Tu manera de amar (capítulo 3)

Una propuesta.

La primera semana en su nuevo empleo transcurrió con total normalidad, en los ratos libres se dedicaba a navegar por Internet o ver videos musicales. No se había presentado ningún inconveniente y una qué otra vez ayudaba a algún usuario que no entendía muy bien el funcionamiento de las máquinas, lo cual no representaba mayor complicación para Amelia.

Un lunes por la mañana, en apariencia tranquilo, decidió ver una película en el ordenador y aunque no había ningún usuario en las computadoras, optó por ponerse los audífonos pues le resultaban más cómodos, al cabo de un tiempo y con toda su atención en la pantalla, recibió la visita de quien menos lo imaginaba.

  • ¿Amelia? - Apenas pudo escuchar mientras daba un pequeño salto en señal de que se había asustado, al mismo tiempo que apartaba la vista del ordenador y se retiraba los audífonos.

  • Oh, lo siento... No quise asustarte, ¡Qué sorpresa! ¿no sabía que trabajabas aquí? Expresaba Alejandra con un poco de asombro y una sonrisa sincera.

  • ¡Buenos días! En realidad hace una semana que estoy trabajando aquí.

  • Contestó una Amelia más relajada a comparación de la primera vez que entablaron conversación.

  • Y dígame ¿en qué puedo ayudarla?

  • Mira, necesito imprimir unos documentos, - Expresaba Alejandra mientras sacaba de su bolso una memoria usb. - La impresora de mi trabajo se descompuso y me urge tener estos papeles ya.

Claro, sólo indíqueme cómo se llama su archivo. - Cuestionaba Amelia mientras introducía la memoria al cpu.

  • La presencia de Alejandra la ponía nerviosa pues ésta la miraba atenta a cada movimiento que hacía.

  • Mientras los papeles se imprimían, Alejandra preguntaba a la joven algunas cosas acerca de la escuela y de su trabajo, hasta que tocó el tema de Carolina, pudo notar cierta tensión en el rostro de Amelia.

  • ¿Y cómo te llevas con mi hija? Quiso saber Alejandra.

  • Eh... Pues digamos que no tan bien. - Amelia se apenó un poco al decir esto.

-Bueno, ya tendremos más tiempo para poder hablar, expuso Alejandra intentando restarle importancia a aquella respuesta. - Yo trabajo en el despacho contable que está aquí a la vuelta. Junto a la cafetería " el buen sabor " cuando quieras nos ponemos de acuerdo y tomamos algo. ¿Qué dices?

  • Sí, un día de estos, dijo Amelia mientras le daba las impresiones, por lo que Alejandra extendía su mano para recibirlas al mismo tiempo que le pagaba con un billete.

  • Bueno, Amelia, tengo que irme, de verdad me dio gusto verte. Se sinceró Alejandra mientras se acercaba para darle un beso en la mejilla en señal de despedida.

Amelia se quedó inmóvil, creo que aparte de su madre, nunca nadie se había despedido de ella de beso. Le resultó una sensación extraña y más porque Alejandra la trataba con mucha familiaridad. Se sintió algo torpe pues no supo cómo reaccionar ante algo tan natural, pero honestamente no esperaba ese gesto por parte de aquella mujer ya que era la segunda ocasión que se veían y habían cruzado palabra y esas despedidas sólo se daban cuando existía más confianza o al menos eso pensaba Amelia.

Durante las horas siguientes, cuando se encontraba ya descansando en su casa, su mente repasaba lo ocurrido en su trabajo, se preguntaba por qué Alejandra le propuso tomar algo, estaba tan inmersa en sus pensamientos hasta que la voz de su madre la hizo volver a la realidad.

_ ¿En qué piensas, hija? -quiso saber su madre, mientras le acariciaba el pelo de forma maternal.

  • Mamá, ¿por qué alguien querría invitarte a tomar algo?

Martha abrió los ojos tan grandes como pudo. - ¿Te invitaron a salir? Preguntó emocionada y casi gritando. ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¡Cuéntame todo!

  • Mamáááá, tranquila.

  • Lo siento hija, me emocioné un poco.

  • ¿Entonces? Volvió a preguntar Amelia, después de una pausa, intentando que su madre respondiera a su primera pregunta.

Bueno, a veces es con la intención de conocer un poco más a la otra persona, y contarse cosas, gustos, aficiones si es que apenas se están tratando, pero también es simplemente para pasar un rato agradable, no precisamente tendría que haber dobles intenciones, -Explicaba Martha.

Amelia parecía procesar la información mientras asentía con la cabeza en señal de que había entendido.

¿Alguien te invitó a tomar algo? Quiso averiguar Martha, ésta vez conteniendo su emoción.

  • Pues invitarme como tal no, más bien fue una propuesta y no es con la intención que te imaginas, mamá. - aclaró Amelia un poco sonrojada, como advirtiéndole a su madre que se sacara esas ideas que seguramente ya se estaba formando en su cabeza, pues la conocía perfectamente y a juzgar por su reacción, quizá pensaba que alguien ya la andaba pretendiendo.

Ok, ok... No más novelas en mi cabeza, respondía Martha mientras reía discretamente y se ponía la mano en la boca para que su hija no se diera cuenta.

¡Ay, mamá! - Decía Amelia mientras negaba con la cabeza y sonreía.