Tú y yo (1)
Erótica historia contada en primera persona; disfruta e imagina :)
Tú y yo nos habíamos puesto de acuerdo para vernos, iba a ser una pequeña excursión por el bosque de Tlalpan, así que quedamos de vernos temprano en metro CU. Tomamos un micro que nos dejó allá y así fue como empezó nuestra caminata por el bosque. El día no estaba tan soleado, de hecho estaba algo nublado, pero el clima era agradable.
Caminamos por el caminito de tezontle, mientras contábamos anécdotas y cosas que han sucedido en nuestras vidas. A veces me tomabas de la mano y otras me robabas besos (eso me encanta: es sorpresivo y excitante). Continuamos caminando, hasta que llegamos a una zona un tanto solitaria, con esas cabañas de madera que alquilan para fiestas. Nos sentamos ahí y platicamos un rato más, me hacías reír como acostumbras y yo disfrutaba de tu compañía.
De pronto posaste tu mirada en mi, con esa serenidad y profundidad que escondes en tus ojos, y fuiste acercándote a mí; tomaste mi cara entre tus manos y me besaste, suave, disfrutable, rico, excitante...
Sin dejar de besarme, deslizaste suavemente una de tus manos por mi cuello, lo cual me provocó un delicioso escalofrío y después la dirigiste hacia mi hombro (yo vestía una blusa roja sin mangas un tanto provocativa) y seguiste deslizando tu mano por mi brazo, hasta que llegaste a la altura de mi cintura, así, tu mano, ahora estaba ahí, sintiendo parte de la piel de mi cintura al descubierto.
Para ese momento, algo en mi ya se había incendiado, y el deseo de que no sólo tocaras mi cintura, comenzó a filtrarse por mi piel, así que tomé tu mano y la deslicé hacia dentro de mi blusa, dejándote libertad de tocar lo que quisieras.
Comenzaste a acariciar lentamente la piel de mi torso, mientras besabas mi cuello (cosa que me provocó mucho), hasta que llegaste al borde de mi sostén de encaje.
-Lindo, me dijiste, y yo sonreí; volviste a besarme y ahora tu mano se deslizaba suavemente debajo de mi sostén. El delicioso escalofrío que había sentido al principio, ahora no se comparaba con el que estaba experimentando, al sentir el calor de tu mano acariciando mis pechos y jugando con mis pezones y sintiendo tus labios y lengua recorriendo mi cuello (creo que mi ropa interior estaba empezando a ganar humedad...)
Y justo cuando mordiste mi cuello, no pude ocultar mi respiración agitada y mis deseos de tenerte a solas para mí. Te miré y de inmediato te besé, con ansias y lujuria, mientras que con mis manos descubría parte de tu torso para acariciarlo, pero el estar sentada a tu lado, no era tan cómodo para hacerlo, así que me senté sobre tus piernas, haciendo una "V" con las mías; así ya tenía facilidad de movimiento, al igual que tú.
Tus manos ahora se deslizaban por mi espalda baja, hasta llegar al borde de mi pantalón negro entubado, y lo bajaste un poco, descubriendo un lindo conjunto de mi sostén: una delicada tanga de encaje. Creo que eso te prendió porque no dudaste en deslizar tus manos debajo de mi pantalón...
Ahora tus manos estaban sobre mis glúteos y mis manos sobre tus muslos.
Mis labios se deleitaban con tu cuello y tu respiración parecía que no dejaba de acelerarse; eso me estaba gustando, y mucho... Siempre ha sido demasiado sensual para mí, escuchar, ver y sentir que mi pareja está gozando conmigo...
Como lo había dicho, estábamos en una de esas cabañitas, que tienen una mesa de madera y banquitas junto, así que ideaste algo: Me levantaste de tu regazo y me sentaste sobre la mesa, colocándote en medio de mis piernas; te inclinaste hacia mí y me besaste aún con mayor intensidad. Yo ya estaba prendida y no había cosa que me distrajera, así que sin previo aviso, deslicé mis manos de tu dorso a tu entrepierna, la cual ya tenía temperatura elevada y relieve pronunciado. Eso me gustó aún más...
El cierre de tu pantalón estaba a unos milímetros de la palma de mi mano, así que no dudé en abrirlo y dejar que mi mano empezara a jugar por ahí. Eso te prendió más (se notaba) y tú también comenzaste a deslizar tus manos por el interior de mis muslos, hasta que una de ellas, se deslizó por debajo de mi pantalón y pude sentir tus dedos sobre mi tanga.
Me parece que sentiste que mi ropa estaba bastante húmeda porque no apartaste tus dedos de ahí y en cambio los frotabas deliciosamente sobre ella, mientras que yo hacía lo mismo... La situación estaba saliéndose de control, pero estábamos en un lugar público y no íbamos a poder despojarnos de la ropa que nos estorbaba, así que te propuse ir a mi departamento (bastante cercano a donde nos encontrábamos), accediste sin muchas ganas de abandonar lo que estaba pasando, pero yo sabía que lo mejor vendría estando en mi departamento...