Tu novia

En este relato te recuerdo cuando me convertí en el amo de tu novia y por el camino te hice cornudo.

Hace tiempo intentaste convertirte en amo, creías que sabrías cómo.  Tu novia sumisa te pedía que la atases, que la dominases, que fueses su dueño, y lo intentaste, pensabas que ser amo se limitaba a follar duro, a atarla a la cama y a pegarle un par de azotes de vez en cuando, pero ella quería más, quería sentirse dominada en cada aspecto de su vida y tu no eras suficiente.

Empezaste a notar como ella se comportaba ante figuras autoritarias, lo cachonda que se ponía, pero tú no estás hecho de esa pasta, no le dabas lo suficiente y lo sabías, ella lo intentaba, pero no estaba satisfecha, y entonces pasó. Tu polla dejó de levantarse.

Saber que no podías darle lo que quería, que no eras suficiente hombre para ella te destruyó. Ya no eras el machito que intentaba dominar a su novia, ahora eras un puto pichafloja.

Tu novia y tú lo hablasteis claro. Al fin y al cabo, os queréis, y llegasteis a una conclusión, necesitabais a un Amo, que la dominase a ella y te enseñase a ti. Entonces me encontraste en un foro. te contesté, y esa misma noche, te convertí en un puto cornudo.

Quedamos en una discoteca, un sitio público, donde os sintierais cómodos y poco expuestos, ¿quién se fija en nadie en medio de tanta gente? Llegué un poco tarde, para haceros desear mi llegada, en cuando tu novia me vio su mirada se iluminó, casí pude notar como se ponía cachonda, estaba seguro de que había empezado a mojar las bragas en ese mismo momento. Reconoció mi autoridad en cuanto me vio.

-Hola pequeña, ¿este debe ser tu novio verdad?

-Si, soy su novio - respondiste sin saber todavía tu sitio, acelerado, nervioso- soy...

-Hola pequeña, - repetí sin mirarte- ¿este debe ser tu novio verdad?

-Sí... - dijo ella tímidamente, acostumbrada a tu mal hacer como amo mi compostura le sorprendió.

-Es un placer conocerte, sé que eres nueva en esto, se te nota, estoy seguro de que has intentado hacer cosas, pero no estaban bien hechas, así que te trataré como si fueras una novata.

Tú escuchabas atónito, sin perder palabra, tú también eras un novato.

-Vale- dijo ella.

-Lo primero de todo es que hay reglas, y hay que seguirlas, si desobedeces cualquiera de ellas estarás rompiendo un compromiso, y si se rompe. Se acabó.

Ella asentía y tu callabas.

-Hay dos tipos de personas en el mundo. Amos y siervos, debes saber eso, y debes saber qué clase de persona eres. Por ejemplo, el -dije señalándote sin mirarte-, es un siervo.

En ese momento te alteraste, dijiste algo así como "oye tú, creo que ya basta" pero tu novia seguía embelesada y en cuanto hablaste te miró completamente transformada, fría y te dijo, "cállate siervo".

-A Partir de ahora te dirigirás a mi como AMO, sólo como eso, y nada más, si no te diriges a mí de esta manera no obtendrás respuesta. Lo mismo vale para tu novio, si no me llama Amo no obtendrá respuesta.

-Sí Amo- dijo ella y te miró.

-Si... Amo- dijiste, y entonces por primera vez me dirigí hacia ti.

-Encantado de conocerte.

Seguí explicándole cosas a Carolina.

-Hoy, es un día de prueba, lo que pase hoy no cuenta, no te sientas presionada, quiero que estés cómoda, conocerte, conocer tus límites. pase lo que pase hoy, podremos parar o seguir, pero tienes que saber que yo ya soy tu Amo, a partir de este momento eres de mi propiedad. Podrás elegir una palabra de seguridad, pero sólo podrás usarla 3 veces, la tercera será la última, si ese momento llega. Te dejaré. Si te dejo, no podrás volver a tener Amo.

-Sí Amo- era todo lo que Carolina decía

-Tienes que obedecerme en todo momento, en lo que sea, marcaremos unos límites que no cruzaremos, el resto será mi voluntad. Mis límites son: sin sangre, sin sustancias, sin marcas visibles. ¿Los compartes?

-Sí Amo, los comparto

-Como tu novio no vale para nada vamos a asumir que hablas por los dos- dije mientras te miraba, casi pude notar como tu polla se metía para adentro.

-Pídenos algo de beber- te dije- sin alcohol para ella, agua para mí, para ti nada, solo mira.

-Si, Amo- dijiste

-Necesitas un nombre, pequeña, para romper con tu vida anterior. un nombre de esclava.

Tú sabes que tu novia es preciosa, que está contigo solo porque tienes dinero heredado y una posición cómoda en una empresa familiar. pero ella es un bombón. Es pequeña, 1.65 o así, piel clara, ojos miel, pelo negro, esa noche lo llevaba ondulado, se lo había puesto así para mí. Sus pechos no son una locura, una 80-85, pero están firmes, como su culo, tiene las caderas un poco anchas y una cintura estrecha. Esa noche no llegué a verle los pezones.

Llevaba un vestido pegado que le llegaba a la mitad del muslo, tiene un cuerpo fino y bien cuidado, así que le quedaba perfecto. Unos botines de tacón de piel negros y nada más. Se había maquillado para mí, con sombra de ojos en tonos verdosos y llevaba los labios pintados de un tono pálido.

-A partir de ahora te llamas Moira.

-Sí Amo.

-Vamos a bailar Moira.

Salimos a la pista de baile, hay mucha gente ella baila tímidamente ante mí

-Vamos Moira, -le digo acercándome a su oído- sabes hacerlo mejor, me estás seduciendo. Recuerda, tus primeras veces en la discoteca, como los chicos que te miraban, lo puta que te sentías, lo mucho que mojabas las bragas...

Aprovecho lo cerca que estoy para darle un pequeño azote, con fuerza, que lo note.

va cogiendo confianza, se mueve como una gata, está buena y lo sabe, y sabe que está bailando para su amo. Tu estás viendo desde la barra como ella se pega a mí, como me roza, como me acerco a su oído para decirle:

-Vete al baño, quítate el sujetador y llévaselo a tu novio, que está en la barra, luego vuelve.

Tu cara es un poema, no te esperabas que su respuesta fuera tan rápida, que se entregase tan deprisa a mí.

Moira vuelve a la pista, está roja, sus pezones se marcan bajo el vestido. Dejo que baile para mí, acercándome a ella desde atrás para que me note empalmado. Mi mano derecha sube por su vestido, acariciándole, subiendo hacia sus pechos. Mi polla colocada entre sus nalgas hace que se mueva diferente, para excitarme más mientras continúa bailando, mi mano izquierda baja, se mete bajo su vestido y acaricio sus braguitas húmedas, me pide que pare...

-Aquí no, delante de todos...

Pero yo sigo... su vestido se ha subido un poco, pero aún es posible disimularlo. Aparto un poco la tela de las bragas, y toco su coño, esta mojada, no puede negarlo.

-No voy a parar Moira

Le pellizco un pezón con mi mano derecha, los tiene durísimos, ella me acaricia la polla por encima del pantalón.

-Sácala, quiero que hagas que me corra Moira, como una putita...

Obedece y me baja la cremallera, se la meto debajo del vestido, y la coloco entre sus bragas y su culo, se mueve masturbándome con sus nalgas mientras mis dedos juegan en su coño, acariciando su clítoris con dos dedos, apretándolo, pellizcándolo mientras muevo los dedos en círculos. Tiene cada vez el vestido más levantado, intenta disimular bailando, pero en realidad se mueve como si la estuviera follando.

-La quieres dentro zorra?

-Siii, métemela, fóllame...

-pídelo por favor, y más alto que no te oigo, y recuerda quién soy, qué soy.

-Fóllame Amo por favor... fóllame... Amo

Alguien la escucha, pero da igual, ha cerrado los ojos y mi polla ya está en la entrada de su coño, se la meto muy despacio mientras te miro.

-Fóllame Amo, fóllame por favor....

Se la meto lentamente hasta que entra entera mientras froto con mis dedos su coñito totalmente empapado... ya no tiene vergüenza, abre un poco las piernas y se inclina, ya nadie que la vea puede pensar que está bailando...

Noto que está a punto de correrse, así que pellizco fuerte su pezón en el momento del orgasmo me pego a su oído...

-Eres una puta... dilo

-Soy una puta... soy una puta

Y se corre sin aguantar más...

Suelto toda mi leche en su coño, llenándolo, me corro dentro de ella... luego la saco y le coloco las bragas, para que se queden llenas de mi corrida...

-Eres una puta... no vuelvas a correrte sin mi permiso

Y me voy dejándola con el coño lleno de mi leche. Rodeada de gente que sabe lo que acaba de pasar, con las piernas temblorosas y la respiración entrecortada.

Me acerco a la barra, te ofrezco los dedos de mi mano izquierda y te digo:

-Chúpalos.

-Sí... Amo.

Cojo la botella de agua y me voy. Al día siguiente sonó

el teléfono. Eras tú.