Tu tía es muy puta 4

Las dos pollas apretadas dentro de la vagina de Mar entraban y salían, ahora a la vez, formando una sola polla de nueve centímetros de ancho. Ahora una entra y la otra sale. Tanto placer compartido. Felipe y yo nos volvimos locos con la fricción de las dos pollas. Nos corrimos a la vez.

Tu tía es muy puta 4

Me quiero follar a tu marido

por Ramón Fons

Otro sábado amanecía. En la cama se estaba bien. Le besé el hombro y jugueteé con su pelo. Seguía dormida. Preparé el desayuno y la desperté con caricias en el vientre bajando hasta los muslos. No se movía y seguí buceando en su entrepierna. Me apartó de un manotazo.

-Tenía que intentarlo – dije acompañando el beso.

Repetí la operación con mi sobrina. Ésta no me apartó de un manotazo. Le acaricié también el sexo con delicadeza.

-Siempre me gustan tus caricias tío – dijo con los ojos aún cerrados -. Buenos días.

-Últimamente Mar me lanza unas miradas en plan seductor -comenzó diciendo mi esposa en el desayuno.

-Mar es la compañera con quien más trata en la delegación de la ONMA, (Organización de Naciones para el Medio Ambiente)- informé a mi sobrina.

-Casi siempre viajan juntas. Se alojan en los mismos hoteles y comparten comidas y cenas de trabajo - añadí.

-Me comentó que han comprado una súper barbacoa americana. Que si deja la carne tan jugosa. Que si tiene asador con motor. Que si... Y la verdad no se que pensar. Me lo decía con cara de lascivia.

-Invítate y saldrás de dudas – le dije – Que ponga día. Nosotros llevaremos las longanizas, las bebidas y el postre. A ver que les parece.

-¿Nos haremos quinientos kilómetros para comer una barbacoa?

-Si es un domingo podemos hacer una ruta hasta llegar a su ciudad – le respondí.

A Mar la he visto varias veces en el aeropuerto – le dije a mi sobrina ladeando la cabeza para que viera con qué expresión se lo contaba - Está buenísima. Piel morena, ojos oscuros, pelo castaño casi negro a media espalda, alta como tu tía y le adivino unos preciosos pechos y un culito juguetón.

En un par de ocasiones nos saludamos con besos en la mejilla. Noté que la atracción era mutua.

-¡Tío tu siempre pensando en lo mismo!

Preparé el recorrido hasta el chalet de Mar pasando por varias poblaciones que despertaban nuestro interés. Busqué por Internet alojamiento en la zona para las noches del viernes y el sábado. Me alegró ver el pequeño hotel en el que unos treinta años atrás me hospedé con la familia en la entrega de un premio al estudio de arquitectura de mi padre (véase Con mi hermana 8 el premio de papá publicado el 01-01-2021).

Ya en las fotos de la página se apreciaba la reforma del edificio y las habitaciones. La zona de la piscina parecía intacta. En la reserva pedí la habitación 304, la misma de entonces. La 304.

La pared que separaba la habitación del baño ahora era de cristal transparente. Desde todos los ángulos se veía la moderna ducha con un escalón a modo de banco y el lavamanos. Al escusado lo cerraba una pared de pavés de vidrio traslúcido.

Después de la cena salimos a la terraza de la piscina para tomar alguna copa. La recordaba igual. Si habían cambiado las barandillas de las habitaciones. Ahora eran de cristal transparente y aluminio. Los barrotes oxidados daban mala imagen al establecimiento.

El vino de la cena y los dos escoceses que ya habíamos tomado nos empezaban a dar el puntillo. Desde las tumbonas en que nos habíamos instalado observamos las habitaciones de enfrente. Sólo tres tenían las luces encendidas. El hotel tenía poca ocupación. Observamos a los ocupantes de la del primer piso como deambulaban por la habitación. El baño se veía perfectamente. La mujer entró en él. El hombre se acercó a la cristalera de la terraza y corrió las cortinas.

-Ya nos han jodido el espectáculo- dije riendo.

Tu tía observó que una de las habitaciones con luz era en el tercer piso, la de enfrente de la nuestra. Al decírmelo recordé que aquel fin de semana de hacía treinta años también estaba ocupada. Me vinieron imágenes a la cabeza y me cambió la cara.

Miré a tu tía y reconoció mi expresión.

-Ves a por una botella que voy entrando en la ducha – dijo ella.

En el bar no había nadie del servicio. Esperé.

Tu tía me llamó por el móvil para que pidiera toallas y un albornoz. Sólo había un juego de baño.

Pasé por recepción y pedí al conserje que lo preparara. También una botella de escocés para subir a la habitación.

Lo seguí al bar y le dije que sirviera uno que me lo tomaría allí. Él desapareció con la botella y una cubitera. Hice un poco de tiempo para que tu tía se relajara en aquella maravillosa ducha en que el agua caía del techo.

Luego apuré la copa y pasé por recepción. Ni rastro de las toallas, la botella y el conserje. Hice sonar le timbre varias veces pero nadie acudió. Subí a la habitación.

Al salir del ascensor me pareció que la puerta de la habitación estaba algo abierta. Me acerque con sigilo y en efecto un palmo abierta. Quise abrirla para entrar pero desistí de golpe. Tu tía no sabía que el conserje estaba allí escondido tras la puerta del armario haciéndose una paja viendo como se duchaba. Mi esposa tiene quince años menos que yo. Mide uno setenta, tiene unas suaves curvas, el pelo rubio oscuro ondulado y le llega hasta los hombros, noventa de pecho copa grande. Un bombón de criatura.

-Ja ja ja ja ja – rió mi esposa – Claro que lo sabía. Los azulejos brillantes hacían de espejo. Dejé la puerta abierta pensando que tu tío subiría al momento. Vi como entraba el conserje y dejaba las cosas sobre la cama y se escondía detrás de la puerta del armario -decía mi esposa-.

La verdad, entre el alcohol y que desde la habitación de enfrente parecía que me observaban me puse muy cachonda y comencé a acariciarme de cara a la terraza y procurando que el conserje no supiera que conocía su presencia. Él me veía de perfil

-¿Y tú, tío que hiciste al ver que aquel hombre estaba haciéndose una paja viendo a tu esposa tocándose en la ducha?

-Volví al bar y me serví otra copa hasta que regresó el conserje.

Mi sobrina quería que su tía nos contara más pormenores.

Y siguió -Puse un pié en el banco de la ducha y levanté el culo al máximo para que el conserje viera como me ponía los dedos dentro del coño. Oí como gemía. Me incliné hacia delante y con las dos manos me separé las nalgas para que se deleitara de mi ano y me abrí el coño, todo totalmente depilado. Carne pura para sus ojos. Aquí se corrió. Se le escapó un alarido pero siguió dándole hasta que se le hizo tan pequeña que en el reflejo de las baldosas desapareció la polla. Él también. Salí de la ducha, limpié su leche del suelo y esperé a tu tío tumbada en la cama masturbándome como una loca con las piernas bien abiertas apuntando a los vecinos que estaban sentados en la terraza con las luces apagadas. Se veía la lumbre de un cigarrillo.

-¿Y cómo siguió la noche?

-Bebimos. follamos, bebimos, volvimos a follar. Les hicimos posturas, tu tío orientó las luces del cabezero para iluminar mejor las escenas. Y poco más.

Mi sobrina me tomó una mano y otra a su tía y nos las pasó por su sexo. Estaba empapada.

-Pues si te contamos lo que pasó la mañana siguiente en la piscina...

La barbacoa fue un éxito. En efecto la carne quedó jugosa. Las longanizas en su punto. Las tres botellas de Ribera del Duero volaron sin darnos cuenta. Felipe descorchó un cava exquisito.

Los postres que traje los acompañamos con otra botella de cava. Mar tenía los primeros síntomas de la risa floja.

Felipe era un tipo muy afable. Era la primera vez que nos veíamos. De mi altura, fuerte, alguna cana temprana y bastante parecido a mí. La terraza es espaciosa. Un balancín de jardín para tres personas, dos hamacas entre sendos pinos, zona chill aut y la mesa con bancos de obra junto la barbacoa.

Hacía calor. El alcohol y la poca ropa que todos llevábamos aumentaba los grados. Antes, mientras los hombres preparábamos la comida, las chicas fueron a tumbarse al sol. Felipe levantó las gafas de sol para ver mejor como tu tía se quitaba la blusa y los shorts con discreto contorneo sexy quedando en un bikini negro con manchas blancas. Sin llegar a ser animal print. La braga era normal. Atada a los lados y no demasiado baja. La parte superior era algo más atrevida. Por la parte central casi asomaban las areolas. Creo que ella lo modificó antes de salir de casa. Yo no lo recordaba tan guarrote.

-¡Joder !– se le escapó a Felipe.

Mar esperó a que tu tía se quitara la ropa para ver que prenda ponerse. Ya sabemos como son las mujeres y les doy gracias a los dioses.

Se excusó y entró en la casa.

Regresó con una braguita de tanga en amarillo canario y en mini sujetador de cortinilla en verde pistacho. Felipe, al verla, hizo sonar un ritmo de samba en una botella con las pinzas de la carne. Se tumbaron y fueron a su rollo. Nosotros al nuestro

-No quiero que te molestes Román, pero tu esposa está buenísima.

Así comenzó Felipe la conversación que me lleva ahora a contarte esta historia.

Yo pisé mas fuerte – pues a la tuya me la follaba aquí mismo.

Dejó de mirar a las chicas se quitó las gafas de sol y me clavó sus ojos azules.

Esperé.

-Eres muy directo, Román – dijo ladeando la cabeza

-La vida me ha enseñado a no perder oportunidades y creo que aquí tenemos una – le cogía por el hombro al tiempo que le hablaba – Creo que nos las acabaremos follando, querido Felipe.

-No se si sois vosotras o el alcohol pero me estoy poniendo de un cachondo - dejé ir.

Tu tía terminó de rizar el rizo

-Será por lo sexis que estamos - dijo levantándose y contoneando las caderas al tiempo que con dos dedos tiró hacia abajo un poco la braga descubriendo que no tenía pelo en el pubis. La otra mano fue al pecho para separar unos centímetros la tela del sujetador enseñando medio pezón.

-Pues yo ya estoy que me salgo – añadió Felipe al ver a tu tía exhibirse.

Mar no se cortó y repitió lo que había hecho tu tía. Seguía con la risa floja y estaba algo descontrolada. Ella separó por completo los triángulos del sujetador enseñándonos dos obras de arte. Del mismo color que el resto del bronceado cuerpo. Redondas con areolas grandes y pezones generosos que apuntaban al toldo.

Miré a tu tía y a Felipe. Les dije - me la follaba aquí mismo.

-Pues a que esperas. Ven y fóllame – dijo sin querer decirlo. Fue el alcohol quien habló.

Tu tía puso coherencia a la situación. Nadie estaba ya en sus cabales y podría tener malas consecuencias.

A media tarde despertamos en las tumbonas y dimos por concluida la velada.

-Después de un agotador día de reuniones, Mar me propuso tomar una copa en bar del hotel. Dijo estar avergonzada por el espectáculo que dio en su casa. Felipe le quitó hierro pero ella no estaba cómoda sin disculparse.

Riendo le pregunté de que se avergonzaba si de enseñarnos las tetas o de querer follarse a mi marido.

-Mar también lo tomó con una sonrisa y me dijo – De enseñaros las tetas.

-Jaja jaja jaja – reímos las dos.

-Osea que sí te follarías a mi marido – y sin dejar que respondiera continué – pues yo si que me follaría al tuyo y dejaría que tú te follaras a Román.

-En serio. Lo dices de verdad – preguntó con interés.

-Hasta hemos estado fantaseado – le dije - Yo era Mar y me hacía perrerías y otra noche él era Felipe y le rompía la polla a mamadas.

La sonrisa de Mar la delataba. La tenía en el bote.

Le preguntó si habían tenido alguna experiencia con otra gente.

Mar le dijo que en alguna ocasión Felipe lo planteó pero quedó como una fantasía sexual para calentarse.

-Nosotros en varias ocasiones – confesé - Tranquila que si se diera el caso sabremos llevar la situación para que no se vea forzada y todos estemos cómodos.

-Llamé al camarero y pedí otra ronda para celebrar la sinceridad. Levantamos las copas y en el brindis dije – Por el festival de polvos que le vas a pegar a mi marido y yo al tuyo.

El camarero sonrió a la vez que nos guiñaba un ojo.

Lo que no sabían las chicas es que mientras ellas brindaban, Felipe y yo estábamos en vídeo llamada planeando el encuentro en su casa.

Nos pusimos de acuerdo en que ellas vistieran sexy y nosotros elegantes. Comenté a Felipe mi hobby de diseñar juegos eróticos. Quedamos en que llevaría uno para romper hielo y entrar despacio en el mundo swinguer. Sería el próximo sábado.

Llegamos a media tarde del sábado. Un baño en la piscina, unas copas y cada pareja se retiró para prepararse.

Tu tía colocó sobre la cama el conjunto de lencería negro con liguero, la blusa negra transparente de cuello y puños de gemelos. La falda corta con abertura lateral para dejar a la vista el porta ligas y la media.

Después de la ducha se colocó unas pestañas espectaculares, ojos sobbreados, maquillaje de no se quién pero que vale una pasta y los labios rojo putón. Zapato de charol negro tacón que te cagas.

Yo me puse una camisa blanca y un traje negro del Boos.

La cena fue ligera y el vino contundente. Llevé varias botellas de Finca la Estacada. (pruévalo, ya me dirás, amigo lector)

Café, copas y – que os parece si jugamos una partida a...

Un mazo de cartas, unas en blanco, unas con pruebas, otras con prenda y otras con chupito. Muy original ¿No?

La gracia está en ir subiendo de nivel.

Pasaron cinco minutos y todos habíamos perdido prendas y bebido chupitos. Felipe y yo en boxers. Mar en conjunto interior y tu tía sólo con la braguita lencera. Cuando le tocó desprenderse del sujetador le pedimos un baile sexy. Lo hizo. Nos levantamos para felicitar su arte. Felipe muy entusiasmado le dio un abrazo y besó en los labios.

Yo le dí un pico y Mar que se sentaba en frente se le acercó para darle dos besos pero tu tía que es muy puta le le agarró la cabeza con las dos manos y le propinó un suave morreo. Mar pareció estar cómoda.

-¡Ála, tía! Tu también vas directa – observó mi sobrina.

Tocó quitarme el bóxer. Bailé en plan boy de espaldas a la mesa y sacando culo me lo quité. Se lo lancé a Mar. Risas.

Felipe ya entró en las casillas de prueba. Cogió tarjeta y decía. " Tienes que besar al jugador de tu izquierda. Duración de la prueba 2 minutos"

Felipe cogió de la mano a tu tía y la llevó al sofá donde él se sentó para que ella lo hiciera en sus rodillas cara a cara. Primero fueron piquitos. Luego la lengua de Felipe comenzaba a desdibujar el carmín. Las lenguas se encontraban en el aire. Una entraba en una boca y dejaba espacio a la otra. Luego desaparecían. Mar me cogió de la mano para acercarnos.

Me senté en una butaca y la invite a hacerlo sobre mi regazo. Tenía la polla al aire. Mi erección era muy potente. Mar la notaba entre sus nalgas y me apretaba la mano. Movía las piernas haciéndome un placentero masaje.

Tu tía y su marido estaban dándose el lote y nosotros mirando.

-Te sientes bien. Estás cómoda con lo que hacemos? Si quieres pararlo está en tu mano - pregunté a Mar

-Me siento algo extraña pero me gusta. Gracias por ser tan amable.

-Siempre que hemos hecho intercambios yo también me he sentido algo extraño. Lo que siento al ver a tu tía con otro hombre no se puede definir. Celos no son. Pero una cosa por dentro si que me corre.

-Morbo – dijo Mar.

-Será morbo. Si. Soy feliz cuando ella disfruta. Me encanta verla follar y compartirla con más personas. Me da igual el género y el número. Mientras haya respeto entre todos, a disfrutar - le confesé casi al oído.

-¿Cómo? También con mujeres – dijo con mucha curiosidad.

-El placer por placer no tiene género. Es sólo placer.

Miré el reloj. Llevaban diez minutos. Les dimos unos cuantos más.

Me levanté para verlos más de cerca.

No solo se besaban. Felipe le tenía un pecho cogido y la otra mano en la entrepierna.

Tu tía ya estaba acariciando la polla de Felipe. Seguían con los labios pegados.

Seguimos con el juego.

Me tocó la casilla de prueba. La prueba que estaba escrita pedía que le diera un beso a tu tía. Nadie se fijó que no leía el contenido de la tarjeta. Me la inventé.

-Esta os gustará – dije - Se trata de adivinar, con los ojos vendados, quien te hace... lo que te esté haciendo. Han de hacer algo todos los participantes. La prueba termina cuando adivinas quiénes han hecho cada acción.

Les gustó. No tardamos en comenzar.

Antifaz y tumbado sobre el borde de la cama con los pies en el suelo.

Noté una lengua acariciar mi flácido pene que pasando los segundos comenzó a tener forma de polla. Ahora estaba apresada por unos labios. Ahora ya era una mamada.

De buenas a primeras sabía que era tu tía pero teníamos que jugar.

Estaba a punto de correrme y di el veredicto - Es tu tía.

Felipe dijo que ya lo habían pillado y que ahora se ponía él. La prueba no había concluido. Tenían que hacerme algo los demás pero lo importante es participar.

Antifaz y tumbado sobre el borde de la cama con los pies en el suelo.

Pese a no estar erecta tenía forma de polla. La comencé a lamer de abajo arriba. Luego bajaba. Pasé la lengua por los huevos y los succioné unos segundos. Ya era el pollón de Felipe. Subí y dejé caer saliva en el glande y lo chupé y dibujé círculos sobre la raja del meato. Se retorcía de placer. Mar estaba petrificada de ver a un hombre chuparle la polla a su marido. Era impensable. - Cuando sepa que se la ha chupado un tío se muere – le dijo al oído a tu tía.

Indiqué a Mar que se la cogiera mientras yo se la pajeaba con la boca.

-Me voy a correr!!!

-Quién te la está chupando cariño?

-Tu amiga - respondió apretando los dientes dominando la corrida.

Tu tía, de un tirón le quitó el antifaz para que viera que se la estaba comiendo yo. Ya no pudo dominar la situación y se corrió cuando aún la tenía dentro de mi boca. Las dos chicas quisieron compartir la leche que brotaba de su pollón y mi boca.

Dimos por terminada la prueba.

-Y si nos dejamos de juegos y vamos a la cama -propuso Felipe.

-Tú lo que quieres es follarte a mi amiga – replicó Mar.

Jaja jaja

Me tumbé en la cama junto a Felipe y nuestras correspondientes mujeres, ya sin ropa, nos comenzaron a comer la polla. La luz que entraba desde el salón era perfecta para ver lo justo y necesario.

Mientras tu tía me la estaba chupando alargué una mano para tocar los pechos de Mar. Felipe se unió a los pechos de su mujer. Luego tu tía me dejó para compartir la polla de Felipe.

Me tumbé frente a las bocas que devoraban aquel pollón. Tu tía tenía agarrada la polla de Felipe con las dos manos y sobresalía el capullo que Mar se ponía en boca. Ahora tu tía con sólo una mano la pajeaba y la entraba y sacaba de la boca de su amiga. Me desplacé hasta quedar detrás de las chicas. Acerqué la cara al culo de tu tía y comencé a lamer hasta llegas al clítoris.

Con una mano acaricié las nalgas de Mar. Dejé a tu tía y repetí en el culo de Mar. Le estaba lamiendo el ano cuando dejó a su marido y se tumbo boca arriba separando las piernas para que la pudiera comer mejor. Tenía un triángulo de bello muy corto en el pubis. El resto muy bien depilado. Los labios generosos. Pude jugar con ellos. Me encanta. El clítoris imponente y agradecido. Me gusta mordisquearlo. A ella también. Hasta el momento su sexo olía a perfume de rosas.

Tu tía le indicó a Felipe que se colocara de rodillas frente la cara de su mujer para que le pudiera chupar la polla mientras yo le comía el coño a su mujer.

Tu tía le acariciaba los pechos a su amiga que mostraba conformidad. Tras acariciarlos comenzó a besarlos y chuparle los pezones. Mar se arqueó de placer por el aumento de las embestidas que le daba mi lengua que le estaba follando el coño. Un gemido anunció que se corría en mi boca. Tu tía la sustituyó en comerle la polla a Felipe.

Seguí chupando a Mar un buen rato más. Se volvió a correr. Ya sabía a coño. Su marido comentó que con él no se corre de esa manera. Solté un je je je

Me pidió que se la metiera. Tu tía me la cogió y le acarició toda la vulva con mi capullo. Se recreó en el clítoris. Mar seguía gimiendo. La fue introduciendo y sacando varias veces hasta que la dejó dentro.

Felipe salió de la habitación.

Tu tía acercó los labios a los de Mar. Le correspondió. Se besaron suave. Veía sus lenguas como jugaban temblorosas. Seguía entrando y saliendo de dentro de Mar. Le cogí una mano a tu tía y la puse entre los dos sexos.

Felipe regresó. Vio la coreografía y se unió a las caricias de tu tía sobre el sexo de Mar. Luego tu tía cambió los dedos por la lengua. Cuando quería me la sacaba para chuparla y la volvía a meter.

Ahora Felipe aprovechando que tenía a tu tía a cuatro patas se la metía desde detrás.

Tu tía compartía conmigo el coño de de su amiga metiéndole la lengua hasta el fondo. Mar no tardó en correrse en la boca de tu tía mientras las manos de Felipe le apretaban los pechos.

Mar se deslizó entre todas las piernas y se colocó para que tu tía le siguiera chupando el coño. Ella misma colocó una almohada bajo el culo para que la lengua trabajara con más comodidad.

Mar miró a su marido que estaba lubricando el culo de tu tía y le dijo ilusionada - Es la primera vez que vas ha hacer esto –.

  • Todo lo que estás haciendo es la primera vez. Que yo sepa – añadió Felipe.

Jaja jaja jaja

Le gustó.

Tu tía, con la lengua plana le recorrió desde el capuchón del clítoris hasta el ano con lenguetazos lentos y continuos. Repitió el movimiento varias veces. Luego con la lengua afilada dibujó entre los labios el abecedario entero repitiendo cada letra seis veces, tres del derecho y tres del revés (pruévalo, amigo lector, ya me dirás). Notó como se hinchaban los labios menores y se humedecían en sobremanera. Volvió al clítoris para brindarle movimientos circulares alrededor del glande. El primer orgasmo no tardó en llegar. Repitió hasta tres.

Felipe al oír los gemidos de su mujer salió del culo de tu tía para ver de cerca las evoluciones de la experta lengua de una mujer haciendo el primer conilinguis a su esposa. Yo le puse el pene en la boca a Mari que no dejaba de jadear por lo que le estaba haciendo tu tía.

Una de mis manos se acercó a la boca de tu tía para jugar con su lengua y el clítoris Mar. Estaba empapada. Parecía que se hubiese orinado en la cara de tu tía. Le puse todo el puño dentro del coño sin dificultad. Me vino una idea.

Felipe se tumbó en la cama boca arriba y Mar sobre él. Se la metió dentro y yo de rodillas frente a ellos también se la introduje. Las dos pollas apretadas dentro de la vagina de Mar entraban y salían, ahora a la vez, formando una sola polla de nueve centímetros de ancho. Ahora una entra y la otra sale. Tanto placer compartido. Felipe y yo nos volvimos locos con la fricción de las dos pollas. Nos corrimos a la vez.

Debo confesar que fue el mejor orgasmo de mi vida, hasta aquel momento. El suyo, por supuesto, aunque aquella noche tendría más sorpresas.

Hicimos una pausa para ducharnos y reponer fuerzas. Unos montaditos que preparamos los hombres mientras ellas se duchaban.

-Ya estáis tardando – grité desde la cocina. No obtuve respuesta. Vi a Felipe recorrer el pasillo y entrar en el baño. Terminé de preparar la merienda y aún seguían sin aparecer. Me dirigí al baño y al entrar me encontré a tu tía sentada en la encimera con la dos piernas sobre los hombros de Felipe que se la estaba follando como un loco. Me acerqué y comencé a morrear a tu tía que ardía como una perra en celo. Al poco apareció Mar que no sé de donde venía. Se arrodilló y devoró mi polla. Me corrí en su boca. Felipe lo hizo dentro de tu tía. Volvimos todos a la ducha, de dos en dos. Eso sí, desparejados. Fue morboso ver como Felipe enjabonaba a tu tía con la mano. Era más acariciar su cuerpo que ponerle jabón. Se entretuvo en el cuello. Tu tía echó la cabeza acia atrás y él aprovechó para recorrerlo con su lengua.

Mar disfrutaba tanto como yo del espectáculo que nos ofrecían su marido y mi esposa. Bajó la mirada y vio mi enorme erección. No dudó en agarrármela y acariciarla viendo las manos de su marido llegar a los pechos de tu tía y formar espuma con el masaje que le estaba dando.

No se lo que pasó después entre tu tía y Felipe porque de la excitación agarré en volandas a Mar y la llevé a la cama. Seguimos follando media hora más. Felipe y tu tía supongo que también, porque no supimos nada de ellos.

-El mejor polvo en la ducha – dijo mi esposa – Cuando nos volvamos a ver repetiremos el polvo para que veas lo que me hizo – propuso.

-Encantado de verlo, amor.

Por fin pudimos sentarnos a merendar. La temperatura era ideal. Seguíamos

desnudos. La terraza queda protegida por un muro con setos que da privacidad.

Felipe quería salir a dar una vuelta antes de volver a tener orgasmos. Nos vestimos y caminamos oliendo a naranjos hasta llegamos al paseo marítimo.

Por el camino estuvimos charlando de trabajo y demás para conocernos un poco algo mejor. Ellas caminaban detrás de nosotros a cierta distancia. Supuse que comentarían la velada.

Ya eran las diecinueve treinta. Terrazas y chiringuitos comenzaban a poblarse. Nos sentamos en una terraza y pedimos unas copas. Tu tía se sentó en frente. A mi lado lo hizo Mari y Felipe junto a tu tía. Hasta aquel momento no reparé en el vestuario de tu tía. Sólo llevaba puesta la camisa negra transparente y la braga de encaje. Estaba preciosa y súper sexy. Mar le prestó unos zapatos planos.

Comenté mi excitación al descubrirla. Felipe le propuso un paseito por la terraza para levantar pasiones.

-Vaya con Felipe! Tiene morbo el tipo -dijo mi sobrina

Desabrochó los botones de la blusa que al levantarse se abrió como un libro mostrando sus pechos y tiró de la braga hacia arriba para mostrar más aún las nalgas bajo la blusa transparente que le cubría sólo veinte centímetros por debajo de la cintura.

-Ves como eres muy puta – sentenció mi sobrina.

-Ja ja ja – reímos los tres.

Aquel cuerpo perfecto que movía las caderas y el cabello a cada paso fue hasta la barra con unos andares que sólo ella sabe hacer. Se subió a un taburete y mantuvo una animada conversación con los dos camareros de dentro de la barra.

En la mesa contigua a la nuestra estaban una chica y tres chicos. Ella quedó sola. Los chicos se levantaron para ir a pedir a la barra.

Tu tía estaba de espaldas a nosotros y no oíamos lo que decían pero los movimientos de brazos de tu tía de seguro que sus pechos hacían las delicias de los camareros.

Uno de ellos parecía indicarle algo detrás del chiringuito y tu tía se dirigió hacia el lugar. Al momento el camarero salió de la barra y la siguió.

Mar y Felipe me miraron esperando reacciones. No me inmuté.

-¿He visto como tu esposa ha desaparecido con el camarero o lo he soñado? - preguntó retóricamente Mar.

-Pues yo he tenido el mismo sueño – añadió Felipe

Cinco minutos más tarde aparecía radiante, espectacular. La brisa marina movía su pelo y alzaba la fina blusa mostrando unos pechos que aparecían y se escondían a voluntad del viento.

Al sentarse y ver sus caras de asombro preguntó - ¿Me he perdido algo? ¿Que son esas caras?

-Te has ido con el camarero y hemos pensado que...

Esgrimió una sonrisa y puso una bolsita sobre la mesa.

-He ido a comprar porquerías. Mal pensados

Yo me partí la caja. Jajaja Jajaja. No llevaba ni monedero. La pasta la llevaba yo.

-Que te hace tanta gracia – preguntó Mar.

-Cuanto te ha costado, amor mío. Ahora reímos los dos y añadió – Las copas ya están pagadas y la siguiente ronda también.

-Vés como tu tía es muy puta.