Tu perfume en mi sofá
Relato de un encuentro con una mujer infiel a su novio.
Tu perfume en mi sofá
Garbiñe es una mujer inteligente, vivaz, atractiva. Quedé con ella en el centro de Barcelona, nos habíamos conocido por una página de contactos y era nuestra primera cita. Yo estaba nervioso, sentía un cosquilleo especial dentro de mí, cierta incertidumbre sobre la mujer que me iba a encontrar, a pesar de que había visto una foto de ella y habíamos intercambiado infinidad de correos.
Llegué tarde, y a pesar de ello, mantuvo su sonrisa .
Estaba mejor que en la foto que me había enviado, rubia con mechas, labios provocadores, y la misma sonrisa que en la foto, encantadora. De mi misma estatura y con unos pechos turgentes..
El plan era tomar un café, conocernos y pasar una tarde agradable. ¿he dicho tarde agradable? Sí que lo fue.
Nos dirigimos al café del museo Enric Marés: me encanta ese sitio, verde, silencioso, tranquilo Hablamos de todo un poco Me gustaba, pero no me atrevía a dar el primer paso, no lo tenía claro ella tiene novio, y no me apetecía meter la pata.
Cambiamos de lugar, más cerca de mi casa. Charlamos durante 2 horas, hablamos de todo un poco, de mis viajes, sus aficiones, sus amigas, mi tierra .. me gustan las mujeres que saben llevar una conversación y dejan que lleven la conversación.
Después de un paseo por el parque de Ciutadella (en el que estuve a punto de tirarla a la hierba y comerme sus labios), acabamos cenando en un restaurante Italiano cerca de mi casa. Una ensalada de primero, dos platos de pasta, y los cafés Estábamos en el café y ella pidió la cuenta. Noté cierta prisa en ella, ¿era por llegar a su casa pronto o por que no se nos hiciera tarde?
De camino al metro, pasamos por delante de la calle que lleva a mi casa. Nos detuvimos, y en ese momento bese sus labios. Estaban riquísimos.
-¿subes a mi casa?
Se lo piensa.
Pepito Grillo dice no.
Su deseo dice sí.
Sí
Pepito Grillo se ha rendido, ha vencido el deseo.
De camino a mi casa nos besamos, rozamos, abrazamos. Subimos las escaleras como dos chiquillos con ganas de abrir la puerta y comenzar a sentir nuestros cuerpos.
Fuimos lanzados al sofá, juntó sus labios con los míos. Sentí la humedad de su boca en la mía, ambos dos tenemos los labios carnosos y parecía que manteníamos una lucha a ver quien dominaba a quien.
Ambos nos quedamos en ropa interior, me hizo sentarme, y se puso de rodillas en el suelo. Metió la mano en mi boxer y sacó mi miembro. Comenzó a masajearlo suavemente hasta que comenzó a crecer y crecer. Yo tenía los ojos cerrados cuando sentí una agradable humedad en mi capullo. Me estaba haciendo una deliciosa mamada Lo hacía genial, sentía su lengua como acariciaba toda mi polla, subiendo y bajando, disfrutando del momento. Acariciaba con sus manos mis huevos, besaba la punta de mi miembro con dulcura, con delicia.
Ella se incorporó y montó encima mía, yo tenía la polla a tope. Comenzó a restregar su tesoro contra mi miembro, estaba utilizándola como objeto masturbatorio, subía y bajaba, haciendo que mi polla restregara todo su clítoris de arriba abajo. Comenzó a hacerlo más y más deprisa. Botaba en mi sofá, mientras yo agarraba sus pechos, los acariciaba, los succionaba.
Se detuvo después de un buen rato, había conseguido tener su primer orgasmo .ahora lo deseaba yo.
Quería hacer el amor con ella, deseaba sentir el calor de su cueva, deseaba verla gozar de placer, pidiéndome que no parara Fuimos hasta mi habitación, y a la hora de ponerme el preservativo .chofff ..la verdad es que mi polla es muy señorita para eso y no le gusta que le priven de la libertad de sentir la humedad de un bueno coño excitado, y se declaró en huelga (dejando el pabellón bien alto)
Garbiñe fue comprensiva y no le dio mucha importancia. Eso ayudo a que "la señorita" recuperara todo su esplendor. Bueno, eso y la boca de Garbiñe que volvió ha hacer diabluras en "mi señorita".
Me puse el preservativo. Garbiñe estaba tumbada boca arriba en mi cama, desnuda, esperandome. Me miraba con esos grandes ojos que tiene, y una preciosa sonrisa.
Me incorporé sobre ella lentamente, nos besamos, y cogí un pecho suyo con la mano, lo acaricié, tocando su pezón.
Mi miembro tanteaba el terreno, intentando encontrar la entrada del placer y sí que la encontró. Comencé a introducirla lentamente, gozando del momento que estaba viviendo. Quería alargar ese momento de placer todo lo que me fuera posible. Mi ritmo al principio era lento, pausado hasta que comencé a meterla salvajemente. Me encantan los cambios de ritmo por sorpresa.
Ella pidió cambio de postura, se situó sobre mi, y lentamente se introdujo mi polla en su tesoro. Veía su caliente cuerpo encima de mí proporcionándome un placer indescriptible. Comenzó a subir y bajar a buen ritmo. Ella gozaba, yo gozaba. Veía sus pechos botar al ritmo del polvo que estábamos echando, yo los sujetaba con las manos, sintiendo su calor, sintiendo la dureza de su pezón izquierdo .estaba en la gloria.
Se lo dije cuando ya no podía aguantar más, y se agachó para abrazarme sin dejar de mover las caderas hasta que yo exploté de placer.
Nos quedamos abrazados un buen rato en mi cama, sin decir nada, asimilando el bueno momento que habíamos pasado ambos.
Pasaron 15 minutos cuando mi señorita despertó otra vez, le habían encantado las sensaciones anteriores y quería volver a repetirlas, a pesar de que para ello tuviera que ponerse la maldita "camisinha". La disfracé y comenzamos otro buen polvo.
Después del segundo round, salimos los dos al salón. La idea era recuperar nuestros trapos y vestirnos. Me pidió permiso para darse una ducha antes de llegar a su casa, me pareció que quería lavarse los pecados de infidelidad. Mientras estaba en la ducha me imaginé como se enjabonaba sus pechos, como mi esponja recorría sus muslos, sus brazos, sus intimidades me estaba poniendo malo otra vez
Salió de la ducha, oliendo al perfume del jabón. Una mujer perfumada es mi debilidad. La tumbé en el sofá. Boca abajo.
Me tumbé encima de ella, los dos desnudos, arropándola con mi piel, sintiéndonos mutuamente. Mi polla comenzó a crecer y a crecer. Estaba rozando su sexo, acariciándolo. Ella dijo que no, que no le apetecía más. Un par de caricias más acabaron de convencerla. Continué con el juego de mi polla acariciando la entrada de su coño, introduciendo la punta, sacándola, volviendo a acariciarla, volviendo a meterla, volviendo a sacarla. La introduje de golpe de repente, sin miramientos, sin contemplaciones. A ella se le escapó un gemido de placer. Continúe haciendo el amor con ella, follandonos, haciéndonos gozar hasta que sentí que me iba a correr. Saqué mi polla de su cueva, y me corrí en el nacimiento de su espalda. Recorrí mi lengua por todos mis restos, absorbiéndolos para luego darle la vuelta y darle un largo beso.
Nos quedamos los dos abrazados en mi sofá, testigo de una sensacional tarde de sexo.
Solo la volví a ver una vez más
Garbiñe, sigo manteniendo estos buenos recuerdos, mi sofá sigue manteniendo tu perfume