Tu tía es muy puta 1
La encendida del cigarrillo se me hizo eterna. Tu tía le estaba enseñando las dos tetas con los pezones duros como una piedra. Ella le miraba a los ojos y él le miraba las tetas sin disimulo.
Tu tía es muy puta 1
los vendedores
por Román Fons
Me gusta ver a mi sobrina preparar el desayuno cada mañana. Su cuerpo desnudo balanceándose de un lado a otro en la cocina. Estirarse para llegar a los tazones del armario de arriba le ponía el culo respingón. Agacharse para coger la fruta del cesto y detenerse unos instantes frente a la nevera con la puerta abierta para calmar el calor del mes de agosto. Sí, me gusta ver el cuerpo desnudo de mi sobrina.
Es buena cocinera y hace unos pasteles increíbles.
Hoy, ha preparado cakes de frutas escarchadas. La casa huele de maravilla. Ya tengo ganas de probarlas.
Ya estábamos en la mesa y llamé por cuarta vez a mi esposa.
-Cómo os conocisteis la tía y tú? Nadie me lo ha contado y yo nunca lo había preguntado – se interesó mi sobrina.
-Nos conocimos en una galería de arte. La vi entrar desde lejos y supe que sería tu tía
-Jaja jaja -se oyó desde el baño
-No digas que no. Yo supe que serías mía
- Jaja - se volvió a oír – yo no soy de nadie. Por más papeles que firmáramos en el juzgado sigo siendo libre como el viento. Y a quién no le guste ya sabe...-
-Empezaremos sin ti – dije por quinta vez y apareció.
-Tu tío me abordó abriendo sus plumas de pavo real. - La mejor obra de la galería- me dijo al oído pillándome por sorpresa desde atrás.
Hablamos de los cuadros que estaban expuestos. Opiné que no valían nada
-Es arte abstracto. Tienes que dar tu propia interpretación - dijo intentando convencerme de que aquella basura era, que si arte conceptual y no sé qué más....
Le aguanté por lo bueno que está. Él no parecía acabar de interesarse porque a cada uno o una que pasaba por su lado me dejaba y se ponían a hablar. Pero está muy bueno y esperé. Y seguí esperando. Revoloteé por la sala hasta que me harté. Le busqué y, por mi interés, me despedí. Se disculpó por la falta de atención.
- Disculpa, no te he prestado la atención que mereces. Te pido un millón de disculpas. ¿Te parece si volvemos a empezar de cero? Apuntó una dirección el un afiche de la galería y al entregármela preguntó – ¿Te parece a las once y cenamos?
-En un restaurante de lujo o en uno íntimo- peguntó mi sobrina
-Niña... que estamos hablando de tu tío.... Llegue a la dirección y no había ningún restaurante. Una placa en una puerta siniestra ponía "Sensaciones" y una cámara en un rincón me observaba. Llamé al timbre y me abrió una morena con mini falda de cuero y camisa blanca casi desabrochada. Botas altas y pintada como un loro.
-He quedado aquí con no se quién y ahora ya no sé para qué – le dije al loro con minifalda.
-Suele pasar. Acompáñame. Y entré. Era un local de intercambio de parejas - dijo mi esposa al tiempo que me propinaba una colleja en la nuca.
Mi sobrina preguntó a su tía si le ocurría algo. Hacía mala cara. De cansada.
-Luego tu tío que te lo cuente. Yo no tengo ganas de hablar. Ya he hablado bastante por hoy. Me duele todo.
El desayuno estuvo genial. Los cakes de diez y ellas dos, preciosas. Las guindas de los pastelitos de frutas.
Recogí la mesa. Mi esposa fue a la ducha. Mi sobrina se sentó en la terraza a fumar un cigarrillo. Las ventanas del hotel que tenían las cortinas descorridas estaban vacías. Era la hora del desayuno. Terminé de arreglar el comedor y acompañé a mi sobrina a no hacer nada.
Tu tía está hecha polvo porque ayer por la tarde se le ocurrió jugar a seducir a los vendedores de los concesionarios. Quería pasar una tarde caliente.
-Qué me dices? Que buena idea. Y qué pasó?
Se puso una minifalda de escándalo, plisada de color rojo pasión con un súper tanga negro de hilo dental, unos talones de infarto y un top negro con escote desproporcionado y desbocado sin sujetador que al inclinarse se le salían las tetas. Parecía un putón. Pero enfín, era su juego.
A tu tía le encantan los todo terreno americanos. En nueva york alquilamos un Chevrolet Suburban Z, una máquina de ensueño. Enorme y cómodo. Y caro carísimo.
En el maletero tuvimos buen sexo. Abrieron cerca de aquí un concesionario que representa a Chevrolet y tienen este modelo. Tu tía propuso atacar a los vendedores.
Dejé el trasto de coche que llevo en la esquina. Nos besamos y le deseé suerte. -Disfruta de tu tarde – le dije ya desde lejos.
A través de la cristalera del escaparate la observaba.
Sólo poner un pié en local se levantaron dos vendedores a la vez y fueron en su busca. El rubio llegó antes. El otro, mayor que el rubio, quedó a dos pasos del éxito.
Muy amablemente le cogió del brazo y la condujo a un despacho acristalado. La mesa era transparente y eso la puso más cachonda. Al vendedor también. El muy cabrón tenía estudiada a que distancia colocar la silla de la visita para tener una vista total de las piernas y lo que pudiera ver entre ellas.
Siguiendo con su amabilidad ayudó la a sentarse colocando la silla bajo el culo de tu tía y la muy puta se levantó de tal forma la minifalda al sentarse que le enseño las nalgas. Esperó a que el rubio se sentara para ofrecerle el primer cruce de piernas exagerado. El carraspeo y la recolocación de la corbata fueron la señal del éxito.
No me contó tu tía de que hablaron. La verdad es que no importa (a que no, querido lector)
El rubio tiene escuela. Le ofreció un cigarrillo alargando la mano con la cajetilla. Tu tía alargó la suya y con esfuerzo llegó a cogerlo. Le mostró medios pechos. El rubio alargó la mano con un encendedor ya llameando y tu tía se abrió muy despacio de piernas para acercar su cuerpo sin levantarse y apoyar los codos en la mesa para juntar el pitillo y el fuego.
Cuando tu tía separó descaradamente las piernas vi, desde la calle, como el rubio agachó la cabeza para verle mejor las bragas.
La encendida del cigarrillo se me hizo eterna. Tu tía le estaba enseñando las dos tetas con los pezones duros como una piedra. Ella le miraba a los ojos y él le miraba las tetas sin disimulo.
Cuando le pareció suficiente, tu tía le pidió que le enseñara el Suburban Z de la exposición. Yo no lo oí pero lo supuse.
Al salir del despacho el otro vendedor se unió a ellos llegando al vehículo los tres juntos. El rubio la invitó a subirse al volante.
-Ui !!!!! Es muy alto . Dijo haciéndose la tonta
El mayor, la cogió por sorpresa de la cintura y con fuerza la alzó tirándola sobre el asiento, el vuelo de la falda mostró las dos nalgas por completo al rubio puesto que el mayor estaba pegado a ella y no tenía ángulo. Una vez sentada al volante el rubio subió al asiento del copiloto para mostrarle los controles y ella, las piernas y los pezones. El mayor desde fuera no perdía detalle de los movimientos de tu tía.
El rubio le reclinaba el respaldo hasta dejarla en horizontal. Tu tía se reía y el rubio la acomodaba rozándole los muslos. Ella seguía riendo y el rubio iba subiendo la mano por debajo de la falda.
Yo no podía verlo pero tu tía me contó que llegó a meterle los dedos por dentro del tanga y ella se los apartó. Aún no era el momento, me dijo.
Salieron del coche y el rubio accionó el mando a distancia y el portón del maletero se abrió. Es lo que tu tía estaba esperando. El maletero
-Y los asientos se abaten? - volvió a poner voz de tonta
-Claro que sí. Utilizando solo los dos asientos delanteros este ocho pasajeros le deja cuatro mil cien litros de maletero. Quedando espacio hasta para dormir -dijo el rubio e indicó al mayor que los abatiera.
Tu tía quiso meterse en el maletero -por si algún día tenía que dormir...o usted ya sabe. Ja ja ja.
El mayor fue a buscar un banquito para que tu tía pudiera subir sin percances.
Colocó el banquito frente al maletero y los dos vendedores retrocedieron un par de metros dejando a tu tía sola en el escenario.
Los dos pensaron que si le prestaban ayuda no verían lo que querían ver.
Yo me moría de ganas de ver que actuación nos ofrecería. Me encontraba a unos ocho metros y tenía buena panorámica de la artista.
Los miró de soslayo y subió al banquito. Un pié. Otro pié. Se agacho y entró de rodillas al maletero. Quedó a cuatro patas con la mini falda subida en la cintura y las dos tetas bailando a medio salir de la tela. El silencio se rompió con un jadeo del mayor.
Tu tía gateaba por el espacioso maletero y los dos hombres se le acercaron. Ella dando vueltas arrodillada sobre sí misma enseñaba por detrás un precioso culo, que para mayor placer de los cuatro la falda aún se encontraba subida en la cintura. Por delante las dos tetas ya asomaban por el escote con los pezones a reventar. El rubio tenía la polla tiesa como un palo. Tu tía la miraba con descaro.
El rubio le pidió al otro que trajera dos cojines del almacén.
Mientras volvía el vendedor, el rubio se sentó el el estribo del maletero y tu tía se acercó con peligro diciéndole – sabes que no te voy a comprar el coche, verdad – Le puso las tetas en la cara.
-Y tu sabes para que son los cojines, verdad – le preguntó mientras se chupaba un dedo y lo deslizaba por el canalillo de las tetas de tu tía.
Llegaron los cojines y el mayor los entregó. El rubio invitó a tu tía a tumbarse con los pies hacia el portón y colocó los dos cojines bajo su cabeza.
-Está cómoda la señora- dijo cerrando la puerta del maletero con el mando a distancia. Me quedé sin ver el resto del espectáculo pero no así el vendedor mayor que se pegó al cristal ahumado como si fuera el gato Garfield.
Pegado al cristal pudo ver como tu tía tumbada en el suelo del maletero alzaba las piernas y las separaba de par en par sujetándoselas con las manos. El rubio entendió la petición y comenzó a acariciar el minúsculo triangulo de tela negra con los dedos de una mano mientras con la otra entraba en el escote.
Tu tía le agarró la cabeza y la colocó entre las piernas separadas. De un tirón se arrancó el tanga para que la lengua del vendedor probara el sabor dulce de su coño.
El mayor se dirigió a la puerta del concesionario, lo que hizo que me pusiera a caminar acera abajo. Dio la vuelta al cartel dejándolo en Cerrado y se dirigió de nuevo al todeterreno de lujo. Esta vez pude ver, porque volví al escaparate, que subía al asiento del acompañante.
Me quedé sin ver nada más. Me metí en mi coche y esperé.
Pero luego tu tía, cuando se repuso, me contó lo que ocurrió en el Chevrolet Suburban Z.
-Cuando me repuse ¿de qué? - dijo mi esposa entrando en la terraza envuelta en una toalla corta con dos copas de vino tinto que nos ofreció.
-Ya que estás aquí, cariño, será mejor que lo cuentes tú.
Me levanté y ella ocupó mi sitio junto a mi sobrina. Fui a por otra copa de vino.
Mi sobrina le dio el pie de donde me quedé.
-El mayor entró en el coche por la puerta lateral mientras el rubio me metía cuatro dedos por el coño y la lengua en el culo. Era un animal. Me encantaba lo que me estaba haciendo. Vi que el mayor se arrodillaba junto a mi cara y sacó una polla aún flácida que me la acerqué y empecé a lamer como a una piruleta. Poco a poco tomó forma de polla apetecible. Sus manos manoseaban mis tetas con desconcierto. Se le veía nervioso.
Agarré al rubio por los pelos y lo saqué de allí dentro.
-Ahora te toca a ti – le dije al mayor.
El rubio se la sacó y jugueteé con ella hasta que me la puse en la boca. Tenía el capullo pequeño por lo grande que era la polla. Le chupé y remordí los huevos. Le gustaba. Dijo que le dolía pero que siguiera. Apreté más hasta que gritó, no se si de gusto o de dolor. Seguí.
El mayor no sabía comerse un coño. Le dije que me la pusiera y lo hizo. Tampoco sabía follar.
Saqué al mayor de dentro de mí y le dejé al rubio que intuí lo haría mejor.
Mi esposa hizo un alto para beber.
Yo oía el relato apoyado en el marco de la puerta y mi sobrina me dijo.
-Con eso de ir desnudos por la casa no podemos disimular. Te pones cachondo al oír como se follan a tu esposa, eh tío. Tienes la polla como un caballo. Ven. Siéntate con nosotras.
Me senté y mi sobrina me acarició la polla y yo le mordí un pezón
-Y a ti te revientan los pezones de lo cliente que te pone tu tía.
Mientras mi esposa siguió relatando su experiencia.
-El rubio se colocó encima y le rodeé con mis piernas. Se movía bien y duro. Embestía rápido y luego más lento. Cambiaba el ritmo y eso me gustó.
Perdona que te corte tía– interrumpió mi sobrina – ¿cuando viene mi madre, osea tu cuñada, también folláis los tres ?- jaja ja ja - contestamos
- Y con todo el grupo -dijo mi esposa
-Tengo muchas ganas de que vengáis las dos – añadió
-Que puta. Pensaba que sólo se follaba al tío
-Sigo. El rubio mandaba. Me tumbó de espaldas y me separó las piernas casi a romperlas. Desde atrás me restregaba la polla por toda mi raja y entraba y salía. Volvía a restregar y a meter. De repente me cogió por la cintura y me alzó hasta que quedé a cuatro patas. Me la volvió a meter y ahora sí que me folló. Pero me folló folló de verdad. Se movía como una máquina. Comencé a soltarme. Me corrí un montón de veces. Una tras otra y al lubricar tanto la polla le salía con el movimiento pelvico.
-Se mojó los dedos en los líquidos que nos rodeaban la polla y el coño ye intentó meter un dedo en mi culo. Estaba tan cachonda que le entraron tres. Y luego la gran polla de capullo pequeño. Embistió lento y ganando profundidad hasta que la noté toda dentro de mí. Le dije que parara y la dejara allí. Me moría del gusto. Sin movernos tuve un orgasmo. La sensación de tener aquella polla dentro de mi cuerpo provocó otro orgasmo. Ahora era yo quien se removía con la polla dentro de mí. Comencé a follarme el culo como una salvaje. Noté como se le hinchaba y la saqué.
-No te corras aún – Se sentó. Le dije al mayor que me la pusiera en la boca que le haría la mejor mamada de su vida.
No tardé un minuto en tener toda la boca llena de leche. No era muy espesa. Sabía bien. No sé si fue la mejor mamada de su vida, pero la más rápida de la mía sí.
Y mi sobrina también me dijo – Tío no te corras aún y me la soltó. Mi esposa recogió el testigo pero sin menearla, de momento. Tiré de la tolla que mal puesta aún le cubría medio pecho.
-Toca a tu tía a ver si se ha mojado con el relato
Mi sobrina entró en la entrepierna de su tía y saco los dedos formando un hilo pegajoso. Yo le chupé los dedos y las besé en los labios a las dos.
-Bueno el final ya lo podéis imaginar. Se corrió – dijo mi esposa.
-No no no!!! Eso no vale!!! Cuenta lo que pasó tía. Que estamos todos cachondos
-El mayor cayó a mi lado exhausto y el rubio se reía. Le hice tumbar y me arrodillé entre sus piernas. Le cogí la polla y mordisqueé el pequeño capullo. Con las manos apretaba los huevos y les daba palmaditas. Le gustó. Comencé a chupársela.
Mi sobrina al oír que comenzaba a chupársela también me la comenzó a chupar.
-Se la chupaba de arriba a bajo. La escupía y al lamerla recogía la saliva y se la volvía a escupir.
Mi sobrina me hacía lo mismo. Mi esposa, mientras hablaba, miraba como me la comía mi sobrina.
-Tiraba de la polla y lamía sus huevos. Los mordía. Los volvía a chupar y subía hasta el capullo.
En lugar de narrar los hechos estaba describiendo lo que me estaba haciendo mi sobrina. A mí ya me estaba bien pero mi sobrina al darse cuenta le dijo que no valía. Que contara como hizo que se corriera el rubio.
-De acuerdo. Pero tú no te corras Román.
Siguió - Se la tenía agarrada con las dos manos y aún le salía el capullo. Era una polla importante. Me la tragué toda entera. La notaba en la garganta hasta que tosí. La saqué llena de hilos de babas y comencé a la masturbar con el capullo en la boca. Tardó unos tres minutos. Mientras se la meneaba yo me hacía pajas y me corría varias veces. Me dolían las muñecas de tanto pajearlo y fui a por su leche.
-Me puse el capullo en la boca y lo sorbía como a una caña de batido mientra mi mano subía y bajaba lubricada por la saliva que le escupía. Quise ver como salía el semen por la boca se su capullo. Salió. Mucho semen salió. Me dejó la cara llena de leche. Se la agarré y me la puse en la boca. Le hice otra mamada y volvió a ponerse dura. Me monté sobre ella y lo follé de nuevo. El mayor me miraba con deseo. Mientras me follaba al rubio se la comía al mayor que ya no estaba nervioso. Nos corrimos los tres a la vez. El mayor en mis tetas que luego limpió. Yo en la polla del rubio y el rubio en mi coño.
Yo me tumbé en el sofá y ella puso su sexo en mi cara. Comencé a lamer el coño de mi esposa mientras que mi sobrina me comía la polla – Estás chorreando. Parece que te acabes de follar a dos tíos – le dije a mi esposa - jajaja
Cogí una mano de mi sobrina y la acerqué al coño de tu tía. Sus dedos y mi lengua le hicieron feliz. Estuvimos así mucho rato. Gemíamos los tres.
Luego mi sobrina se tumbó en el sofá y su tía a cuatro patas le comía el coño. A mí me ofrecía el culo y lo comencé a lamer. Le puse bien de babas y comencé a meterle dedos. Los de la otra mano los fui introduciendo en el coño.
Mi esposa mordisqueaba el clítoris a la vez que metía el puño entero en la vagina de mi sobrina. Gritaba de placer. Se corrió en la boca de tu tía.
Cambiaron de postura. Yo en pié y ellas sentadas en el sofá sorbían mi pene. Mi esposa se dedicaba a succionar el capullo y mi sobrina recorría el tronco y los huevos que me colgaban como nunca. Me moría de gusto viendo como tía y sobrina me chupaban la polla y los huevos. Ahora una lengua subía y otra bajaba hasta encontrarse y jugar entre ellas. Repitieron sobre mi capullo. Se besaban entre lametones. Cogí a mi esposa y la senté en la mesa del comedor. Acerqué una silla y senté a mi sobrina de espaldas a mí. No hizo falta que le dijera que le comiera el coño a su tía. Mi sobrina levantando el culo hacía sitio para que le entrara por el culo.
Mi esposa quiso volver al sofá. Nos colocó a mí sentado con la espalda apoyada en el respaldo, mi sobrina recostada en la parte superior del respaldo y mi esposa con las piernas separadas sentada sobre mis piernas. Mientras me cabalgaba lamía le clítoris de mi sobrina y le introducía dedos en el culo.
Mi esposa desmontó y mi sobrina se sentó en mí dándome la espalda. Mi esposa me la chupó hasta volver a tenerla como un hierro y le puso mi polla dentro del culo a mi sobrina. Sin soltarla la iba metiendo y sacando hasta que ya entraba sola. Yo embestía el culo de mi sobrina y su tía nos comía a la vez el coño y el tronco de mi polla. De vez en cuando la sacaba del culo y la ponía en el coño. Luego se la comía y la volvía a meter donde le daba la gana. Ahora me masturbaba como una loca. Comencé a correrme en el aire y la puso dentro del culo de mi sobrina. Le comencé a follar el culo mientras me corría y mi esposa se comía todo lo que salía del coño de mi sobrina y mi leche del culo.
Oímos la puerta del piso que se cerraba. Esperamos unos segundos.
-Qué me he perdido - dijo Pepe, el Caballero Solitario ahora compañero de piso cuando venía por negocios.
-Ahora toca que me corra yo – dijo mi esposa agarrando del brazo a Pepe y tumbándolo en el sofá.