Tu tía es muy puta 2
Mientras el metía y sacaba la polla yo chupaba y relamía el coño de su mujer. Notaba lo a gusto que estaba Mercedes. El clítoris se le hinchaba y yo lo mordisqueaba a la vez que aún sin buscarlo lamía la polla de Luís.
Tu tía es muy puta 2
Chalet de Luís y Mercedes
por Ramón Fons
Recompusimos las pizzas como buenamente pudimos. Les dimos buena cuenta. Karla se la comió cuando terminó con el pizzero. Una mini siesta, otra gran ducha colectiva de yo te enjabono tu me enjabonas ella nos enjabona y nos pusimos en marcha hacia el chalet de Luís y Mercedes.
Tu tía se vistió cómoda – total es de casa a casa y dentro del coche. No me va a ver nádie – dijo excusándose al ver la cara de que pusimos los tres.
El tanga de hilo que por delante era un corazón rojo de ganchillo del tamaño de un moneda de dos euros dejando casi ver el nacimiento de su raja y un chaleco corto como una torera en tela de jeans sin botones ni sujetador. Los zuecos de plataforma la hacían más alta.
Karla arriesgó menos. tu tía le abrió el armario y eligió una blusa con cuadros color verde y blanco de anudar bajo el pecho y un pareo amarillo chillón también anudado. El pareo era muy corto y con su altura le asomaban dos dedos de nalgas.
De camino tube que parar a repostar gasolina comprar unos paquetes de preservativos.
Las chicas aprovecharon para enpolvarse la nariz. Pepe quedó en el coche.
Al terminar colgué la manguera en el surtidor y me dirigí a pagar al muchacho de la gasolinera. Al acercarme ví a las chicas que salían de empolvarse la nariz y revoloteaban por los pasillos del autoservicio.
El muchacho, que ya se emocionó al verlas entrar, salió de la caja y las siguió con la cabeza ladeada para tener la vista baja. Descubrimos que la rubia de pelo corto no llevaba nada bajo el diminuto pareo.
Ellas, que se sabían observadas, se dedicaron a toquitear los estántes más bajos y los más altos. Perecían turnarse. tu tía en uno de los dos pasillos se estiraba alzando los brazos para llegar a objetos que no eran de su interés. El muchacho desde la esquina del pasillo veía como levantaba el culo que con el hilo dental parecía no llevar ni tanga. Tenía en frente a un monumento de mujer que de media espalda hasta los pies paseaba desnuda por su estación de servicio.
Karla, con su altura, se agachaba sin doblar las rodilla El muchacho, desde la punta del lineal se arrodilló para contemplar más de las nalgas de la rubia. Ella le vió reflejado en los cristales de las gafas que tenía en una mano. Separó las piernas alzando el culo. El pareo subió unos centimetros haciéndolo más corto aún. Ahora ya mostraba el culo entero. El muchacho no podía esconder su erección.
Karla con una mano separó una nalga de la otra. Lo hizo muy despacio para que el chico saboreara el momento. Le mostraba sus tesoros. Con la otra mano, por delante, se acarició al sexo. El chico se sentó en el suelo y en silencio cogió unos botes para justificar su situación en caso de ser descubierto.
Los dedos de Karla comenzaron a jugar con los lábios de su vajina. tu tía que por el otro pasillo llegó hasta la caja les observaba por los monitores. Le dejó disfrutar de la paja que Karla se hizo.
Sin que el chico se diera cuenta, por el otro pasillo, tu tía fue al encuentro de Karla. Le acarició las nalgas metiendole los dedos donde quiso mientra unian sus bocas. Tu tía en pleno beso miró al chico y con la mano le indicó que se acercara.
Tímidamente y sin creerselo el muchacho se acercó a ellas. Sin dejar el beso tu tía le cogió las dos manos y las posó en las nalgas de Karla que comenzó a mover sensualmente las caderas.
Tu tía cambió de posición quedando detrás de él. Le guió las manos una hasta su sexo y la otra acariciado los pechos de Karla. Al poco ésta se dió la vuelta y de rrodilla le bajó la cremallera. No llevaba ropa interior y le saltó el pene como un resorte. Ahora el muchacho tenía las dos manos buceando dentro de tu tía. Cuando Karla comenzó a masturbarle irumpí en el establecimiento.
-Ola! Hay alguien aquí? Que viene más gente! - dije en voz muy alta sin gritar.
Mercedes y Luís nos recibieron con ropa cómoda. Él con un pareo corto estampado con flores. Mercedes una camiseta corta en color blanco que le dejaba al aire medio pecho por debajo y una braguita de bikini rosa. Presentamos nuestros amigos a nuestros amigos y ya todos eramos amigos.
Al entrar en el jardín las chicas asaltaron las tumbonas para bajar adrenalinas.
Los hombres preparamos bombas con metralla de color verde para las damas y escoceses para nosotros.
-Que le has puesto a este. Huele a queroseno – pregunté a Luís
-No lo sé – respondió.
-De esa botella y de aquellas dos, pero la menta lo tapará todo. No te preocupes, es para mi mujer. Espera Román no te la lleves que le daré un toque de ésta otra botella
-Animal! Si es licor del lagarto de los chinos. Dos chupitos entraron en el baso de Mercedes.
Las copas y balones los marcó con los agitadores de colores. Al tercer trago nadie recordaba el color de su palito de plástico. La música que puse era buena. El CD de OBK nunca fallaba. Pulsé la tecla de "repeat".
A Pepe le tuvimos intrigado todo el viaje desde que preguntó cuando regresamos al coche
-¿Qué puñetas pasaba ahí dentro? ¿Tanto rato para comprar condones y pegarse cuatro tiros?
-Ya te enterarás cuando lo contemos en casa de Luís y Mercedes - le respondió Karla
Charlamos de vanalidades y seguíamos bebiendo. Tu tía dijo que era buen momento para que les contaramos a nuestros amigos lo sucedido en la estación de servicio. Lo conté.
Después del relato tarde estaba más caliente. Luís propuso ducha y piscina. Nádie le llevó la contraria.
-Junto las duchas tenemos jabón ph neuto. Obligatório enjabonarnos por desparejas.
Jugamos un rato en el agua como niños. Ahogadilla por aquí, salpicada por allí. Enfín.
No me di cuenta y en una tumbona ya retozaban tu tía con Luís.
Sentada en el borde de la piscina Karla reclamaba a Pepe.
Cogí en volandas a Mercedes y la subí a la mesa del jardín, que perecía obra de Gaudí hecha con trozitos de valdosas de colores, donde antes puse una colchoneta a medio hinchar. El sesenta y nueve era sonoro. Quedaba bien con “Historias de amor”
Luís sugirió entrar en la casa para evitar insolaciones. Mercedes corrió para entrar la primera y diciendo – seguirme que tengo algo que os gustará.
El brebaje hizo efecto.
Ohhhhhh!!!!! Exclamamos todos con algo de mofa.
En una gran sala, de unos 50 metros cuadrados, se encontraba un salón de ballet. Paredes de espejo, colchonetas y barras típicas de hacer el “plié” y muchas más repartidas por la sala. Mercedes dijo que una lesión le apartó del ballet profesional.
No la dejé terminar el discurso. Le metí la lengua hasta la campanilla. Y la tiré sobre una colchoneta. Seguimos con el 69 que empezamos sobre la mesa. Me gustaba el sabor de su coño. Tu tía dice que le sabe a piña colada.
Tu tía se apoyó de espaldas en una barra quedando la cabeza colgando y las piernas algo abiertas. Pepe al ver aquella postura se situó entre la pared de espejo y la cabeza de tu tía que en un acto reflejo se tragó la polla que estaba esperando.
Karla me montaba a Luís no se pudo contener viendo aquel coño brillante y fue a por el. Una mano aguantaba la pierna derecha, la otra mano acariciaba los labios hinchados y su lengua recorría con habilidad la senda del placer.
Luís se unió a nosotros. Aprovechó el 69 para metersela a su mujer, pidiéndome permiso. Le dí un tirón de polla.
Mientras el metía y sacaba la polla yo chupaba y relamía el coño de su mujer. Notaba lo a gusto que estaba Mercedes. El clítoris se le hinchaba y ponía duro y yo lo mordisqueaba a la vez que aún sin buscarla lamía la polla de Luís.
Seguí lamiendo los dos sexos a la vez hasta que segundos después Luís me puso el capullo en la boca. Esperé un segundo y viendo que no lo retiraba comencé a jugar con él. Fue metiendo cada vez más polla dentro de mi garganta hasta que tosí. La sacó llena de babas y la devolvió a su mujer. Seguí comiéndole el coño.
-Me voy a correr. Dijo Luís
-Correte dentro amor. La quiero dentro. Román sigue comiéndome el coño cariño.
Y se corrió dentro. Y cuando la sacó me la comí toda hasta que de tan pequeña desapareció de mi boca. Seguí limpiando el coño de su mujer que no paraba de soltar de todo.
Pepe tumbado en una colchoneta era montado por Karla mientras tu tía tocaba, chupaba y escupía en los ojetes y perineos. Le mordía los huevos, y todo lo que pillaba situada detrás de ellos. Le sacaba la polla a Pepe y se la comía con rabia. Introducía la lengua y los dedos en el coño de Karla que gemía como un animal herido.
Tu tía cuando ya lo tenía preparado metía sin esfuerzo la polla de Pepe en el culo de Karla. Aguantó un buen rato rompiéndole el culo a la rubia.
Mientras la follaba, tu tía les ofrecía su raja para que se la comieran. La alternaban él y Karla. Cuando Karla notó que Pepe se iba sa correr le dijo que la quería dentro. Pepe obedeció. Los envites fueron brutales. Karla chillaba, Pepe relinchaba, tu tía que se destrozaba el clítoris parecía la niña del exorcista. Minutos después nos invadió la calma. Pepe sacó lo que le quedaba de polla y se retiró. Las bocas de tu tía y Mercedes buscaron a Karla y le relamieron el culo, el coño, sus lenguas, sus labios y mi polla que la restregué por el culo de Karla, el de Mercedes y el de tu tía.
Pedimos comida china para reponer fuerzientras otra ducha con jabón ph neutro y piscina.
Al repartidor le recibieron tres mujeres desnudas y con ganas de jugar. Acabó en la piscina. Luís le dió ropa seca y Mercedes le dijo – cuando la devuelvas sólo estaré yo, pero te follaré como te hemos follado las tres.
Ya en casa, en nuestra cama, nos amamos. Seguía enamorado de tu tía. Y tu tía de mí.