sino lindo y bello y tu timidez es muy atractiva también.
El pobre Bobby, que no sabía cómo tomar todo aquello decidió que lo mejor era sentarse en algún sitio y tomarse un momento para pensar, lo más cercano era el asiento del automóvil y allí se sentó, ocultó la cara entre sus manos y sintió que su rostro se ponía totalmente rojo, pronto la ansiedad se apoderaba de su cuerpo. Decidido, tomó un poco de aire para retomar lo que tenía que hacer, justo entonces sintió que Alec se sentaba a su lado en el auto y se volteó para mirarle tan sólo para encontrarse con sus labios a escasos centímetros de los suyos y no lo pensó mucho, dejó a su cuerpo tomar la decisión por él y lo besó, besó a Alec con pasión, aunque no duró mucho, porque al darse cuenta de lo que hacía se detuvo y quiso bajarse, pero él no lo dejó, lo tomó del brazo, lo hizo subirse a sus piernas y esta vez Alec fue quien tuvo la iniciativa y lo besó, no porque le interesara tener sexo con ese chico, sino porque esos labios le volvían loco, su lengua le transmitía una bomba de sabores y sentimientos que recorrieron todo su ser, este beso sí tardó algunos minutos, luego Bobby se sentó donde estaba y no se atrevía a decir nada, por lo que Alec le entregó una de sus tarjetas de presentación con todos sus datos, lo besó de nuevo y, aunque no quería dejarlo ir, sabía que pronto Bobby debía irse a seguir con sus cosas.
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Bobby tomó sus cosas y siguió su camino, aunque no podía dejar de pensar en ese joven que conoció hacía menos de una hora. Había sido tan impulsivo que no le interesó preguntarle su nombre, su dirección, su teléfono ni nada, pero entonces recordó la tarjeta que le había dado antes, la leyó y toda una tormenta de emociones recorrió su pecho.
Mientras tanto, Alec todavía sentía la adrenalina recorrer todas sus venas, no se había dado cuenta, pero mientras intentaba asimilar lo sucedido cerró su auto, salió del parking y empezó a caminar sin rumbo, cuando sintió un conocido zumbido en su pierna: era su teléfono y no pudo evitar sonreír al ver que le llamaban de un número desconocido, luego atendió la llamada:
¿Hola? -la voz era muy tímida, pero Alec supo de inmediato que era este chico que en unos pocos minutos había hecho tambalear todo su mundo.
¿Sí? -Alec intentó ocultar su nerviosismo, pero tal parece que no podía rivalizar con la timidez de Bobby que no sabía ni para qué había llamado- ¿eres tú? -insistió Alec, que le dio un momento para contestar y viendo que el pobre chico no se atrevía, decidió ser prudente- puedo llamarte luego, si quieres.
Estoy en el primer piso del parking donde nos despedimos -por fin Bobby consiguió decir algo, pese a que su timidez le dificultaba hasta el respirar.
Voy para allá, estoy cerca -dijo Alec, tras mirar a su alrededor para ubicarse un poco y salir corriendo hacia el lugar.
Cuando Alec por fin llegó lo primero que vio fue a ese chico de ojos avellana que lo tenían embobado desde que los vio por primera vez esa mañana. Conforme se acercaba, las orejas de Bobby adquirían un vivo color escarlata que lo único que hacían era despertar todavía más ternura en Alec.
- Hola -fue todo lo que pudo decir Bobby, tenía la boca totalmente seca y no podía hablar claramente. Alec quiso ayudarle con un beso, pero Bobby dio un paso atrás bastante asustado, no porque no quisiera, sino porque no sabía cómo reaccionar, no conocía de nada a ese chico y estaba peor que un niño de 15 años totalmente idiotizado; sin embargo, Alec también se dio cuenta y lo intentó de nuevo, se acercó de nuevo a él, pero esta vez para abrazarle, el chico se dejó y los dos pudieron notar como se relajaba y tímidamente le devolvió el gesto.
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Alec lo dio todo en ese abrazo y en su mente agradeció estar en un lugar poco concurrido de modo que a nadie los veía así Bobby estaría menos cohibido, ya que estaban totalmente solos. Ese gesto era una de las mejores sensaciones que Alec había experimentado, pero debía terminar y aunque casi no se dio cuenta cuando se separaron, intentó volver a ver sus bellos ojos y Bobby no podía más que esquivar su mirada, estaba experimentando una extraña sensación de timidez y no se decidía entre el miedo y la pena.
El joven no se atrevía a ver a ese hombre que le parecía tan bello y hermoso, más alto que él, pero no pudo aceptar su beso, no sabía exactamente por qué, aunque cuando lo abrazó pudo notar sus músculos firmes y fuertes, Bobby lo abrazó simplemente porque no podía resistir la sensación de sus abdominales marcados, definidos y duros. Al final, Bobby logró separarse de él y, en un tremendo esfuerzo levantó la mirada hasta encontrar sus ojos y no pudo más que sonreír de una manera que a Alec le pareció muy tímida y tierna.
En su interior Alec sólo le pidió a quien fuese que les permitió acercarse que Bobby no fuera menor de edad mientras tomaba al chico de la mano y se dirigía al auto, el joven no se resistió, incluso le permitió a Alec abrirle la puerta, pero lo que sorprendió a Alec fue el que intentase dejar un poco su timidez y besarle antes de subir al auto, aunque el esfuerzo no dio fruto, porque Alec todo lo que hizo fue disimular y cerrar la puerta, luego se subió por su puerta, le abrochó el cinturón de seguridad y antes que Bobby pudiera siquiera asimilar lo que pasaba le dio un beso corto y le sonrió mientras se ponía su propio cinturón.
Acto seguido, Alec puso en marcha el automóvil y Bobby quería preguntar dónde le llevaba, pero no sabía cómo hacerlo, hasta que empezó a sonar su teléfono, era su padre, debía contestar, habló con él unos segundos y luego cortó la llamada. La llamada lo puso muy nervioso, quizá tenso, al chico, así que Alec aprovechó una luz roja providencial para soltar su cinturón y darle un beso a Bobby que terminó con un leve mordisco en el labio inferior, a lo que Bobby sólo pudo responder con un tierno gemido.
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Bobby no entendía muy bien lo que sucedía en ese día tan extraño, no sabía ni el nombre de ese hombre que ahora le llevaba a un sitio que no sabía pero no le molestaba estar con él y el beso que le dio en un semáforo fue una de las experiencias más placenteras que había tenido nunca.
Disculpa… -por fin Bobby encontró una manera de hablar y eso sorprendió a Alec quien lo volvió a ver un poco nervioso ¿qué le diría? ¿querría irse?- ¿cómo te llamas? -pudo articular al final Bobby, aunque arrastró un poco las palabras.
Alec -le respondió su compañero, que en ese momento pasaba su mano por su cara en una tierna caricia que hizo volver el tono rojo intenso a la cara de Bobby. Mientras tanto, habían llegado a un sótano que a Bobby le resultaba familiar, pero no venía a su memoria lo que le recordaba.
Es un nombre lindo -fue todo lo que atinó a decir el chico, en tanto que Alec, que sonreía abiertamente la ocurrencia, terminó de estacionar el auto y guió a Bobby hasta el ascensor que usaron para subir a un apartamento. En cuanto salieron del ascensor, Alec se apresuró a buscar sus llaves y abrir, Alec entró apresurado para asegurarse que todo estuviera perfecto para su inesperada visita, pero Bobby se quedó en la puerta como si algo en el umbral le impidiera el paso. Alec no sabía qué sucedía, pero decidió luchar contra su timidez y se devolvió a la puerta, le tomó de la mano y le hizo entrar. Eso fue suficiente para que Bobby perdiera el poco control que tenía de su cuerpo y se dejara caer en un sillón de la bien decorada sala de estar mientras Alec se dirigía a la cocina.
Aquí tienes -Alec le ofreció una copa de vino que Bobby no aceptó, lo que lo hizo pensar que estaría forzando los límites del chico, por lo que se sentó cerca de él, pero teniendo cuidado de no invadir su espacio personal, inmediatamente Bobby se pegó a él. El joven había descubierto una nueva sensación que le encantaba, Alec lo hacía sentirse seguro, protegido, como nunca nadie lo había logrado antes, aunque eso no fue todo, la sensación se acentuó cuando Alec pasó su mano sobre su hombro.
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Bobby volvía a sentirse nervioso, por lo que decidió aceptar la copa de vino, pero no se supo controlar y se bebió todo el contenido de golpe para luego mirarlo y dedicarle una sonrisa. Alec estaba totalmente asombrado, beber una copa de vino de esa manera requería mucho coraje, o no saber la cantidad de alcohol que tenía, pensó, cosa que comprobó cuando Bobby quiso levantarse pero no pudo, así que Alec se levantó y lo tomó de la cintura mientras el color rojo intenso volvía a la cara del chico.
Bobby quiso saber dónde estaba el baño, Alec le indicó el lugar con una sonrisa en la cara y cuando el joven dio un paso pudo sentir como todo el universo giraba a su alrededor y se tambaleó un poco, pero no llegó a caerse porque unas manos cálidas lo tomaron de la cintura para después cargarlo y llevarlo hasta el sanitario.
Alec se sentía mal por haberle dado una copa de vino, aunque cuando lo cargó no pudo evitar una pequeña risa al darse cuenta de lo liviano que era Bobby, cuya cara le decía a Alec que el joven no entendía nada de lo que pasaba, que no le daba crédito a sus sentidos. Alec lo llevó al baño, le dejó allí de pie y cerró la puerta al salir.
Pese a estar cerrada la puerta, Bobby pudo oír cómo Alec corría lejos del baño, de repente, el chico pudo asimilar lo que acababa de suceder y se dejó caer al suelo mientras se daba cuenta de la idiotez que cometió al beberse la copa de golpe, sentía que lo había arruinado todo. Estaba pensando cómo podría remediarlo cuando algo lo distrajo, un leve “ toc-toc ” en la puerta seguido de la peor pregunta que le podrían haber hecho en ese momento: “¿puedo entrar?”.
Bobby no supo responder y eso asustó un poco a Alec, quien decidió entrar de todos modos tan sólo para encontrarse al chico en el suelo con los ojos llorosos y sin saber qué hacer, así que él se sentó a su lado en el suelo, tomó su cara en sus manos y con un tierno gesto secó sus lágrimas con sus pulgares. El gesto le agradó al joven, aunque no hizo más que aumentar su incomodidad: Alec lo mimaba y él no sabía cómo corresponder a eso pese a desearlo de todo corazón.
Bobby estaba de nuevo en brazos de Alec, esta vez lo cargó hasta su habitación, lo colocó con suma delicadeza y ternura en la cama y se fue un poco apresurado. Claro que Alec sabía que el beberse así el vino sería un problema, por lo que creyó que Bobby necesitaría unas aspirinas que fue a buscar a la cocina tan pronto lo hubo dejado recostado en su cama. De paso, le llevó el café que había preparado, eso sí, bien cargado de azúcar y es que Alec estaba muy preocupado por el chico, no quería que le pasara nada.
Mientras esto sucedía, Bobby admiraba la habitación en la que estaba, era de colores grises y azules, aunque le encantó el color azul turquesa que le ayudaba a relajarse y despejar su mente, apenas notó cuando Alec regresó con una taza y algo que parecían ser unas aspirinas.
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Bobby sentía tanta vergüenza que no se atrevía a mirarlo a los ojos, pero a como pudo se tomó las aspirinas que le tendía Alec.
Alec seguía viendo gran atractivo en cada peculiaridad del chico, hasta que notó otra lágrima en su mejilla. También se dio cuenta que esa lágrima era por la vergüenza que sentía y decidió animarlo un poco, así que le pidió que no llorara y le secó la lágrima, pero Bobby tenía otros planes, así que terminó gratamente sorprendido cuando el chico lo besó. Era un beso tímido y pudo notar que cerraba los ojos con fuerza y las lágrimas salían de sus ojos como si fueran un grifo abierto. Bobby pudo sentir que Alec ponía una mano en su pecho y que sonreía en medio del beso ¿se estaría burlando de él?
Pues no, lo que sucedía es que a Alec le gustó mucho lo que sus manos le hacían saber de él y la sonrisa era de satisfacción y gusto, no le importaba que Bobby estuviese casi flaco, de hecho, lo hacía ver más atractivo para él. La mano de Alec pasó de su pecho a su cintura y ejerció un poco de presión, la intención era recostarse en la cama y lo logró. Bobby no podía parar de llorar y no entendía el por qué, no se sentía triste, al contrario, era el día más feliz de su vida, un hombre totalmente fuera de su alcance, alguien que encarnaba todos sus gustos se había fijado en él. Ese mismo hombre le preguntaba qué pasaba y él no sabía qué contestar, no tenía ni idea de cómo detener su llanto, porque ya había descubierto que lloraba de alegría. Las manos de Alec fueron a la cintura de Bobby, que pasó sus brazos alrededor de su cuello y se olvidó totalmente del tiempo.
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Alec pudo sentir cómo Bobby se relajaba y cargaba con todavía más pasión el beso, por lo que le quitó la camiseta, se quitó la suya y empezó a acariciar su torso, lo estaba disfrutando al máximo, al igual que el joven, que no quería que el momento se acabara, pero de repente empezó a sentirse somnoliento y sólo pudo pensar que Alec le había drogado antes de dormirse profundamente.
Alec supuso que sería el vino y, aunque estaba un poco caliente todavía, lo dejaría dormir, pero no podía dejarlo así sobre la cama y que pasara frío, así que abrió las sábanas, lo acomodó a como pudo, tomó su teléfono móvil y se dirigió a la sala. Su cabeza ya estaba volviendo a su velocidad habitual y llamó a sus padres para informarles que Bobby dormiría en su casa porque tenían un trabajo grupal junto con otros compañeros y terminarían un poco tarde. Después puso la alarma para despertarse temprano y poderle preparar un desayuno en condiciones.
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Bobby despertó con los ojos cerrados, pero podía sentir las sábanas que cubrían su cuerpo y no pudo evitar sonreír al pensar que todo había sido uno de los mejores sueños de su vida. Cuando abrió los ojos, se vio aplastado por la realidad porque se encontraba en una habitación que no era la suya, se vio sin camisa y por un momento pensó lo peor, pero pudo comprobar que el pantalón vaquero seguía en su lugar, lo que lo ayudó a calmarse un poco. Se levantó y pudo notar que la camisa de Alec estaba en el suelo, la tomó y la olió, todavía podía sentir su olor, cosa que lo excitó un poco y decidió ponérsela y se olvidó por completo de la suya.
Alec ya se había despertado y estaba preparando un desayuno mientras deseaba que le gustase a Bobby. Finalmente optó por algo balanceado y preparó una ensalada de fruta y unos cuantos pancakes, en algún sitio consiguió una rosa para adornar la bandeja y se dispuso para ir a su habitación. Al darse vuelta vio la estampa más hermosa del mundo: Bobby traía puesta su camisa y las mangas le llegaban hasta las manos, era demasiado tierno para él. El joven no sabía si el que Alec se quedase mirándole era señal de disgusto por haberse puesto su camisa, pero Alec de inmediato le sonrió con ternura y a Bobby no le importó nada más en el mundo.
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Alec no quiso disimular la sonrisa y ternura que le provocaba más que todo porque también estaba muy asombrado, pensó que lo que veía sólo pasaba en la televisión, pero no, Bobby estaba allí con su hermosa cara tierna y una camisa que le quedaba tan grande que rayaba en lo ridículo y el tímido chico todo lo que se atrevió a hacer fue acercarse a él y abrazarlo. Bobby no habló, no hizo más que abrazarlo, era una sensación extraña para él, pero le encantaba cómo esa persona que no conocía de nada le hacía sentirse protegido.
Alec se separó un poco de él, tomó su barbilla para obligarlo a mirarlo a los ojos, le deseó los buenos días y lo besó. Sin romper la unión del beso, lo tomó de la cintura y lo sentó en una encimera, de manera que los dos estaban más cómodos, pero después de un tiempo Bobby detuvo el beso, ante el gesto de extrañeza de Alec, Bobby por fin habló.
Hola, ¿cómo estás? -Alec estaba todavía más desorientado con la pregunta.
Estoy muy feliz de tenerte conmigo aquí -Alec no borró la sonrisa de su cara cuando le contestó y decidió explicarle lo sucedido la noche anterior-, anoche no pasó nada, sólo te quité los zapatos y te tapé bien porque hacía frío, no quise asustarte y ahora te preparaba algo de desayunar.
Bobby sonrió con todo el sentimiento que Alec le despertaba y quiso besarlo, pero él no lo aceptó, lo cargó, lo llevó a la cama, lo acostó y le dijo que lo esperara, que volvería pronto. Alec lo que quería era terminar lo que había empezado y servirle a Bobby el desayuno que le había preparado, así que regresó por la bandeja, la llevó a la habitación, besó a Bobby y mordió su labio inferior. El gesto le hizo mucha gracia al chico, pero lo impresionó que Alec se sentó a su lado, le partió la comida y se la empezó a dar en la boca.
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Aunque Bobby se sentía un poco como un bebé al que le enseñaban a comer no le importó. Alec pensaba lo mismo: era como un niño que aceptaba la comida que le daban como si fuera lo más normal del mundo. El desayuno terminó y Alec le dio un beso como postre. Después recogió la bandeja y se fue a la cocina dejando solo a Bobby en la habitación.
Mientras Alec no estaba, Bobby empezó a preguntarse qué harían después de eso y justo en ese momento su teléfono le informó que le estaban llamando, eran sus amigos preguntándole dónde estaba, si le había pasado algo, que por qué había desaparecido. Estaba hablando con sus compañeros cuando Alec regresó y lo abrazó a la altura de su cintura desde atrás. Alec pudo sentir cómo Bobby se estremecía entre sus brazos, lo levantó y lo sentó sobre sus piernas.
Bobby no dudó en cortar la llamada, buscó su mirada y sonrió, había descubierto que podría mirarlo todo el día. Alec le preguntó qué le gustaría hacer, la respuesta fue salir a caminar, Alec le dijo que se encargaría de todo mientras él se daba una ducha.
El chico entró al baño y encontró una pila de ropa con una nota que ponía: ‘ Bobby, espero que te quede bien. Alec. ’ El chico no pudo evitar sonreír, especialmente porque la ropa era exactamente de su talla y mostraba el buen gusto de su anfitrión. Por un momento pasó por la mente de Bobby si esa ropa sería de alguien más, pero sólo fue un pensamiento fugaz y pronto se desnudó y se metió a la ducha.
En ese momento Alec recordó que no le había dicho nada a Bobby sobre la ropa que le había conseguido, no quería que nadie pensara mal de él. Sin detenerse a tocar, entró al baño y antes de hablar lo vio: vio su cuerpo desnudo que estaba de cara a la pared. Tenía las nalgas más lindas y redondas que había visto y justo en ese momento empezó a cantar, su voz era bellísima, la más hermosa que Alec había oído jamás, la verdad que aunque su voz fuera fea le habría gustado igual, pero no era el caso. Estaba cada vez más impresionado por este chico que prácticamente parecía un niño.
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Bobby sintió la presencia de alguien, supuso que era Alec, pero aún así se asustó, Alec lo notó y se fue, lo que hizo que Bobby se riera un poco, porque aunque le asustó, no le incomodó para nada. Cuando hubo terminado, Bobby salió de la ducha, se vistió y cuando volvió a la habitación se encontró un ramo de rosas y una nota que le indicaba que Alec lo esperaba en el sótano 1, así que con un gesto de extrañeza en su cara se dirigió al lugar.
Alec lo esperaba escondido tras una columna y cuando Bobby salió del ascensor lo tomó de la cintura y lo besó. Aunque al chico lo pilló totalmente por sorpresa, aceptó el beso, puso las manos en el cuello de Alec y él lo cargó. Bobby había dicho que quería caminar, pero ahora eso era totalmente secundario, sólo quería besar esa boca que lo tenía loco, pero Alec dejó de besarlo y empezó a caminar hasta su automóvil, aunque no era el mismo del día anterior y a Bobby este le gustó mucho más. Al igual que el día anterior, Alec le abrió la puerta para colocarlo dentro, abrió la guantera, sacó una corbata roja, le vendó los ojos y le pidió que confiara en él, aunque Bobby no escuchó eso porque la corbata olía a él, a su loción y también al olor propio de su cuerpo.
Alec subió al asiento del conductor y empezó a conducir, no pasó mucho rato y Bobby empezó a preguntar, al mejor estilo de un niño pequeño, ¿falta mucho? , cosa que Alec encontró muy graciosa y toda la respuesta que le dio fue tomar su mano y entrelazarla con la suya, lo que provocó que Bobby riera y se pusiera más rojo que la corbata.
De repente, Alec se detuvo y le dijo a Bobby que esperara, supuso que le ayudaría a bajar del auto, pero no, todo lo que escuchó fue abrir y cerrar el maletero, también sintió un olor muy agradable, pero no entendía lo que sucedía. Cuando Alec regresó al vehículo lo llamó por su nombre, a lo que el chico contestó con un ‘ ¿sí? ’ que motivó a Alec a darle un beso en el que dejó que su lengua se uniera al gesto y pudo notar como a Bobby eso le encantaba, era todo lo que necesitaba para saber que le gustaba a Bobby, entonces cortó el beso y volvió a conducir.
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Bobby insistía en preguntar dónde iban y Alec seguía respondiendo con un simple ya verás, hasta que el chico se cruzó de brazos, giró su cabeza hacia Alec y, aunque no podía mirarlo, hizo gesto de berrinche. Alec seguía pensando que ese era un comportamiento algo infantil, pero lejos de molestarle, le despertaba mucha ternura, así que se limitó a tomar la mano del chico y seguir conduciendo.
Bobby no lograba entender por qué Alec no le decía dónde iban y mucho menos entendía el motivo de la corbata que vendaba sus ojos, para colmo, su mano empezó a sudar y no quería incomodar a Alec, de modo que intentó separarse, pero no lo dejó. Finalmente, Alec detuvo el auto y dejó que Bobby se quitara la corbata, eso sí, debía quedarse quieto y no salir del auto hasta que él volviera.
Lo único que Bobby podía ver, porque Alec le hizo prometer que ni siquiera giraría la cabeza, era una pared blanca que sólo contribuía a hacer que el tiempo se le hiciera todavía más largo y que su aburrimiento creciera hasta que, sin notarlo, Alec regresó, abrió la puerta y le pidió a Bobby ponerse la corbata de nuevo. El chico lo hizo con gusto, principalmente porque su olor lo atraía como un imán y era la sensación más agradable que podía experimentar en ese momento.
Por fin Alec se decidió a desabrocharle el cinturón de seguridad y lo cargó nuevamente. De manera un tanto instintiva, Bobby pasó sus brazos entorno del cuello de ese hombre que le parecía tan atractivo y apoyó la cabeza en su hombro. Alec, aunque no podía verlo, percibía que Bobby tenía los ojos cerrados y una sonrisa en la cara de total confianza en él.
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Cuando ya habían caminado un poco, Alec le quitó la corbata de los ojos, rió y le preguntó a Bobby que por qué cerraba los ojos, pero la timidez del chico había regresado y no pudo contestarle, así que Alec lo besó y lo llevó hasta su casa en las afueras de la ciudad, un hermoso paisaje con muchos árboles y una corriente de agua.
En el momento en que Bobby abrió los ojos se enamoró del lugar, era una casa enorme, casi una mansión victoriana, tal como se la imaginaba de niño, pero rodeada de la naturaleza y sin ninguna señal de vecinos o de alguien cerca. Alec bajó a Bobby, lo dijo que lo dejaría por unos minutos mientras disfrutaba del paisaje y se fue.
Su estrategia para impresionarlo había funcionado, sabía que le gustaría el lugar, aunque una pequeña voz en su cabeza le recriminaba que era el primer hombre que llevaba allí, además debía estar loco para enamorarse de un completo desconocido, de un chico que simplemente caminaba por las calles de un Londres que amenazaba lluvia. Alec decidió que esa voz podía irse mil veces al cuerno, se dirigió al auto y sacó una canasta de picnic y una maleta del baúl.
Bobby seguía embelesado con el paisaje, luego empezó a detallar la casa, tenía grandes ventanales y era en buena parte de madera, como si se tratara de una cabaña. Había árboles en todo el derredor y en algún sitio sonaba una corriente de agua, pero lo mejor de todo fue cuando Alec lo abrazó por la cintura, le besó el pelo y le preguntó si le gustaba.
La pregunta era demasiado ambigua ¿le gustaba el lugar? ¿le gustaba Alec? ¿le gustaba el abrazo? Bobby tardó un poco en responder porque no sabía a qué se refería Alec, pero luego de sopesar un poco las opciones, se dio cuenta que todo le gustaba, incluido el anfitrión, por lo que le dio una respuesta afirmativa que provocó una sonrisa en Alec. Esa sonrisa le resultaba tan bella y atractiva que no pudo evitar besarlo y Alec lo cargó de nuevo, esta vez lo llevó a otra zona del exterior, donde resultó estar una piscina y se lanzó con todo y Bobby al agua.
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La sorpresa de Bobby fue mayúscula, no tanto por terminar en la piscina, sino porque Alec no se molestó siquiera en quitarse la ropa o en darle tiempo a él de no empaparse lo que tenía puesto. Cuando Bobby regresó a la superficie para tomar aire, se hizo el pelo hacia atrás, tomó el cuello de Alec, lo dejó tomar aire y lo hizo zambullirse, luego él se unió y lo besó, sus besos le estaban resultando adictivos y quería probarlos en todas sus presentaciones.
Después de un rato, subieron a tomar aire y Bobby lo miraba con un gesto lleno de amor, entonces Alec se planteó la gran pregunta ¿Bobby se sentía atraído, o se había enamorado tan rápido como él?
Mientras tanto, Bobby tenía un torbellino en la cabeza, porque se había dado cuenta que se había enamorado en un día, puede que menos, puede que desde que lo llevó a su apartamento o desde que lo invitó a almorzar, si no, ¿por qué le habría llamado? Pero decidió que eso lo dejaría para después, disfrutaría el momento y luego intentaría explicarlo, por lo que optó por algo muy acorde con su forma de ser: se rió y le tiró agua a Alec en la cara.
Alec le siguió el juego hasta que se cansaron y pudo notar que había algo diferente en él, ya Bobby no pensaba dos veces las cosas y sin pensarlo mucho se acercó a ese chico que lo había flechado y se abrazaron. Bobby puso las manos sobre su pecho mientras lo miraba fijamente a los ojos, pudo sentir como sus manos pasaban por su espalda, luego sus labios se unieron y después de un apasionado beso, Alec empezó a besar su cuello mientras sus manos pasaron de su cintura y fueron directamente a sus nalgas, que apretaron con toda la pasión que podían expresar.
Alec se sentía en el mejor de los sueños: tenía entre sus brazos a Bobby, sus manos acariciaban su cuerpo y el chico le correspondía con besos. No sólo era el primer chico al que llevaba a ese lugar, también era el primero con el que sentía una química tan intensa. Alec lo volvió a besar y salieron de la piscina. Ya una vez fuera, Alec le quitó la camisa y mientras se quitaba la suya, Bobby se había quitado el pantalón, quedándose con sólo la ropa interior puesta. Bobby buscaba algo para secarse, pero se dio cuenta que no había nada cerca, Alec no había pensado en ello, mientras tanto, Alec también se había quedado en ropa interior y no le molestó que los dos estuvieran chorreando agua, se acercó a él y lo besó, beso que aprovechó para tomar de nuevo sus nalgas y apretarlas.
Sin importarles nada, los dos entraron a la cabaña mojados como estaban.
A Alec, in memoriam
Nota del Autor: basado en hechos reales, aunque con algunos elementos de fantasía para lograr un efecto dramático