Tu-mi relato
En la oscuridad de la habitación él (yo) y ella (tú) se (nos) procuraron el orgasmo más intenso.
Él entró en el dormitorio tal y como acababa de salir de la ducha, desnudo con una toalla enrollada a la cintura.
La habitación estaba completamente oscura, solamente el olor tan familiar a trementina le advirtió de que ella (tú) estaba allí. Tras cerrar la puerta se dirigió a tientas hasta la cama dejó caer la toalla y se deslizó entre las sábanas. Sintió un (tu) cuerpo cálido, escuchó una (tu) respiración cadenciosa, percibió un (tu) olor mezcla de perfume, trementina y óleo. Ella (tu) estaba allí, dormía dándole (me) la espalda.
Él le pasó su (mi) brazo derecho por la cintura y posó la (mi) mano sobre el (tu) vientre. Percibió el tacto suave y cálido de la (tu) piel desnuda.
Aspiró con deleite el aroma del cabello de la mujer y lo besó, siguió besando la base del cuello apenas rozando la (tu) piel con los (mis) labios, y siguió desgranando un rosario de besos descendiendo por el (tu) costado hasta la cadera.
Entre sueños ella (tu) sintió que una (mi) mano fresca y acariciadora se posaba en su (tu) vientre. Percibió en el cuello un (mi) aliento fresco al mismo tiempo que el olor a jabón.
A continuación una cadena de besos ligeros, que se deslizaban desde su (tu) hombro derecho, por el costado hasta la cadera la sacaron del sopor y provocaron que su (tu) piel se erizara y un aleteo de mariposas cosquillearan lo más íntimo de su (tu) vientre.
La (mi) mano ascendió suave por el (tu) estómago hasta el pecho, un pecho generoso turgente y suavísimo. Acarició con dulzura, con la palma de la mano, ambos senos, primero el uno, luego el otro. La mujer (tu) se giró y quedó tendida sobre la espalda ofreciéndole su (tu) cuerpo.
Sintió unos (mis) labios sobre los suyos. Primero fue un beso ligero, luego otro que fue tornándose más apasionado y una lengua que tomaba posesión de su boca y las manos que le acariciaban el pecho fueron sustituidas por esa boca que acariciaba, lamía y succionaba los pezoncillos ya erectos por la excitación que le (te) provocaba aquella situación.
Saboreó con su deleite el dulzor de la (tu) piel femenina y su (mi) lengua jugueteó con la erección de los (tus) pezones provocando, si cabe, que se intensificara.
La (mi) mano se deslizó por la planicie del vientre hasta encontrar una pradera de vellos sedosos y delicadamente recortados que ocultaban y protegían la suave loma del (tu) sexo partida en dos por una apretada hendidura de la que emanaban humedad y calor.
Posó la palma de la (mi) mano sobre aquel monte sagrado tímidamente como pidiendo permiso, y los muslos se abrieron concediendo audiencia a un (mi) dedo que sin demorarse penetró en el recinto más intimo mientras con el pulgar presionó sobre el botoncito que puso en marcha un concierto de dulces gemidos que llenaron como armónicos arpegios la habitación.
Sintió como aquella mano tomaba posesión de su (tu) intimidad y como punzadas de placer nacían en su (tu) bajo vientre y lentamente, en oleadas, ascendían por todo su (tu) cuerpo hasta su (tu) cerebro.
Sintió aquellos (mis) dedos que hacían tañer sus (tus) fibras más sensibles y aquellos (mis) labios que libaban en sus (tus) pechos primero para después apoderarse de sus (tus) propios labios..
Sintió aquella (mi) lengua que se introducía en ella y se enredaba con la suya propia.
Sintió sobre su (tu) cadera la erección poderosa del (mi) miembro viril del hombre y sintió la humedad viscosa con la que ungía su piel.
Sintió el abrazo poderoso de los (mis) brazos rodeando su (tu) cuerpo y estrechándolo aún más.
Sintió la (mi) respiración sobre su (tu) rostro, un hálito caliente impregnado de deseo.
Sintió los latidos del (mi) corazón, que sobre su (tu) pecho lanzaba ondas que se sincronizaban y se sumaban a las de los latidos acelerados de su (tu) propio corazón y que resonaban en su (tu) cerebro como galope de caballo desbocado.
Sintió sobre su (tu) vientre el calor de la (mi) verga ardiente, un calor que atravesaba su (tu) piel y llegaba hasta lo más profundo de su (tu) útero y desde allí salía por la estrechez de la vagina en forma de lava ardiente.
Se volteó sobre su costado izquierdo ofreciendo su (tu) grupa y sintió entre las nalgas el calor y la dureza de la verga. Ella (tú) levantó la pierna derecha y pasando una mano entre los muslos asió aquel vástago y lo dirigió hacia la entrada de la vulva invitándolo a que penetrase en su interior.
Pero no penetró, él se limitó a pasar y repasar, con un movimiento pélvico, la cabeza roja del pene por aquella raja húmeda y caliente desde el ano hasta el clítoris y desde el clítoris hasta el ano separando los labios mayores produciéndole a la par que placer un nerviosismo que la llevaba a mover las caderas en un movimiento de avance intentando capturar a aquel órgano que la torturaba de aquella manera tan dulce.
Unas (mis) manos la agarraron fuertemente por la cintura y la obligaron a colocarse a cuatro patas para, después de acariciar con cierta delicadeza los dos globos de sus (tus) nalgas obligarla, con algo de rudeza, a separar los muslos y así ofrecer la visión de un coño palpitante y húmedo de deseo.
Ahora unos dedos separaron los labios e inmediatamente otros labios se adueñaron de su más íntimo interior provocando que los (tus) músculos vaginales y abdominales se contrajeran bruscamente. Después de un largo beso de aquella (mi) boca que succionaba, la (mi) lengua lamió con habilidad cada uno de los pliegues y rincones de la (tu) vulva.
Aquella (mi) lengua recorría dando largos lametones toda la extensión del (tu) coño y se detenía un instante sobre el clítoris haciéndolo vibrar con la punta durante unos segundos.
Se repitió dos, tres…. veces hasta que las sensaciones se intensificaron, todo su (tu) cuerpo tembló de manera incontrolada de su (tu) garganta surgió un sollozo y la vagina se contrajo al tiempo que una efusión de líquido espeso como baba inundaba la (mi) boca que le había provocado tan intenso orgasmo. Se corrió entre espasmos, temblores, dulces gemidos y palabras apenas inteligibles mientras aquella boca que tan dulcemente la poseía bebía de aquella fuente de la que manaba el néctar del amor.
Sin pausa la tomó por la cintura y con un movimiento brusco introdujo la (mi) polla en el orificio glorioso del (tu) coño llegando hasta el fondo de la vagina y tras unos breves segundos de reposo comenzó un vigoroso movimiento de avance y retroceso. La (mi) polla salía casi totalmente de aquel (tu) ardiente reducto en el que estaba incrustada para, con un poderoso golpe de (mis) caderas, volver a penetrar hasta la misma entrada del útero de manera que el (mi) vientre golpeaba contra las (tus) nalgas,
Un sonido como de charquito: “chop… chop… chop… chop”, marcaba el ritmo de una danza que se acompañaba con la letra de dulces palabras de amor entrecortadas por un coro de respiraciones agitadas.
Unas (mis) manos asieron los (tus) pechos, que se mecían al mismo ritmo que las penetraciones, presionándolos y acariciando los erguidos pezones.
Las penetraciones que al principio eran lentas y profundas comenzaban a acelerarse, cada vez eran menos profundas y más rápidas produciendo una fricción deliciosa del (mi) glande sobre las paredes internas de la (tu) vagina.
Las respiraciones cada vez más agitadas y los gemidos cada vez más intensos.
Una, dos y tres penetraciones profundas. Sintió las pulsaciones del pene dentro de ella, los músculos vaginales se contrajeron y lo succionaron, un último empujón y… uno, dos, tres… chorros de esperma la inundaron y se mezclaron con sus (tus) propios jugos vaginales.
Sintió la humedad de la (mi) eyaculación dentro de su (tu) vientre que acompañó a unas como descargas eléctricas que la llevaban hacia una cima que cada vez estaba más alta …
Un inmenso placer se apoderó de todos los (tus y mis) sentidos y cayeron exhaustos el uno sobre la otra con los ojos cerrados, los corazones galopando dentro de sus pechos y un sabor dulzón en los labios.
Permanecieron largo rato en esa posición con el pene ya derrotado aún dentro de la vagina ya relajada. Poco a poco fueron recobrando la normalidad de los sentidos y se acomodaron uno junto al otro.
La rodeó con sus brazos y acogió la cabeza en su pecho; besó la frente, los ojos la nariz y los labios; acarició la espalda.
“Te amo”, dijo ella.
“Te adoro”, dijo él.