Tu puta exhibicionista

La historia de como descubri que me encanta que me traten como a una zorra en plena calle, me da igual a plena luz del dia o de noche.

Me llamo María, tengo 20 años y soy estudiante. A pesar de ser bastante morbosa y sexual no traigo apenas chicos a mi piso de estudiantes, no suelo fiarme de nadie que acabo de conocer. Un día conocí a un chico por internet y no sé que me transmitió, pero después de hablar con él poco más de dos semanas me decidí a quedar.

Él tiene 34 años, vive en otra ciudad y es bastante guarro. Visto así aún comprendo menos por qué me lancé.

La primera vez que quedamos lo pasamos bien, para ninguno de los dos fue nuestro mejor polvo pero nos quedamos con ganas de seguir repitiendo. Nos vemos solo algunos fines de semana por eso de la distancia. Cada vez hemos ido cogiendo más confianza, nos hemos conocido mejor y ya sabemos bien como ponernos el uno al otro con apenas unas frases o caricias.

Hasta entonces yo había tenido muchas situaciones morbosas, había practicado mucho sexo y tenia infinitas historias para contar que calentarían a cualquier salido. De hecho a él se las conté y le encantaron, vio que aunque era más joven que él no había perdido el tiempo.

Por cierto, se llama Nacho y también ha publicado relatos nuestros aquí con el Nick “zizou5”.

Nacho se presentó como exhibicionista, guarro y con fantasías de cornudo. Solo coincidíamos en guarros. Después las fantasías de cornudo me empezaron a encantar también, siempre había fantaseado con más chicos aunque tuviese novio, pero no lo había reconocido, ni mucho menos me había masturbado con mi pareja pensando los dos en que yo estuviese con otro. Pensaba que ya lo había probado todo, que ya había llegado a mis límites.

Ahora pienso que mi límite todavía me queda muy lejos, después de probar el exhibicionismo con él siento que necesito más y más, que hay mucho por probar.

Siempre que fantaseábamos él me decía cosas del tipo: “te voy a bajar los pantalones en mitad de la calle” y mi respuesta siempre era: “no te flipes anda…”.

Pues bien, una de las veces que quedamos vino a buscarme como siempre a casa. Era por la tarde, llevaba todo el día lloviendo pero parecía que ya había parado y se quedó buen tiempo para ir a pasear. Y eso hicimos, fuimos a un parque a dar una vuelta. El parque era muy abierto, es decir, no era el típico parque que tiene muchos árboles y bancos entre ellos. En este no se podía cumplir ninguna de sus fantasías exhibicionistas, eso me tranquilizo. Paseábamos entre la gente, él metía su mano por mi pantalón y agarraba con deseo mi culo. Yo no llevaba bragas, no le gusta que use y a mí me encanta ir sin ellas por él. Había poca gente y eso nos permitía pararnos de vez en cuando a besarnos y tocarnos sin llamar la atención.

Sin darme cuenta estaba empapada, me estaba dando morbo que los hombres que pasaban corriendo por allí pudiesen ver que me estaba metiendo mano. Él hacía que me pusiera más caliente, no paraba de decirme lo guarra que era empapada en mitad de ese parque, que sabía que me moría de ganas de polla, que se la sacara sin miedo. Los insultos nos ponen mucho a ambos, tanto ser insultados como insultar al otro.

Yo no me lo creía, estaba planteándome hacerlo allí mismo. Deseaba más que nunca que me follara contra un árbol, me había hecho varios dedos pensando en eso pero nunca pensé que me atrevería a hacerlo de verdad.

Al lado del parque pasaba un rio y yo sabía que había un camino al lado de este, no fui nunca antes pero me habían contado que era un buen sitio para ir con tu pareja. Dos chicos con los que había estado antes me habían propuesto ir. Allá que fuimos, era un camino de piedra, nada cuidado y parecía desierto. A un lado estaba el rio y al otro unas vallas tapadas con setos de unos campos de futbol municipales. A no ser que alguien caminase por allí como nosotros, nadie podría vernos. Había chicos jugando en las pistas pero dimos por hecho que no iban a estar pendientes de mirar por los huecos que dejasen algunos arbustos poco poblados.

Nos encontramos con un banco lleno de pintadas al poco de empezar el camino, nos paramos allí para besarnos y comprobar nuestra excitación. Nos apoyamos de pie en el respaldo, él apoyado y yo de pie abierta de piernas enfrente. Nacho ya la tenía super dura y yo iba empapada. La excitación fue a más, no dejábamos de besarnos con muchísimas ganas, yo le agarraba la polla con su pantalón desabrochado, sus dedos estaban en mi clítoris.

Pasaban algunas personas corriendo o paseando al perro, pero los veíamos con suficiente tiempo como para taparnos y disimular como si fuésemos una pareja de quinceañeros que no hacen nada más que besarse o tontear.

A mí me encanta chupar, sentirme bien puta con una polla en mi boca, llena de babas y oler a sexo después de atragantarme por metérmela entera. Y me daba igual estar allí, en la calle, con el riesgo de que alguien me conociese, quería comérsela pero no me atrevía. Necesite que me mandara hacerlo agarrándome la cabeza.

-Chúpamela puta, vamos joder.

Me empujó la cabeza para abajo, y allí estaba yo agachada con su polla en mi boca. Me sacó una teta para darme algún cachete en ella, no le resulto difícil porque llevaba una camiseta con un buen escote. Me levantó varias veces porque venía gente, entonces nos abrazábamos y seguíamos con el disimulo.

Estaba siendo mi experiencia más exhibicionista y me estaba encantando, mi coñito mojado me delataba. Sus dedos entraban en mí solos, me metió 3 dedos y me dijo que no pararía hasta que me corriese. Me agarré a su oreja, a su cuello, necesitaba ahogar mis gemidos. Me corrí de manera increíble, había pasado un chico en bici pero ni paró, cumplió su palabra.

Estábamos al principio del camino, para mi gusto pasaba demasiada gente. Así que seguimos andando, no sabíamos a donde nos llevaba ese camino pero teníamos ganas de explorar. En la mente de ambos estaba el encontrar otro sitio para seguir guarreando o para ir a más, ya me daba igual no estar en una cama tradicional.

Por el camino seguimos metiéndonos mano, los dos llevábamos pantalones anchos, al menos lo suficiente para meter libremente nuestras manos. No sabría decir qué le excitaba más a Nacho, si el estar haciendo lo que tanto le gusta al aire libre, estar con una guarrilla que se deja meter mano o el hecho de comprobar que mi vergüenza parecía haberse esfumado. A mí me jodía por puro orgullo que me estuviese gustando y eso que todavía no sabía lo que iba a atreverme a hacer.

Por fin llegamos a otro banco, se me hizo eterno el camino la verdad, andar tan cachonda no es muy cómodo. Primero se sentó él y yo quede de pie delante abierta otra vez, dispuesta a que me masturbase y correrme, necesitaba relajarme un poco. Yo misma me saqué las tetas para ponérselas en la cara, me las chupó y mordió mis pezones. Le encanta meterse mi pezón en su boca y absorberlo. Tengo las tetas grandes, uso una 100 de sujetador y mis pezones también son grandes, claritos. Solo sacó su mano de mi coño para agarrar las tetas, apretarlas y llevarlas a su boca. Es como si pensara que le va a coger en la boca pero es imposible.

Llevaba mucho tiempo sin pasar nadie pero ahora parecía que habían abierto algún semáforo así que me metí las tetas en la camiseta y me senté en el banco con él. Nos mirábamos y nos reíamos, la típica mirada cómplice de que los dos sabemos lo que está pasando ajenos al resto del mundo.

Parece que el hecho de que pasara mucha gente y yo siguiese ardiendo le fundió algo en la cabeza, perdió el sentido y nada más desaparecer todos me obligo a sacarle la polla. No había terminado de sacársela y empezar a pajearlo y ya me estaba agarrando fuertemente el pelo. Agarrarme fuerte el pelo y querer que se la chupe es algo que va unido, lo relacioné como una perra que reacciona ante un sonido y me agaché yo sola.

Apenas pude comérmela y me levantó tirándome del pelo para besarme, vio que venía un abuelete. Son los peores, ya he comprobado que si ven a una pareja no se cortan para mirar, si hace falta se paran cerca para no perder detalle. Tuvimos que parar de todo, incluso de besarnos para que se fuese.

Se me pasó el calentón levemente, la verdad que poco porque en ese rato no deje de pensar en lo que quería hacer cuando se fuese el tío ese. Desde que me comiera el coño y el culo allí mismo, hacérselo yo o que me follara a 4 patas en ese banco sucio de madera.

Solos de nuevo volvió a refregar sus dedos por mi coño, mi clítoris y mi agujerito, consiguió que me mojase en apenas un minuto. Su polla seguía dura, el cabrón creo que la había mantenido así todo el tiempo. Estábamos sentados con las piernas juntas, perfectos para tocarnos y seguir elevando nuestra temperatura.

Ya estaba caliente como una perra otra vez, mis ganas de polla eran palpables. Se levantó para ponerse de pie frente a mí, sacó su polla y fue directa a mi boca. Dios, nadie sabe como disfruto con eso. Poco duramos así, no porque no me la estuviese tragando bien sino porque todavía podía ser más cerdo el muy cabrón.

Se subió al banco, estaba de pie con la polla fuera y yo sentada mirándolo, flipando por su cara de salido que tanto me gusta. Creo que nunca lo había visto así antes.

Hay otra cosa que me vuelve loca además de chupársela, los pollazos en mi cara. Si comiéndomela me siento puta por las babas y el olor a polla, con pollazos por toda mi cara no sé ni describir lo que siento. En ese momento pierdo la noción de todo, me siento puta, zorra, guarra… todo a la vez.

Él lo sabe desde el primer día que quedamos, dice que se me pone cara de viciosa perdida a cada pollazo, que mi cara dice “vamos dame más, soy una guarra, me duelen pero quiero más polla”. Yo no me la he visto, pero me lo creo.

Él con cara de salido increíble de pie en el banco delante de mí, yo con mi cara de’ dame polla joder’ sentada con la boca abierta mirándolo. Los pollazos por mi cara no tardaron nada en empezar, la situación los pedía a gritos. Me atrevería a decir que son los pollazos con los que más he disfrutado, no sé si duraron mucho o poco, pero fueron super intensos y nunca los olvidare. De repente paró, se subió el pantalón y se sentó en el respaldo. Lo que nos hizo parar fue otra persona que pasaba por allí. Yo no había visto a nadie, ni siquiera había estado mirando como llevaba haciendo todo el rato. Menos mal que él sí que miro y reacciono rápido, yo por mi parte solo pregunté:

-Pero.. ¿Por qué paras?.- Mis ganas de polla no me dejaban pensar que estábamos en medio de un camino por el que cualquiera podía pasar y que además debía estar acostumbrada a ello.

Solo con girar la cabeza lo comprendí. De repente estábamos abrazados, parecíamos cariñosos y todo. Yo estaba entre sus piernas mirando hacia arriba, él me acariciaba el pelo y se agachaba para besarme. Yo le acariciaba la pierna, estaba agarrada a ella. Vamos que si el señor que pasó no nos había visto antes de parar en seco pensó que éramos unos ñoños admirando las hojas caer al río. Me resulta gracioso pensarlo, ahora así de monos y hace un minuto parecía una auténtica peli porno, al menos a eso me recordaba a mí.

La verdad que llegados a este punto se me nublan los recuerdos, creo que permanecí en estado de cachondura extrema un buen rato incluso después de parar.

Sé que seguimos dejándonos llevar por nuestro deseo, me masturbó y volví a correrme con nada. Si hubiésemos seguido medio minuto más con los pollazos me atrevo a decir que me habría corrido sin tocarme. También recuerdo que mis tetas volvieron a estar fuera de la camiseta para darme pollazos, yo las junto y él me da en los pezones con ella mojada por mi saliva, otra de las cosas que hacemos muy a menudo.

Empezó a chispear y a sonar truenos, nos asustamos por el temor de que nos cayera una buena encima por lo que salimos disparados por donde habíamos venido. Por suerte solo fue un susto, nuestra aventura a plena luz del día no había terminado todavía.

Le encanta bajarme el pantalón para enseñar mi culo por la calle, y aunque allí no podría verme nadie supuestamente yo no me fiaba. Él me decía que lo dejase meter su mano en mi pantalón mientras íbamos andando, que no lo bajaría pero como para creérmelo de un salido como él en pleno calentón. Fuimos andando separados, él delante de mí para que no pudiese bajármelos. Me moría de ganas de besarlo, podría pasarme el día haciéndolo.

Nos paramos para hacerlo, nos besamos como siempre con muchísimo deseo, me vuelve loca cuando lo hacemos porque siento que somos uno. Además haciendo eso a pesar de que nos magreamos no tengo que temer que nos vean, me parece algo natural de lo que nadie se va a escandalizar.

Inevitablemente había bajado mucho nuestro calentón pero desde luego no quería irme de allí sin que se corriera. Se terminaba el camino y volvimos a pasar por el primer banco en el que habíamos estado. Cuando íbamos acercándonos mis dedos estaban en su ano, no había metido todavía ningún dedo pero si lo estaba presionando. Le pone muchísimo, él mismo me pide que lo haga o coloca su culo en posición tal que me facilita el metérselo y masajearlo.

Llegamos al banco y el muy cerdo se apoyó en el respaldo de pie, pero esta vez apoyando sus manos en él y sacando el culo. Yo estaba a su lado, con mi mano en su culo y ya si le metí un dedo. Lo escuchaba gemir, respiraba muy fuerte y yo con él, me excita hacérselo. Le intente besar el cuello y la oreja, si acompaño mi dedo en su culo con morderle y respirar fuerte en su oreja se pone a mil.

Terminamos besándonos como dos cerdos, con mucha saliva y lametones sin sacar por supuesto mi dedo de su culo. Le baje el pantalón para que fuese más cómodo, se los bajé hasta los tobillos. Parecía que ya pasaba menos gente, y aunque hubiesen pasado los mismos que antes me habría dejado hacerlo igualmente.

Ya estábamos los dos otra vez cachondísimos y solo nos faltaba follar para ser una tarde completa. Ahora era yo la que estaba en esa posición, con el pantalón bajado hasta los tobillos, el culo en pompa y dos dedos en mi culo. Su polla seguía bien dura como a mí me gusta.

Me azotó varias veces en el culo y alguna que otra en el coño. Se escuchaba plas, plas de lo mojada que estaba. Llevó su rabo a mi coño y empezó a refregarlo con la intención de clavármelo. Me la metió y me derretí, varias embestidas y ya era suya. La apoyó en mi culo pero la tensión por escuchar gente no me dejó tenerlo relajado para que la clavara. Volvimos a parar para que pasaran los muy oportunos pero tardamos poco en volver a lo nuestro. No habían desaparecido de nuestra vista y ya me agache yo misma con el pantalón bajado a chupársela para que me la metiese otra vez.

Me folló el coño bien bestia, con mi culo en pompa y dándome azotes. Intentaba reprimir mis gemidos, no quería ser escandalosa pero era muy complicado, estaba muy cachonda. Me agarraba las tetas y me mordía el labio.

Estaba a punto de correrse, yo ya me había corrido con su polla dentro. He perdido la cuenta de cuantas veces me corrí esa tarde. Me agarró del pelo y me llevó a su polla, ahora me follaba la boca. La dejaba entera dentro hasta que me ahogaba y no podía mas, cogía aire y otra vez entera en mi boca. Movía sus caderas como si estuviese follándome el culo, la sacaba y me daba pollazos mientras se pajeaba.

No sé decir si pasó alguien en este rato pero desde luego no paramos. Así seguí recibiendo polla como buena zorra hasta que se corrió en mi boca. Me lo trague todo, mi boca seguía sabiendo a su leche y lo bese. Me parece muy cerdo hacerlo y por eso lo hago.

Todavía nos quedaba el camino hasta el coche, la cena y el paseo de después de cenar. Ya me había convertido en “TU PUTA EXHIBICIONISTA” pero ese día terminamos de explotarlo. Esa noche dormí como un bebe, las calles de Alcalá fueron testigo de nuestras guarrerías. También algunos clientes de los bares a los que fuimos nos vieron.

Fue mi primer día de hacerlo descaradamente en la calle, daba igual una calle poco transitada, un aparcamiento que una plaza de un monumento de patrimonio de la humanidad.

No quería reconocerlo pero había descubierto una nueva faceta mía, la calle ya  no solo era para preliminares.

Ahora cuando me dice: “te voy a follar desnuda contra un árbol” no me atrevo a decirle mi típico “no te flipes”. He perdido credibilidad después de ser yo misma la que me bajo el pantalón, me saco las tetas y me agacho a comérsela así.

Espero seguir explotando esto junto a ti y seguir publicándolo. ¿Te ha gustado?

Te lo dedico Nacho.

Fdo.: TU PUTA EXHIBICIONISTA.