Tu manera de amar (capítulo 15)

Miedo

Martha regresaba a su casa, al entrar pudo notar que su hija se encontraba en la sala en compañía de Alejandra y Carolina que al parecer estaban por marcharse. Su sonrisa se desvaneció por completo al ver a su hija con el rostro lastimado y recostada en el sillón de la sala.

Inmediatamente preguntó qué había pasado y Amelia intentó calmarla diciendo que todo estaba bien, explicó a la situación intentando minimizar las cosas, pues finalmente estaba bien y eso era lo que importaba.

Martha escuchaba atenta con los ojos cristalizados por las lágrimas que amenazaban con escapar en cualquier momento. Sin embargo, se contuvo y como toda mamá protectora de sus hijos, encontró las palabras adecuadas para Amelia.

Una vez que Alejandra y Carolina se marcharon, Martha acompañó a su hija a su recamara para que descansara y mientras Amelia poco a poco se perdía en un sueño profundo, ella sólo se limitaba a observarla, no dijo nada, pero en el fondo tenía miedo, miedo de verla tan vulnerable, miedo de toda esa gente que estaba afuera a la espera de lastimarla, miedo de que su vida fuera siempre así sólo por enamorarse de una mujer. Respiró profundo, mientras cerraba los ojos y pidió con todas sus fuerzas, que todo estuviera bien. Sin más, se marchó de la habitación con el corazón inquieto, pues una cosa era lo que ella deseaba y otra lo que posiblemente les esperaba.

Los dos días siguientes, Amelia no asistió a la escuela ni al ciber, ella alegaba que estaba bien, pero Martha y Carolina la querían ver completamente recuperada e insistieron en que descansara, así que no le quedó más remedio que obedecer la orden, con la promesa de que Carolina la visitaría en las tardes para llevarle los apuntes y hacer las tareas para que no se atrasara.

Carolina se había acostumbrado a llegar con Amelia a la escuela y esos dos días sin ella le parecieron simples, al menos en la entrada se encontraba con su amiga Leticia que le hacía por momentos sentir menos la ausencia de su novia.

— ¡Pero miren a quién tenemos aquí! — Se escuchó decir a Karla con actitud retadora, mientras se plantaba frente a Carolina y Leticia.

Carolina intentó seguir su paso, pero Karla se lo impidió poniéndose frente a ella. — ¿Qué quieres? — Preguntó Carolina en tono cansado, mientras Leticia permanecía callada y en su rostro se reflejaba un poco de temor.

— Nada. — Respondió Karla en tono burlón. — Solo pensé que después de lo que le pasó a tu noviecita, no vendrías estos días y la verdad es que estamos preocupadas, ¿Verdad chicas? — Decía mientras su nuevo grupo de amigas asentían con la cabeza.

Era increíble cómo corrían los chismes en cuestión de horas, toda la escuela ya se había enterado de lo que le había ocurrido a Amelia.

— Mira Karla, veo que tienes nuevas amigas, lo cual me alegra y agradezco tu preocupación, pero te pido que no te metas con nosotras ni con lo nuestro, no quiero problemas. — Pronunció Carolina con tono firme y decisivo mientras se abría paso para avanzar al salón de clases.

Habían caminado unos pasos cuando escuchó nuevamente hablar a Karla.

— ¡Suerte! — Gritaba Karla mientras sus amigas se reían por lo bajo, e inmediatamente Carolina volteó a verla sin decir nada, pero con una duda por dentro que se reflejó en sus ojos.

— La van a necesitar... — Volvió a hablar Karla sin cambiar esa cara burlesca.

Carolina no pudo contenerse más y regresó a donde estaba Karla.

— ¿Qué quieres decir con eso? — Su tono de voz se escuchaba un poco alterado.

— Tranquila, sólo digo que después de lo que les pasó, deben andar con cuidado. — Mencionaba Karla fingiendo verdadera preocupación.

Carolina que ya había perdido el control, intentó abalanzarse en contra de ella, pero Leticia la sujetó lo más fuerte que pudo evitando que empezaran los golpes, mientras un grupo considerable de alumnos ya se arremolinaban a su alrededor.

— Sé que fuiste tú, por tu culpa Amelia la ha pasado mal. — Decía mientras una gran impotencia se asomaba en su rostro.

— Hey, calma que esa es una acusación grave y no tienes pruebas. Yo sólo digo que se cuiden, pero creo que lo has mal interpretado. — Mencionó Karla mientras se alejaba con el resto de las chicas.

Leticia abrazó a Carolina mientras ésta lloraba. — Sé que fue ella... Susurraba en el hombro de su amiga, quien intentaba tranquilizarla.

El resto del día paso si más incidentes desagradables, en cuanto culminaron las clases, Carolina moría por estar con Amelia así que su plan era irse de inmediato a la casa de su novia. Leticia también quería verla, realmente estaba preocupada, así que las dos acordaron de irse juntas.

Una vez en casa de Amelia, realizaron las tareas pendientes y la pusieron al tanto de lo aprendido en clase. Leticia se retiró pronto, y sin más trabajos escolares que hacer, ambas se dedicaron a ver películas y escuchar música, mientras intercambiaban uno que otro beso.

Era tanta la felicidad que ambas experimentaban, que no hacían falta las palabras, el amor estaba ahí, entre ellas, se podía respirar y sentir como recorría cada parte de su ser, ambas se miraban y se sonreían, parecía increíble que ahora estuvieran juntas, después de todo, creo que el destino se había encargado de acomodar cada cosa y ahora resultaba perfecto.

Pero esa tranquilidad se vio opacada cuando Amelia notó en el rostro de su novia, una ligera preocupación. Algo la inquietaba y eso la hizo desviar por completo su atención de la pantalla.

— Amor, ¿Qué pasa? — Inquirió Amelia mientras le acariciaba la mejilla con cierta ternura.

— Nada, ¿Por qué? — Tardó en responder Carolina, al mismo tiempo que lanzaba la pregunta. No quería darle una preocupación más a Amelia.

— Sé que algo te preocupa, anda, dime qué es. — Decía mientras la miraba a los ojos, tratando de darle confianza y valor, algo que en esos instantes evidentemente su novia no tenía.

— Después de pensarlo unos segundos, Carolina se animó a hablar, le contó lo sucedido en la escuela y las lágrimas volvieron a aparecer en esos ojos que Amelia tanto amaba.

Amelia se re acomodó y con ambas manos tomo el rostro de Carolina, le limpió suavemente las lágrimas y le dio un tierno beso cargado de protección, amor y comprensión.

— Tranquila, no va a pasarnos nada, no mientras estemos juntas.

— Pero y si Karla no se queda tranquila, y si...

— Shhh, ya no pienses en eso. — Amelia la silenció con un nuevo beso en los labios, ahora más profundo y reparador.

— Ambas se abrazaron tan fuerte, que sus miedos por ese instante, se disiparon por completo.

Amelia intentaba mostrarse fuerte, pero en realidad también tenía miedo, todo lo sucedido en las últimas semanas era nuevo para ella, su primer amor, el tremendo susto que se llevó cuando las atacaron, el luchar día a día por no ser blanco de críticas y miramientos, todo eso también la agobiaba, se preguntaba por qué uno no simplemente es feliz con la persona que ama y punto.

Su preocupación crecía al darse cuenta que Karla no estaba bromeando y tarde o temprano, haría nuevamente de las suyas, eso terminó por quitarle el sueño y hacerle pasar una mala noche que al día siguiente se vio reflejado en su rostro, por fortuna no iría a la escuela y el fin de semana ya se acercaba.

No había nada más que le emocionara tanto, que imaginarse al lado de Carolina, esa chica de rostro angelical, de facciones perfectas y cuerpo de tentación. Esa chica que había llegado a su vida de manera tan disparatada, pero que le estaba enseñando grandes cosas, esa chica que antes era un imposible y ahora era su novia.