Tu puta por una noche
El calor, la excitación y el morbo me corroen a un ritmo frenético. Mi entrepierna mojada. No puede ser que esto me excite devoro cada gota de líquido. Está frío, no sabe bien, no tiene buena textura pero aprieto el botón deseosa de más.
“Dame una noche para tratarte como la puta que eres. 1:00 AM en la entrada.”
Me quedo a cuadros al recibir esta nota. Lo conozco desde hace tiempo, pero nunca tuve mucha relación con él, incluso cuando era más de la familia. Me siento rara al recibir algo así. Quizás de cualquier persona me pudiese afectar o lo más probable es que me fuese indiferente. Pero de él no. Es un chico muy serio, me lo podría esperar de cualquier crío de los que me rodean normalmente, pero no de él. Pese a ser 10 años mayor que yo, no tiene pinta de ser el típico al que le van las veinteañeras. No es el típico baboso como los que suelen pasar a mi lado. Vale, suelo ir muy provocativa, me gusta sus miradas lascivas pero realmente me dan pena. Normalmente soy yo quien los manejo a mi antojo, no sé cómo reaccionar a esto. La verdad es que tiene un buen polvo y otra cosa no, pero de puta tengo para dar y tomar, nunca mejor dicho. Desde la primera vez que lo vi me atrajo, sobretodo al darme cuenta de que me ignoraba como pocos lo hacen. Pero esto no es la normal general. Yo busco, yo elijo y yo me los follo. Así he funcionado siempre. Su mirada cuando me dio la nota en la fiesta me asombró. Creo que nunca lo había visto tan serio. Son todavía las 00:20 y la dichosa notita me ha puesto muy nerviosa. No voy a ir. Pero no sé porque sigo nerviosa. Tanto que no me atrevo ni a hablar con mis amigas. 00:40, sigo dándole vueltas a la nota. Me fumo cigarro tras cigarro y caen dos cervezas. La nota da vueltas una y otra vez en mi bolsillo. No dejo de ver para el reloj. Quedan 10 minutos. Quizás no tenga otra oportunidad así. Empiezo a dudar seriamente si ir. No quiero cagarla, por fin he encontrado estabilidad en mi vida y ahora esto. Un coche se para cerca de la entrada y apaga las luces. Es su coche. Me despido de mis amigas. Cuando me preguntan donde voy, mi mirada ya les dice todo. Un insulto cordial y me despido sonriente. Estoy echada a perder, pero me gusta. Camino nerviosa mirando hacia los lados intentando no ser vista por algún amigo de mi novio. El coche está aparcado en el camino hacia casa y bastante discreto, no creo que haya problema. Hace una noche estrellada y buena temperatura pese a ser de las últimas noches de verano. Llego al coche y sin saber muy bien porque hago esto me cuelo dentro. Dentro hace calorcito y un suave aroma a cítrico sale del coche.
Hola –titubeo-
Hola, gracias por venir – contesta serio-
Tú dirás –digo cada vez mas nerviosa ante su temple-
Ponte el cinto –dice arrancando el motor e iniciando la marcha-
Parece mentira que esté tan nerviosa, como si fuese la primera vez que quedo con alguien para follar. Con cualquiera ya estaría dándome el lote o mamándosela pero con él es distinto. Ha creado una barrera invisible que me deja sin ningún ápice de iniciativa. El camino se hace incómodo, no hablamos. Poco sé de el, solo sé a lo que se dedica pero no sé entablar tema de conversación. Tampoco veo que tenga ganas de charlar. Pese a todo, la situación me pone como una moto y noto como se me humedecen las bragas de una forma que ya no recordaba. De pronto, noto su mano apoyándose en mi muslo. La delgada tela de mis leggins apenas es un impedimento para sentir su calor. Mis pezones se retuercen dentro de mi sujetador a medida que se endurecen. Su mano permanece inmóvil pero a mi me parece que se desplaza y que cada vez está más cerca de mi coño. Tiene una mano preciosa, dedos largos y bien formados. Deben sentirse divinamente dentro. Me tiene como una perra y todavía no ha pasado nada.
El sonido del intermitente hace que casi me asuste. No sé a dónde me lleva y eso que es cerca de donde vivo. Vamos por un camino empedrado. Me empiezo a acojonar, quien me mandaría meterme aquí. El coche vuelve a girar, metiéndose por un camino que no tiene salida. Delante, un muro de piedra con una pequeña entrada que da como a una finca. No hay ni una luz, solo gracias a la luna se puede observar algo. A lo lejos, aún se escucha la música de la orquesta.
- Es aquí –dice apagando el coche y recogiendo un misterioso neceser negro del asiento trasero-
Abro la puerta y salgo. Huele intensamente a arboleda y no muy lejos se escucha un pequeño regato. Él avanza tras cerrar el coche y lo sigo. Al caminar me doy cuenta de lo mojada que estoy, tanto que creo que ya he mojado el leggin también. Qué vergüenza. Atravesamos un camino de maleza. Cada vez estoy mas nerviosa, donde coño me he metido. Todo sea por echar un polvo. Él viste de negro lo que hace que apenas lo pueda ver delante mía. Al poco llegamos a una zona algo más amplia, donde hay una mesa de piedra con bancos y varios árboles delgados. Hay un pequeño claro de unos dos por dos metros. Apoya el neceser en la mesa y se gira hacia mí. Me acerco y tras poner sus manos en mi cintura busca mis labios. Le como la boca. Esto ya es mas normal. Entre lo bien que besa y la humedad que tengo, me dejo llevar rápidamente. Después de meterle varias veces la lengua hasta la campanilla, bajo mi mano buscando su paquete. Al ni tan siquiera rozar su pantalón, su mano me agarra por la mandíbula y me separa, haciendo que casi pierda el equilibrio. Esto hace que me irrite pero antes de poder decirle cuatro cosas bien dichas, vuelve a besarme esta vez más deseoso. Es su lengua la que busca mi campanilla y me besa con pasión sin soltar mis mandíbulas. Pasa su mano hacia mi pelo, recogido en un improvisado moño y lo sostiene firme mientras me observa. Estoy cagada. Me abruma. Normalmente tras agarrarme el pelo viene el tirón hacia abajo para que me arrodille. Pero este tío no es como los demás. Sin aviso, baja su mano y comienza a acariciarme el coño. Lo hace con una naturalidad pasmosa y con la misma cara de seriedad de siempre. Me toca como si fuese un mero trámite. Juega con mis labios por encima de las finas ropas. Separa los labios con dos dedos, pasando otro por el medio. La humedad pasa de la braguita al leggin con velocidad. Jadeo pasiva mientras sus dedos me examinan. No sé que pasa pero estoy temblando como si fuera la primera vez que me tocan. Tengo unas ganas enormes de estirar la mano y sentir su polla pero tras lo que pasó hace un momento decido no aventurarme todavía. Presiona sus dedos en mi entrada haciendo que parte de la tela me entre dentro, para luego moverlos en círculos. Demostrándole que estoy tan mojada hace que sienta que me entrego más a el. Me siento indefensa. Con su mano separa ahora mis muslos, haciendo que abra las piernas. Se adentra todavía más en mi entrepierna y me soba con deseo. No puedo creer lo que me está pasando, si sigue así no tardaré mucho en correrme. Comienzo a jadear con más intensidad. Me gusta lo que me hace. Separo instintivamente más mis piernas, casi flexionándolas. Estoy ridícula pero estoy cerca no voy a detenerme ahora. El también lo sabe y aprieta más los dedos casi rompiéndome la braga. Gimo fuerte y cuando siento que voy a llegar, él separa los dedos y me suelta. Pierdo el equilibrio y me caigo de culo en la fría hierba de la noche. Está húmeda y pronto noto el leggin mojado. Qué bajón. Él se aleja y se pierde en la oscuridad. Abre su neceser y vuelve con cosas en la mano que no soy capaz de distinguir. Yo sigo inmóvil, tirada en el suelo, y no sé muy bien qué hacer, estoy desubicada. Sin mediar palabra, se acerca a mi y agarrándome del pelo firme, empuja mi cabeza hacia su entrepierna, restregándome. Noto su dureza hundiéndose en mis mejillas, en ambas, una y otra vez. Luego en mis morros. Maneja mi cabeza su antojo. Inconscientemente abro la boca y busco su tronco por encima del pantalón. Cuando comienzo a hacer presión con los dientes, de un tirón de pelo me tira hacia atrás, haciendo que me caiga otra vez.
- Abre la boca, vamos – dice con su firme grave voz mientras se desabrocha el cinto-
“Esto ya es algo más normal” – pienso para mí mientras me incorporo un poco quedándome de rodillas. Sin embargo, no se desabrocha el pantalón, si no que se me acerca y noto como me introduce algo de forma redonda en la boca, como si fuese una pelota. No sé lo que es, sólo se que es plástica. Me asusto, no sé que me está haciendo. Además, lleva una correa que el rápidamente me ajusta en la nuca. Me queda tirante y me cuesta respirar pese a que noto que pasa aire a través de la pelota. Comienzo a jadear muerta de miedo, de pronto viene a mi mente imágenes de chicas con una especie de mordaza en forma de bola y me doy cuenta de que es lo mismo que yo llevo. Nunca estuve tan nerviosa en mi vida. No puedo hablar, malamente respirar y estoy con un semidesconocido en medio de la oscuridad. Noto entonces una luz cegadora en mis ojos, como de un flash o algo similar. Veo para él y me rodea iluminándome con su móvil, con mirada seria y atenta. Se coloca detrás de mí pero no me atrevo a seguirlo con la mirada. Siento como me pone algo al cuello. Noto algo de frio por lo que sospecho que será una especie de collar con algo metálico. Después, sin venir a cuento, noto como comienza a acariciarme el pelo, muy despacio y con una dulzura que no me casa con lo que está pasando. Sus dedos recorren mi pelo con calma, jugueteando con él pero sin enredarlo. Sus manos se sienten geniales y hace un mansaje muy relajante. Entonces escucho el ruido de su cinto deslizándose por su pantalón y que me hace algo en el collar. De pronto, noto un tirón que hace que casi pierda el equilibrio otra vez. Llevo instintivamente mis manos a mi cuello y compruebo que tiene la hebilla de su cinto en mi collar. No me jod… no me lo puedo creer. Me tiene atada como si fuese un animal. No me da tiempo a pensarlo mucho pues siento un tirón fuerte hacia delante que hace que me caiga de bruces. Tengo que poner mis manos para no darme con la cara en e suelo y me quedo sin quererlo a cuatro patas. Esto es vergonzoso. No entiendo nada, no sé porque hace esto, si quiere usarme que me use y listo pero esto no lo entiendo. Intento incorporarme y otro tirón hace que casi me caiga otra vez. La hierba está muy fría y el camino contiene trozos de ramas y demás cáscaras que caen de los árboles. Me duele el cuello con los tirones, cada vez más insistentes.
- Camina, o te harás daño –me dice con voz muy pausada ahora-
Es la primera vez que cambia el tono, antes era arisco, muy seco y firme. Esta vez ha sido mucho más considerado. Comienza a andar pausado a mi lado y cuando noto que tira de su cinto, sin saber muy bien porqué, avanzo moviendo mis manos y rodillas. Tengo el pantalón muy mojado y mis manos congeladas. No me puedo creer lo que estoy haciendo. Pensé que sería un simple polvo en la parte de atrás del coche y ahora me veo siendo paseada como una perra. Avanzo despacio, el terreno está resbaladizo. Me estoy poniendo perdida y me da asco encontrarme algún bicho o algo. Sigo la estela de luz de su móvil que me va guiando. Caminamos durante unos 15 minutos, haciendo círculos en la zona en la que nos encontramos, sin alejarnos mucho. Me duelen las rodillas y la planta de los pies, nunca pensé que fuese tan cansado andar así. Me lleva hasta que tengo delante el banco de piedra de la mesa. En ese momento, suelta la correa y saca de su maletín una toalla o manta y la extiende sobre la mesa doblada a la mitad. Tira más de mi correa y subo al banco primero. Sigue tirando, ahora desde el otro lado de la mesa y me incorporo. Subo a la mesa y me quedo a 4 sobre ella. Es un alivio sentir la toalla sobre la lisa superficie de la mesa. Desabrocha el cinto de mi cuello y lo deja a un lado. Respiro aliviada. Se coloca detrás de mi y apoya sus manos en mis nalgas, que están elevadas y ofrecidas. Comienza a tocarme el culo y suspiro. Sigo con el calentón de antes y sentir sus manos me encienden rapidísimo. Me toca suave, incluso demasiado suave para mi gusto, sin hacer apenas presión, como si sólo estuviese comprobando la forma que tiene. Mi físico no destaca por mi culo, al menos por su forma, ya que es bastante recto y no muy prominente. Creo que es la primera vez que le prestan tanta atención. Siento sus dedos deslizarse por todo su contorno y separando suavemente ambas nalgas. Sus manos están calientes en contra del frio de mis leggins, que están húmedos. Pero no tan húmedos como yo. Noto mi líquido salir de mi interior. Su móvil ilumina toda la escena. De pronto, sus manos deslizan mi leggin poco a poco, dejando a la vista mi desnudez solo tapada ahora por mi fino tanga. Arqueo un poco la espalda, elevando más mi cadera. Por esto no me va a decir nada. Una de sus manos me acaricia el interior del muslo y hace fuerza hacia un lado, separándome ambas piernas. No me creo lo mojada que estoy, ofreciéndome así de esa manera. Siento ahora su aliento en una nalga y acto seguido noto como me la besa suavemente. Con su mano acaricia la otra y se queda un buen rato ahí. Su aliento, el roce de sus labios y de las yemas de sus dedos me van desarmando más y más. Uno de sus dedos se cuela bajo el hilo del tanga y comienza a mover la tela, haciendo que se restriegue por mi coño. Siento la tela despegándose de mi humedad. Es tan pequeña mi tanga que estoy seguro de que ya me lo ha visto todo. Separa la braga, manteniéndola a un lado con una de sus manos. Siento su aliento más y más cerca y de pronto el calor de su lengua hace que un escalofrío recorra mi cuerpo. Siento como se humedece mi nalga al paso de su lengua. Yo misma me arqueo más y separo las piernas, quiero serle totalmente accesible a su boca. Su lengua llega a mi ano y para mi sorpresa se queda a jugar con él. Qué atrevido. Pero que no pare. Estoy chorreando, no puedo más. El ya siente mi humedad, mi olor, creo que de un momento a otro me lo comerá. Mi ano se humedece con su saliva, estoy inquieta y comienzo a temblar de los nervios. Su lengua se desliza un poco y se queda en la zona entre el ano y mi agujero. Me está matando. Cuando noto que baja un poco más entrecierro los ojos para disfrutar de lo que sigue. Sin embargo, se separa. Maldición. Pronto noto su aliento por todo el coño. Está muy cerca. Sus labios rozan los míos. Qué maravilla. Su lengua sale de golpe lamiéndome de abajo arriba, entre los labios, llevándose gran parte de mi humedad. Dios. Sus movimientos son lentos, pero abarcando todo lo que puede aplastando su lengua. Repite sus movimientos con insistencia y sin pausa. Empuja su lengua colocándola en forma de pala, lo que hace que sienta mucha superficie. Con el calentón que tengo no voy a tardar nada en irme, sobretodo si sigue a ese ritmo. Me abro, elevo las caderas, me ofrezco totalmente a ese semi-desconocido. Jadeo en la tranquilidad de la noche. Sólo su respiración agitada me acompaña. Sus manos me masajean mientras no se detiene ni un segundo en sus movimientos. Siento que me viene, jadeo cada vez mas fuerte, espero que ahora no me deje con las ganas. Ya llega…me viene…solo unos segundos más… y de pronto siento un golpe fuerte en una nalga…Auuuu!... luego otro y luego otro, haciendo que me caiga de bruces sobre la mesa. El no se detiene al ver que me he caído y me sigue golpeando. Yo me retuerzo sobre la mesa con dolor y sin asimilar lo que está pasando. Mi excitación baja por completo y un odio inmenso sale de mi interior, me incorporo buscando sacármelo de encima. Retiro la bola de mi boca rompiendo la correa que lo ata.
- Hijo de puta! ¿pero que coño haces? Estás loco! -digo comenzando a sollozar- voy a llamar a la policía suéltame de una vez
El no dice nada, agarra mis manos por las muñecas y no me deja hacerle nada, tiene mas fuerza que yo, es inútil. Ahora tengo pavor, no sé de que coño va. Miro para mi bolso pero con las prisas lo he dejado en su coche. Eso me hace sentir más inquieta.
- Tranquila –dice con mucha serenidad-
Mientras me habla, suelta mis muñecas y pone sus manos en ambas mejillas y con los pulgares limpia mis lágrimas. Estos cambios de actitud me tienen descolocada. Me besa muy dulce, apenas rozando mis labios. Siento mis nalgas al rojo vivo. Es cierto que mi novio me ha dado cachetes más de una vez, y a veces incluso se ha pasado un poco, pero esto me parece exagerado, nunca me habían dado tan fuerte.
Deja de besarme y busca su cinto nuevamente y con parsimonia me lo ata otra vez a mi collar. También con tranquilidad, Esto es surrealista, pienso mientras me dejo hacer. Comienza a tirar de su cinto y me coloco otra vez a cuatro sobre la mesa. Deja el cinto un instante y me quita el leggin completamente, quedándome vestida únicamente con la braguita y el top. De su bolso saca una pequeña toalla que utiliza para secarme las nalgas y los muslos. Dios, duele mucho. La suavidad de la toalla me alivia. Guarda la toalla y coge de nuevo el cinto, dando unos pequeños tirones me indica para bajar de la mesa. Bajo como puedo y al llegar al suelo me pongo a cuatro otra vez. Siento un pequeño tirón y comienzo a andar despacio, siguiéndolo. Ahora el camino se hace más complicado, ya que utilizo mi rodilla desnuda para apoyarme en el suelo. Los palos y pequeñas piedras son un suplicio, unido a que cada vez hace más frío. Comienzo a comprender que quizás esto se trate de un juego, de una fantasía, o de algo raro. Después de unos minutos hasta se me hace normal caminar así, y hasta comienzo a mejorar la técnica usando más la punta de los pies para impulsarme. Seguimos el recorrido de antes, más o menos, sin alejarnos mucho de la mesa, que es la referencia que tengo en medio de la oscuridad. De pronto, nos paramos en una zona algo amplia. Deja su móvil en el suelo, iluminando la zona. Hay hierba en el suelo, fría como el hielo pero al menos es más cómoda que las piedras o ramas. Desabrocha ahora su cinto de mi collar y se dirige a mí:
Arrodíllate, puta – dice con voz firme y profunda-
Puta tu ma.. –no termino a decir-
Como?? –me interrumpe gritando-
Coge el cinto y con un rápido movimiento da un latigazo que pasa a mi lado golpeando el suelo muy fuerte. Siento el viento generado por el cinto y me asusto.
Nada –digo resignada-
Así me gusta… puta –contesta en tono burlón ahora-
Definitivamente está mal de la cabeza, no es normal estos cambios de humor. No le doy mayor importancia, no es la primera vez que me llaman eso y prefiero seguirle el juego. Me arrodillo y le observo, sumisa. Me siento sobre mis pies, notando todavía el escozor en el culo. Tira el cinto a un lado y se desabrocha la cremallera. Creo que ya sé que viene ahora. Mete la mano en su bragueta y se la saca. Me desilusiono un poco al vérsela, me la esperaba más grande y gruesa. Es más bien delgada y de unos 18 ó 19cm centímetros como mucho. De larga debe ser como la de mi chico, pero no tan gruesa. En una situación normal, y con un chico normal, me lanzaría a mamársela pero en este caso y tal como está yendo la noche, prefiero esperar a que me diga algo. Comienza a masturbarse despacio. Su glande brilla, tiene pinta de ser muy suave. Da un paso al frente, acercándomela mucho. Siento su olor e incluso como emana calor. Nunca se me ha pajeado tan cerca, salvo cuando van a correrse, pero no parece que este vaya a ser el caso. Se le ve muy tranquilo y solo quiere que le observe. Al menos de momento. De pronto, se separa de mí en dirección a la mesa. Me deja sola y de rodillas en la oscuridad, pues se lleva su móvil. Vuelve en unos pocos segundos con algo en la mano que produce un sonido metálico, como de llaves. Se acerca a mí por detrás, agarrándome las manos y acercando mis muñecas en mi espalda. Noto entonces la textura metálica y fría de unas esposas. A estas alturas de la velada ya nada me sorprende y me dejo hacer. Creo que si algo malo quería hacerme, ya pudo haberlo hecho. Llevamos ya cerca de hora y media en ese lugar. Una vez cerradas las esposas, vuelve a colocarse delante de mí y continúa masturbándose. Comienzo a disfrutar del juego a medida de que mi entrepierna se enciende otra vez. Cada vez que me vuelvo a excitar me viene con más fuerza, con más humedad y más deseo. Me encantan sus manos y la forma que tiene de masturbarse, se la agarra con varios dedos y su glande brilla cada vez más. El olor comienza a ser cada vez más intenso, las primeras gotas pre-seminales van aflorando. Mis pezones se endurecen bajo mi húmedo y descolocado top y mi ritmo cardíaco aumenta a pasos agigantados. Dámela ya, pienso. Quiero controlarte yo ahora. Cada vez se masturba más cerca de mis labios. Deseo probarla. Creo que nunca desee tanto comer una polla. Sería fácil, solo acercar un poco la cabeza y ya sería mía. Pero sé que me abofetearía si lo hago. Debo ser más paciente. Baja su mano libre y apoya su pulgar en mis labios, ya entreabiertos y los acaricia haciendo algo de presión, intentando separarlos más. No tiene que esforzarse mucho, separo mis labios y dejo que su dedo entre. Comienzo a mamar su dedo como si fuese una polla, moviendo mi cabeza adelante y atrás en movimientos cortos. Acompaño con la lengua, mostrándole mis habilidades en la tarea. Solo unos escasos segundos después, saca el dedo y me introduce el índice y el central. Éstos me ocupan más la boca y hacen que tenga que esforzar menos mi imaginación. Me pongo como loca haciendo eso y más todavía mientras lo observo como se masturba justo delante. De pronto retira sus dedos y deja de masturbarse.
Buena chica –me dice con una leve sonrisa en la comisura-
Gracias – contesto-
Ven, sígueme –me dice mientras tira de su correa-
Inmediatamente me pongo a cuatro y lo acompaño. Me lleva a la zona de la mesa de piedra. El sigue con ella de fuera y bien erecta. Ahora si tengo más razones para seguirlo. Esta vez me lleva a la zona de un extremo de la mesa. Con un pie, me empuja haciendo que me meta debajo. Aunque el suelo está más liso debajo, es todo de tierra. Es una mesa en forma de T , toda de piedra y queda poco espacio para meterse debajo. A duras penas, entro entre el banco y el soporte de la mesa. En ese instante el deja de tirar de mi correa y busca algo más en su famoso neceser. Espero nerviosa a ver cual es su siguiente juego. El lugar es algo agobiante y busco algo de luz que se cuela entre el banco para situarme y que no haya nada raro en el suelo.
Siento ruido encima de la mesa, no sé exactamente donde está ahora. Lo escucho rebuscar, ¿estará cogiendo algún juguete más?. Pronto me doy cuenta de lo que está tramando esta vez. Veo como coloca justo delante de mi, sobre el banco, un dildo color rosa transparente con una pequeña base, que se mantiene de pie. Tiene glande y venas, simulando una de verdad. Su tamaño es más o menos como la de él salvo que es algo mas gruesa. Se parece bastante a la de mi chico en cuanto al tamaño. Después, coloca otro dildo a unos 40 centímetros del anterior, yendo más a la zona central del banco. Este otro no lo distingo tan bien porque su móvil sólo ilumina la parte más cercana a donde estoy yo. Por la sombra parece algo más pequeño, diría unos 15cm o algo así y de menor grosor. En la zona más alejada del banco de mi lado coloca un tercer dildo que ya no puedo distinguir su forma. Cada vez flipo más con sus juegos, pero me intriga el saber que para el supongo que serán muy excitantes. Después de dar una vuelta a la mesa vuelve a mi posición. Todavía la tiene de fuera y sigue bien erecta. Sigo esposada, tira de mi correa para hacer que saque la cabeza por el hueco de la mesa y del banco, acercándome al dildo. Cuando estoy muy cerca, pone una de sus manos en mi pelo, agarrándolo y con la otra man sujeta la polla de plástico, sin moverla del sitio. Me obliga a chuparla y no opongo resistencia. Abro la boca y engullo la fría y suave textura de la goma. No es de mi devoción el chupar cosas de plástico, prefiero las de verdad, pero lo haré por él. El dildo me llena rápido la boca, con un movimiento de mandíbula habilito mi garganta para que baje por ella. La engullo entera. En esa posición me deja detenida. Subo la mirada y le observo. Le gusta lo que está mirando. Deja de hacerme presión por el pelo y me eleva, saliéndose todo el dildo.
- Sigue tu ahora –dice mientras me suelta el pelo y sujeta únicamente el juguete-
Comienzo a succionar como si fuese una de verdad. No tengo que cuidar la fuerza con lo que lo hago me da algo más de libertad para demostrarle mis habilidades. Mi boca y garganta trabajan a buen ritmo e incluso juego con mi lengua en la zona del glande cuando está fuera. Yo sola me voy poniendo cachonda chupando un trozo de plástico. No dejo de observarle mientras lo hago, demostrándole cómo lo haría con la suya si no fuese tan estúpido. Ya no sé cuanta humedad he perdido hoy, estoy muy encendida.
- Bien, pasa a la siguiente –dice cogiendo el móvil e iluminando el segundo dildo-
De rodillas, me muevo como puedo para llegar a la posición del segundo. Es bastante agobiante estar así bajo una mesa. Cuando lo tengo delante no espero a sus indicaciones, si no que comienzo a lamerlo al momento y poco después a succionarlo con energía. El lo tiene agarrado, está totalmente vertical y me observa con detenimiento. Esta vez se masturba mientras me observa, con movimientos largos y lentos. Verlo a ese ritmo me decelera, haciéndolo yo más despacio también. Este dildo es bastante más pequeño aunque algo más rígido. Me gustaba más la textura del otro. Me duelen las rodillas muchísimo y las tengo medio sedadas del frío. Puedo observar ahora el tercero de los dildos, que es más grande que los dos anteriores. Sospecho que unos 21-22cm y grosor similar. En ese momento se acerca, pasando sus manos entre el banco hacia mi espalda. Su polla casi me roza la mejilla, me dan tentaciones de echarle la boca pero me contengo.
Succiono durante unos minutos el segundo dildo y un tirón de mi correa me manda a la siguiente. Me arrastro como puedo y esta vez más lascivamente paso mi lengua por la punta del tercer dildo. Esto le gusta y hace que se masturbe más rápido. Comienzo entonces a mamar del plástico de la forma más cerda que se me ocurre, pasando la lengua de abajo arriba y exagerando los gemidos. Re-chupeteo el glande cada vez que lo saco de mi boca. Para si sorpresa, no pasa ni un minuto hasta que tira de mi correa. ¿no le gusta como lo hago? - Pienso para mí.
Me lleva arrastrándome por la correa hacia el otro extremo de la mesa, donde para mi sorpresa hay otros tres dildos, estos algo más voluminosos. Pienso que quizás le excite la idea de verme bajo una mesa haciéndole favores a unos comensales virtuales, de ahí el juego que ha elegido. Sea lo que sea, me produce morbo imaginarme la escena.
Noto sus manos en mi muñeca y me quita las esposas. Tengo delante el primer dildo del otro lado de la mesa. Este lado tiene la maleza mas alta, las hierbas me empapan los muslos. Este dildo es distinto a los demás, bastante elevado y en la parte inferior tiene una especie de.. depósito?. Sin que me de ninguna indicación, estiro la mano y lo agarro. Su tacto es suave y algo frío. Al bajar la mano y llegar a la zona donde supuestamente van los genitales, descubro un pequeño botón. Acerco mi boca y comienzo a chupar la zona del glande. Al momento noto un pequeño orificio en la punta, lo que hace que confirme mis sospechas de que este dildo tiene la posibilidad de “eyacular” “algo”. No sabía que existían este tipo de juguetes.
Tú decides cuando darle al botón, ok? –me pregunta colocándose de cuclillas delante mía, al otro lado del banco. Le miro a los ojos mientras succiono el artilugio.
¿Qué es lo que lleva? –pregunto con voz tranquila-
Pronto lo sabrás –me dice dejándome algo nerviosa-
Me siento muy ridícula haciendo esto. Chupando una polla de plástico, con un depósito de a saber lo qué y con un botoncito que tengo que pulsar cuando crea conveniente. Eso sí, para mas inri, sigo empapada. Le miro a los ojos mientras succiono el artilugio. No sé cuando darle, supongo que querrá que se parezca a una corrida normal, por lo que acelero mis movimientos para simular que “está” a punto. Con una mano, simulo que masturbo el dildo y la otra la tengo firme con un dedo sobre el botón, listo para activar en cualquier momento. Abro la boca y apoyo la punta del glande sobre mi lengua. Activo el botón y entrecierro los ojos por acto reflejo por lo que vaya a venir. No noto que salga nada, hago fuerza en el botón hasta en un líquido pastoso blanco sale por la punta deslizándose despacio sobre mi lengua. Lo que mas me llama de primeras es la temperatura, ya que estoy acostumbrada al calor del semen y eso está más bien frío. El sabor es como azucarado, como si fuese agua con azúcar nada más. No doy ascos a tragar semen pero está claro que de sabor está mejor esto. Aprieto el botón varias veces hasta que comienza a salir en más cantidad, aunque nunca a chorros como una eyaculación normal. Lo voy bebiendo a medida que sale, jugueteando con el mientras le veo a la cara. El cabrón está disfrutando de lo lindo viéndome así. En vez de pedírmelo de verdad, me manda hacer jueguecitos. La verdad es un tío muy raro. El depósito comienza a hacer un ruido muy raro y sospecho que ya no tiene carga. Siento rápidamente su correa y paso al quinto dildo.
Empiezo a estar muy cansada, estoy agotada no siento las rodillas y la mandíbula ya la siento dolorida. El quinto dildo es igual al anterior, lo cojo sin perder tiempo y comienzo a succionarlo también. No sé que quiere que haga con este, supongo que si me puso tres es que no quiere ver lo mismo en los tres. Se me ocurre una idea, y esta vez lo que hago es apoyar la punta sobre una de mis mejillas y dejar que el líquido me pringue la cara. Luego la otra mejilla, y el resto por los labios, bebiendo un poco.
No sé que hora será, con tanto juego sospecho que llevamos una tres horas en el lugar. Ya tengo el sexto dildo delante. No sé que hacer esta vez. Pienso en lo que le gusta a mi chico, que siempre me pide que guarde todo el semen en la boca y se lo enseñe antes de tragarlo. Estos aparatos tienen más capacidad que una corrida normal pero lo intentaré igualmente. Al poco de succionar ya activo el botón. Ahora ya sé como va y aprieto hasta el fondo y sale rápidamente. Me llena la boca en seguida. Sin embargo hay algo raro. Eso no es el mejunje de antes…esto es…semen de verdad.. fría, pero corrida de verdad… pero que coño! Dejo de presionar el botón y saco el dildo de la boca. Me comienzo a poner nerviosa…un tirón de pelo termina por asustarme todavía mas…el coge el dildo con su mano y lo aprieta contra mis labios, haciéndome daño y obligándome a abrir la boca otra vez. Estoy muerta de miedo, es muy desagradable. Presiona el botón con fuerza y más líquido entra en mi boca, atragantándome.
- traga! vamos! –me dice con tono intimidante-
Lo hago sin titubear para que me deje en paz de una vez. Es asqueroso, nunca lo he pasado tan mal haciendo esto. Me suelta, noto como su respiración se calma. Me quedo jadeando, ¿por qué me trata así?. Lo miro, sus malos gestos desaparecen otra vez. Su mirada es calmada nuevamente. Tengo ganas de levantar la mano y cruzarle la cara, pero algo me impide hacerlo. Tengo frio, estoy cansada.
- Termínalo tu sola, vamos – me dice con una voz dulce y pausada-
Levanto la mirada y veo para el dildo, que todavía tiene un cuarto de contenido más o menos. Veo para su mirada penetrante, atemorizadora pero a la vez tierna. Estiro la mano y agarro el dildo, lo meto entre mis labios con decisión y pulso el botón hasta el fondo. Un temblor recorre todo mi cuerpo. No, no… porqué me pasa esto? Siento calor, excitación y morbo que me corroen a un ritmo frenético. Mi entrepierna mojada. No puede ser que esto me excite…devoro cada gota de líquido. Está frío, no sabe bien, no tiene buena textura pero aprieto el botón deseosa de más. Se acaba. Me quedo jadeando y tiro el dildo al suelo de rabia. Esto no me puede estar pasando.
No me da mucho tiempo a pensar en lo que ha pasado, pues me levanta de un tirón fuerte de su correa, me sostiene entre sus brazos y me levanta colocándome a cuatro patas sobre el borde del banco. De un tirón rompe mi braguita. Sube mi top con rapidez, dejándolo a un lado. Quedándome desnuda totalmente sobre la fría piedra. Me empuja la espalda hasta que mi pecho cae sobre el banco. Está helado y noto la dureza de mis pezones contra la piedra. Subo el culo y lo ofrezco.. joder! Házme lo que quieras .. pienso para mí. Sus manos comienzan a golpearme las nalgas… sí… soy tan tuya...fóllame.. pienso.. jadeando desesperada. Siento entonces la punta de uno de sus dildos jugando con mi coño. No.. eso no, méteme una de verdad.. me maldigo. Empuja y me llena el coño con el. Empiezo a gemir como loca. No lo mueve si no que lo deja dentro de todo. Lo siguiente que noto es calor en mi ano. Es su lengua. No, no es su lengua, es su polla. Es mi agujero estrella, el mayor deseo de mi chico. Ahora es para ti. Estoy acostumbrada a sexo anal y no le cuesta nada comenzar a meterla, pese a no usar lubricación. Siento como me llena atrás y como se mueve el dildo de delante. No me puedo creer lo que siento. Alguna vez he intentando la doble con unos amigos pero nunca lo habíamos conseguido en condiciones. Ahora es perfecto. Me la clava hasta el fondo y con su muslo presiona el otro dildo. Jadeo, es una sensación increíble. Estoy temblando de miedo, morbo y excitación. Me agarra el pelo fuerte, haciéndome una coleta y tira fuerte al tiempo que comienza a bombear detrás de mi. Estoy totalmente entregada a el. Nunca me sentí más de nadie. Le escucho gemir. Por fin. Lo hace rapidísimo, me va a romper el culo como siga así. No sé a que atender…el repie “mía” con cada embestida. Estoy a punto de correrme al fin. Sin embargo se me adelanta, noto sus contracciones atrás y como su calor me llena. Me levanta la cabeza por el pelo y me obliga a besarle mientras se corre dentro de mi. Ver su cara de placer me supone una satisfacción increíble, no sé porqué. Se queda detenido ahora, jadeándome al oído.
mía –susurra-
tuya –le contesto-
Sale de mi, sacándome también el dildo. Me deja a punto otra vez. Tengo una excitación fuera de lo común pero de alguna forma me siento aliviada.
Con una toalla muy suave recorre mi cuerpo, secándome con mucho cuidado. Se encarga de mi pelo, de acicalarme la cara y de aliviar mis nalgas con toallitas húmedas. Es todo tan raro. Me mima con sumo cuidado pese a haberme usado a su antojo hace unos minutos. Nos vamos al coche y después de secar mi ropa unos minutos con el aire caliente, me ayuda a vestirme. Tengo una cara de felicidad que no me cabe. Aunque todavía no sé porqué. El se le ve feliz, ya no más caras largas o malos gestos. Ahora se comporta como un caballero. Ha sido una noche increíble. Tras echarle una última mirada al banco y al lugar de nuestro encuentro, nos ponemos en marcha. De camino no hablamos nada. En ese momento me doy cuenta de lo dolorida que estoy. Pero siento una sensación de bienestar interior que no soy capaz de describir.
El semen del dildo no era mío –me dice sonriendo-
¿cómo?... –me quedo perpleja- … y de quien coño era?
Bueno, parte si era mío – dice-
¿cómo que parte? ¿y la otra parte? –digo asustada-
De un buen amigo. Tranquila, está limpio.
…. –no soy capaz de contestar nada a eso-
Este tío es de lo que no hay. Pasados unos minutos, el coche se detiene, a una distancia prudencial de mi casa. Giro la mirada y lo encuentro sonriente. No sé que decirle. ¿Gracias por usarme como una puta?
Cuídate mucho, vale? –me dice-
Tu también –respondo-
Después de medio minuto observándonos, abro la puerta despacio y él mira al frente.
Bajo del coche, y me quedo sola en la oscuridad. No se escucha ni un alma. Me duele todo, sigo nerviosa, con los ojos llorosos sin asimilar todo lo que ha pasado esta noche. Escucho el ruido de su coche desaparecer a lo lejos y una sensación que nunca antes había sentido me inunda. Por un lado me siento segura pero por otro lado siento tristeza, melancolía. No entiendo por qué, me ha tratado como un simple objeto, me ha manejado a su antojo. Pero también es cierto que me he sentido muy mimada, amada y deseada.
Estoy demasiado alterada para subir a casa, mi entrepierna tiene vida propia y la noto latir. Miro hacia los lados y sin saber muy bien porqué, comienzo a correr por la carretera. El duro asfalto duele bajo mis pies, pero continúo corriendo. Llego al pequeño camino que lleva a la zona del embalse, ese en el que tanto había jugado de niña. Ahora está bastante abandonado ya que no es tan transitado. Está oscuro, muy oscuro. Saco mi móvil y sin prestarle atención a la multitud de whatsapps y llamadas de mi chico, busco la linterna. La enciendo y me adentro en el camino, despacio. Es estrecho, de un metro y medio de ancho como mucho, y con pared de piedras irregular a ambos lados. Hay cierto eco y mi respiración agitada de la carrera resuena fuerte. Acelero el ritmo, llegando a una zona donde el muro termina y comienza la maleza. Hay mucha humedad y debido a las altas horas de la mañana casi todo está mojado. Pero no me importa. Siento un nerviosismo interno que no puedo sostener y mi ritmo cardíaco totalmente alterado. Me arrodillo sobre la fría y mojada hierba, sin importarme lo más mínimo. Dejo el móvil en el suelo y deslizo mi leggin dejándolo a mitad del muslo. Me doy cuenta de que se le olvidó ponerme las bragas. Separo las piernas lo que puedo y cuelo mi mano entre ellas. Estoy muy empapada y comienzo a masturbarme sin perder tiempo, desesperada. El olor de su perfume todavía está impregnado en mí, así como el sabor del semen de su amigo y de el en mi boca. Gimo en la oscuridad. Dios mío no entiendo como he experimentado tantas sensaciones en una sola noche. Que digo! En unas solas horas. No tardo nada en ponerme a tono, muy cerca ya del orgasmo. Con la otra mano me quito como puedo el top, dejando a la vista mis doloridos pechos. A él le gustaría verme así. Después, deslizo una mano por detrás de mi cuerpo y me acaricio la nalga, que está al rojo vivo. Todavía puedo sentir los golpes de sus manos. Deslizo mas la mano y sin perder tiempo introduzco uno de mis dedos en el ano. Es la primera vez que hago algo así, estimulándome ambos agujeros. En mi culo descubro restos de la textura suave de su corrida. No, no lo voy a hacer. No, es una locura. ¿Por qué no? Nadie me ve ahora. Quiero hacerlo. En un ataque de ansiedad, subo el dedo de mi ano y acaricio mis labios con el, impregnándolos de su semen. Lo repito varias veces, avergonzándome de lo que estoy haciendo. Ahora el no me puede parar, yo tengo el control. Se me acerca un orgasmo de magnitudes insospechadas, acelero el ritmo, cierro los ojos con fuerza, mi cuerpo se pone en tensión, me cuesta mantener el equilibrio, gimo en la noche, pierdo la noción del tiempo, del lugar, de todo…grito su nombre… me corro. Tras recuperar la respiración y la consciencia, sólo me apetece llorar. De pena, de rabia, no sé porqué. Me dejo caer al suelo, y así me quedo indefensa y desnuda, llorando mientras añoro sentir otra vez el tirón de su cinto.