Tuvieron que cumplir con compromisos de trabajo

Salieron de viaje, nos dejaron el camino para seguir probando en nuestra intimidad a la belleza de perrito, superdotado y muy bien educado.

TUVIERON QUE CUMPLIR CON COMPROMISOS DE TRABAJO

En la mañana los llevamos al aeropuerto y de ahí Gloria propuso caerles de sorpresa a nuestros amigos, seguro que no se iban a molestar, la confianza que nos tenemos permite estos abusos.

Llegamos, no tocamos, nos colamos por el portón. Los perros nos detectaron, pero conociéndome y, aceptémoslo, el enamoramiento de Kaiser al considerarme su perra, no nos anunciaron. Hacía frio, así que entramos en la cocina, asustándolos, encontrándolos en batas.

“¿Qué es esto? ya son casi las 11 y míralos, Gloria. ¡Qué vidita se dan!” Dije. Como Emi estaba de pie, fuimos las dos y la abrazamos y besuqueamos. Leo se acercó y nos abrazó, también a él lo besuqueamos.

“¡A arreglarse, que vinimos a visitarlos!” dijo Gloria.

“Nos tenemos que bañar y arreglarnos”, dijo Leo.

“No hay problema, les ayudamos” les dije.

Le quitamos la bata a Emi, le bajamos los pantis, unos muy coquetos, caladitos, y el neglige y Gloria puso el agua de la regadera tibia.

“¡Al agua, patos!” la empujó. Ya bajo la regadera, Gloria se quitó el pullover, quedándose solo con el brasier, metió las manos y enjabonó a Emi, ésta se dejó, como niña chiquita. Yo la sequé mientras Gloria fue con Leo, le quitó la bata, los pantalones de la pijama, la blusa y “¡Al agua!” ella se encargó de enjabonarle todas sus partes y sus huecos. Lo secó con una toalla, le restregaba las partes más sensibles y lo tenía con el pene bien erigido.

“¡Chiquito No! ¡Ahorita, NO!” y se lo besó después de darle algunas talladas, que lo tenían bien excitado.

“¿Todavía sigues en tus días fértiles?” le pregunté

“Según el termómetro y las estadísticas, ya no, pero hay que tener precaución.”

“¡Ah, bueno! Nos marchamos y mientras ustedes le hacen otra luchita más, a ver si ahora sí pega, nos llaman cuando estén libres.”

“¡No, No! Ya le acabamos de hacer la luchita, ¿que no lo notaron cuando me lavaron?, tenía las piernas con restos de semen. ¡Vénganse, vamos a tomar un buen desayuno, que Leo tiene que salir y regresa tarde!”

Efectivamente, terminando el suculento desayuno Leo salió, tuve que quitar mi coche de la entrada.

“Ya mero se van, ¿han empacado todo? Le preguntó Gloria

“Más o menos, ya teníamos planeado nuestro regreso, no sabíamos para cuándo, pero tenemos casi todo lo que nos vamos a llevar en cajas. Nos faltan pocas cosas, como las jaulas para llevarnos a los perros, tienen que ser grandes.” Nos explicó Emi

“Aún les quedan casi dos meses  y medio, jaulas para estos cachorros, grandes, sí debe de haber, mientras tanto podrán seguir libres aquí en su reino.” Le dije

“Raro, el Kaiser anda muy nervioso, probablemente ya lo presienta”

“Déjalo que se cruce y se calma por un tiempo.” Le aconsejó Gloria.

“Ya lo he tratado de cruzar, ¿verdad Silvia?”

“Sí, a medias.” Contesté

“Conmigo si fue a medias, pero ¿qué tal contigo? Dijo Emi

“A ver, yo oigo cuando hablamos por teléfono, que Kaiser está desatendido. Una vez Silvia aseguró que tú te ibas a encargar de saciarlo, creo que en eso quedaron. Ahora, con los planes de embarazo, no es recomendable, pero “¿qué vas a hacer?” Le preguntó muy directo a Emi.

Después de pensar unos segundos dijo “¡No sé si le pueda pedir a Silvia que lo calme!” dijo

“Pero si Silvia ni sabe cómo calmar a un perro y ahora a estos monstruos, ¿Cómo crees que lo podría hacer? tu eres la que ya has de saber, ¿Te has dejado montar por él?” le preguntó Gloria.

Emi me volteaba a ver, fijaba su mirada en la mía, pero no decía nada.

“En internet salen ejemplos y ahí los puedes aprender.” Dije.

“O practicándolos personalmente, cómo hay gente que lo hace” dijo Gloria

“¿Sabes tú algo de zoofilia, la has visto o leído?” le pregunté

“No, solo de tus relatos, que trato de leer todos, pero como siempre afirmas que son verídicos me imagino que tú ya los has experimentado en carne propia.” Dijo Gloria.

“Amiguita, te adoro, dime con todo tu corazón, ¿qué piensas de que yo esté aceptando y esté practicando la zoofilia?”

“No me lo querías decir, ¿Verdad? Pero los relatos que has publicado me lo han dicho y lo he analizado. No tengo como probarlo, así que no se ni como se hace, ni que se siente, pero me excitan demasiado y vivo los momentos, me llama la atención y, después de probar te contestaría.”

“¿Pero no lo condenas?”

“¡NO, ¿CÓMO CREES? Vamos a hacer una prueba.” Pidió Gloria

“Lástima que Emi no debe, tendría que ser conmigo, o contigo ¿te parece?”

“¡Claro, me gustaría, pero ¿sería con Kaiser? Que es el que he oído nombrar y al que dejaron a medias.” Preguntó.

“Kaiser es lindo, ya me conoce y me desea, hasta ya sabe cómo me tiene que montar.” Les dije.

Emi se levantó, fue a la cocina y dejó entrar a sus dos perros, a su manera saludaron. Kaiser, desde un principio se me arrimaba y me babeaba los pantalones que llevaba puestos. A ratos me metía su cabeza entre las piernas y me trataba de oler, o lamer a través del pantalón.

Gloria, que estaba más que excitada, me levantó y me bajó los pantalones. “¿los pantis también?”

“¡Sí!”, el Kaiser ya estaba muy preparado para hacerme lo que más nos gustaba

“¡Ven, chiquito! ¿a ver si ahora te gusta?”

Medio remolón, se acercó a mí, me investigó. Fue con Gloria y trató de olerle también a ella entre las piernas. “¡Dale chance! Te tendrás que quitas los pantalones.” Medio retorciéndose, se los bajó, pero no sus pantis. El Kaiser fue inmediatamente a lamerle y babearle su cosita, le empapó los pantis.

“¡Quítatelos, te gustará!” Emi fue y se los bajó, mientras tanto el Kaiser se dio la vuelta en busca de mi cosita que ya conocía. Sin decirme nada, estando yo sentada en el sofá, me puso sus patotas en los hombros, me dejé caer para atrás pero el respaldo me limitaba así que entre el Kaiser y yo quedamos cara contra cara. Éste la vio fácil y me lamia toda la cara, dejándome embarrada mucha de su baba viscosa.

Las chicas miraban y reían, pero el Kaiser, en busca de una mejor oportunidad le empezó a lamer a Gloria entre las piernas, también dejándole sus babas directamente sobre su piel. “¡Se siente rico!” nos dijo. Pero el Kaiser, infiel, regresó conmigo  y ya no le interesaba seguirme lamiendo, él quería meter su pija en algún hoyito sabroso.

Para demostrarle a Gloria que los perros, cuando están calientes, se le montan a una y nos la meten por el hoyito que encuentren y en la posición que estemos disponibles, yo estaba boca arriba.

El Kaiser se me acercó, lo acaricié, sintió cariño y ha de haber pensado “Aquí hay algo bueno” e inmediatamente trató de aprovecharlo, abrí mis piernas y lo dejé, primero que me lamiera un poco más. Cuando estuvo listo se me subió, me puso primero una de sus patas sobre mi pecho, pero ya encontró apoyo, también en sus patas traseras y comenzó a buscarme el hoyito para clavárseme. No lo encontraba, intentaba a cada rato. Yo no le ayudaba, mi intención era que fuera con Gloria y le diera un poco.

“¿A ver?, ponte de perrita,” le dijo Emi.

El Kaiser descubrió una carnita medio morenita, probablemente más sabrosa y fue con Gloria, le lamió las nalgas por bastante rato, le metía la lengua entre las dos y se agachaba para lamerle su vagina.

Gloria impresionada y algo hipnotizada, solamente me volteaba a ver y se dejaba hacer lo que al precioso Kaiser le venían ganas de hacerle. Se le montó, pero no le atinaba.

“¡Bájale más a tu cola!” le decía.

“Pero ¿cómo? el sofá ya no me deja.

“¡Bájate al piso y abres más tus piernas! ¡Ábrelas bien!” le dijo Emi, ya como siendo la experta.

Bajó su cola, el Kaiser se le montó y empezó de nuevo a localizar el hoyito que lo esperaba. Después de muchos intentos Gloria nos dijo que ya la había lastimado, que su palo estaba muy duro y que no le atinaba. Perdió la calma, Emi me jaló, “¡A ver si contigo puede!”

Me pusieron en cuatro patas, me coloqué a la altura que yo ya había calculado y dejé que el Kaiser me buscara. Me hizo varios intentos, pero ya desanimado, en uno de esos sentí claramente que, si lo había metido, pero no continuó.

“¡A ver, Gloria, ¡Va de nuevo! ¡Pa bajo!” La coloqué, el Kaiser comprendió que yo iba a ayudar, se le montó, su pene ya estaba saliéndole, bien rojito. Inició el nuevo intento, pero me di cuenta de que se le salía a Gloria apuntando hacia arriba. Metí mi mano y en ese momento se le metió, le quedó bien adentro, solo faltaba su bola. Había olvidado de informarle a Gloria de que le iba a tratar de meterle su bola, que  estuviera pendiente, que dolía un poquito, pero pasaba. No fue necesario, el Kaiser estaba tratando con una experta, que se las sabía todas, en una de esas, ¡Para adentro la bola! Como Gloria casi siempre hacía ruidos, no supe si al sentirla entrar hizo alguno, pero dijo,

“¡YA SE ME ACOMODÓ! ¡Que rico, métela fuerte Cabrón!, ¡MÁS FUERTE, ESTÁ A MEDIAS Y ME LASTIMAS! ¡MÁS FUERTE! ¿Qué te estás creyendo? ¿que estas con alguna de esas debiluchas? aquí tienes que METERLA BIEN FUERTE!” “¡Estas inaugurando esta panocha, aprovéchala y hazla sentir bien, para que le guste y vuelva! Sino te van a dejar otra vez olvidado.”

Estaban cola contra cola. Gloria muy calmada y silenciosa. La ví, tenía los ojos cerrados, ha de haber estado soñando, su carita contra la alfombra. El Kaiser de pie, alerta, sin movimiento, solo inyectándole de su semilla a Gloria para que ésta lo recordara. Yo los observaba, sin molestar ese idilio, pero registraba esas pequeñas contracciones cuando los perros eyaculan los poquitos en poquitos, me excitaban tremendamente, como si fuera dentro de mí. Ver que le sale la bola también es muy excitante, no sé si cuando me sale a mí también, creo que Horacio también lo sintió muy excitante. Cuando se le comienza a salir a una lo que le dejaron, también lo siento excitante, lo malo es la limpiada. Kaiser limpió parte de lo que le escurrió a Gloria, pero se despreocupó del resto. Se la sacó y se quedó unos segundos con su pene colgando, mostrando la enormidad de lo que le había encajado a Gloria. ¡HÍJOLE!, ¡TODO ESO ME LO METIO A MÍ?

“¡Ay manita! Mira que rico y eso es lo que tenías dentro, ¡toditito!” le dije.

“¡Qué barbará! que rico, te cabe todo y con su bola ¿también? dentro de ti,” quería saber Emi. “Qué bueno que pude ver, imagínate que me la hubiera metido a mí, sin saber, aunque viéndolo se me antoja tanto. Ya veremos después.”

“¿Cariño, tú te la dejarías meter toda esa pija?” me preguntó.

“¡Claro, es lo que ahora deseo tanto! ¡estoy que me muero por él!” le contesté

“Pero ¿no te dan ñañaras al vérselo de ese tamaño?” me decía

“Ahora que pruebes verás que, si te cabe, se te acurruca entre tus órganos, que son elásticos, y lo sientes muy bonito, te llena todita por dentro, ¿verdad Gloria? Que no contestó, estaba concentrada tentándole y hasta le chupaba el pene.

Emi y yo la observábamos, se había quedado recostada en el piso, pensando, tal ver soñando o recalentando, ya el Kaiser había terminado con la limpieza de su pene y se había recostado en su esquina, su miembro había regresado a su funda. Gloria fue hacia el Kaiser, se hincó a su lado y lo acariciaba. Terminó dándole un beso y se reincorporó a nosotras.

“¡Una impresión muy grande, gracias, amigas!” dijo, al fin Gloria.

El Kaiser se la había echado muy sabroso y no lo podría olvidar, por lo menos eso dijo esta vez.

Llegó Leo, comimos con ellos, él la notó inmediatamente muy callada y calmada y le preguntó si se sentía mal.

“¡No, solo por hoy estoy medio fuera de circulación!” y soltó una carcajada. Nos besó a Emi y a mí. “¡Muchas gracias, chicas! Han sido muy lindas las dos.”

Nos despedimos, Gloria había tenido que irse a asear y no llevaba pantis, que el Kaiser se los empapó.

“¿Cómo te sientes? ¿Qué te pareció tu nueva aventura? Como a Paty le preguntaste ¿Lo deseas repetir? O ¿te arrepientes?”

“No seas cruel, amiguita. Primero, me siento rete bien, aun apapachándome. La cogida no es mi aventura, no sé cómo designarla, quedará grabada en mi corazón. Estaría loca si no lo deseara repetir, es cómo una droga y que, ¿que si me arrepiento? sí, mucho, he sido muy crítica conmigo misma y con tus relatos que me hacían decir ¡pinche vieja, de cusca, acostándose hasta con perros! ¿Qué tanta necesidad tiene? Si tiene ahí su palo, ¿Qué busca? Pero tenía mucha curiosidad y ahora me digo que si después de haber descubierto ese gusto tuyo, ¿por qué no platicamos a menudo de eso? Ahora mi pregunta para ti, Emi, ¿te gustaría tener una aventura con Kaiser? Te recomiendo que ¡cuando te alivies, la tengas!”

Ayudamos a arreglar el desorden que se había hecho en la casa de Emi. A Gloria le ofreció se duchara, se vistió, pero sus pantis estaban totalmente mojados.

“Me tendré que ir así, sin chones” dijo Gloria