Tu novia 4

Un paso más en la transformación de tu novia... y la tuya

Después de la ducha escogí su ropa, una blusa blanca ajustada que se le pegaba totalmente al cuerpo, tan fina que sus árboles y sus pezones se podían ver perfectamente.

-Tus pechos son preciosos Moira, -dije acariciándolos suavemente- no quiero que vuelvas a cubrirlos.

-Si amo.

Elegí un tanga sencillo, negro de algodón. Que dejaba sus nalgas al aire y apenas cubría su coñito. Unos pantalones de talle alto, que se cerraban sobre su ombligo apretando su vientre y resaltando sus caderas y su cintura de avispa. Los pantalones terminaban un palmo por encima de sus talones y elegí unos tacones altos para alargar todavía más sus piernas.

-No te maquilles Moira. - dije acariciando su mejilla- quítate todas las joyas, anillos, pendientes.... todo lo que te pongas debe venir de mí.

Moira y yo estuvimos hablando relajadamente, yo sentado, ella de rodillas manteniendo la postura a pesar de los tacones y la presión de los pantalones en su vientre. Quise que me contara lo que había sentido de un modo más íntimo para entender a la que empezaba a ser mi esclava. Sentía como se abría a mí, entregándose a pesar de lo poco que nos conocíamos y quería devolverle esa confianza. Era necesario.

Comimos algo que preparó Mora, le ordené que hiciera de mesa para mí y apoyé la bandeja con el plato en su espalda. Comí despacio, hasta que vi como el sudor perlaba su frente y sus brazos empezaban a temblar, su respiración se volvió entrecortada al pasar el tiempo, pero no emitió ni un solo quejido.

En un momento dado intentó levantarse, la detuve al instante con una mano firme en su hombro.

-Quieta! -espeté- ¿a dónde vas?

-Amo, necesito ir al baño... ya no aguanto más.

-No me has pedido permiso. -Moira abrió los ojos, no se había dado cuenta, se había relajado- Esto no es una excepción.  Debes pedir permiso.

-Amo... lo siento... ¿puedo ir al baño amo?

-No Moira, no puedes ir.

Me levanté e hice que sus labios besaran el suelo. Cogí la fusta y la usé para acariciar sus nalgas, pasando suavemente por su coño.

-Cuenta.

Le di el primero con poca fuerza.

-Uno...

-Iba a darte cinco, pero has fallado al contar, serán 10, y este no cuenta.

Volví a azotarla, pero esta vez más fuerte.

-Uno... Amo.

El siguiente se lo di en la nalga opuesta, aumentando la intensidad, Moira cerró los ojos y apretó los dientes.

-Dos Amo.

-Tres... amo. -dijo con un gemido.

Aumenté la fuerza de nuevo acercándome a su ano, buscando la zona de piel más sensible.

-Cuatro -casi gritó- Amo.

-Cinco -dijo alargando la o en un aullido- Amo.

El sexto se lo di justo en el ano, fuerte... y no pudo evitar gritar y apretar fuerte las nalgas. Aguantó la respiración un segundo...

-Seis Amo.

Usé la fusta para abrir un poco sus piernas, separándolas y el séptimo se lo di en la parte interna del muslo.

Gritó de nuevo y su saliva comenzó a deslizarse por el suelo.

-Siete, Amo... -dijo entre jaleos

Uno más en el otro muslo

-Ochoooo... Ocho amo...

Acaricié el punto donde sabía que estaría su clítoris con la fusta, apretando...

El siguiente azote llegó justo ahí, en su coño... el grito fue intenso y antes de que pudiera recuperar el aliento le di el último... gritó de nuevo, un charco de saliva empezaba a formarse en el suelo.

-Nueve amo... Diez amo...

Uno de los zapatos había caído al suelo, aproveché para darle un fustazo sin contenerme en la planta del pie.

-Once, Amo... gracias Amo.

-Ponte el zapato Moira

-Sí Amo.

-Puedes ir al baño Moira.

Amagó con levantarse y otro fustazo frenó su movimiento.

-Lo siento Amo...

-Cuenta...

Cinco latigazos después Moira se dirigió al baño meneando su culo perfecto, volvió rápido, a cuatro patas, como una buena perita. Acaricié su cabeza. Notaba los músculos de sus pantorrillas tensos, sin duda por tener que apoyar el peso sobre la punta de sus dedos enfundados en sus zapatos de tacón.

-Puedes quitarte los zapatos y tumbarte en la alfombra, a mis pies.

Cuando llegaste a casa con tu traje bien cortado, tu actitud de oficina y una bolsa de papel bajo el brazo, no dabas crédito a la escena que se desarrollaba ante tus ojos. Moira, recostada en la alfombra besa mis pies. Yo, sentado en tu sofá disfrutaba de una copa de tu mejor vino.

-Siéntate, tenemos que hablar. - Dije, y dirigí mi mirada a Moira. -Quítale los zapatos Moira.

Obedecisteis los dos.

-He estado hablando largo rato con Moira, le he explicado todo que necesita saber, pero tengo una conversación pendiente contigo. Tú viniste a mí buscando ser amo, pero no lo vi en ti, es por eso que durante estas horas te he estado humillando, para ver tu respuesta. Tú sabes cuál es tan bien como yo ¿todavía llevas el plug puesto?

-Sí... Amo.

-Quiero que confíes en mí, y quiero que aceptes tu elección voluntariamente. Este puede ser el primer día de tu nueva vida si decides continuar, si no, seguiré siendo el amo de Moira, y podrás aprender observando. En la bolsa hay una caja y un sobre, en el sobre están vuestros contratos. Moira, firma el tuyo. Tú, Lola... ¿firmarás?

En el momento en el que entregaste el contrato a Moira y viste que firmaba me miraste a los ojos, bajaste la mirada, con vergüenza...  cogiste el boli que Moira te presento y firmaste.

-Gracias por aceptarme...Amo

-Moira, desnúdale, despacio, luego le contarás todo lo que te he enseñado hoy, será tu responsabilidad que aprenda, y sabes que soy un amo severo, si se equivoca tu castigo será el doble que el tuyo.

-Si Amo, gracias.

Moira te desnudó despacio, entreteniéndose en cada botón de la camisa, en los cordones de tus zapatos, dejó todo en un ordenado montón y te quitó la ropa interior dejando ver una erección que empezaba a formarse, una manchita delataba que no era la primera que te habías empalmado hoy.

-Ponte a cuatro patas Lola.

Pude ver una joyita de cristal entre tus nalgas...

-Pero que cursi eres Lola, te has comprado un plug de zorrita

-Sí Amo -dijiste enrojeciendo.

-Lo primero que harás en cuanto puedas es depilarte completamente, tienes mucho pelo, por el momento valdrá con que te rasures, ya veremos más adelante.

-Si Amo.

-Te pondrás el plug todas las mañanas y te lo quitarás para dormir. Ojo con la higiene.

-¿Todos los días Amo?

Por toda respuesta cogí la fusta y sin contenerme la hice restallar en tu culo golpeando las dos nalgas a la vez y dejado como marca una fina línea roja. Moira, de rodillas a tu lado se acercó a tu oído y te susurro que los contaras.

-Uno, Amo -Dijiste mientras tu polla se endurecía-, gracias.

Sonreí y acaricié la cabeza de Moira. Me dirigí al dormitorio, me seguisteis.

Te Tumbé de espaldas y usé una de las cuerdas para atar tus manos a los extremos del somier. Tú te dejabas hacer con la polla apuntando al cielo... una gota de líquido brilló en la punta. Tuve que improvisar atando tus piernas con cinturones,

solo tenía dos cuerdas y necesitaba la otra. Quedaste atado como una estrella.

Desnudé a Moira despacio, tomándome tanto tiempo como ella se había tomado contigo, deslicé la tela de su camisa y vi sus pezones oscuros duros, deseando ser mordidos, no me contuve, un suspiro abandonó sus labios. desabroché los botones de su pantalón y noté el alivio en su respiración, su piel estaba cubierta de marcas producidas por la presión. Coloqué mis manos alrededor de su cintura y apreté sin avisar la zona de su ombligo para dejarla sin aire unos segundos.

Le bajé los pantalones y vi sus rodillas rojas después del esfuerzo de todo el día. Le quité los zapatos y vi sus dedos enrojecidos con unas uñas perfectamente pintadas de negro. Solo le dejé puesto el tanga, para disfrutar de la visión de su cuerpo. Al quitárselo vi una mancha reveladora en su interior, húmeda. Hice una bola con el tanga dejando expuesta la zona húmeda y la metí en tu boca.

Con la cuerda que quedaba repetí los nudos que había hecho en Moira por la mañana, la agarré del pelo y la senté a horcajadas sobre tí, en seguida buscaste su coño con la punta de tu polla, lo que te costó un sopapo.

-No te muevas.

Murmuraste un "perdón amo" entre tu mordaza y dejaste de moverte.

-Moira, quiero que te metas su polla despacio.

-Si Amo.

Tu cara no dejaba lugar a dudas del placer que estabas sintiendo, Moira buscaba desesperadamente la forma de meterse tu polla en su coño hambriento, forzando la postura y manteniendo el equilibrio con los brazos a su espalda. Por fin gimió al notar como poco a poco era penetrada...

Cuando llegó a metérsela entera paró, tú respirabas agitado. Me acerqué a ella y empecé a acariciar su cuerpo ante tus ojos. Apreté sus pechos hasta que dejó salir un gritó grave, sus movimientos se reflejaban en tu cara y en tu respiración, podías notarlo todo dentro de su coño. Agarré su pelo y se arqueó hasta que su boca quedó abierta, escupí en su lengua y me dio las gracias. Bajé las manos por su cuerpo, desde su espalda, tú podías verme perfectamente, ella no.

Recorrí de nuevo su cintura haciendo que se moviera un poco, que se inclinara para sentir mi cuerpo y entonces apreté otra vez sin avisar clavando mis dedos en su ombligo. Se contrajo en un grito sordo, sin aliento, y tú gruñiste entre espasmos corriéndote como un loco, jadeando como un animal. Sin pedir permiso... Los ojos abiertos como platos, buscando oxígeno entre gemidos.

Esto no podía quedar así. Comencé a acariciar el coñito de Moira.

-Muévete Moira, de arriba a abajo, quiero que te lo folles. No te puedes correr.

Moira empezó a clavarse desesperadamente tu polla que aún no se había bajado del todo y tú empezaste a chillar, a revolverte queriendo huir del dolor y del placer que te producían sus movimientos estando tan sensible después de haberte corrido, desesperado por liberarte. Pero ella seguía, seguía follándote a un ritmo que te hacía enloquecer, que no dejaba que tu polla se bajara del todo y amenazaba con hacer que te corrieras de nuevo. Mis dedos trazaban círculos en el clítoris de Moira usando cada vez más y más presión.

Entre gemidos Moira repetía una y otra vez...

-Amo, ¿me puedo correr por favor?... Amo... no aguanto, Amo, permiso por favor....

Aparté mi mano y me dirigí hacia la bolsa, tú sollozabas mientras Moira como loca gemía... sus saliva se escapaba de sus labios cayendo sobre tí.

-

Amo no aguanto, Amo, me corro... Amo, Amo ya viene, Amo no puedo aguantarlo Amo...

De la caja saqué un collar de esclava, una cinta de cuero negro con una pieza de plata acababa en una argolla del mismo material, algo simple, pero que la marcaba como mi perra.

-Amo por favor... -Gritó- Me voy a correr y no puedo pararlo...

Desde su espalda coloqué el collar en su garganta, tú murmuraste algo entre las bragas de Moira, te ibas a correr otra vez. Cerré el broche.

-Córrete Moira

Moira aulló mientras los espasmos recorrían cada músculo de su cuerpo. La electricidad del orgasmo recorría sus piernas, su abdomen... su espalda... Todo su cuerpo participaba... sus gritos se mezclaban con los tuyos mientras llenabas sus entrañas en una corrida incontrolable.

Moira se desplomó sobra ti... su coño rebosaba de flujo y semen y caía sobre tu polla y sobre las sabanas. Tu erección desapareció cuando Moira todavía se retorcía llevada por el placer que la recorría en oleadas, recuperando el aliento, en un susurro me dio las gracias, sonriendo. Con su collar perfectamente visible sobre la fina piel de cuello.

-Lola... te has corrido dos veces... que decepción... -dije mientras te quitaba las bragas de la boca. -lo que queda en la caja es para ti, tu castigo.

Te enseñé una pequeña jaula metálica, lo que comúnmente se llama cinturón de castidad.

-Perdón Amo, perdón -sollozaste con los ojos muy abiertos, -Amo no pude evitarlo, por favor.

Moira parecía haberse quedado dormida, con una sonrisa en los labios.

-Así me aseguraré de que no tengas accidentes Lola.

-Por Favor, Amo no... No lo volveré a hacer, se van a dar cuenta...

-¿Tú crees que alguien va a fijarse en lo que tienes entre las piernas?

Apreté tus huevos y te hice gritar. Después de correrte dos veces la tenías tan pequeña que te lo coloqué sin problemas, cogí el candado y cerré, me guardé la llave en el bolsillo.

-Amo... gimoteaste...

Desaté a Moira y la coloqué cómoda, a tu lado, os tapé a los dos.

Esta noche, dormiréis así, sin cenar. Es temprano, así que te pondré el despertador a las 5 de la mañana, tienes muchas cosas que hacer antes de salir de casa. Dejaré la ropa que elija para Moira y para ti encima de la butaca.

Escogí con cuidado la ropa de cada uno, metí en la bolsa de papel todos los sujetadores de Moira menos uno que dejé para emergencias (el más sexy de todos, una cosita mínima con mucho encaje que seguramente no alcanzaba a cubrir completamente sus areolas), hice lo mismo con tu ropa interior, a partir de mañana Lola solo llevaría braguitas.