Tu y Yo...
Bebimos el chocolate sobre la cama, con tu mirada tierna sobre mi que solo me provocaba acariciarte y decirte cuanto te amaba
Estábamos en mi cuarto, recostadas pensando en silencio. Había sido un día largo y cansado, nos bañamos juntas, y nos metimos a la cama, desnudas, me encantaba estar así contigo, me sentía yo misma.
Te recostaste sobre un de tus codos y me miraste sonriendo ampliamente, yo te devolví la mirada tiernamente. Era tarde, y por la ventana se colaba la luz de la luna llena. La tenue luz chocaba en esos ojos negros que me enamoraron y me traía mágicos recuerdos.
-Hola extraña- te dije sonriendo
-Hola extraña- respondiste acercándote a mis labios, besándome.
Acaricié tu mejilla mientras disfrutaba tus labios, esos labios dulces que nunca me fallaron en ningún momento. Sentí tu mano subir por mi vientre hasta uno de mis pezones, los masajeabas, hasta dejarlos latiendo…
-Hoy no amor- te dije –hoy no estoy para jugar a la niña masoquista-
Me miraste molestas, te diste vuelta y te tapaste, siempre con tus berrinches… Rei y me acerqué a ti, pase mis manos por tu cintura y te apegué a mí.
-Te amo- susurré con una sonrisa curveada en mi rostro
-Si, claro- dijiste aun molesta y yo te apegue aun más a mí. Esos eran los momentos en los que temía perderte, por eso nunca te seguía la corriente de pelear, por eso siempre pedí perdón por todo, para no tener que verte dejarme.
Nos quedamos dormidas hasta que el sol me dio en la cara… pase mis manos por tu lado de la cama sin encontrar nada más que una sabana fría. Abrí los ojos y te vi sonriendo desde el umbral de la puerta.
-No puedes vivir sin mí ¿cierto?- preguntaste con tono presumido
-Ay por favor Soledad, no te creas la gran cosa- dije dándote la espalda y enterrando mi cara en la almohada de nuevo. Tenía sueño, pero sabía que tú no me dejarías dormir más.
-¡Anda gruñona para de esa cama ya!- dijiste, tal y como lo esperaba
-¡Es domingo!- grite con mi cara en la almohada –déjame dormir en paz-
-Pero si descansaste bastante anoche, ya son las nueve, además, anoche no hicimos nada de ejercicio- Reí sin poder evitarlo cuando escuché la palabra ejercicio.
-Eres capaz de hacerme reír cuando quiero enojarme- dije y sentí como te recostabas en mi espalda
-Por eso me amas, es que soy tan adorable- casi canturreaste
-Si, tienes razón, te amo; pero odio cuando me despiertas temprano-
Cerraste las ventanas y pusiste el aire acondicionado de la habitación lo mas frío que alcanzaba. Me pasaste frazadas y me abrazaste.
-Nos congelaremos aquí- dije sumergiéndome cada vez mas en el sueño
-Shhh… ya duerme hermosa- dijiste acariciando mi cabello y pude soñar.
…
Abrí mis ojos y estaba tiritando de frío. Abrí una de las ventanas y el frío fue aun peor; afuera llovía, había una tormenta, incluso unas gotas de agua cayeron en mi cara despertándome del todo. Cerré la ventana y puse la calefacción, mis deditos estaban amoratados del frio…7.7’todo por culpa tuya, por estar de exagerada con la temperatura…
Cuando el ambiente estuvo mas tibio, me paré de la cama y comencé a peinar mi cabello frente al espejo.
-Buenas tardes señorita- dijiste entrando, mirándome con una sonrisa. Traías algo para mi, chocolate caliente.
-Muy buenos días diría yo- dije dirigiéndome a ti quitándote una de las tazas y tomando un sorbo de su contenido -Mmm- me saboreé –solo tu lo preparas así de rico, mucho chocolate como me gusta-
Reíste –Si, lastima que no te haya gustado en mate, sino, también te gustara de la manera que lo preparo-
Te mire con un poco de asco –Sole eso sabe a tierra… guacala- reíste
-No sabe a tierra tonta, es que…-
-Es que nada… sabe a tierra y punto-
Bebimos el chocolate sobre la cama, con tu mirada tierna sobre mi que solo me provocaba acariciarte y decirte cuanto te amaba, que mi vida sin ti, no era vida. Ese fue uno de los momentos irrepetibles de mi vida, todo era simplemente perfecto. Una tarde de lluvia junto a ti, era perfecta.
-Necesito lavarme los dientes- dije poniéndome de pié para llevar las tazas a la cocina
-Si, y darte un baño señorita, has estado de vaga todo el día- Yo no te respondí con mas que una risa sarcástica ¬¬
Me dispuse a lavar los platos antes de entrar a bañarme. Cuando terminé, puse el agua caliente que un minuto después comenzó a recorrer mi piel trayéndome pensamientos, ideas, recuerdos…
Lavaba mi pelo con el champú de rosas que tanto te gustaba percibir de mí. Pensaba en lo feliz y dulce que era vivir la vida a tu lado; también me di cuenta que había sido una estúpida por creer que nunca encontraría a nadie tan especial como tú, y es que simplemente, no hay dos como tu y yo tuve que esperar 16 años y muchas decepciones para encontrarte.
Estaba perdida en mi fuero interno cuando dos suaves manos recorrieron mi cintura y se enlazaron a mí. Sonreí al sentir tu aliento en mi cuello.
-No desperdiciemos agua, bañémonos de a dos ¿no?-
Asentí dejando salir una pequeña risa de mis labios. Aun puedo recordar perfectamente esa linda sensación que tuve cuando me abrazaste pegándote completamente a mí, yo acaricié tus brazos como quien toca porcelana para que no se rompa.
Echaste hacia delante todo mi cabello para dejar besos en mi espalda seguidos por suaves mordidas que me hicieron estremecer. Mientras yo disfrutaba, tus manos bajaron certeras para colocarse entre los labios de mi vagina acariciándome, haciéndome gemir. Escuché una risa de suficiencia de tu parte, sabias que me tenías loca y siempre te gustaba demostrármelo una y otra vez. No pude aguantarme más y tuve que tomar aquellos labios en los míos, besarte hasta dejarte sin aliento.
Jugaba con mi lengua en tu boca salvajemente mientras sentía nuestros senos rozarse una y otra vez.
Minutos después, nos encontrábamos recostadas en el piso de la ducha con el agua cayendo sobre nosotras besándonos mientras tú abrías mis piernas para comenzar a tantear mi entrada haciendo que yo me desesperara.
-Me encanta que siempre estés así para mi, lista, mojadita- dijiste extasiada para internar dos dedos en mí y comenzar a moverlos provocando que jadeara sin poder controlarlo. Quería gritar como loca, quería que todos supieran cuanto estaba disfrutando.
Dejaste mis labios para meter tu cabeza entre mis piernas. Comenzaba a ver estrellitas. Mis pezones estaban duros y comencé a tocarlos, pellizcarlos, halarlos hasta que se pusieron rojos.
Yo gemía como una gata desesperada mientras tu lengua jugaba torturadora en mi clítoris, en todas direcciones… Pedías casi a gritos que me corriera en tu boca, esas palabras hacían que yo me excitara mucho más arqueando mi espalda y pegando tu boca más a mi.
Un grito escapó de mis labios, y junto con él, mis jugos desenfrenados… Yo sentía mi corazón como caballo desbocado mientras tú tragabas todo lo que te había dado. Subiste buscando mi boca, y mientras me besabas, acariciaban levemente mi clítoris y mi sexo palpitantes.
Reí mientras te veia –El recibo del agua llegará carísimo este mes-
-Créeme- respondiste –si es gastando agua así, pagaré millones-
-Te quiero Sole- dije acariciando tu cabello
-Yo a ti más-