Tu manera de amar (capítulo 8)

Sentimientos

— De regreso a su casa, Amelia se sentía contenta pero también sorprendida por todo lo acontecido ese día.

Al entrar, encontró a Martha terminado de preparar la cena.

— Hola, mamá. — Dijo mientras le propinaba un beso.

— Hola hija, ¿Cómo te fue hoy? — Quiso saber su madre, quien verificaba que la comida estuviera en su punto.

— Bien... Normal... — Expresó Amelia, mientras se dirigía a su cuarto para ponerse algo más cómodo. Al cabo de unos minutos estaba de regreso. Ayudó a su madre a poner la mesa y en cuestión de poco tiempo ya se encontraban cenando.

Amelia inconscientemente sonreía mientras comida. Martha no pudo pasar por desapercibidos esos gestos e inmediatamente la curiosidad le ganó.

— Y bien, ¿A quién debemos esa sonrisa? — Preguntaba con tono picaresco, mientras Amelia la miraba un poco desconcertada.

— Mamáááá, — Protestó Amelia intentando parecer seria, mientras Martha reía.

— Perdón, perdón, quise decir ¿A qué debemos esa sonrisa? A lo que ambas sonrieron, pues a veces Martha parecía más una adolescente curiosa intentando encontrar algún tipo de romance en la vida de su hija.

— A nada en particular. — Se apresuró a contestar. Sin embargo, esa respuesta no convenció del todo a Martha, quien le lanzó una mirada inquisitiva.

— Bueno, es una larga historia. — Repuso Amelia al ver que su madre la interrogaba con la mirada. — Y no creo que quieras escucharla — Decía con tono casi afirmativo.

— Claro que quiero y además tengo todo el tiempo del mundo para escucharla. — Contestó Martha quien se apresuró a terminar su cena con la intención de ponerse cómoda y escuchar.

— Mamá, ¿Sabías que eres muy curiosita? — Le expresaba a manera de queja.

— Curiosa es mi segundo nombre. — Respondió Martha en tono orgulloso mientras se acomodaba en el sillón como si fuera a presenciar todo un espectáculo.

— Contigo no puedo mamá. — Decía Amelia mientras movía la cabeza en sentido de negación, al mismo tiempo que se acomodaba junto a Martha.

— También te quiero, hija. — Dijo Martha mientras ponía una cara de ternura.

Amelia le contó sobre Carolina, así como las visitas y encuentros con Alejandra y lo que ésta le había pedido. Martha escuchaba atenta y al finalizar, le cuestionó sobre si estaba segura de querer ayudar a aquella joven, Amelia sin dudarlo respondió que sí.

— Y por la cara que traías, puedo adivinar que has tenido un buen comienzo. — Quiso saber Martha

— Bueno, al menos creo que el trabajo en equipo nos está favoreciendo.

Martha no dijo mucho, no quería equivocarse al dar un juicio antes de tiempo. Sólo deseaba que las cosas no salieran mal, ni mucho menos que su hija sufriera, pues sabía que esa cara que traía era porque se estaba ilusionando y podía terminar enamorándose de Carolina, así que deseó con todas sus fuerzas que las cosas salieran bien.

Abrazó tan fuerte a su hija, como queriendo protegerla de todo, mientras le expresaba en voz baja que estaba orgullosa de ella.

— Te quiero. — Dijo Amelia mientras se levantaba del sillón. — Creo que ya es hora de descansar. — Expresaba entre bostezos la joven.

Amelia se preparó para acostarse, no podía negar que algo dentro de ella estaba haciéndola sentir emocionada, no sabía bien las razones. Lo que sí deseaba era que pronto amaneciera para poder ver nuevamente a Carolina.

Al día siguiente llegó temprano a la escuela, estaba a la espera de que Carolina llegara, se sentía nerviosa. Tontamente ensayaba en su mente la manera en la que la saludaría cuando la viera llegar, después se tranquilizó e intento parecer serena.

Carolina no tardó en entrar al salón, como siempre, iba en compañía de sus dos amigas. Hasta que por fin ambas cruzaron miradas por unos instantes.

— Hola, Carolina. — Se escuchó decir a Amelia, mientras levantaba la mano en señal de saludo. Sin embargo Carolina la ignoró por completo y se pasó de largo.

Amelia se sintió tonta, mientras escuchaba cómo Karla y Leticia susurraban cosas y soltaban pequeñas carcajadas, comprendió que se burlaban de ella, cosa que la lastimó y más porque Carolina ni siquiera se inmuto.

Pasaron las clases sin tanta novedad, aunque Amelia estaba desconcertada y desanimada. Era como si su pequeño avance retrocediera y la llevara al mismo punto de partida. Intentaba buscar los motivos.

La ultima clase finalizaba y Carolina repitió el mismo procedimiento que el día anterior; Dejó un papel en la butaca de Amelia sin decir nada. En él especificaba que la esperaba nuevamente en su casa, a la misma hora para continuar el trabajo.

Amelia rompió el papel y estuvo tentada a no ir, se sentía molesta en cierta parte, pero sabía que estaba de por medio el trabajo y su calificación, además quería una explicación del por qué el comportamiento de Carolina.

Así que sin más, se retiró a toda prisa del salón para hacer sus deberes.