Tu primera experiencia
Susana recuerda su primera experiencia en el sexo...
Llamaron a la puerta, el chino traía la comida en recipientes de plástico trasparentes que luego yo usaba para congelar mi comida. Pagué sin propina y me senté a comer ante el televisor.
Tu primera experiencia, era el título del programa. Un hombre gordo y sudoroso empezó a hablar de que su primera vez había sido en un prostíbulo; más triste imposible.
Engullí un trozo de pollo con piña y me acordé de mi primera vez. Había sido en los años de instituto. Yo me había fijado en ella, pero era un curso mayor y me parecía tan lejana como el sol. Quizá por eso no me preocupaba que me viera mirándola durante los partidos. No me perdía ni uno y eso que odiaba el fútbol, pero eso era lo de menos, porque yo no iba allí a ver fútbol sino a verla a ella, y sólo a ella.
Un día la esperé en la puerta de los servicios después de un encuentro en el que perdieron por goleada ( 1-5). No sabía ni qué quería decirle, pero ya no aguantaba más sin hablar con ella. Ensayé alguna frase tonta, algo así como que jugaba muy bien y otras chorradas parecidas.
Vi salir a las demás chicas del equipo una tras otras, la mayoría me lanzaron miradas curiosas, pero yo fingía no darme cuenta y seguía esperando pacientemente.
Después de un siglo por fin salió ella. Llevaba el pelo húmedo peinado hacia atrás, me vio y no pareció inmutarse.
¿Buscas a alguien? Ya no queda nadie...- dijo cerrando tras ella.
Te buscaba a ti- Solté sin pensar- Sólo quería felicitarte por el partido. Habéis jugado bien.
Gracias, pero por si no te has dado cuenta, hemos estado de pena, además, hemos perdido.- Bajé la vista, la vergüenza iba a poder conmigo y me dieron ganas de salir corriendo de allí.
¿Cómo te llamas?- Me preguntó después de un momento.
Susana- dije. Ella asintió, morena, alta, fuerte, con los ojos negros clavados en mí.
Yo soy Lorena- Se giró y volvió a abrir la puerta de los vestuarios, me miró y preguntó.- ¿Vienes?
Una vez dentro no hubo tiempo para preámbulos, prácticamente se abalanzó sobre mí. Me empujó contra la pared y sus labios chocaron con los míos. Su lengua irrumpió en mi boca sin ninguna delicadeza y yo respondí como pude, supongo que no muy bien, casi no tuve tiempo de pensar en qué estaba ocurriendo.
Me gusta tu nombre- susurró separándose un poco de mí.
Su lengua estaba caliente, recuerdo que pensé eso justo cuando comenzó a besarme el cuello. Yo estaba confundida, pero traté de relajarme y dejarme llevar. El calor me envolvió y noté cómo si sexo comenzaba a hincharse por la excitación.
Le busqué la boca para besarla más mientras le manoseaba los pechos, yo no tenía ninguna experiencia, así que imagino que aquello no se podía llamar acariciar. Poco después ella me buscó las tetas bajo la camiseta y yo me aferré con desesperación a su trasero.
Parecía que el mundo se fuera a acabar en menos de una hora. Casi me arrancó la parte superior, me dio igual, el sujetador no corrió mejor suerte. En pocos segundos casi toda nuestra ropa estaba tirada en el suelo. Lorena me lamía los pezones y por un momento pensé que me correría sólo con aquello.
Luego me ofreció los suyos que no me cansé de chupar durante un buen rato mientras ella se retorcía y me acariciaba la espalda.
De pronto me cogió del pelo y me obligó a parar. Me miró a los ojos y, antes de que pudiera reaccionar, me llevó hasta el suelo. El contacto de las baldosas frías sobre mi piel me sobresaltó, vi que Lorena me abría las piernas y sin pensarlo, enterraba su cara en mi sexo.
Solté un gemido de sorpresa y de impresión. Su lengua indagó entre mis labios hasta mi clítoris y me volví loca de placer.
Se movió sin dejar de lamerme allí abajo, dio la vuelta y se colocó sobre mí cuerpo de rodillas en la posición del 69, ofreciéndome su sexo mientras ella seguía con su boca enterrada en el mío.
No lo pensé, en realidad estaba hambrienta de ella, la cogí por las caderas y la obligué a inclinarse más para alcanzarla con mi boca. El sabor de su flujo me pareció exquisito. Ella gimió y me dijo alguna barbaridad y con eso consiguió excitarme aún más, así que hundí su sexo húmedo en mi boca, dos de mis dedos se perdieron en su vagina sin saber cómo y empecé a devorar aquel manjar mientras la estimulaba también por dentro.
Su interior estaba caliente y suave, sus jugos caían sobre mi cara y dentro de mi boca como un torrente mientras trabajaba con mi lengua tan intensamente como lo hacía con mis dedos. Noté que ella también me introducía un dedo y grité. Su lengua entonces se movió más deprisa y el grito se convirtió en un gemido de placer cuando sentí el orgasmo más intenso e increíble de toda mi vida.
Mientras me corría traté de comérmela y sentí como toda ella se contraía por dentro y por fuera. En el interior de su vagina, mis dedos notaron como los músculos se contraían con los espasmos de un orgasmo brutal. Lorena chilló y gimió y volvió a chillar, y a mí me encantó escucharla gozar de aquel modo tan intenso.
Cuando hubimos acabado, nos vestimos tranquilamente, ella me puso mi ropa, y yo le puse la suya, y mientras hacíamos esto, parábamos brevemente de vez en cuando para besarnos con auténtica pasión.
Yo pensaba que aquello era el principio de mi primera relación seria, pero cuando estuvimos vestidas, Lorena cogió su bolsa de deporte, me miró y, antes de salir, me dijo "Ya nos veremos"
Con aquellas palabras me dejó allí plantada y se marchó.