Última noche en México

Tres ejecutivos (dos hombres y una mujer) deciden salir a cenar el último día de su trabajo en el extranjero. Un par de copas, una edad para tener aventuras y ganas de conocerse dan lugar a una noche de sexo inolvidable.

Era la última ltima noche y decidieron que podían divertirse un poco. Paco, Isabel y Roberto llevaban dos semanas trabajando en México, donde su compañía les había enviado a tomar contacto con una empresa que habían adquirido. En dos semanas habían trabajado diez horas diarias, del hotel a la,oficina y de la oficina al hotel. Apenas algún rato en el gimnasio, de madrugada aprovechando el jet lag que les despertaba a las 6 de la mañana, antes de ir a trabajar y alguna cena después de trabajar habían sido sus oportunidades de distraerse.

Los tres rondaban los 40, casados y con hijos. Directivos con brillantes carreras profesionales, aun jóvenes para divertirse, pero con pocas oportunidades de hacerlo entre las obligaciones profesionales y familiares. Ninguno de los tres trabajaría de modelo, pero los tres se cuidaban. Ellos, atléticos, aunque Paco empezaba a mostrar cierta tripa, fruto de demasiadas comidas rápidas en la oficina, pero su pecho y sus brazos seguían siendo fuertes y duros. Roberto era un poco mas alto, delgado, fibroso. Cuerpo de corredor de fondo ligeramente musculado. Ni gota de grasa en sus abdominales, que cuidaba cada día. Isabel era delgada, y sus compañeros no podían evitar mirarla cuando sudaba en la elíptica,  dejando adivinar el tanga deportivo bajo las mallas y mostrando el sudor bajar de su cuello y perderse en el escote en forma de V de su camiseta, entre dos pechos que obviamente dejaban ver el paso de los años y los embarazos, pero seguían siendo muy apetecibles.

Así que realmente esa tarde tenias ganas de divertirse un poco. El chofer les recogió en el hotel y les llevó a la zona "top" de la ciudad. Las margaritas de antes de la cena, el vino durante la cena y un par de tequilas con el postre hizo que el ambiente fuera mucho más distendido que los días anteriores, de estresante trabajo en la oficina. Música, bailes, copas y risas. Comentarios y cotilleos sobre sus compañeros de Madrid y sobre los nuevos americanos. Complicidad, en una palabra. Así que cuando al volver al hotel alguien propuso tomar un último tequila en una de las habitaciones, los tres estuvieron encantados...

Spotify puso la música en la habitación, y el alcohol empezó a hacer efecto. Bailes, roces, bromas subidas de tono… "Echaré de menos lo del gimnasio a las 6 de la mañana", dijo Roberto. "¿Por qué? No decías que no te gustaba correr en la cinta y que preferías la calle?... O es que te gustaban las vistas" dijo Paco, señalando con la vista a Isabel, que sonriendo, se adelanto: "Eh, que a mi también me gustaban, que una tampoco es de piedra y para vuestra edad, mi estáis mal", dijo como burla.

Ellos se hicieron los ofendidos y, casi a la vez, dijeron "Cómo que para la edad?... Mira, si me quito la camiseta ni tengo que envidiar a los chavalines de Abercrombie" Isabel reía a carcajadas y seguía pinchando: "a ver si es verdad...", dijo mientras jugueteaba con el escote de su vestido.

Paco y Roberto se quitaron las camisas. Los abdominales y el cuerpo sin pelo de Roberto contrastaban con la tripilla de Paco, pero a cambio este tenía hombros y brazos mas vellosos y poderosos. Isabel se colocó entre ellos y juego a hacerse fotos como en la famosa tienda americana. "Pues teniáis razón, no estáis nada mal"... Pasando un dedo por el pecho de cada uno y bajando hasta el ombligo.

Al estar colocada entre ellos, vieron el discreto sujetador blanco que resaltaba sus pechos y no pudieron disimular su erección. Ella se percató y les dijo "vaya, como el chavalín, parece que os emocionáis fácilmente", recuperando el juego de sus dedos sobre los torsos de ellos. Se sentía joven, atractiva y poderosa, jugando con sus dos atractivos compañeros. Tiro de la cinturilla de los pantalones de ambos y los atrajo hacia ella, uno a cada lado. Cuando los tenía pegados, palpo los bultos sobre los pantalones y preguntó, juguetona "no me vais a enseñar lo que hay ahí....?"

Ellos quedaron desnudos, cada uno a un lado de ella. Isabel se sentía la reina del mundo con un pene en cada mano. El de Roberto, más largo y delgado; y el de Paco, grueso y un poco más corto. Pero los dos atractivos y, como podía comprobar, con suficiente dureza. Ellos decidieron pasar a la acción y desabrocharon y bajaron el vestido, desabrocharon el sujetador y empezaron a acaricarla. Sus manos recorrían sus pechos, sus nalgas y, a veces, se encontraban entre las piernas de ella, una desde delante y otra desde atrás. Esas caricias y besos le sirvieron a Isabel para decidir el orden de lo que quería. Paco era más enérgico y un poco brusco. Roberto, todo sensualidad y saber hacer.

Ahora quería experiencias fuertes, así que se dirigió a la cama tirando del pene de Paco. Se tumbó boca arriba y se lo llevó a la boca. Mientras, Roberto se arrodilló ante ella y empezó a besarle los labios vaginales, mientras pellizcaba su brillante clitorís. Isabel decidió que era el momento de ir a por más. Se puso de rodillas de espaldas a Paco y guió su pene a su brillante y mojada vagina, mientras miraba a Roberto y le indicaba que se acercara. Paco la penetró desde atrás, fuerte, duro, agarrando sus caderas. Isabel gemía y, de vez en cuando, lanzaba un lametón al pene de Roberto, sentado en la cabecera de la cama. Colocó una mano entre sus piernas y aprovechó para acariciar su clitoris y los testículos de Paco cuando chocaban contra su culo. Se sentía llena, poderosa, follada fuerte desde detrás y con otra polla preciosa ante ella. Decidió que no podía más, bajó la cabeza, y mientras sus pechos se agitaban con los golpes de Paco en ella, se corrió entre gemidos.

Paco la dió la vuelta, volvió a penetrarla y, tras un par de empujones, sacó su polla brillante y mojada para correrse sobre el ombligo de ella, que recogió el semen con la mano, lo extendió por sus pechos y chupó los dedos… justo antes de colocarse de lado y engullir la polla de Roberto.

Este tomó el relevo de Paco en la tarea de dar placer a su compañera. Desde la cabecera de la cama fue bajando, beso su cuello, mordió sus pezones y dejó que su polla se deslizara por sus pechos mientras llegaba de nuevo a lamer su ahora chorreante vagina. Introdujo un dedo dentro, mientras mordisqueaba el sobresaliente clítoris. Ella se sorprendió a si misma con otro orgasmo, más breve pero igual de intenso por lo sorpresivo. Así que decidió devolverle el placer a Roberto, le tumbó en la cama y se colocó sobre él. Agarró su polla y jugueteó con ella, primero con su boca, chupando como si fuera un helado la erección de Roberto. Después se la colocó y la acarició con sus labios vaginales, luego la utilizó para rozar el glande contra su propio clítoris… y finalmente, bajando sobre él lentamente, dejando que la acariciara su empapado coño. Si antes se sentía poderosa, ahora era una diosa. Mientras, Paco se acercó desde atrás a masajear sus pechos. Ella quería el control, así que empezó un suave movimiento circular empalada sobre Roberto. Se mordía el labio inferior mientras sus pezones eran pellizcados… otra vez sintió ese calor desde su entrepierna que le recorrió todo el cuerpo. Perdió el control, botó sobre Roberto, se corrió y se sacó la polla de dentro justo cuando los chorros de semen de él brotaban, quedando entre sus ombligos cuando ella se derrumbó sobre él…

Los tres quedaron en la cama, rendidos, satisfechos y lamentando tener que irse al día siguiente...

“Como siempre, algo de realidad, algo de mí, algo de fantasías y algo de sueños… como la vida misma”