Tú, sumisa. (II)
Sexo, vicio, sumisión, y tú como protagonista. Sexo, vicio, sumisión, y tú como protagonista.
Tienes los ojos cansados ya. Tu cuerpo arde, te pesa, tiembla sin control. Tu respiración solo hace ir descompasada respecto a los latidos de tu corazón. Haces acopio de las fuerzas que tienes para estar atenta a los sonidos que tienes a tu alrededor.
“PLAF”.
Vaya, ahora lo recuerdas todo, eso que acabas de sentir es una ostia de tu amo. Comienzas a ser consciente de lo que acaba de pasar. Te has desplomado al suelo por culpa de la mano que se cernía sobre tu cuello. Te ha ahogado, y no solo te has desmayado, sino que te has mojado como hacía tanto que no recordabas. Instintivamente, tras la ostia, abres la boca, buscando saliva, semen, algo caliente, algo duro, lo que fuera con tal de que fuera de tu amo. Necesitas sentirte suya. Como si estar desplomada en el suelo con los ojos vendados y jadeando no fuera suficiente ya.
“Levantate zorra” Sin dudarlo lo hiciste, aunque te costara la vida, ibas a obedecer las exigencias de tu amo. “A cuatro patas, te has desmayado sin mi permiso y aun asi te pones cachonda, no hay quien te sacie puta”. No tardas un solo segundo en colocarte a cuatro patas, babeando de lo cachonda que te ponen que te traten así.
De repente.. “ZAS”. No recordabas un azote de tu amo tan fuerte e intenso. Se te estremecen todas las partes de tu cuerpo. Tu amo te ha azotado por portarte de manera incorrecta y tu solo quieres sentirte humillada, sumisa, controlada por él.
No sabrías decir el tiempo que ha pasado azotandote, mientras intercalaba someras caricias en tu ya casi morado culo. Tu ya has perdido la noción del tiempo, tú ya has perdido cualquier tipo de voluntad propia, te sientes como has de sentirte. Una puta, zorra, sucia y barata a las órdenes y deseos de tu amo.
“Te vas a enterar de lo que es bueno”. Notas esas palabras, susurradas en tu oreja seguidas de un potente lametón, que hace erizar, más si cabe aún, todos los pelos de tu cuerpo. Mientras notas que tu amo se va posando lentamente tras de ti. Sabes lo que viene ahora y solo haces ir hacia atrás en busca de sentirte llena, de sentirte completa.
Y de repente, pum. Hasta el fondo. Notas como entra sin aviso alguno, sin miramientos. Entra instantáneamente, no puedes lubricarle más la polla. Eres tan zorra que goteas por tus muslos, por su polla. Eres una buena sumisa y tu amo te lo recompensa con más azotes, por si no habías tenido suficiente.
“Esa trenza está para usarse, tú estás para que te use”. Acto seguido cogio la trenza y tiro hacia él. Sientes dolor, sientes a tu amo poseyéndote, sientes humillación, y como la zorra que eres sientes como tu orgasmo llega. No puedes tenerlo, nadie te ha dado permiso para ello. No sabes si es más castigo sentirte así, apunto de explotar y sin poder hacerlo, o que te deje atada durante horas en la cama esperando su polla, como has estado otros tantos días. Solo quieres reventarle, solo quieres sentir su leche caliente por cualquier zona de tu cuerpo. Solo quieres que derrame toda su corrida dentro de ti, en tu boca, en tu coño, donde sea joder.
La saca de tu interior después de violentas sacudidas y no te esperabas lo que venía a continuación. Una mano en tu nuca te obliga fuertemente a estrellar tu cara contra el suelo. Una polla bien lubricada y una buena sumisa, son la mejor combinación para rematar la humillación a la que estás sometida, a base de escupirte en esa cara de zorra que tienes contra el suelo y restregártelo por toda la cara.
Que zorra eres, encima abres la boca. Nunca tienes suficiente.
Confiada estas en ese placer humillante cuando sientes que algo se rompe en tu interior. Sientes como tu culo ha sido perforado de golpe mientras las babas de tu amo empañan cualquier vista que puedas tener. Cualquier noción de la realidad se ha terminado en este momento, has abandonado tu cuerpo en el instante en el que esa polla te revienta por dentro haciéndote llegar al tan ansiado orgasmo que necesitabas desde hace tiempo tener.
Le has fallado, eres consciente de ello. Te has corrido sin su permiso y sabes que lo vas a pagar caro, pero te da igual quieres disfrutar de esa polla destrozandote por dentro, quieres sentir como su cuerpo desnudo y sudoroso se estrella contra ti a la velocidad de vértigo. Eres suya y te encanta. Con su pie aplastándote la cara debido a la nueva postura, mucho más violenta que tu amo a adoptado, ahora notas como sale de ti y comienza a soltar gemidos que avisan de su inminente corrida.
No puedes reaccionar, tirada en el suelo, sin capacidad de hacer nada, tu cuerpo te pesa y se estremece pensando que esa preciada corrida no va a estar en ti. Notas como se corre y cae toda la leche al suelo.
Sientes como se levanta te vuelve a escupir te coge de la trenza y usa tu boca, tu cara, con su expresión de placer total, para limpiar esa corrida del suelo, mezclada con tus fluidos y todas las babas que como buena zorra has soltado. Cuando te das cuenta de lo que estás haciendo, comienzas a hacerlo con más ganas, con más tesón.
Él se sienta mientras lo hace, te observa mientras te comportas como la mejor de las sumisas. En cuanto terminas con tu tarea te pones de rodillas junto a él, y caes en el fallo de correrte sin su permiso que has cometido. Comienzas a llorar desconsoladamente, no hay mayor castigo que el de que tu amo no se corra en ti, que no te utilice como objeto de su corrida. Mirándole ves como comienza a hablar y dice.. “Muy mal zorra.. vas a tener un buen castigo esta noche.. y, aunque por mi culpa y deseo, no voy a castigarte yo..”.
Caes rendida al suelo y sonríes, en realidad sabes que esta noche te lo vas a pasar en grande, zorrita.
CONTINUARÁ.
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