Tu manera de amar (capítulo 9)
Enfrentamiento
Amelia se dirigía a la casa de Carolina con cierto enfado, iba decidida a trabajar exclusivamente y entre más pronto terminara, podría irse de ahí. Una vez que tocó la puerta, Carolina Salió a recibirla al mismo tiempo que la saludaba con cierta alegría, a lo que Amelia respondió secamente.
Una vez adentro y sin decir una sola palabra Amelia se acomodó y comenzó a sacar de entre su mochila, el material con el cual iba a trabajar.
— ¿Te ofrezco algo de tomar? - Preguntó Carolina
— Gracias, así estoy bien. — Respondió la joven sin siquiera mirarla a los ojos. Cosa que desconcertó un poco a Carolina, pues esperaba que trabajaran bajo el mismo ambiente que el día anterior. Aunque para ser honesta, Carolina sabía muy bien por qué el comportamiento de Amelia. Se sintió un tanto culpable sin embargo prefirió ignorar la situación, así que decidió seguir el ejemplo de su compañera y comenzar a trabajar en medio de un silencio bastante incómodo para ambas.
— Encontré esta información que creo que nos puede servir - Expresaba Amelia por fin mientras mostraba unas hojas a Carolina, quien rápidamente las tomó y empezó a analizar con la mirada.
— Me parece perfecto. — Dijo mientras hacía unas anotaciones en su libreta.
Pasado un tiempo, habían logrado avanzar bastante en su trabajo, Carolina estaba emocionada pues a ese ritmo acabarían pronto.
— Ya solo faltan algunos detalles y terminamos, dijo mientras su mirada se dirigía a Amelia, sin intentar disimular su alegría
— Ok — Respondió Amelia quien no lucia tan emocionada.
— ¿A caso no te emociona? — Cuestionó Carolina.
— Claro, así ya no tendré que venir hasta acá. — Contestó Amelia con cierto desaire. Esa respuesta causó un sentimiento de tristeza en Carolina y en automático la sonrisa que tenía se desvaneció por completo. Esa respuesta la había dañado.
Ninguna de las dos dijo algo más. Amelia guardaba sus cosas para poderse retirar mientras Carolina seguía sin sentirse bien. No supo de dónde tomó valor y a sabiendas de la respuesta que recibiría se dispuso a hablar.
— Amelia. ¿Puedo preguntarte algo? — Dijo con un tono de voz dudoso mientras la joven seguía sin mirarla y contestaba que sí.
— ¿Estas molesta conmigo? — Quiso saber.
— ¿Tú qué crees? — Sin pensarlo respondió Amelia, quien ahora sí la veía a los ojos y mostraba cierta molestia.
— No lo sé, por eso pregunto. — Expuso Carolina mientas levantaba los hombros en señal de no tener idea.
Amelia mostró una sonrisa burlona. — ¿De verdad no lo sabes?
— Bueno, si es por lo de hace rato en el salón de clases, lo siento en verdad. — Carolina intentaba sonar sincera
— Sí, descuida. — Respondió con total indiferencia Amelia, quien se disponía a salir de la casa.
— Espera, — Le suplicó Carolina mientras la tomaba del brazo, intentando detenerla.
— Si te explico mis razones no las entenderás, pero en verdad lo siento. Sé que no debí tratarte así.
Esas palabras hicieron que Amelia recordará su objetivo y la intención de querer ayudarla, así que intentó tranquilizarse.
— Pues puedes tratar de explicarme, tal vez te entienda mejor de lo que crees. — Se animó a decir Amelia, intentando mostrarle que podía confiar en ella.
— Por ahora no es el momento — Dijo Carolina. — Tal vez en otra ocasión. Solo espero que no me odies por esto, realmente deseo que sigas viniendo a mi casa, aunque ya no tengamos más tareas qué hacer.
Esas palabras tomaron por sorpresa a Amelia, todo pasaba tan rápido que era difícil asimilarlo.
— Si tú quieres, seguiré viniendo. — Se atrevió a decirle, por lo que Carolina sonrió levemente mientras le daba un beso en la mejilla a manera de despedida.
Amelia se quedó paralizada...
— Emmh, nos vemos mañana. — Dijo mientras salía a prisa.
Una vez estando a solas, Carolina reflexionó sobre su comportamiento, y se dijo a sí misma que aunque le costara, tenía que cambiar, pues no quería seguir dañando a Amelia. Por ahora, estaba satisfecha, al menos las cosas no se habían salido de control y Amelia le seguía hablando bien, esperaba que así fuera siempre. Aceptó por primera vez, después de varios meses que aquella chica le gustaba y estaba en su mejor momento para poder empezar al menos una amistad con ella.
Por otro lado, Amelia estaba más que emocionada, ese beso aunque fue fugaz y en la mejilla, le hizo sentir tantas cosas que no imaginó. No quería hacerse falsas esperanzas así que dejó todo en manos del destino.