Último hijo

La relación de amor profundo que se materializa en la procreación.

ULTIMO HIJO

Para Alfredo sería un día más de trabajo, común y corriente, así lo había presentido cuando salió de su casa muy por la mañana, despidiéndose de su mujer. Pero, lo que llaman destino, le tenía reservada una sorpresa, en efecto, a eso de las diez de la mañana se acercó a la ventanilla una hermosa mujer para pagar los impuestos con un cheque, luego de ratificarle el valor, Alfredo le indicó que debía hacerlo autorizar por el Tesorero de la Institución o cambiarlo en el banco y pagar en efectivo, la señora lo miró con una sonrisa en sus labios y dijo:

– Mucho trámite; pero si el cheque no tuviese fondos bien podrían volver a emitir las cartas de pago.

– Lamento mucho señora, son disposiciones superiores.

— Le dejo mi teléfono, si hay algún problema me llama y vengo enseguida a arreglarlo; pero no se preocupe que no tendrá ninguno.

— Y si me deja el teléfono ¿a donde le llamo?– Contestó Alfredo con picardía, a lo que ella replicó:

— Déjese de bromas y recíbame.

— De usted recibo todo lo que quiera dejarme. Bueno... haber, déme el cheque.

Y realizó la operación. Más en la noche, cuando tenía que verificar las cuentas, apareció un error y al revisar las operaciones estableció un mal cálculo numérico en uno de los títulos cancelados, precisamente el de la rubia de esa mañana. Inmediatamente Alfredo llamó al teléfono registrado al reverso del cheque y estableció una cita para la mañana siguiente, a primera hora.

Efectivamente, al día siguiente Alfredo se presentó ante la rubia para indicarle el error; la rubia, que se presentó en salida de cama, atendió con cordialidad las explicaciones de Alfredo que en algún momento vacilaron, precisamente cuando en uno de los movimientos se abrió un poco más el escote de la bata de casa de la señora permitiéndole observar los protuberantes senos que adornaban aún más el resto de hermosuras de la mujer. Terminada la entrevista y solucionado el problema Emma, que así se llamaba la señora, invitó a Alfredo a desayunar, a lo que él se negó justificándose por lo avanzado de la mañana y la imposibilidad de prolongar mucho tiempo su ausencia del trabajo, pero ofreciéndola visitar en otra ocasión.

Pasados unos días, Alfredo llamó al teléfono a Emma y conversaron de nimiedades por un largo período; al despedirse quedaron de acuerdo en que él la volvería a llamar el lunes siguiente. Llegada la fecha tuvieron un nuevo diálogo telefónico que concluyó en una cita para ese miércoles por la tarde, a la que acudió Alfredo lleno de esperanzas. En efecto Emma se presentó un poco más tarde de lo acordado, pero sin mayores explicaciones se subió al vehículo de Alfredo y partieron sin rumbo pero cuando ella observó que se dirigían al norte de la ciudad insinuó que podían ir a ver un terreno de su propiedad que no lo había visitado desde hace mucho tiempo y hacia allá se fueron.

La tarde era apacible, de clima templado y seco, por lo que al llegar al sitio bajaron del vehículo y comenzaron a recorrer el terreno; el instante que Alfredo creyó propicio tomó a Emma por la espalda, abrazándola con fuerza y besándola en el cuello, ella se dejó apacible inicialmente pero reaccionó irritada, aparentemente, cuando él quiso besarla en la boca, por lo que Alfredo continuó con sus caricias en el cuello, mientras la apretaba de la cintura haciéndola sentir la rigidez de su miembro viril, que ella no lo evitaba. Finalmente volvieron a embarcarse en el jeep y retornaron hasta cerca del hogar de ella, despidiéndose afectuosamente.

Las nuevas citas se desarrollaron con similares hechos, pero Alfredo iba notando que progresaba en sus acercamientos, puesto que ya era común que se besen en la boca y cada vez él lograba acariciarla con mayor intimidad.

En uno de esos encuentros en el bosque en que él había logrado llegar con sus manos hasta las nalgas desnudas de ella, es decir por debajo de sus prendas íntimas, y la apretaba con fuerza para hacerla sentir la dureza de su propio sexo, se retiró un poco y abriéndose la bragueta lo extrajo de su encierro y aprovechando que ella tenía semi descubierto su sexo, lo apoyó allí empujándolo quedamente, pretendiendo introducirlo por entre las piernas de ella; Emma protestó inmediatamente, pero más valieron los argumentos de él y finalmente dejó que llegue al clímax y eyacule entre sus piernas, que las apretó luego de sentir el pene ubicado adecuadamente y sin riesgo de ser penetrada, subiéndose inmediatamente el calzonario. Cuando treparon al jeep, Emma pidió que le facilitara un poco de papel higiénico porque se sentía totalmente mojada, Alfredo se apresuró en complacerla y cuando ella se levantaba la falda para secarse, él estiró la mano y comenzó a acariciarle la vulva reclinándose para besarla; Emma lentamente fue respondiendo a las caricias hasta que Alfredo sustituyó su mano con la boca y absorbió los labios vaginales de ella que comenzó a emitir leves quejidos que fueron aumentando en intensidad, hasta que abriéndose la blusa y el sostén dejó en libertad sus hermosos senos, que rápidamente fueron presa de los besos apasionados de Alfredo, que a la vez volvió a sacar su pene y tomando la mano de Emma la hizo posar en él; ella se resistió nuevamente al comienzo pero concluyó acariciándolo, cada vez con mayor intensidad, conforme iba aumentando su propia pasión. Nuevamente Alfredo eyaculó, pero esta vez fue en la mano de Emma, porque la incomodidad del jeep impidió que él lograra poseerla como intentó.

En la siguiente cita Alfredo consiguió que ella acepte ir hasta un motel, al que ingresaron con la mayor prudencia posible, ya en el interior ella le permitió desnudarla totalmente mientras la besaba, pero luego le exigió retirarse al baño para que no la viera así. Alfredo accedió y al retornar la encontró totalmente cubierta con la sábana y sin dejarse destapar, por lo que se acostó a su lado con sutileza; nuevamente comenzó a localizar las zonas eróticas de Emma, descubriendo que ella se enloquecía al ser besada en los senos; Alfredo hizo todo el esfuerzo posible por retardar su propio clímax hasta que sea ella misma la que solicite ser penetrada, por lo que la besó íntegramente, desde la punta de sus pies hasta la frente, demorándose especialmente en su vulva, ombligo y senos; luego de besar su boca se trepó sobre Emma sentándose sobre su pecho y colocando su pene entre sus hermosos y abultados senos, los cubrió con éstos e inició movimientos de su cadera simulando el coito y permitiendo que en cada ocasión salga parte del miembro; Emma, que tenía su testa apoyada en la almohada, en demostración de su propia pasión abrió la boca y besó la cabeza del pene de Alfredo, él soltando los senos la tomó de los cabellos y la penetró por la boca profundamente hasta que ella hizo esfuerzos por retirarse, entonces se deslizó quedamente y ella, dejando que se escurran las sábanas y abriendo las piernas las levantó apoyándose en los hombros de Alfredo y diciendo: "Yá, méteme"; penetrada profundamente inició un cadencioso movimiento de sus caderas; cuando Alfredo sintió que iba a acabar hizo que Emma bajara sus piernas y las cerrara, sin dejar salir el miembro que lo removía enérgicamente en el interior de la vagina hasta que eyaculó, al mismo tiempo que ella llegaba a su propio orgasmo durante el que se retorcía y exhalaba repetidos "¡Haa ... mi varonzote ..... Haaa!" , mientras su vulva apretaba y se distendía alternativamente.

Luego de descansar un momento Alfredo sugirió que se bañaran juntos y se levantaron de la cama, que había quedado totalmente desarreglada y mojada de los sudores de la pareja. Bajo la ducha, Alfredo tomó el jabón y lo frotó en todo el cuerpo de ella, especialmente por entre sus piernas, dejando deslizar sus dedos en la vagina y acariciándola delicadamente.

Estos encuentros no se repitieron con la frecuencia que Alfredo insistía, puesto que Emma se negaba reiteradamente argumentando encontrarse en días fértiles; entonces ocurría que iban con el jeep hasta lugares adecuados y él optaba por masturbarla a la vez que ella lo complacía ocasionalmente con la mano o con su boca, tragándose el semen con deleite, diciendo: – ¡¡Un litro!!, estoy desayunada .

La relación se mantenía con los encuentros furtivos entre semana por cuanto ella viajaba con regularidad a una población de la costa en que vivía y ejercía la profesión su marido; cuando esto ocurría Alfredo la acompañaba hasta que el transporte que Emma abordaba se pierda en la lejanía; pero una tarde que ella viajaba, antes de partir fueron hasta el motel y, en prueba de su amor, ella sentándose sobre él permitió ser penetrada por el ano, prolongando el coito hasta que acabe adentro, por lo que llegaron retrasados a la estación, el bus había partido unos minutos antes, entonces Alfredo se ofreció para tratar de dar alcance al bus como en efecto ocurrió cerca de la salida de la ciudad.

Otra ocasión Emma propuso que la acompañe hasta una población lejana, para hacerlo dejaron el jeep estacionado frente a una institución pública y partieron en uno de los buses; en el trayecto Alfredo fue acariciándola íntimamente por debajo de un cobertor que ella solía llevar para sus viajes, hasta que llegó al orgasmo, luego Emma le masturbó a él, recogiendo su semen en la mano. Al llegar a la población, se despidieron y él abordó otro bus retornando de vuelta a la ciudad en horas de la madrugada y con temor de que hubieran novedades en su jeep, lo que para su suerte no ocurrió.

Esta clase de viajes también se repitieron con alguna frecuencia y era ya normal que para viajar ella se vista con faldas amplias y sin interiores, lo que ocasionalmente permitía que tuvieran relaciones durante el viaje; ya cerca de su destino Alfredo se ocupaba por colocarle el calzonario, después de que Emma se había secado y perfumado adecuadamente para hacer desaparecer todos los vestigios de la pasión que hacían desbordar de sus cuerpos en el trayecto.

El amor que iban cultivando los tornó cada vez mas imprudentes en su relación como ocurrió por ejemplo: cuando una ocasión que él la visitaba en su casa y aprovecharon la salida de la servidumbre y de las hijas de ella hacia el piso superior, para entregarse a sus acostumbrados ardores que terminaron cuando Alfredo hizo que Emma se despoje de su calzonario y se deje penetrar de espaldas, pero por la vagina, mientras mantenía su cuerpo apoyado en el barandal que separaba al comedor de la sala; o esa otra ocasión en que Alfredo, que había tenido un compromiso en su oficina, la llamó al teléfono y luego llegó a la casa en que Emma lo esperaba totalmente desnuda en su cama y que en los arrebatos de su pasión terminaron por aplacarla en la alfombra del piso; o aquella otra en que Alfredo aprovechó la ausencia de su mujer y llevó a Emma hasta su casa para volver a cometer en ella las mismas locuras características de la pareja.

Entonces decididos a materializar la máxima expresión de su amor pensaron en la posibilidad de fugarse juntos del país, luego de recopilar todos los recursos económicos de fueran capaces. Pero pudo más la prudencia y sopesando el dolor que iban a causar a personas inocentes, optaron por procrear un hijo como prueba de su amor y así lo hicieron, con total entrega.

¡Fue el último hijo de los dos!