Tu sonrisa en mi pañuelo.

Un pañuelo puede borrar el carmín de tus labios pero nunca tu sonrisa.

Es increíble cómo podemos cambiar los hábitos según las necesidades. Me acuerdo que de jovencito me marchaba un fin de semana a la playa y necesitaba una maleta de las grandes. Ahora estoy preparando la ropa para cinco días y sólo necesito una maleta de cabina. También es cierto que cuando estás muy acostumbrado a viajar por trabajo ya te compras los trajes, camisas y corbatas “intercambiables”. Y pañuelos ¡Me encantan los pañuelos para el bolsillo de la americana! En alguna ocasión voy a ver clientes sin corbata, según quién sea, pero nunca sin un pañuelo que sobresalga del bolsillo externo de la americana.

Perdón, soy Paco. Me habéis pillado haciendo la maleta. Muchos ya me conocéis de mi anterior relato (“Diario de un viajero: Sevilla”). Si queréis conocerme un poco mejor os aconsejo que lo leáis pero no os esperéis nada especial. Ya os lo resumo en una simple frase: Soy un tipo normal, como tantos con los que te cruzas todos los días.

35 años, soltero (o single si lo preferís, pero yo me veo más maxi-single). Trabajo en una multinacional de lubricantes industriales y como director comercial me paso casi todas las semanas del año viajando por España.

¿Y en cuanto a ligues? Pues… ¿”Jodido” sería un adjetivo calificativo contradictorio? Está claro que tener una vida sexual jodida es una incongruencia cíclica. El motivo es el trabajo ¿no cuela? … Me lo temía. La verdad es que soy perezoso frente a una relación. Estoy en una etapa en la que no quiero sobresaltos y quiero tener mi vida organizada. Tengo que tomar muchas decisiones en mi vida profesional con los riesgos que ello conlleva y eso desgasta. Prefiero no asumirlos en mi vida privada y por eso ni se me ocurre tomar un tinto de verano en otoño y cuando voy a IKEA me llevo mi propio lápiz.

Estaba haciendo la maleta y preparando los pañuelos he encontrado el negro de seda con unos pequeños puntos bordados en blanco. Lo vi en un escaparate y entré directo a comprarlo porque me trajo recuerdos imborrables de una de las vivencias más morbosas que he vivido.

Fue en junio del año pasado. Esa semana se celebraba la feria profesional más importante del sector. Era en Madrid, en IFEMA, y teníamos un stand enorme. Estaban todos nuestros comerciales, los directores regionales y un grupo de unas 10 azafatas de una empresa externa. Su coordinadora era Carmela, un auténtico bombonazo de 25 años que jugaba con la simpatía y la picardía con mucha elegancia.

-Hola Paco, encantada de verte de nuevo.

-Igualmente Carmela, cada año más guapa y más simpática.

-Y tú cada año más adulador ¿vas a estar los tres días? Es que “la jefa” quiere pasar a conocerte y me preguntaba cuándo estarías.

-Los tres días tengo que estar a no ser que me lo pidas y me escape contigo.

-¡uy, es la mejor propuesta del día, y eso que ya llevo muchas! Un día de estos te tomaré la palabra.

El martes fue muy intenso siendo nuestro stand uno de los más visitados.

El miércoles más de lo mismo y el cansancio empezaba ya a hacerse visible entre el equipo. No tenía ninguna cita para comer por lo que me acerqué a la cafetería a pelear por conseguir un pincho de tortilla. En medio de la batalla me di cuenta de que uno de los obligatorios codazos que tienes que dar para acercarte a la barra se lo pegué a unos riñones que me resultaban conocidos.

-¡Hombre Raúl, me alegro de verte!

-Pues por el codazo que me has dado no lo parece cabronazo.

Raúl es el jefe de ventas de nuestra competencia. Nos conocemos desde hace muchos años y nos llevamos genial. Nos hemos encontrado en aeropuertos, hoteles, congresos y ferias y en muchas ocasiones hemos acabado compartiendo soledad delante de una cerveza.

-Va, vete a coger mesa que ya te invito yo al pincho por los daños ocasionados.

Después de veinte minutos de cola me senté en la mesa con él.

-Por cierto Paco: La viuda negra me ha preguntado por ti.

-¿en serio? ¡Qué miedo!

-No seas tonto y dale caña, no te arrepentirás.

-¿tan seguro estás?

-A ver Paco, los caballeros no explican sus andanzas con sus conquistas, por eso yo te lo voy a explicar todo.

-Jajaja, vaya golfo estás hecho.

Doña Clara era una clienta en común. Su marido levanto una gran empresa de mecanizados pero murió hace pocos años. Como no tenían hijos pasó a llevar ella el negocio y no lo hacía nada mal. Rondaba los cincuenta años pero lucía un tipazo que no hacía más que avivar las leyendas que corrían sobre su cambio radical al quedarse viuda. Siempre vestía de negro con ropas muy elegantes a la vez que provocativas, de ahí su alias.

-Paco, todo lo que has oído de ella no es verdad ¡Es peor!

-¿En serio?

-Una máquina de follar. Nunca lo he hecho en tantas posiciones diferentes como con ella ¡Por una mamada suya ma-to!

-Pues yo pensaba que eran leyendas del sector.

-A ver, según me ha explicado ella misma le gusta provocar pero nada más. Le da miedo que alguno se quiera aprovechar de su posición. Tiene un par de amigos con derecho pero no son del ramo. Me ha asegurado que de su ámbito profesional sólo yo he pasado por su cama. Pero eso no es lo mejor. Le gustaría que no fuera el único. Me ha confesado varias veces que tú la pones perra.

-Tú me quieres devolver lo del codazo ¿verdad?

-Paco, que se muera el gato de mi suegra si miento. Me ha dicho varias veces y de manera literal que la pones como una perra.

En ese momento se acercaron dos clientes a saludar a Raúl y dimos la conversación por terminada. Volviendo al stand no paraba de darle vueltas al tema. La verdad es que Clara estaba muy muy buena y si encima era tan viciosa la cosa se ponía muy interesante.

A media tarde estaba hablando con un compañero cuando vimos acercarse por el pasillo a una chica sola. Unos 40 años, pelo largo, castaño, no muy alta. Llevaba una falda vaquera corta, una camisa blanca con un escote prominente, botas de media caña y medias negras. Mentiría si dijera que estaba muy buena pero tenía algo que la convertía en especial. Podría ser su pícara sonrisa o su saber caminar pero hubo algo que hizo quedarme con cara de bobo mirando como pasaba de largo. Ella se dio cuenta porque la picardía de su sonrisa se acentuó al pasar delante de mí y sentirse observada.

Se fue directamente a Carmela y le dio dos besos, hablaron unos segundos y se dirigieron hacia mí.

-Paco te presento a Laura, “la jefa”.

-Hola Paco, encantada. Tenía ganas de conocerte. Las chicas me dicen siempre que las tratas muy bien y te quería dar las gracias.

Nos dimos dos besos y mi mirada no pudo dejar de perderse en su escote. Seguro que seguía con cara de bobo y encima los ojos dando vueltas como Marujita Díaz. Hay una parte de la mujer que me es especialmente atractiva: las clavículas. Ese espacio que va desde el cuello hasta el escote es pura sensualidad y yo necesito sensualidad mucho antes que sexualidad. La primera estimula el cerebro y la segunda los genitales y como todos sabemos, el sexo está en el cerebro.

Carmela nos dejó solos y estuvimos hablando durante un cuarto de hora (supongo) de temas profesionales (supongo). Tanto suponer es debido a que la sangre no estaba bien repartida por mi cuerpo. Había dos conversaciones: una era la verbal y la otra la corporal. Por nuestras miradas, sus sonrisas y mis rubores yo sabía que me había pillado y ella me estaba diciendo que quería que yo supiera que me había pillado y que le divertía el juego.

Nos emplazamos a la noche ya que era su empresa la que nos organizaba la fiesta en El Matadero.

Al llegar ya estaba Laura organizando todo. Llevaba unos cascos con micrófono ya que haría de regidora del evento. Desde un pequeño andamio daba indicaciones al técnico de luz y al de sonido. En cuanto me vio se acercó a mí.

-Hola paco ¿Te gusta la decoración?

-Me encanta, está todo perfecto.

-¿Repasamos la escaleta?

¿Escaleta? Yo no sabía ya de qué hablábamos. Otra vez mirando el escote totalmente perdido. De nuevo apareció su pícara sonrisa y mi cara de tonto. Se miró el escote y me miró divertida a los ojos.

-¿Tengo alguna mancha?

-No, no, perdona.

-A ver, repasemos: Primero habla el presidente de la compañía, después la directora de márketing hace la presentación del producto. Seguidamente la actuación del humorista y en cuanto acabe, tú agradeces la asistencia y das paso al salón para la cena fría ¿OK? Te voy a poner el micrófono de corbata. Cuando subas al escenario lo activas desde la petaca y cuando acabe lo apagas.

Me colocó la pequeña pinza del micrófono en la corbata y me dio la petaca que yo metí en el bolsillo del pantalón.

-Se te ha movido el nudo de la corbata, deja que te lo ponga bien.

En ese momento hizo un gesto arqueando la cabeza un poco hacia atrás sin mover los pies de su sitio para tener más perspectiva por lo que su pelvis fue hacia delante y topó con mi entrepierna comprobando que estaba empalmado. Y ahí me encontré en esa situación entre avergonzado, excitado y confuso pero ella no hizo la más mínima intención de retirarse.

-Está muy duro.

-…

-El nudo de la corbata ¿siempre te lo haces así de apretado?

Creo que tengo experiencia de trato con las mujeres pero hay un tipo de féminas que me puede volver loco sin remisión. Son aquellas que saben jugar, que hablan entre líneas, que usan la ironía y la insinuación y Laura era una auténtica maestra.

-Por cierto, creo que la petaca te va a molestar ahí. - Y dio un leve golpe de pelvis sobre mi paquete que estaba ya a reventar- Igual deberías de colgártela del cinturón.

-Bueno, esto ya está. Voy a seguir con las pruebas de sonido. Nos vemos luego Paco.

Me guiñó el ojo… ¡y se marchó! Y el gran Paco se quedó ahí como estatua de sal sin decir ni mu y con un empalme tremendo. ¡Vaya situación! Tuve que ir al baño a refrescarme un poco y centrar de nuevo a mi sorprendida neurona.

Al salir del baño ya estaban entrando los primeros clientes. Las presentaciones estaban saliendo bien y cuando acabó el humorista activé el micrófono, subí al escenario e invité a pasar al salón contiguo para el cocktail.  En cuanto bajé las escaleras vi que me estaba esperando “la viuda negra”. Llevaba una copa de cava en la mano y por su locuacidad parecía que no era la primera. Lucía espectacular con un vestido negro vaporoso. Elegante e insinuante a la vez, muy digno de quien lo llevaba.

-Buenas noches Doña Clara, me alegro de verle.

-Como vuelvas a llamarme Doña Clara o a hablarme de Usted te anulo los pedidos de los próximos 30 años.

-Jajaja, pues buenas noches Clara, me alegro de verte.

-Eso está mucho mejor, y si no me ves más es porque tú no quieres.

-Cierto, tengo que sacar tiempo para visitar más a mis clientes.

-Me importan muy poco tus clientes, yo te hablo de mí. Por cierto, he visto a Raúl hoy y me ha dicho que habéis comido juntos.

-Cierto, con Raúl es difícil tener secretos.

-Lo sé, y por eso estoy segura que te ha contado todo. No sólo no me importa sino que ha pasado lo que yo quería. Sé que si yo le digo algo a Raúl sobre ti en minutos está en tu conocimiento.

-Vaya, eres una gran estratega.

-Sí querido, si quiero algo no paro hasta conseguirlo.

Y en eso que estando entre un tumulto de gente noto como me empieza a pasar la mano disimuladamente por el paquete ¡Joder! ¿Hoy llevo bóxer con imán?

-Y lo que quiero es esto que estoy tocando. No sabes cuántas veces he usado mi fantasía de estar contigo como estímulo en las noches en que tengo que satisfacerme sola, y ya va siendo hora de pasar a lo terrenal.

-Clara, me estás poniendo nervioso.

-Pues entonces no sé qué pasará cuando en vez de mi mano sea mi lengua la que ponga aquí abajo. Mira Paco, los dos somos libres y no vamos a hacer daño a nadie. Bueno, espero que yo sí que sienta un poco de dolor en momentos concretos ¡Me vuelve loca!

-¿así que eres un poco sumisa?

-A veces, pero creo que soy más golfilla que sumisa. Por cierto, ese pañuelo que llevas es precioso, del mismo color que el conjunto con liguero que llevo ahora mismo.

-Clara, me estoy poniendo a mil y no es que no me guste, pero es que tengo que trabajar ahora. Te prometo que en dos semanas voy a verte y hablamos más tranquilos.

-Está bien Paco, ya veo que esta noche tendré que fantasear contigo en cuanto llegue a casa, pero en dos semanas cuando vengas a Madrid no cojas ningún hotel, mi cama es enorme.

Me dio dos besos, un apretón de paquete y se marchó ¡Vaya noche! De calentón en calentón y yo currando. Tanto trajín de sangre arriba y abajo no sé si es bueno para el corazón.

En eso que se me acerca Pablo, uno de mis compañeros.

-Paco, me ha dicho Carmela que su jefa te está buscando, que te espera en el control de sonido. ¡Uf, cómo está la Carmelita!

-Sí, está un rato buena, pero yo prefiero a su jefa.

-¿En serio?

-¡Y tanto! Ya me gustaría pillarla y darle un buen revolcón. Llevo todo el día hipnotizado con sus tetas y es de esas mujeres que si te pilla en la cama no la olvidas en la vida pero lo mejor es que tiene el morbo en el cerebro y no en el cuerpo. Voy a ver qué quiere.

-Anda ve, que igual quiere ese revolcón contigo.

-¡Ya me gustaría!

Me acerqué al pequeño andamio del control de sonido y allí estaba Laura con los auriculares puestos todavía. En cuanto me vio agachó la cabeza y se puso a reír.

-¿Qué es lo que te hace tanta gracia?

-Nada paco, bueno… sería mejor que apagaras el micrófono.

¡Mecaguen tó! ¡No había apagado el micrófono al acabar de hablar en el escenario! ¿Lo habría oído todo? En cuanto vi que no podía reprimirse y se descojonaba de risa me di cuenta de que sí.

-Siento decepcionarte Paco, pero lo que quería era el micro.

-Lo siento, yo…

-Tranquilo, no tienes que disculparte por nada. Menos mal que el técnico se ha ido a desmontar los altavoces y sólo estaba yo en la cabina.

-¿Lo has escuchado todo?

- Bueno, te seré sincera, cuando has empezado a hablar con tu clienta he pensado en desconectar los auriculares pero he visto el camino que tomaba la conversación y me ha entrado la curiosidad. Ahora soy yo la que te tengo que pedir disculpas, no tenía que haberlo hecho, era una conversación privada.

-Cierto, muy privada.

Era la primera vez que estaba con Clara y no estaba hipnotizado por sus tetas y la verdad es que estaba enfadado. Ella bajó la cabeza y no dijo nada.

-¿También has escuchado mi conversación con Pablo?

-Sí, lo siento.

-Aunque no tenías que haberlo escuchado siento si te he molestado con alguno de los comentarios sobre ti.

Me miró a los ojos y con una expresión tímida y tierna me dijo:

-Por eso estate tranquilo, no ha habido ni un solo comentario que me haya disgustado, al contrario.

Queridos lectores ¡quedaos tranquilos!  Mi momento de lucidez duró apenas unos segundos y mi neurona volvió a funcionar como siempre. Ya estaba de nuevo con la mirada perdida en el escote. En ese momento decidí subir la apuesta para ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar.

-Llevo buscando la mancha toda la noche y no hay manera de encontrarla.

Entonces volvió a aparecer su pícara y sensual sonrisa.

-Ya veo que te preocupas mucho por mí desde que nos hemos visto esta tarde y si no me gustara que la buscaras ya te habría soltado alguna gorda.

-Tienes que compensarme por la jugarreta del micro.

-¿Compensarte? Has sido tú el que no lo has apagado.

-Cierto, pero no tenías que haber escuchado mis conversaciones privadas.

-¡Touché! Pero me da miedo oír lo que quieres.

-Nada que tú no quieras hacer.

Laura se quedó pensativa durante unos segundos. Temí que se hubiera acabado el juego antes de sacar las cartas. En ese momento se miró la mano y me di cuenta ¡estaba casada! ¿Cómo no me había dado cuenta antes?

-Lo siento Laura, no me había fijado en tu alianza y…

-No Paco, no sigas, te voy a contar algo: llevo 15 años casada. Mi marido tiene unas fincas en Extremadura. Al principio iba 1 o 2 días a la semana pero desde hace un par de años se va los lunes y vuelve los viernes. Somos desconocidos que dormimos juntos los fines de semana. Sospechaba que igual tenía una amante pero hace una semana un socio despechado me confirmó que tenía varias. Pensé en separarme pero nuestros hijos son pequeños y tomé la decisión de seguir el juego y callar. Nunca le he sido infiel pero llevo días diciéndome la frase de cabecera de una amiga mía: “no se es infiel a alguien que lo es contigo”. Cuando te he escuchado hablar de mí he sentido algo que hacía mucho que no recordaba y es el sentirse deseada. Paco, estoy deseando oír lo que quieres.

-¿Estás segura?

-Del todo ¿no será que te estás rajando tú?

-Está previsto que esto acabe a las 11:30. Cuando acabe me llevarás a tomar una copa.

-De acuerdo, tengo el coche en el parking, mejor que no nos vean saliendo juntos ¿quedamos allí?

-Vale.

Y claro, me sonrió, me guiñó un ojo y se marchó.

La noche fue divertida aunque no me quitaba de la cabeza lo ocurrido con Clara y con Laura. La fiesta llegaba a su fin y yo me acerqué a la puerta para ir despidiendo a los asistentes. Laura estaba en la puerta y nos intercambiamos un par de miradas y sonrisas. Me hizo un gesto con la cabeza y vi que se acercaba Clara.

-Bueno Paco, me has dejado abandonada toda la noche. He soñado muchas veces que serías malo conmigo pero no de esta manera.

-Tendré que buscar la manera de compensarte.

-Lo espero con ganas. Este traje beige que llevas te queda perfecto con ese pañuelo negro en el bolsillo ¿Sabes qué? Me voy a llevar el pañuelo de recuerdo y esta noche lo pasaré por todo mi cuerpo ¿no te importará que te lo devuelva húmedo?

Todo esto me lo decía a la oreja entre toda la gente que estaba saliendo y mientras notaba que apretaba sus pechos a mi brazo. Miré a Laura y vi que no perdía detalle.

Últimos besos y abrazos, me despido del equipo y me dirijo al parking. Son las 11:45. Al fondo veo un A3 blanco que me hace luces. Me acerco, subo en el asiento del acompañante y Laura pone el coche en marcha.

-Pensé que no vendrías.

-Sólo me he retrasado quince minutos.

-Ya, pero al ver tu despedida con tu clienta pensé que igual habías cambiado de planes.

-¿Te gusta jugar Laura?

-Creo recordar que me gustaba ¿Qué juego propones?

-Todo o nada.

-Después de la conversación contigo he decidido que esta noche lo apostaría todo.

-¿Estás segura?

En eso que para el coche en doble fila, abre la puerta, se baja, mete las manos debajo de su falda y se quita el tanga, se pone bien la falda y vuelve a subir al coche. Me lo acerca a la nariz y huelo el mejor perfume bañado en excitación. Un precioso tanga negro de seda con puntitos blancos bordados. Lo dobla y me lo pone en el bolsillo exterior de la americana a modo de pañuelo.

-He visto que te has quedado sin pañuelo y te queda muy bien. Siento que esté tan húmedo ¿Qué me habías preguntado?

En ese momento empecé a darme cuenta de que debía de activar el “Rec” y grabar en mi memoria todo lo que iba a suceder esa noche que se presentaba de lo más excitante.

-Muy bien, te voy a explicar las reglas: Tú me has escuchado sin yo saberlo y no es justo. Quiero que pongas un micrófono en tu cerebro y digas en todo momento lo que estás pensando sin vergüenza ni tabúes. Quiero que te desnudes conmigo esta noche.

-¿Tan pronto me quieres desnuda?

-No hablaba de tu cuerpo si no de tu alma.

-Mi cuerpo estaría dispuesta a desnudarlo ahora mismo delante de ti y mi alma no recuerdo haberlo hecho con nadie pero ni te imaginas lo que me apetece hacerlo hoy contigo.

-Me alegra oír eso ¿te has puesto celosa cuando se ha despedido Clara? Recuerda tu desnudez.

-Sí, un poco. Pensé que te marcharías con ella. Que acabes en la cama con ella no me importa y hasta me da morbo que me lo llegues a explicar pero esta noche quería que apostaras por mí.

-Explícame lo que has pensado cuando has escuchado la conversación.

-Al principio no estaba atenta y cuando iba a desconectar se ha puesto interesante ¿En serio te ha metido mano?

-En serio.

-¡Puf! Cuando ha dicho que te pasaría la lengua me he excitado.

-A estas alturas decir que te has excitado es como si te empezaras a desnudar y llevaras leotardos y refajo.

-Jajaja ¡Qué bruto eres! ¿Prefieres que te diga que cuando te ha dicho que te pasaría la lengua por la polla me he puesto cachonda?

-Mucho mejor.

-Pues que sepas que escucharme ahora decir eso me ha puesto cachonda.

-¿Se te han puesto los pezones duros?

-Bueno, los he tenido duros cada vez que los has mirado.

-Quiero que lo demuestres ahora.

Sin la más mínima objeción Laura aparto el escote y lo pasó por debajo de un pecho dejando al descubierto un precioso sujetador negro con encajes con una copa que tapaba justo el pezón y lo empezó a acariciar con la yema de los dedos lanzando un leve gemido y poniendo una expresión de placer en su cara que me será muy difícil olvidar.

-Tengo los pezones muy sensibles y me encanta que me los acaricien. Hay veces que me he corrido sólo acariciándome los pezones. Quieres que te diga todo lo que pienso ¿no? Pues ahora me apetece mucho que me acaricies los pezones.

Como para no hacerle caso. Estiré mi brazo y pasé mi mano por todo el pecho disfrutando de los encajes bordados. Seguidamente bajé un poco la copa y apareció un pezón precioso, oscuro, puntiagudo y duro como el hierro. Lo acaricié suave con la yema de los dedos y su respiración se aceleró. Paramos en un semáforo en rojo de la calle Embajadores. En ese momento apreté con fuerza el pezón con dos dedos.

-¡Oh, cabrón, aprieta, aprieta fuerte que me corro!

Y vaya si se corrió. Cerró los ojos apretó los dientes y lanzó un quejido mientras se corría. La cara de una mujer en pleno orgasmo es digna de ser expuesta en el museo de la sensualidad.

-¡Uf, vaya corrida! Lo estaba deseando desde hace horas. No te asustes pero si estoy muy muy caliente me puedo correr muchas veces seguidas y puedo dejar todo empapado pero hace años que no me pasa.

Todo lo que estaba pasando no hacía más que aumentar mi excitación y tenía que hacer verdaderos esfuerzos por no sacármela allí mismo y follármela en medio de la calle.

-Sácate el sujetador.

Se lo sacó mirándome fijamente a los ojos.

-Para un momento aquí al lado y pon los intermitentes. Ahora desabróchame el cinturón y bájame la bragueta. Coge el sujetador y mételo por dentro de mis bóxer.

No sólo hizo eso. Bajó la goma del bóxer y me sacó la polla, la descapulló un par de veces y se quedó mirando cómo brillaba por los líquidos preseminales. Cogió el sujetador y empezó a pasarlo por el capullo limpiándolo hasta dejarlo seco, me miró a los ojos y sacando la lengua fue bajando hasta que contactó con mi capullo, le dio un par de lametones y empezó a besarla y chuparla dejándome la polla roja del carmín de sus labios.

-Para o me corro.

-¿Y no quieres correrte? Yo quiero beberme tu leche. Nunca la he probado pero quiero que la tuya sea la primera.

-Queda mucha noche, vamos a tomar algo. No te pongas el sujetador.

-Mejor, está empapado de tu polla.

Puso de nuevo el coche en marcha en dirección a un pub que ella conocía por la zona de Azca. El viaje fue tremendo. Se había abierto el escote y no se podía cerrar porque los pezones hacían tope, Se había subido un poco la falda y se veía el final de sus medias a medio muslo. De vez en cuando se abría de piernas y me enseñaba su coño con un triángulo de pelo perfectamente delineado, metía dos dedos y me los daba a probar.

-Prueba mi coño ¿te gusta? A mí me encanta.

Y volvía a meterse los dedos y se los chupaba ella misma con un deleite extremo. Era una diosa del sexo.

-En mi vida me he sentido tan cachonda. He tenido muchas fantasías de que me convertía en la más puta de las mujeres y me follaba por la calle a todos los que me encontraba pero sabía que jamás sería capaz y ni me atrevería a hacer nada “fuera de lo normal”. Hoy empiezo a tener dudas y quiero ser tu puta esta noche. No sé lo que pasará mañana pero hoy nadie me va a quitar ese gusto.

En eso que llegamos a otro semáforo, echa la cabeza atrás, levanta su coño y me dice:

-¡Paco por favor, necesito correrme otra vez, hazme una paja, méteme los dedos hasta el fondo, pellízcame el clítoris, así, así, aprieta fuerte cabrón, más fuerte, más, ya, sí, ahhhhhhhhhhh!

Y salieron de su coño un par de chorros que me dejaron la mano y el puño de la camisa perdido. Después de unos segundos se repuso y volvimos a emprender la marcha.

-Perdona, pero ya te avisé. No sé qué me pasa esta noche, yo jamás me he comportado así.

-¿Qué te perdone? ¿Me estás haciendo pasar una de las mejores noches de mi vida y me pides que te perdone? A los que tienes que pedir perdón es a los que no les has dejado verte así.

-No te equivoques Paco. Si no me han visto así es porque no me han sabido poner así. Yo estoy disfrutando como nunca lo habría imaginado.

Finalmente llegamos al pub. Al bajar del coche en el parquing nos dimos el primer beso de la noche. Llevábamos un buen lote y no nos habíamos besado pero es cierto que no hubo ocasión. Fue un beso tremendo, un auténtico morreo con lengua, labios, manos, tetas, … Así de pie apoyados en el coche le levanté la falda por delante mientras la morreaba y le metí dos dedos a modo de gancho. Y se corrió por tercera vez. Quedó un charco en el suelo justo al lado de la rueda como testigo de su orgasmo.

Cuando se tranquilizó un poco me dio un suave beso en los labios, se acercó a mi oído, me metió la punta de la lengua y me dijo:

-¡Métete en el coche ahora mismo!

Nos subimos al coche, bajó dos plantas más del parking y aparcó entre dos coches. Se tiró de boca a mi bragueta, me bajó los pantalones y los boxers de golpe hasta los tobillos y se la metió de golpe entera. Empezó a jugar con su lengua en mi capullo, con una mano me masajeaba los huevos y con la otra me clavaba dulcemente sus uñas en el perineo. Hacia ruido en cada mamada, no dejaba de escupir y sorber, arriba y abajo. Yo mientras había pasado una mano por encima y estaba apretando su pezón haciéndola gemir mientras me la chupaba. Era demasiada tensión acumulada, empecé a tensarme y ella se dio cuenta de lo que venía. Me miró a los ojos y aumentó el ritmos mientras me clavaba las uñas. Me corrí como no recordaba en años. No sé la de chorros que salieron pero se los tragó absolutamente todos mientras bajaba el ritmo. Al cabo de unos segundos empecé a recobrar la respiración. Ella seguía dándome besos por la polla y pasando su lengua mientras se iba deshinchando. Me miró a la cara y le caía una gota de semen por la comisura de los labios, la recogió con el dedo y se la metió en la boca.

-No podía esperar más, quería que te corrieras y beberme tu leche. Me ha encantado. Ahora sí que podemos entrar a tomar una copa.

Entramos en el pub, fuimos a la barra y pedimos dos gin-tonics. Cada vez es más difícil tomarse un gin-tonic como dios manda. En primer lugar, con tanta parafernalia al prepararlo se tiran un par de horas. Llegará un momento que para tomarte uno tendrá que ser por encargo, como para las paellas “¿me puede preparar un gin-tonic para esta tarde a las 9 por favor? Uy, muy justo vamos, son ya las 3”. Después empiezan a ponerte que si bolas de pimienta, cardamomo, canela, regaliz, … un día de estos entrará una mosca en mi gin-tonic y no me daré ni cuenta. ¿Y lo bonito que quedaba su rodajita de limón? ¡Pues nada! Pepino, lima, limón, fresas, apio… Dicen que tendríamos que tomar cinco piezas de fruta o verdura al día ¡Pues con un gin-tonic ya vas sobrado!

Estábamos en la barra de pie esperando las copas, se la veía bella, muy bella, pero cuando me miraba lo hacía con lujuria. Nunca vi unos ojos que hablaran tanto como los de Laura. Se había puesto una chaqueta vaquera por encima y de vez en cuando la abría un poco y me enseñaba cómo se notaban los pezones durísimos a través de la camisa.

-¿Sabes? Estoy mojadísima y noto cómo bajan las gotas por mi muslo hasta quedarse en mis medias y eso hace que me moje aún más.

Quedó un taburete vacío y se sentó. No estaba muy lleno pero habían varios grupos que armaban follón. Laura estaba sentada mirando hacia mí, yo de pie. En eso que Laura mete con disimulo una mano bajo su falda y saca un dedo brillante que se lleva directamente a la boca.

-Como tarden mucho las copas me empiezo a tocar aquí mismo.

Por fortuna no tardaron mucho, le dimos dos sorbos y le dije:

-No puedo aguantar más, vamos a mi hotel que tengo unas ganas locas de follarte.

-Cuando tú digas Paco, hoy soy tu puta.

Salimos escopeteados hacia el coche, creo que se saltó un par de semáforos en rojo y entramos en el parking del hotel Puerta de América donde me alojaba. Ya en el ascensor éramos incapaces de dominar nuestras manos.

Nada más entrar en la habitación nos quedamos mirando. Nuestras respiraciones eran agitadas. Durante unos segundos ni nos tocamos. Ella se quitó la camisa dejando sus preciosas tetas a la vista y empezó a acariciarlas con sus ojos clavados en los míos. Se quitó las botas y las tiró a la otra punta de la habitación, se desabrochó la falda y la dejó caer a lo largo de sus piernas. Cuando iba a quitarse las medias se lo impedí.

-Déjatelas, estás preciosa así.

-Tu puta está para obedecerte, dime qué quieres que haga.

-Acaríciate.

-Sí amo. Estoy muy caliente ¿me vas a follar ya?

-No, túmbate en la cama, acaríciate, mastúrbate para mí.

-Lo que tú digas ¿lo hago bien así? ¿Quieres que me corra para ti?

-Mientras te masturbas quiero que me digas lo que quieres que te haga.

- Mira cómo tengo el coño de encharcado cabronazo, nunca ha estado así. Mira cómo me entran los dedos. Así va a entrar tu polla de suave, pero quiero que lo hagas duro, muy duro, que me des la vuelta y que me pongas de cuatro patas, y que me la metas de golpe así mientras me azotas el culo con todas tus ganas. Sólo de pensarlo vas a hacer que me corra.

-Córrete para mí, date duro.

-¿Así, así te gusta? ¡Me voy a correr, me corro, me corro!

Y saltó tal chorro que casi me llega a los pies de la cama. Antes he dicho que ver la cara de una mujer en pleno orgasmo es una obra de arte, pero ver a una mujer tumbada encima de la cama sólo con medias teniendo un orgasmo es antológico.

Cuando se calmó un poco se levantó, muy tranquila, y empezó a desnudarme, acariciándome, besándome.

-Una amiga mía me decía que todas las mujeres tienen una puta escondida dentro pero que muy pocas lo descubren aunque muchas lo intuyen. Me decía que somos como una lámpara mágica y que necesitamos a un Aladino para que sepa frotar en el lugar adecuado. Casi todos se pasan la vida frotando en el coño y donde deben de frotar es en el cerebro. Tú eres mi Aladino. Ven que voy a cumplir tus deseos.

Me tumbó en la cama y se tumbó sobre mí. Frotaba su cuerpo sobre el mío arriba y abajo y notaba cómo sus pezones rozaban mi piel. Lo repitió varias veces y en una de las ocasiones cuando tenía una teta en mi entrepierna cogió un pezón y empezó a frotarlo por mi capullo como si quisiera penetrarlo. Era un placer inmenso acentuado por cómo me miraba todo el rato.

Después de jugar un buen rato y ponerme al borde de la locura se levantó y puso un pie a cada lado de mi cadera y fue bajando muy lentamente.

-Déjate llevar, te voy a follar yo.

Cuando casi su culo tocaba mis muslos me cogió la polla y la puso a la entrada de su vagina y jugó un poco con mi capullo en su clítoris. Estaba todo muy suave y caliente debido a los jugos de ambos que hacían brillar nuestros sexos.

-Mírame a los ojos mientras notas cómo va entrando.

Y se dejó caer despacio, muy despacio. Yo iba notando cómo iba entrando muy suave y despacio, caliente. Cuando llegó al final se quedó quieta.

-Disfruta del momento, siente como mi coño la abraza. Ya me estás follando Paco.

Y empezó a hacer movimientos con la pelvis sin sacar ni un centímetro ¡Era espectacular! Movía sus caderas en forma de 8 mientras se pellizcaba los dos pezones. Empezó a subir el ritmo y a levantar su cuerpo sobre sus pies. Era increíble cómo se levantaba hasta casi salirse y cómo se dejaba caer hasta abajo. La habitación empezó a llenarse de jadeos y suspiros hasta que se convirtieron en gemidos y gritos de placer.

-¡Un poco más Paco, un poco más que me viene, sí, ya, me corro!

Y noté perfectamente las contracciones de su vagina sobre mi tronco. Pocas veces he notado tan claramente un orgasmo de mujer en mis propias carnes.

-Ahora sí, ahora necesito algo muy fuerte, mucho.

Se puso a cuatro patas y se me ofreció.

-Clávame hasta el fondo, clávame y no la saques hasta que me llenes de leche.

Yo estaba ya a punto de correrme y me extrañó que aguantara tanto. Puse la punta en la entrada y apreté con todas mis fuerzas. El grito que pegó se escucharía en recepción. Cumpliendo con sus deseos (y especialmente con los míos) le pegue un azote que le dejó la mano marcada en la nalga.

-Cabronazo qué gustazo, dame más fuerte que no paro de correrme, sin miedo, más, más fuerte. Pellízcame los pezones bien fuerte, fuerte.

Le pegue 4 o 5 azotes más que eran seguidos de gritos de placer de Laura y era tal el morbo y la excitación acumulada que ya no aguanté más. Apreté hasta el fondo y noté cómo se me escapaba el alma. Temblaba y gritaba mientras iba llenando a Laura que al notar mi corrida tuvo el enésimo orgasmo de la noche.

Creo que duró unos segundos pero por el placer pudieron ser horas. Laura se desplomó en la cama y yo sobre ella. La cama estaba hecha un asco pero no podíamos levantarnos. Se nos habían ido las fuerzas por nuestros sexos. Así abrazados nos quedamos dormidos.

Al cabo de un par de horas me desperté. La noche había sido larga y eran ya las 7 de la mañana. Me quedaba todavía un largo día de feria. Me levanté y las piernas me temblaban mientras caminaba hacia la ducha. Necesité más de 15 minutos bajo el grifo para empezar a ser persona. Después de asearme volví a la habitación y Laura seguía dormida. No pude más que quedarme un rato admirando su cuerpo desnudo sobre la cama y en ese momento no tenía ni un solo pensamiento sexual. Sólo veía sensualidad, dulzura, feminidad. Ella se movió un poco, levantó la cabeza y me miró.

-Buenos días querida.

-Buenos días ¿qué hora es?

-Las 7:45.

-¡Buf, estoy muerta! ¿Te tienes que ir ya?

-Sí, tengo que ir a IFEMA. Si quieres te puedes quedar un rato más, no me importa.

-¿En serio? Eres un cielo. Paco, no sé, no sé qué decir, yo nunca he hecho esto ni me he comportado así...

-Shhh ¿Has disfrutado?

-¡Como nunca!

-Eso es lo que importa, lo que pase a partir de hoy ya vendrá.

-Sí, tengo que pensar, no sé ahora lo que quiero, pero creo que empiezo a tener claro lo que no quiero.

-Es un buen comienzo. Anda, duerme un poco, voy a vestirme.

Mientras me anudaba el nudo de la corbata me acordé de cuando me dijo “que me hacía el nudo muy apretado” y me hizo gracia. Creo que cada vez que me haga el nudo me entrará una sonrisa tonta. Abrí la maleta buscando un pañuelo a juego y me paré de golpe, busqué el traje que llevaba el día anterior y cogí el tanga de Laura que todavía olía a ella y me lo coloqué en el bolsillo haciendo que sobresaliera con gracia. Me acerqué a la cama y le pregunté:

-Laura ¿te importa si…

Lógicamente contestó… ¡Claro! Con una preciosa y pícara sonrisa.

Gracias por dedicar vuestro tiempo a leer mis fantasías. Me encantaría que me siguierais transmitiendo vuestras opiniones en la página o al correo *[email protected]

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