Tu manera de amar (capítulo 2)

Algo inesperado.

Amelia cursaba el primer semestre de preparatoria, es verdad que no era la mejor de su clase, pero trataba de cumplir con sus tareas, eso del estudio no era lo suyo, aun así, le ponía esmero pues se lo había prometido a su madre.

Sus compañeros se dividían en los típicos grupos de chicas fresas y delicadas, después estaban los nerds, por otro lado los que iban a calentar la banca y a provocar desorden y por último estaba Carolina, quien hace poco se había ganado el odio de Amelia tras divulgar por toda la escuela sus preferencias sexuales, y no es porque ésta se avergonzara de eso y su vida fuera un secreto, simplemente había cosas que a ella le hubiera gustado elegir cuándo y quién decirlas.

En dos semanas culminaría el semestre, por ende, sería la entrega de calificaciones a la cual Martha no podría asistir por cuestiones de su trabajo. A sabiendas de eso, Amelia mantuvo al tanto a su madre de aquella situación, por lo que Martha no pudo evitar sentirse mal pues sabía que estaba fallando ante esa responsabilidad, pero tampoco quería dar motivos en su trabajo que fueran causa de un despido.

Los días transcurrieron con total normalidad, hasta llegar la fecha para la reunión de padres y maestros, y en la que Amelia no entendía por qué los alumnos tenían que presentarse si nunca hacían nada.

Mientras se llevaba a cabo la reunión, Amelia se sentó en una jardinera que quedaba justo afuera de su salón, al ver a los padres de sus compañeros, deseó por un momento que su madre también estuviera ahí, cosa que la desanimó un poco.

La reunión fue breve, por lo que al cabo de media hora, todos comenzaron a salir apresuradamente.

Amelia también se dirigía hacia la salida de la escuela, cuando a lo lejos escuchó una voz que la llamaba por su nombre.

  • ¡Amelia, espera! - Gritaba su tutora mientras corría con un papel en la mano en dirección a ella.

  • Dígame, maestra.

  • Mira, Sé que tu mamá trabaja y quizá no disponga de mucho tiempo, pero es importante que asista a las reuniones ¿De acuerdo? - Decía esto mientras Amelia asentía con la cabeza.

  • Por ésta ocasión te daré la boleta para que me la traigas firmada, pero ten en cuenta que no siempre será así.

  • Entiendo y gracias maestra, - Expresaba Amelia con cierto agradecimiento.

Ambas se despidieron y Amelia retomó su camino, tras avanzar unos pasos escuchó nuevamente que alguien decía su nombre, pero ésta vez provenía de otra persona.

Giró rápidamente buscando a quien le llamaba, cuando de repente se posicionó frente a ella una mujer de mediana estatura, de unos 37 años aproximadamente a juzgar por su apariencia, bastante guapa y bien vestida.

  • ¿Así que tú eres Amelia? - Preguntaba con curiosidad aquella mujer, sin obtener respuesta y ante unos segundos un tanto incómodos.

  • Ehmm, mucho gusto, soy Alejandra, la mamá de Caro. - Decía al mismo tiempo que extendía su mano en señal de saludo, intentado romper el hielo y en vista de la seriedad absoluta de la joven.

Amelia no fue descortés por lo que imitó el gesto.

  • Caro habla mucho de ti, -Decía Alejandra intentando sacarle unas palabras.

  • Espero y sean cosas buenas, respondió finalmente Amelia con tono serio, a lo que la mujer sonrió nerviosa mientras se acomodaba un mechón de pelo tras la oreja, dejando entre ver que quizá no precisamente hablaba maravillas de ella.

  • Si no le importa, me tengo que ir. - Expuso Amelia mientras se despedía, no quería ser cortante pero tampoco estaba de ánimo para entablar una conversación con alguien que no conocía, más bien tenía otras cosas en su mente que le hacían parecer ausente.

  • ¡Claro! No te entretengo. Fue un gusto y espero coincidir contigo en otra ocasión. –Alejandra permaneció en el mismo sitio por unos minutos mientras veía cómo Amelia se alejaba.

Rumbo a su casa, Amelia fue un poco más consciente de lo acontecido momentos antes...

¿Por qué esa mujer se acercó a saludarla? ¿Cómo es que sabía su nombre?

O más bien ¿Qué tanta cosa le había dicho Carolina de ella? Seguramente nada bueno, conociendo cómo era esa chica apostaba a que también se había encargado de ventilar su vida privada con aquella mujer que decía ser su madre.

Todo era tan confuso para Amelia, por una parte, su curiosidad crecía intentando imaginar el porqué de aquella situación, mientras que otra trataba de ignorar lo ocurrido, finalmente ¿Qué podía esperar de esa mujer? Seguramente era igual que Carolina y se había acercado a ella con la intención de burlarse o juzgarla como lo hacían últimamente sus demás compañeros.

Pensar en esa posibilidad enfureció a Amelia, no comprendía por qué a la gente le costaba vivir su propia vida sin tener que meterse en los asuntos de los demás.

En vista de los días que se aproximaban sin tener que ir a la escuela, Amelia decidió buscar un empleo por las mañanas, contar con un poco de dinero no le vendría mal, así al menos podría solventar sus propios gastos y no representar una carga más para su mamá.

Dedicó un día entero para buscar algo temporal, sabía que por su edad y poca experiencia, no encontraría un buen trabajo, pero no perdió la esperanza, tal vez esa actitud positiva le ayudó, o quizá fue cuestión de suerte lo que la llevó a conseguir trabajo en un ciber café que se ubicaba en la zona centro, donde se concentraban la mayoría de los negocios y establecimientos más visitados. El sueldo era regular y las actividades que llevaría a cabo parecían relativamente fáciles, por lo que se sintió satisfecha.

Al caer la noche, volvía a casa con una sonrisa en el rostro, estaba muy emocionada y moría de ganas por contárselo a su madre.