Tu manera de amar (capítulo 5)
Petición
Amelia apenas y podía ordenar sus ideas, le estaba costando digerir las cosas, quería entender un poco lo que ocurría, pero ante la mirada expectante de Alejandra, no le quedó más remedio que hablar.
— Realmente no hay mucho qué decir por mi parte — Empezó a contar — Cuando iniciamos el semestre, Carolina me era indiferente, eso sí, confieso que me pareció guapa y hubo algo en ella que me llamó la atención, pero no cruzamos palabra y hasta ese momento todo iba bien dentro de lo que cabe, cada quien con sus cosas, poco después se hizo amiga de Karla y Leticia y a partir de ahí pude notar que comenzó a actuar diferente.
— ¿Cómo diferente? — Cuestionó Alejandra
— Pues sí, cuando está con ellas, aparenta ser una chica muy segura de sí, tal pareciera que hasta le gusta sentirse superior y burlarse de los demás, como lo hace conmigo. — Al decir esto, una mezcla de enojo y tristeza se vieron reflejadas en el rostro de Amelia.
— ¿Burlarse? No te estoy entendiendo. — Alejandra quería una explicación.
— ¿Acaso tu hija no te contó cómo se encargó de regar por toda la escuela mis preferencias sexuales? ¿No te dijo las cosas que tuve que soportar gracias a su indiscreción, ni de lo mucho que disfrutaba ver que yo era la burla de todos?
— Pero ¿qué estás diciendo Amelia? mi hija sería incapaz de eso... Bueno, sé que tiene problemas y está en una etapa complicada que le ha impedido aceptarse como es, que hemos luchado por que ella pueda sentirse libre y no tenga que esconderse y créeme que no ha sido fácil, pero esto que dices me deja realmente sorprendida... Simplemente no lo creo.
— Bueno, Alejandra, si lo crees o no ya no es cuestión mía, no tengo motivos para mentirte y me sorprende que carolina, siendo similar a mí, actúe de la manera en la que lo hace, creo que al menos debería sentir un poco de empatía por la gente que al igual que ella, lucha cada día por no ser tratada de una manera diferente sólo porque nuestro corazón no se enamora de estereotipos ni etiquetas impuestos por la sociedad — Se podía escuchar a Amelia con un tono de voz que denotaba seguridad. — Creo que deberías hablar con tu hija, veo que hay cosas que no sabes, le expresó al notar el rostro desencajado de Alejandra, pareciera que hablaban de alguien muy diferente a Carolina.
— Amelia, necesito de tu ayuda, se apresuró a decir Alejandra, — Como te mencioné hace un momento, Carolina está mal, el problema es que no termina de aceptarse y al parecer, intenta evadir esa realidad, hemos buscado ayuda pero no logró avanzar mucho, así que mi única esperanza eres tú.
— ¿Yo? — Se sorprendió Amelia ante tal comentario.
— Sí, mira, me imagino que tú pasaste por la misma etapa en la que caro se encuentra y quizá no fue proceso fácil, pero ahora mírate, tal vez si hablas con ella, logre cambiar el concepto que tiene de sí misma.
— Me gustaría ayudarte, pero lo veo casi imposible, — Contestó Amelia, con un poco de pesar, pues Alejandra era lo opuesto a Carolina, la había tratado poco pero le caía bien, así que no pudo evitar sentirse mal al pensar en todo lo que como mamá, estaría pasando.
— No me digas eso, por favor. — Decía Alejandra mientras tomaba las manos de Amelia y las apretaba suavemente en señal de que realmente la necesitaba. — Al menos dime que lo pensaras. Caro es una buena chica, y no busco justificarla, pero pienso que la actitud que tiene es porque está desorientada y no sabe cómo reaccionar, yo sé que si tú consigues hablarle y entablar una amistad, ella puede aprender mucho de ti. Realmente necesita de alguien que la entienda y quién mejor que tú para ayudarla. — Intentaba convencer a la joven.
— Mira, no te prometo nada porque Carolina me odia, y yo... Pues no la considero la mejor persona después de lo que ha hecho. Así que no veo por dónde pudiéramos empezar. — Expresó Amelia con un tono de voz poco alentador.
— Encontraremos la manera, — Se animó a decir Alejandra ya con más entusiasmo. — Por lo pronto te agradezco que al menos estés dispuesta, sé que algo bueno saldrá de todo esto, dijo mientras Amelia mostraba una leve sonrisa, tratando de convencerse de que así sería.
El tiempo pasó rápidamente, por lo que Alejandra consideró que ya era el momento de retirarse, pidió la cuenta y al cabo de unos minutos, ambas se levantaron de sus asientos y caminaron hacia la salida, estando afuera, aprovecho nuevamente para reiterar el agradecimiento a Amelia, que aunque estaba un poco renuente ante la idea de hablarle a Carolina, al menos no se negó y eso era un buen inicio.
Se despidieron con un afectuoso abrazo y con la promesa de verse en otra ocasión.