Tu manera de amar (capítulo 14)
Valentía
s cosas en la escuela iban mejorando, al paso de los días Amelia y Carolina ya no eran tema de conversación y eso sin duda ayudaba a que ambas llevaran una relación más tranquila.
Amelia quiso que su madre por fin conociera a su novia, así que se puso de acuerdo con Carolina para que tanto ella como Alejandra pudieran ir a su casa. Carolina estaba más que dispuesta, aunque no negaba que tenía cierto nerviosismo pues no sabía cuál sería la reacción de Martha al verla, por lo que Amelia sólo la tranquilizaba diciéndole que seguramente todas se caerían bien.
Durante el fin de semana, Martha y Amelia organizaron todo para poder recibir a Carolina y a su madre, querían hacerlas sentir bien así que se esforzaron en preparar una rica comida y ordenar lo mejor posible su casa.
Una vez que llegó la hora en la que habían acordado para verse, Amelia sintió un poco de nervios, pues sabía que en cuestión de minutos sus invitadas llegarían. No se equivocó, pues unos segundos después se escuchó que alguien tocaba el timbre.
Corrió a abrir la puerta y ahí estaban, eran Carolina y Alejandra que inmediatamente saludaron y entregaron a Amelia un pequeño panqué decorado que llevaban, pues no quisieron llegar con las manos vacías dijeron.
Una vez adentro y antes que todo, Amelia hizo la presentación oficial entre su novia y su madre, así como de Alejandra. Después de eso, convivieron amenamente, todo resultó bien y ambas chicas podían sentir la felicidad por cada uno de sus poros.
Días después cuando salían de la escuela, ambas iban caminando juntas, estaban tan contentas y reían ante las ocurrencias de la otra, caminaban con las manos entrelazadas sin importar que alguien las viera, realmente no estaban haciendo nada malo y tampoco tenían por qué esconder su amor. Acordaron que Amelia pasaría a dejar a Carolina a su casa y posteriormente se iría a su trabajo. Se mantuvieron a paso tranquilo, cuando de pronto, Amelia sintió un fuerte empujón por la espalda que la hizo perder el equilibrio, una vez en el suelo, pudo notar a dos hombres con pasamontañas, uno de ellos había sometido a Carolina quien la miraba atemorizada, pues no podía gritar porque aquel hombre le había tapado la boca.
Amelia intentó ponerse de pie, pero el tipo que la había empujado, le propinó una patada en el abdomen que la hizo tocar nuevamente el suelo, mientras Carolina pataleaba e intentaba defenderse, lo cual resultó inútil, pues aquel hombre era mucho más fuerte que ella. Pese al dolor que Amelia sentía, con gran esfuerzo se levantó, no quería que le hicieran daño a Carolina quien a esas alturas lloraba de miedo e impotencia, así que solo pasaba por su cabeza tener fuerzas para poder defenderla. Sus intenciones se esfumaron cuando nuevamente recibió un golpe en la cara que la hizo sangrar inmediatamente, mientras uno de los hombres gritaba que eso sólo era el inicio de lo que les esperaba si seguían yendo a la escuela. Sin más se alejaron corriendo de ahí, dejando a Amelia tirada en el suelo y a Carolina con tremendo shock.
Minutos después, Carolina reaccionó e inmediatamente se acercó a Amelia que estaba un poco desorientada.
— ¿Amor, estás bien? — Decía Carolina con lágrimas en los ojos mientras la tomaba del rostro con cuidado para y gritaba para que alguien las ayudara. Desafortunadamente al ser una calle un poco solitaria, nadie pasaba por ahí en esos momentos.
Amelia al ver la desesperación de Carolina, intentó reincorporarse.
— Tranquila, estoy bien... — Dijo con cierta dificultad, pues aquellos golpes realmente le habían dolido.
Carolina con más calma, llamó inmediatamente a su madre, que en cuestión de minutos llegó para ayudarlas.
Al ver a Amelia con el rostro ensangrentado y a su hija llorando, asustada y preocupada por su novia, se alarmó un poco pero no dejó que eso le impidiera actuar rápido e inmediatamente llevarlas al hospital.
En el trayecto, Carolina iba abrazada de Amelia, mientras le platicaba a su madre, cómo habían ocurrido las cosas. Cuando llegaron, entraron de prisa a urgencias para que atendieran a Amelia. Al cabo de un tiempo, el médico la revisó, curaron sus heridas y dijo que por fortuna no había huesos rotos o lesiones de gravedad, solo algunos hematomas que se le habían formado en el rostro y su labio lucía una herida que con el paso de los días sanaría. Recomendó que estuviera unos días en reposo y le sugirió que presentara una denuncia. Cosa que hicieron saliendo del hospital.
Alejandra y Carolina llevaron a Amelia a su casa, Carolina quiso quedarse a hacerle compañía mientras que Alejandra se regresó a su trabajo, quedando en pasar más tarde por su hija, pues dadas las circunstancias, temía que anduviera sola tan tarde.
Amelia no quería llamar su madre y preocuparla, pues la conocía y sabía cómo se pondría. Así que decidió contarle todo cuando estuviera en casa.
Carolina se dedicó a consentir a su novia, por lo que la llevó con cuidado a su recamara y estando ahí, la ayudó a recostarse para después taparla con un pequeño cobertor y permanecer a su lado mientras veían una serie en la televisión.
Carolina de vez en cuando le daba pequeños besos a Amelia en la frente, y después en los labios, trataba de hacerlo con cuidado para no lastimarla.
— Sentí miedo de perderte. — Se escuchó de pronto decir a Carolina mientras se pegaba más al cuerpo de su novia. — Siento tanto no haberte podido defender. — Decía casi con lágrimas en los ojos.
— Mi amor, sé que si hubieras podido, lo hubieras hecho, de eso estoy segura. — Amelia intentaba tranquilizarla. — Aunque esos tipos iban directo contra mí y agradezco que así fuera, de lo contrario me hubiera vuelto loca si te hubieran lastimado.
— Pero mírate cómo estás. — Expresaba Carolina mientras veía el rostro dañado de su amada. — Eso no es un consuelo para mí.
— ¿Acaso estos moretones no me dan un toque especial y me hacen ver más guapa? — Decía Amelia sonriendo, que a pesar del dolor, no dejaba que su buen humor se escapara.
— Amor, es en serio... — Refutaba Carolina. — Sentí tanto miedo e impotencia. — Terminó por decir con tono triste.
— Lo importante es que estamos bien y bueno, los golpes sanaran poco a poco. — Dijo Amelia intentando ser optimista. Aunque después recordó lo que aquellos hombres habían dicho y más que palabras habían sido amenazas, lo que provocó que se removiera de su lugar y su rostro reflejara preocupación.
— Creo que esto es obra de alguien que nos odia y nos quiere fuera de la escuela. — Mencionó Amelia segura de lo que decía.
— ¿Quién crees que pueda ser? — Preguntó con curiosidad Carolina.
— No lo sé, pero seguramente nos conoce y debe tener la mente muy retorcida para hacer este tipo de cosas. — Dijo Amelia esperando no equivocarse en pensar que quien había tramado todo eso era Karla.
— Por ahora estamos juntas y es lo que importa. — Expresó Carolina mientas le daba un beso en la mejilla a Amelia, quien sonrió ante ese gesto de su novia.
Desde que se hicieron novias, jamás habían estado tan juntas, en la misma cama y tan llenas de complicidad, situación que resultaba nueva pero agradable.
Carolina besaba a Amelia de manera muy delicada en la comisura de sus labios, sabía que le dolían por tremendo golpe que recibió, así que por más que quisiera comérsela a besos en esos momentos, tenía que aguantarse las ganas. Sin embargo, Amelia al sentir esos pequeños roces y la cercanía de su aliento, intentó buscar los labios de Carolina para poder besarla de manera más apasionada.
Ante esa reacción por parte de Amelia, Carolina respondió de la misma manera, ambas subieron la intensidad de sus besos y poco a poco sus cuerpos se acomodaron para quedar de frente, Carolina comenzó a acariciar la espalda de su novia y poco a poco fue bajando su mano hasta posarse en los glúteos de Amelia que para ese entonces, ya había metido una de sus piernas en medio de las de Carolina y su manos se abría paso para acariciarla por debajo de la blusa.
Amelia sin pensarlo y solo dejándose llevar por lo que sentía, siguió recorriendo cada centímetro de piel de su novia, era tan suave y cálida que no supo en qué momento, una de sus manos ya masajeaba por encima del sostén, los senos de Carolina, y que al escuchar un pequeño gemino de placer y su respiración entrecortada, no pudo evitar sentirse demasiado excitada, un calor recorrió por todo su cuerpo, acompañado de cierta humedad en su parte baja, que solo la incitaban a buscar más y más contacto.
Se besaban tan apasionadamente que de pronto Carolina jaló con sus dientes el labio inferior de Amelia, provocando que su herida empezara a sangrar, mientras Amelia apretaba los ojos en señal de dolor. Tan pronto como pudo, Carolina se separó de ella y con rostro preocupado preguntaba si estaba bien, Amelia respondió que sí, pero la sangre en su labio indicaba lo contrario. Así que Carolina se levantó por completo, fue en busca de un poco de algodón y alcohol para limpiarle y curar su herida. Al cabo de unos minutos ya se encontraba nuevamente con su novia y sin preguntar, comenzó a limpiarla con sumo cuidado, Amelia se enterneció al ver ese acto por parte de Carolina, la trataba con tanto cuidado que no podía quitarle la mirada de encima, de repente sus miradas se cruzaron y Carolina le regaló una pequeña sonrisa y dijo que lo sentía.
Ambas sonrieron al recordar lo ocurrido minutos antes, pues sabían que la pasión les había ganado. Una vez que Carolina terminó de curarla, se volvió a acostar al lado de Amelia, pero ésta vez prometiendo estar tranquila y no tocar de más.