Tunez

En un pais de las mil y una noches dos arabes nos sodomizaron a mi mujer y a mi.

Este verano he ido de vacaciones con mi mujer a Túnez, he de confesar que a mi no me hacia mucha gracia pues no me caen demasiado bien, pero mi mujer insistió mucho y un día se presentó con los billetes pagados al mejor hotel del país.

Al llegar pude observar lo que ya sabía, aquello era un mercadillo total, incluso a pocos metros del hotel habían chiringuitos.

El hotel era efectivamente de un lujo propio de las mil y una noches.

Los días pasaron entre visitas guiadas, excursiones al desierto, playa, piscina y por supuesto mercadillos.

Una tarde en una tiendecita de la parte vieja, Paula se enamoró de un vestido de seda transparente, de esos para bailar la danza del vientre.

Los dependientes típicos magrebí morenos de pelo rizado y de unos 19 años uno, 16 ó 17 el otro, iban ataviados con las típicas túnicas, uno de ellos el mayor estaba atendiendo a Paula y el joven estaba empeñado en venderme una túnica Jaifa o algo así.

Paula entro en una habitación hecha con telas colgantes para probarse el vestido y al poco entro el chico mayor, me preocupó pues dudaba de que le hubiese dado tiempo a vestirse, mientras tanto yo me desnudé y me probé la Jaifa, tardo un minuto y salio, me fije en su entrepierna que marcaba un oscilante falo y dejaba adivinar un buen tamaño, pensé que debía haber visto a mi mujer cambiándose y supuse que Paula también se habría fijado pues a ella le gustan grandecitas.

El tío volvió a entrar y esta vez me acerqué y apartando un poco las telas pude ver el interior, Paula estaba de rodillas tragándose el enorme palo de aquel moro, chupaba con deleite.

¿Te queda bien cariño?

Si, cielo muy bien.

Le hice una señal al chaval para que se acercara a donde yo estaba y apartando las telas le enseñe el interior.

Con cara de sorpresa me miró y miro el interior, casi de inmediato debajo de la túnica creció su polla, me senté sobre unas alfombras apiladas y de un golpe levanté su túnica y me trague su pene el me quiso apartar tímidamente pero al momento con sus dos manos en mi nuca me empujaba una y otra vez, de golpe paro y abriendo las telas entramos en la estancia, la larga polla de aquel moro estaba entrando y saliendo del culo de mi mujer, apoyada con sus manos en la pared y abierta de piernas recibía con placer moviéndose como una zorra, al entrar ella me miro y mordiéndose el labio inferior esbozó una sonrisa de placer, lujuria y puro vicio.

El joven que gastaba como su compañero una buena tranca me tomo por detrás y levantando la túnica me puso en la misma posición que Paula y justo a su lado, me quitó los bóxer y mojando un poco con sus dedos empezó a empujar hasta que con un poco de dolor me la metió hasta el fondo, al notarla me quede con los ojos en blanco, conteniendo la respiración, hasta que empezó a entrar y salir cada vez mas y mas rápido, Paula y yo nos besábamos y jugábamos con nuestras lenguas mientras aquellos dos moros nos sodomizaban.

Dijeron algo en su idioma y pararon sacándola los dos para intercambiarse, ahora el mayor me tomo estirándome sobre un montón de telas me abrió las piernas y me ensartó, creí morir de gusto cuando me la clavó pues era mas larga y mas gorda que la del joven, no pude contener un pequeño grito de placer, Paula al oírlo tomo de la mano al joven y lo acercó al culo del otro he hizo que empezase a pasar los dedos por su esfínter, el otro trataba de apartarse, mi mujer viciosa donde la haya empezó a chupar su culo y cuando estuvo bien lubricado, apunto con la polla del chaval y no sin quejidos en árabe consiguió metérsela, el joven bombeando dentro del culo de su compañero y éste dentro del mío, solo faltaba que Paula se agachase y tragándose mi polla me propino una mamada en toda regla que acabó con un corrida descomunal dentro de su boca, los moros al verlo la sacaron rápidamente acercándose a la boca de mi mujer empezaron a pajearse y justo cuando empezaron a correrse yo también me incorporé y chupando junto con Paula aquellas dos preciosas vergas recibimos todo su semen hasta dejarlas completamente limpias.