Tú, mi Destino
Daniela sintió que en ese momento solo existían ellas dos, pudo ver con claridad todos los detalles que había obviado de su compañera, por estúpidos prejuicios, ahora veía con claridad lo hermosa que era Lucia.
A veces el destino puede ser muy caprichoso, se empecina en reescribirles los planes a las personas. Y Lucia no era la excepción.
Una tarde de Abril, Lucia no podría imaginarse que ese día su vida estaba a punto de cambiar, por el simple hecho de llegar tarde a una clase de Derecho Penal.
Lucia corría por los pasillos de la universidad, no le gustaba llegar tarde a ningún lado, maldecía por lo bajo al chofer del autobús, porque ella salió a tiempo, pero el autobús iba muy lento; ya que hoy no iba poder evitar retrasarse para su primera clase del día, trataría de tardar lo menos posible; al alcanzar a la puerta del salón se doblo posando sus manos en su estomago, le ardían los pulmones, estaba muy agitada, y rápidamente intentaba controlar sus respiraciones.
Una vez calmada, abrió la puerta del aula y todos la miraron. Siempre era lo mismo cada vez que alguien entraba tarde todos lo miraban como si se tratara de un ser extraño, Lucia quería pasar desapercibida y fallo rotundamente.
-Oh disculpe profesor, permiso. –Dijo Lucia apenada al entrar a la clase.
-Entre, le estaba dando a sus compañeros las instrucciones para un trabajo practico. –Dijo el profesor. –Es en parejas, pero como llego tarde, las parejas se conformaron y tendrá que hacerlo sola.
-Está bien. –Dijo Lucia sentándose en un asiento vacío al final de salón.
La puerta se abrió abruptamente y entro al aula Daniela, con toda la fuerza que le caracterizaba haciéndose notar por todos, a diferencia de Lucia, ella no quería pasar desapercibida.
-Ya pueden estar tranquilos, llego la diversión de la casa. –Dijo Daniela, casi a gritos y riendo mientras buscaba con la mirada un lugar donde sentarse.
-¡Señorita Antúnez! esto no es un mercadillo me hace el favor y se comporta. –Dijo el profesor, y luego continúo dirigiéndose a Lucia. –Bueno señorita Behrens creo que acaba de conseguir pareja.
-Mierda. – Dijo Lucia muy bajo, mirando a Daniela, ella le devolvió la mirada y en su cara había cierto asco, por la pareja que le toco, era obvio que ella tampoco quería que trabajaran juntas.
Esto saldrá muy mal. – Pensaba Lucia. Ella y Daniela no podían ser más diferentes.
Daniela era del tipo de personas que lo habían tenido todo en la vida y muy fácil, hija de padres ricos, creía que podía comprar a todas las personas, era antipática, engreída e irresponsable. Era muy hermosa, era otra cosa que acentuaba más lo injusta que puede llegar a ser la vida, unas personas lo tenían todo y otras no tenían nada; Daniela era de las que lo tenían todo.
Era muy alta, tenía el cabello rojo natural, de esos que no parecen reales, su cabello era largo, ondulado y caía en su espalda despreocupado; sus ojos eran de color verde aceituna, muy grandes y brillantes, y sus pestañas eran muy largas y gruesas, aunque no se notara mucho porque al igual que su cabello eran rojas. Tenía la nariz respingada adornada por una cuantas pequitas, y unos labios carnosos y muy rojos; también tenía un muy lindo cuerpo, al que sabia sacarle provecho con la ropa que usaba. Ese día en particular vestía unos pantalones negros ajustados, rotos en una rodilla, con unas botas altas, tenía una franelilla blanca y una chaqueta de cuero roja, cualquiera podría confundirla fácilmente con una modelo.
Lucia, en cambio, no podía considerarse una persona fea, era muy linda tenía el rostro en forma de corazón y unos ojos muy grandes y redondos marrones-ámbar, muy expresivos que contrastaban y resaltaban mucho con el trigueño de su piel, sus pestañas aunque no eran muy largas, eran muy negras y espesas, daban el efecto de tener los ojos delineados; tenía el cabello largo, negro y muy liso, y sus labios eran curiosos, por su forma parecía que siempre estuviere dando un pequeño beso, sin lugar a dudas eran muy sexys. Lucia tenía una especie de belleza rara y exótica, aunque no le sacara mucho provecho. Siempre usaba ropas muy holgadas, que parecían una o dos tallas más grandes de lo que debían ser, no usaba maquillaje y siempre tenía el cabello recogido en una trenza.
La vida para Lucia había sido lo opuesto que había sido para Daniela; Lucia tenía 15 años cuando se escapo de su casa, termino el bachillerato en un colegio público, entro en la universidad del estado para estudiar danza, las artes escénicas eran su debilidad, consiguió una beca para estudiar Derecho en una Universidad privada y también trabajaba medio turno en una farmacia. Por todas las cosas que le tocaron vivir Lucia era muy responsable, humilde y sencilla.
Al terminar la clase Lucia se dirigió al escritorio del profesor.
-Profesor disculpe ¿Me dejaría hacer sola el trabajo? –El profesor se la quedo mirando con cara de pocos amigos y ella se apresuro a decir. –Es que Daniela es una persona muy difícil y no quiero que me cause problemas.
-Ejercer esta profesión no es fácil y siempre tendrás que lidiar con personas problemáticas, lo siento no hay cambios, las parejas se quedan como están. –Dijo el profesor rotundamente.
Lucia se fue del aula a su próxima clase maldiciendo por lo bajo, y pensando buscar luego a Daniela y obligarla a trabajar, no podía darse el lujo de perder la materia o podría perder la beca.
Cuando terminaron las clases Lucia busco por todos lados a Daniela pero no la encontró, lo intentaría al otro día, pero ahora tenía que irse, si quería llegar a tiempo al trabajo.
Pasaron dos días y nada que aparecía Daniela, esto estaba inquietando mucho a Lucia pues necesitaba de ese trabajo si quería aprobar la materia. Una tarde vio a Daniela yendo al estacionamiento y la abordo.
-Necesitamos hablar. –Dijo Lucia mientras se paraba frente a Daniela con los brazos cruzados sobre el pecho.
-¿Te conozco? –Pregunto Daniela desorientada, con un olor a alcohol importante, claramente se notaba que había estado tomando.
-Soy Lucia, estamos juntas en el trabajo de Derecho Penal, ¿lo recuerdas? –Ya Lucia estaba perdiendo la paciencia.
-Ah, bueno eso no me interesa, hazlo sola si quieres, no pienso mover ni un dedo. –Dijo Daniela quitándole importancia y siguió caminando.
-No puedo. –Grito Lucia siguiéndola. –Necesitamos entregar una hoja de asistencia firmada por las dos del tribunal, y si no la firmas el profesor no recibirá mi trabajo y perderé mi materia.
-Ese no es mi problema, yo… -Daniela interrumpió lo que decía, cuando llego al carro y vio que uno de los vidrios estaba roto. – ¡Maldición! –Grito.
Lucia tomo una nota que estaba sobre el carro y decía: “Te dije que te arrepentirías perra”, ella se lo muestra a Daniela, esta solo se ríe y dice: -Debe ser de una de mis novias. –Tambaleándose ligeramente al intentar abrir el carro, pero no puede y Lucia le quita las llaves.
-Estás loca. –Dijo Lucia. –No puedes manejar en ese estado, estás muy borracha puedes tener un accidente.
-Dame mis llaves, sabes los meritos que tienes que hacer para llevarme a pasear. –Dijo Daniela en tono burlón.
Lucia muy enojada y ruborizada le lanzo las llaves diciendo: -Muérete. – Y se fue indignada.
Daniela se quedo ahí parada, mirando cómo se iba Lucia, tomo sus llaves y se monto en su carro, llego a su casa y no había nadie en ella, subió a su habitación mientras iba quitándose la ropa y dejándola tirada por todas partes, entro en su baño, tomo una ducha, se envolvió en la toalla, se tiro en la cama y quedo profundamente dormida.
Tumbaron a Daniela de la cama, despertándola violentamente.
-Pero… ¿Que mierda sucede contigo? –Reclama Daniela sin ver quien la había despertado.
-Tenía mucho tiempo llamándote y no te despertabas. –Respondió su papá con voz molesta.
-Bueno ya estoy despierta ¿Qué quieres? –Pregunto Daniela, ella siempre era así, no respetaba a nadie, ni siquiera a sus padres.
-Me llamó Javier. –Dijo el Padre de Daniela.
-¿Quién es? –Pregunto Daniela sin interesarle verdaderamente la respuesta.
-Tu profesor de Derecho Penal. –respondió el padre enérgicamente, ante la aptitud de su hija.
-Bueno y eso a mi ¿Qué?
-Daniela mira te lo diré muy claro, me dijo que tienes que hacer algo en tribunales y mas te vale que apruebes tus materias o de lo contrario te aseguro que, te quitare el carro, cancelare tus tarjetas y no te daré más dinero, te lo advierto. –Sentencio el Padre. –Vamos a ver si todas esas chicas escandalosas te siguen queriendo cuando estés sin dinero ni carro. –Dicho esto le dio la espalda a Daniela y se fue sin dejar que su hija le respondiera.
Daniela se quedo malhumorada en su habitación, se vistió porque aun estaba con la toalla puesta después de haberse bañado, se peino y bajo a la cocina, se preparo un sándwich que dejo a medio comer; luego tomo las llaves del carro de su mamá, por que el de ella tenían que cambiarle el vidrio que le habían roto, hasta ahora no le había importado, pero ahora tenía curiosidad y quería saber quien fue.
Daniela manejaba a través de las calles sin saber muy bien a donde iba, solo quería salir de su casa, se estaciono en una plaza, se sentó sobre el capote del carro, encendió un cigarrillo y empezó a fumar. Pensaba en que no podía dejar que su papá le quitara el dinero, tendría que pasar las materias, tomo su teléfono y busco la lista de contacto, vio el número de Megan.
Megan era una chica con la que a veces salía de fiesta, marco su número y espero mientras sonaba el teléfono de su amiga.
-Aló. –Contestaron del otro lado de la línea.
-¿Megan? Hola soy Daniela, quería pedirte un favor. –dijo Daniela a través de su celular.
-Oh no me asustes, cada vez que quieres me pides un favor se trata de algo como quebrantar una ley. –Respondió Megan. –Esto hizo reír muy fuerte a Daniela que respondió. –Esta vez no se trata de eso, quiero saber si me podrías dar el número de alguien, me parece que tú lo podrías tener.
-¿El numero de una próxima víctima, tal vez?- Pregunto Megan.
Esa pregunta de Megan realmente hizo reír a Daniela, ni en mil años estaría con una chica como aquella, es muy… bueno no es nada linda . –pensó Daniela que era muy superficial y solo pensaba en el aspecto exterior de las personas.
-No para nada, estoy con ella en un trabajo y si no apruebo mis materias, mi papá me sacara todo. –Dijo Daniela. –bueno, me lo das.
-Pero si aun no me dices quien es la persona del número que quieres. –Respondió Megan volteando los ojos, aunque Daniela no podía verlo.
-Es que no se su nombre, pero yo te vi hablando con ella el semestre pasado, es una chica que no es para nada bonita, no sé cómo decirte quien es. –Dijo Daniela mientras pensaba. –Es la chica que siempre usa ropa muy grande y que siempre tiene el pelo recogido en una trenza.
-Ah, hablas de Lucia. –Megan no lo preguntaba, lo afirmaba.
-Sí, ella. –Dijo Daniela.
-¡Que mala eres Daniela! ella no es fea. –Dijo Megan. –Bueno, ¿Te parece si te envió su número por un mensaje de texto?
-Está bien, gracias y a ver cuando salimos. –Dijo Daniela a Megan.
-Vamos a dejarlo para cuando terminen los parciales mejor. –Respondió Megan.
-¡ABURRIDA! –Exclamo Daniela.
Se escucho una carcajada de Megan a través del dispositivo. –Chau Daniela, cuídate. –Dijo y corto la llamada.
Daniela se espero el mensaje, fumando lo que quedaba de su cigarrillo, que se había consumido mientras ella hablaba por teléfono. Llego el mensaje de Megan con el número de teléfono, Daniela boto lo que quedaba de cigarrillo y llamo a aquel numero. Esperaba pero nadie respondía, marco tres veces más hasta que al fin contestaron.
-Hola. –Se escucho una voz ronca, parecía que la otra persona estaba durmiendo o estaba llorando.
-¿Por qué tardaste en responder? –Pregunto Daniela molesta.
-¿Qué te pasa? –Pregunto Lucia alterándose. -Ni siquiera sé quién eres. –Daniela pudo visualizar mentalmente como en estos momentos se ruborizaba de la rabia.
-Luli, soy Daniela.
-Me llamo Lucia, no Luli. –Dijo mas molesta de lo que estaba hace unos segundos. – ¿Qué quieres pregunto?
-Bueno solo quería decirte que si quieres hacer el trabajo mañana podemos encontrarnos en la universidad. –Dijo Daniela.
-¡Oh! Buenísimo, está bien mañana te busco en la universidad. –Dijo Lucia que le había cambiado el humor con la noticia
-Bueno hasta mañana entonces. –Dijo Daniela y después colgó.
Daniela siguió durante un rato mas dando vueltas por la ciudad en el auto, hasta que le diera sueño para irse a dormir.
Por otra parte Lucia estaba acostada en su cama, se encontraba mejor ahora que Daniela quería trabajar con ella, Lucia se sentía un poco cansada de la vida que estaba llevando, nunca tenía tiempo libre, nunca se divertía, todo para ella era trabajar y estudiar, aunque sabía que pronto recogería los frutos de esas acciones, pero a veces como ahora se sentía ahogada y necesitaba salir de la rutina; pero ya tendría tiempo para eso, por ahora tenía que concentrarse en lo que era importante, y pensando todas estas cosas Lucia se durmió, y tuvo un sueño que la hizo muy feliz pero cuando despertó lo había olvidado, y se concentro en la rutina de ese día y todo lo que tendría que hacer.
Cuando Lucia llego a la universidad, era un poco temprano por lo que fue a comprar un café y se quedo sentada en una banquitas leyendo la clase tendría en unos minutos. Estaba muy concentrada pero alguien le saco el libro que leía; Lucia levanto el rostro malhumorado para ver quien le había quitado el libro.
-Siempre estas con el seño fruncido. –Dijo Daniela. –Si no lo relajas terminara por salirte una arruga aquí. –Continuo mientras tocaba su frente.
Lucia aparto su rostro de la mano de Daniela, simplemente la aborrecía y quería tener el menos contacto que pudiera con ella. –Dame mi libro. –Demando a Daniela, en la voz se le notaba el enojo.
Daniela le lanzo el libro diciendo: -No aguantas una pequeña broma.
-No estoy aquí para hacer bromas. –Dijo Lucia articulando cada palabra. –A diferencia de ti, yo estoy aquí porque quiero graduarme.
Ese comentario molesto profundamente a Daniela, quien dijo: -A lo que vine fue a decirte que asistiré contigo al tribunal para firmar la asistencia, pero no pienso mover un dedo más por el trabajo estúpido ese.
Lucia por dentro suspiro aliviada, pero con toda la indiferencia que pudo dijo: -No pienso hacer el trabajo por ti, si quieres tener una buena nota deberás ganártela.
-Como sea. –Dijo Daniela con desprecio.
El teléfono de Daniela comenzó a sonar y ella miro la pantalla y su expresión cambio rápidamente del desprecio al fastidio, contesto de mala gana diciendo: -¿Qué pasa, ahora qué quieres?
-No sé, déjame preguntar. –Daniela miro a Lucia y le preguntó: -El caso en el vamos a trabajar, puede ser de drogas, o el profesor dijo que tenía que ser algún delito en especifico.
-Cualquier delito que elijamos está bien. –respondió Lucia.
-Si papá, podemos hacerlo sobre drogas. –Dijo Daniela. – ¿Cuándo? ¿Hoy?
-Sí, está bien, después de la universidad estaremos por allá. –Dijo Daniela y colgó.
-Bueno mi papá nos consiguió un caso para trabajar, es de drogas, hoy iremos al despacho del abogado que defiende la causa, es amigo de mi papá y dijo que nos dará toda la información que necesitamos. –Dijo Daniela.
Perfecto . –Pensó Lucia.
-Bueno Luli te espero después de clases para que vamos al despacho de este tipo, el abogado. –Dijo mientras se alejaba. –No llegues tarde odio que me hagan esperar.
-Me llamo Lucia, no Luli. –Respondió Lucia. Pero Daniela no alcanzo a escucharlo, porque ya se había alejado.
Lucia saco su celular y escribió un mensaje “Mariana se me complico para ir en la tarde, podrías buscar el modelo del vestido que usare en la presentación, yo comprare tu tela y la mía, discúlpame por no poder ir contigo se que te lo había prometido, te quiero” envió el mensaje y se fue a clases.
Al finalizar las clases Lucia se fue al estacionamiento de la universidad y estuvo como una hora y media esperando, estaba enojadísima, en todo el tiempo que estuvo parada según ella como una estúpida en el aparcamiento, pudo haber ido a comprar las telas que necesitaba y volver perfectamente.
Cuando Daniela apareció, Lucia tenía toda la cara roja estaba molestísima e intentaba controlar la ira que tenia. Lucia por lo general es una persona muy tolerante y no se enoja con facilidad, pero Daniela tenía algo que podía sacar a relucir el peor aspecto de Lucia, y esa era otra de las razones por las cuales Daniela no le agradaba.
-Tú no eres dueña de mi tiempo. –Dijo lucia arrastrando las palabras. –Tengo que hacer otras cosas y ahora no me dará tiempo, tengo horas esperándote.
-Es que tenía otras cosas que hacer. –Dijo Daniela cínicamente; eso enfureció a un mas a Lucia.
-Yo también tengo cosas que hacer, y que son muy importantes, así que no vuelvas a hacerme perder el tiempo. –Dijo Lucia con los ojos cerrados, intentando serenarse. –Deberías ofrecerme una disculpa por tenerme esperando.
Daniela la miro sorprendida y dijo: -¿Qué? Ni loca me disculpo contigo, ¡Enferma!
-No me llames así. –grito Lucia coléricamente.
Estoy hizo reír mucho a Daniela y enojo a un mas a Lucia.
-Relájate. –Dijo Daniela aun con una sonrisa en la cara. –Te dará un infarto y aun eres muy joven.
-Contigo nadie podría jamás relajarse. –Bufo Lucia de mal Humor.
Caminaron hasta el carro y Lucia se detuvo. –Este no es el que tenías ayer. –Dijo Señalando el vehículo.
-Este es de mi mama. –Dijo Daniela sin importancia subiéndose al auto, una vez a dentro baja la ventanilla de copiloto y le dice a Lucia. -¿Subes?
Lucia se apresuro a entrar al carro y una vez a dentro Daniela arranco haciendo un sonido muy fuerte con el caucho en el asfalto.
-No vallas tan rápido, no quiero pasar mi último días o peor aun mis últimos minutos de vida contigo. –Dijo Lucia ajustándose el cinturón de seguridad.
Llegaron al despacho del abogado amigo del papá de Daniela y estuvieron hablando con el alrededor de una hora, Lucia prefirió encargarse ella de todos los documentos y actas que le dio el Abogado Martínez sobre el caso, Daniela era muy irresponsable para que Lucia se los confiara así de fácil esos valiosos papeles en su calificación. Lucia estaba pensando que después de todo no sería tan malo soportar a Daniela, gracias al amigo de su papa habían adelantado muchísimo.
Cuando salieron Lucia no paraba de mirar el reloj, esperaba que le diera tiempo para comprar las telas antes de entrar al trabajo, Mariana la mataría si no las compraba.
-¿Por qué miras tanto el reloj? –Pregunto Daniela. –Me tienes nerviosa. –Agrego.
-Tengo que comprar unas cosas y no creo que me dé tiempo de llegar. –Dijo Lucia mirando una vez más el reloj.
-Bueno te llevo, ¿A dónde iras?
Lucia se quedo pensándolo un segundo, pero al final de cuentas fue culpa de Daniela que no las comprara temprano, ella la dejo esperando casi dos horas.
-Está bien necesito comprar unas telas. –Accedió Lucia.
Se montaron en el carro y se fueron, una vez dentro Lucia se relaja un poco y se queda mirando por la ventanilla, cuando Daniela la saca de sus pensamientos preguntándole: -¿Para qué son las telas?
-Para hacer unos vestidos que se usaran en una presentación de la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad del Estado. –Responde Lucia.
-¿Tu bailas? –Pregunto Daniela muy sorprendida, cosa que ofendía un poco a Lucia.
-Sí, bailo. –Dijo Lucia, haciendo énfasis en “Si”.
Daniela se quedo callada y Lucia le pregunto: -¿Como conoce tu papa al Abogado Martínez?
-Mi papa también es abogado, el, mi mamá y mi papá estudiaron juntos en la universidad y se hicieron buenos amigos, mi papá se dedico al Derecho de Obligaciones, mi mamá al Derecho Internacional Público, aunque ya no ejerce y así se conocieron. –Dijo Daniela deteniendo el carro. –Ya llegamos ¿Necesitas que te alcance a otro lugar después?
-No, gracias. –Dijo Lucia. –El trabajo me queda a unas cuadras.
-¿Tu también trabajas? –Pregunto Daniela Sorprendida.
Ante su cara Lucia se echo a reír. –No todos tenemos unos papás ricos como tú. –Dijo bajándose del carro, se asomo antes de cerrar la puerta, miro directamente a los ojos verdes de Daniela y dijo: -Hasta mañana, te deseo un lindo día. –cerró la puerta y entro a la tienda.
Lucia entro al almacén y compro tela de gaza blanca y una de raso celeste, también compro encajes, bordados y unas flores blancas y plateadas; salió de ahí directo al trabajo. Lucia paso toda la tarde y parte de la noche leyendo los documentos que gracias al papá de Daniela había conseguido en la tarde, cada vez que veía algo que consideraba importante lo anotaba en su libreta. Ese día en la farmacia no hubo mucho movimiento de personas.
Cuando termino su turno, Lucia salió del trabajo y se dirigió a sentarse en unas banquitas de un parque que estaba al otro lado de la calle, esperando a que fueran a buscarla. Cuando llego un carro negro Lucia sonrió y sin pensarlo dos veces abrió la puerta y se subió.
-Hola Marianita. –Dijo Lucia con una sonrisa gigante es sus labios.
Mariana era una chica blanca, de cabellos castaños que le caía en los hombros, con un flequillo recto; sus ojos eran muy negros, tenía un rostro lindo, pero su belleza era muy común, el único rasgo que resaltaba de ella era su sonrisa, tenía una sonrisa de comerciales de productos de higiene bucal, los dientes eran muy blancos y perfectos, cuando quería podía deslumbrar a cualquiera con su sonrisa.
Mariana miro a Lucia por unos segundos y le regalo una de esas sonrisas matadoras de ella, abriendo los brazos invitando a Lucia a un abrazo que esta le correspondió. –Mi pequeña Lulú. –Dijo besando a Lucia en su cabello cuando aun estaban abrazadas. -¿Qué tal fue tu día? –Quiso saber.
-Largo. –Respondió Lucia haciendo pucheros. –Estoy muy cansada.
-¿Cuál fue esa complicación por la cual me abandonaste hoy? –Pregunto Mariana mirando la carretera y haciendo girar el volante del auto.
-Tuve que ir a un bufet de abogados para un trabajo de la universidad, el papá de una compañera nos consiguió un caso excelente para trabajar, y su amigo nos dio toda la información que necesitamos y más. –Respondió Lucia jugando con la trenza de su cabello.
-¿Fue contigo tu compañera? –Pregunto Mariana con la vista fija en la carretera.
-Sí. –Respondió Lucia.
-¿Es linda es compañerita tuya? –Pregunto Mariana con la voz cargada de interés.
-¿Es esto un interrogatorio? –Pregunto Lucia. –Si quieres puedo pasarte todas las respuestas por escrito. –Dijo Lucia sarcásticamente sonriendo.
Mariana la miro a los ojos. –No respondiste a mi pregunta. –Dijo levantando una ceja.
Lucia nunca se había detenido a pensar en el aspecto de Daniela, si era bonita, la verdad es que su insoportable personalidad la opacaba, por lo menos para Lucia.
-Obviando algunas cosas, Daniela es realmente hermosa, físicamente hablando. –Dijo Lucia después de unos minutos de reflexión.
-Esto quiere decir que hoy me plantaste por una chica hermosa. –Dijo Mariana deteniendo el carro y haciendo caritas de enojada.
-Que tonta eres. –Dijo Lucia riendo a carcajadas.
Mariana también se rió y dijo: -Lulú aquí tienes los patrones que me pediste. –Buscando algo en el asiento de atrás del carro.
-También tengo aquí tu tela. –Dijo Lucia entregándole una bolsa.
-¿Por qué lo quieres hacer tu y no me dejas pagártelo? –Pregunto Mariana.
-No quiero que gastes tu dinero, además tú sabes que puedo coser y no me molesta. –Respondió Lucia abriendo la puerta del carro.
-Lucia. –La llamo Mariana y Lucia volteo a mirarla, para recibir un beso en la nariz. –No me cambies por tu compañerita, me pondré celosa. –Dijo Mariana con cara de cachorrito triste.
Lucia le acaricio una mejilla y le dijo: -Tú siempre serás mi favorita. –Y se bajo del auto.
Luego de haberse bañado y comido algo, Lucia empezó a cortar la tela para hacer su vestido, la verdad es que estaba muy cansada pero quería adelantar unas cosas antes de ir a dormir; luego de tener cortado todo el vestido, Lucia se preparo un té para ir a la cama, cuando estaba ya sucumbiendo al sueño, sonó su celular, pero Lucia sin siquiera mirar quien era lo apago y se entrego a la inconsciencia.
A la mañana siguiente al despertarse Lucia encendió el celular, hoy sería un día más tranquilo, no tenia turno para trabajar y tampoco tenía clases en la universidad privada, solo tenía que asistir al último ensayo de la preparación del espectáculo de cierre de semestre de la facultad de Artes Escénicas, esa mañana se dedicaría a coser el vestido de su presentación, la relajaba hacerlo, cuando dieron las 11 de la mañana se baño se vistió, y salió al ensayo, cuando llego aun no había llegado Mariana, se quedo sentada mientras llegaba el profesor con el que ensayaría su rutina.
-Señorita Behrens. –Llamaron a Lucia desde una de las aulas. –Llego su coreógrafo.
Lucia se dirigió al aula de ensayo donde estaba su coreógrafo, para la presentación le había tocado un baile lirico, Lucia amaba bailar y en especial este tipo de música que la hacían sentirse muy femenina, estuvo ensayando alrededor de dos horas cuando salió estaba muy transpirada y llena de energía.
-Lulú. –Escucho que Mariana la llamaba. –Estuviste excelente te estaba observando por la ventana de visualización.
-No es para tanto. –Dijo Lucia.
Cuando Mariana iba a contestarle la llamaron del aula de ensayos, le dio un beso en la mejilla a Lucia y se fue. Lucia compro una botella de agua y salió de la facultad, cuando había caminado unas cuadras recibió una llamada de Daniela.
-Hola. –Dijo Lucia al responder el teléfono.
-Anoche te estaba llamando y me apagaste el teléfono. –Dijo Daniela.
-Hola se dice, que maleducada eres. –Dijo Lucia sin saber que hacia Daniela pero tenía el don de ponerla de mal humor.
-Hoy fui a buscar otros documentos de unos testimonios del caso ¿Los quieres? –Dijo Daniela sin hacer caso al comentario de Lucia.
-¿Por qué no me avisaste? Hubiese ido contigo por ellos. –Dijo Lucia.
-Anoche te llame y no me contestaste así que es tu problema ¿Los quieres o no?
-Sí. –Contesto Lucia.
-¿Estas en la universidad? –Pregunto Daniela.
-No, tengo los viernes libres estoy a unas cuadras de la facultad de Artes Escénicas de la universidad del estado ¿Donde quieres que nos veamos para que me los des?
-Quédate ahí, yo los llevo estoy cerca y en carro. –Dijo Daniela.
-Bueno estoy frente a una panadería. –Dijo Lucia se sentó debajo de un árbol esperando a Daniela.
Cuando llego el carro Lucia se acerco a la ventanilla y estaba Daniela toda vestida de negro, se veía muy atractiva, ese color resaltaba el rojo se su cabello y lo pálido de su piel; lo malo es que también tenía unos lentes obscuro que le cubrían sus hermosos ojos verdes. Daniela le paso un sobre a Lucia.
-Bueno Gracias. –Dice Lucia y se endereza para revisar los papeles.
Daniela se queda observando la figura de Lucia, no podía detallar nada, no tenía idea de cómo sería debajo de toda esa ropa grande que usaba, que la verdad no era nada favorecedora.
-¿Por qué usas esa ropa tan fea?- Pregunto Daniela a Lucia.
-Es cómoda. –Se limito a decir Lucia.
-Sí, pero es horrible. –Apunto Daniela.
-Verme bien es la menor de mis preocupaciones. –Respondió Lucia con sinceridad.
-¿Y qué hacías por aquí? –Pregunto Daniela con curiosidad.
-Vengo del ensayo final de mi presentación de cierre de semestre. –Dijo Lucia sacando un folleto de su cartera y entregándoselo a Daniela. –Toma por si quieres ir. –Agrego Lucia.
Daniela recibió el papel se quito los lentes y la miro levantando una ceja, como queriendo decir enserio crees que me apetece ir a esto. Lucia se quedo mirando sus grandes ojos verdes de Daniela estaban muy rojos y no pudo evitar que de sus labios saliera un: -¿Estas drogada?
Daniela se coloco los lentes de nuevo y respondió con un frio: -No es tu problema.
-Tienes razón, no lo es. –Coincidió Lucia que se alejo del auto y siguió caminando hasta llegar a su casa.
Lucia llego a su casa y no podía creer que Daniela se drogara, ella tenía todo lo que muchos desearían, belleza, dinero, una familia y no le importaba nada; no lo valoraba. Lucia empezó a trabajar en su vestido, tenía unas horas para terminarlo.
Daniela llego a su casa unas horas más tarde, estaba muy enojada con Lucia, le molesto que se diera cuenta que estaba colocada. - Esa idiota . –Pensaba. – Ya Daniela, que no te importe lo que piense de ti, si ni siquiera te importa lo que piensan tu mamá.
Daniela fue a la cocina por un vaso de leche y después subió a la habitación de sus padres, como siempre estaba sola en su casa, siempre estaba sola en esa casa gigantesca, reviso las gavetas de su mama y saco dos de las pastillas de dormir, se dirigió a su habitación con la leche y las pastillas se las tomo, se quito los zapatos, la ropa, el brasier, busco un camisón, puso música suave y baja y se acostó, esperando dormirse pronto.
Se despertó tarde al otro día, se baño y bajo pero no había nadie en su casa, de nuevo estaba sola, fue a la cocina por agua y había una nota en la nevera, la agarro y la leyó “Cielo tu papá y yo nos fuimos a la casa de la playa el fin de semana, no te invitamos porque sabíamos que no ibas a querer ir…” -Eso no podías saberlo sin antes preguntármelo. –Le dijo Daniela a la carta arrugándola con rabia.
Después de tomar un vaso de agua Daniela se sentó en la mesa de la cocina estiro la carta y la continuo leyendo. “Te vimos muy tranquila durmiendo y no quisimos despertarte solo para irnos, preferimos dejarte dormir hasta tarde, dentro del microondas te deje la comida preparada, por si tienes hambre o puedes pedir pizza o ir a algún lugar a comer, invita a una de tus amigas, si necesitas plata en la mesa de noche de mi cuarto hay o puedes usar tus tarjetas, como gustes. Besos mamá.”
Daniela no tenía hambre, así que subió y se quedo mirando televisión toda la tarde, luego se vistió no sabía porque hoy también se puso toda la ropa negra y se recogió el pelo en una cola alta, ya le había dado hambre, así que decido ir a comprar una pizza, porque no quería seguir encerrada y porque no quería comerse lo que su mamá le dejo.
Entro en el carro y empezó a manejar buscando un lugar donde le apeteciera comer, pasaba lugares y ninguno le apetecía, no era hambre lo que tenia, quería no estar sola, se sentía muy sola últimamente; miro al asiendo de copiloto y vio el folleto que le dio Lucia, lo leyó “Bienvenidos al espectáculo de cierre de semestre de los Alumnos de la Facultad de Artes Escénicas, te invitan los Alumnos de la Escuela de Teatro y los Alumnos de la Escuela de Danza”. Más abajo en el papel decía “Día Sábado 15 de Junio en el Teatro Bellas Artes de la ciudad a las 7 de la noche, mostrar este folleto al momento de ingresar”.
Daniela miro el reloj y eran las cinco cuarenta y siete de la tarde, decidió que sería divertido ir y después burlarse de Lucia, estaciono frente a una panadería y pidió un sándwich con un jugo de naranja, comió lo más rápido que pudo y salió directo al Teatro, ella nunca había asistido a un lugar así, su mamá antes la invitaba muy seguido, pero ella nunca quiso ir; le costó un poco conseguir puesto para estacionar por que había mucha gente, una vez que aparco el auto, se aseguro de haberlo cerrado bien y entro al teatro, se sentó en un puesto de adelante porque la entrada que le dio Lucia estaba enumerada, eso la molesto un poco hubiese preferido sentarse en la parte posterior del teatro.
Daniela disfruto mucho el show, hasta los momentos había visto una obra y cinco bailes, uno de ellos fue un solo, todos de estilos diferentes de baile. Las luces bajaron de nuevo y empezó una melodía instrumental y salió al escenario una chica alta, y de un hermoso cuerpo escultural, caminando con la punta de los pies y con pasos de gacela, tenía una corona de flores plateadas y el cabello le caía en ondas hasta la mitad de la espalda, tenía un vestido de una tela semitransparente plateada y fluía en su cuerpo como el agua, con flores estratégicamente colocadas para cubrir la intimidad de la mujer, el vestido era muy sugerente y a la vez no dejaba ver nada, todo quedaba a la imaginación; Daniela quería quitárselo y descubrir toda la magia que podía guardar ese hermoso cuerpo, no pudo verle la cara a la chica porque entro con la mirada al suelo y el cabello se la cubría.
Daniela busco el programa que le habían dado al entrar en el teatro para leer el nombre de la chica y pedirle a Lucia que se la presentara, se puso fría al leerlo y ver el nombre de esa mujer “Acto siete: Baile estilo lirico El Suspiro de la Inocencia, de la Alumna Lucia Behrens, del segundo año de la Escuela de Danzas”. Daniela miro nuevamente la mujer en el escenario y ella ya había levantado el rostro, miraba al público, en un momento los ojos de Lucia conectaron con los de Daniela.
Daniela sintió que en ese momento solo existían ellas dos, pudo ver con claridad todos los detalles que había obviado de su compañera, por estúpidos prejuicios, ahora veía con claridad lo hermosa que era Lucia, en ese momento era luminosa, brillaba más que cualquier estrella, noto la luz de su piel y algo que nunca antes había advertido, la mirada de Lucia desprendía destellos dorados.