Tu manera de amar (capítulo 13)

Fortaleza

Un día, cuando Amelia y Carolina llegaban juntas a la escuela como lo hacían desde que inició su noviazgo, y se unían con Leticia que siempre las esperaba afuera, al ingresar pudieron sentir el ambiente un poco tenso, sentían miradas incómodas y escuchaban cómo hablaban en voz baja sus demás compañeros. No entendían muy bien qué pasaba, aunque poco después gracias a la información que Leticia logró obtener, supieron que era porque ya todos en la escuela sabían de su noviazgo. Ellas habían tratado de ser discretas precisamente para evitar que su relación anduviera en boca de todos, así que no entendían cómo de repente todo mundo sabía. Sin embargo, Leticia fue la única que se atrevió a decir y casi afirmar que eso solo pudo ser obra de Karla, pues la conocía perfectamente y sabía hasta dónde era capaz de llegar cuando alguien entraba en la lista de sus enemigos.

Intentaron ignorar a todos, pero la presión era demasiada al grado que Carolina no pudo contra eso. Ser víctima de señalamientos y burlas, logró que entrará en desesperación, provocando que se marchara de la escuela a toda prisa con lágrimas en los ojos. Amelia y Leticia corrieron tras ella, al darle alcance, Amelia la abrazó fuerte y le dijo que todo estaría bien, Carolina al sentir los brazos de su chica se refugió aún más mientras intentaba controlar su llanto.

Las tres se alejaron de la escuela, había sido un momento difícil, más para Carolina que para Amelia quien ya había pasado antes por eso. Fueron en dirección a casa de Carolina y estando ahí, la joven se sintió un poco más tranquila.

— Justamente por lo que acaba de pasar, es que todo este tiempo había ocultado mis preferencias. — Se escuchó decir a Carolina que al recordar lo sucedido, volvió a llorar desconsoladamente.

— No sé cómo iré a la escuela después de todo esto. — Decía con la mirada perdida.

— Amiga, no les hagas caso, deja que hablen, tarde o temprano se cansaran. — Se atrevió a decir Leticia, mientras le acariciaba el hombro como para darle ánimos.

— Hey, amor, no dejemos que esto nos afecte. — Por fin hablaba Amelia, mientras que con sus manos sostenía el rostro de su novia y la miraba directo a los ojos. — Hoy más que nunca tenemos que ser fuertes.

Carolina realmente agradecía que tanto su novia como su amiga, estuvieran con ella, de otro modo, no sabría cómo lidiar con eso. Su apoyo en esos momentos era fundamental para que no volviera de donde alguna vez se escondió.

— Karla va a tener que escucharme. — Dijo Leticia con cierto enojo, pues no comprendía por qué se comportaba así. Es cierto que incluso ella en algún momento actuó de mala manera y contribuyo a las burlas cuando supieron lo de Amelia, cosa de la cual no estaba para nada orgullosa, pero por el tiempo que Karla compartió con Carolina y el cariño que algún día dijo tenerle, esperaba otra reacción por parte de aquella joven.

— Dudo mucho que Karla quiera escucharte. — Expresó Amelia. — A juzgar por la reacción que tuvo la última vez que hablaron, no creo que algo la haga cambiar de parecer.

— Tendrá que hacerlo, no voy a permitir que les haga daño. — Terminó por decir Leticia, quien estaba más segura que nunca de lo que haría.

El tiempo transcurrió a su ritmo y las tres chicas se dedicaron a ver películas y comer helado, Carolina olvidó por un momento el mal rato que pasaron y Amelia que aún tenía tiempo de sobra antes de irse a su trabajo, se dedicó a llenarla de besos, abrazos y hacerla sentir que mientras estuvieran juntas, nada importaba.

Unas horas más tarde, Leticia se retiró argumentando que tenía algo importante qué hacer, sin dar tanto detalle. Lo que no sabían, era que iba de regreso a la escuela para encarar a Karla.

Cuando llegó a su destino, pudo ver que aún faltaban unos minutos para la hora de salida, por lo que esperó ansiosa afuera de la escuela. Cuando por fin salían todos, estuvo atenta pues no quería que Karla se fuera sin antes hablar con ella. Una vez que la ubicó con la mirada, se dirigió a ella y con tono firme la llamó.

— Karla, tenemos que hablar — Dijo mientras se paraba frente a la joven que se exaltó un poco por la aparición de su ex amiga.

— Tú y yo no tenemos nada de qué hablar, pues hasta donde recuerdo, preferiste quedarte con las raritas esas. — Reprochaba Karla mientras seguía su camino.

— Aunque no quieras, vas a escucharme. — Afirmó Leticia quien a esas alturas ya la tomaba del brazo para impedir que ésta se fuera.

Acción que no le pareció en lo absoluto a la joven quien de inmediato se zafó del agarre.

— Ajá, ¿Y de qué quieres que hablemos? — Preguntó Karla en tono burlón.

— ¿Por qué no dejas en paz a Carolina y Amelia? — Quiso saber Leticia quien mostraba un poco de irritación por la actitud de su compañera.

— Porque no se me da la gana, y ten por seguro que no descansaré hasta que ese par deje de andar de noviecitas y se larguen de la escuela para siempre. Así que no te conviene meterte conmigo, porque incluso tú puedes hacerles compañía. — Expresó Karla convencida de sus palabras e inmediatamente se dio la vuelta y se fue, dejando a Leticia con la palabra en la boca y con cierta preocupación pues sabía que aquella chica hablaba en serio.

Leticia prefirió no decir nada de eso a su amiga, pues no quería preocuparla más, ya después se las arreglaría para evitar que Karla hiciera de las suyas.

Al día siguiente Carolina no quería ir a la escuela, pues tenía miedo de que se volviera a repetir lo del día anterior. Sin embargo, Amelia fue por ella a su casa, estaba decidida a enfrentar esa situación, pero era algo que ambas debían hacer, de modo que Carolina no tuvo oportunidad de oponerse.

Cuando estaban a punto de entrar a la escuela, Amelia tomó la mano de Carolina, la entrelazó y apretó con fuerza.

— Todo estará bien. — Dijo Amelia intentando dar un poco de seguridad a su novia, mientras que ésta asentía con la cabeza.

— ¿Lista? — preguntó Amelia antes de entrar mientras inhalaba un poco de aire como para toma valor ante lo que se les venía.

Como era de esperarse, al dirigirse a su salón, las burlas y señalamientos no se hicieron esperar, pero esta vez en lugar de salir corriendo, Carolina apretó con fuerza la mano de Amelia y trató de ignorar todo aquello. Una vez adentro cada una tomó asiento y bastaron solo unos minutos para que sus demás compañeros entraran y tras dedicarles unas miradas, se dedicaran a lo suyo. Carolina pensó que era cuestión de tiempo para que el tema de su relación pasara desapercibido, así que intentó relajarse.

Amelia invitó a Carolina y Leticia a un bar que quedaba cerca de su trabajo, lo hizo con la intención de distraerse un rato, por lo que acordaron de verse después de que saliera del ciber-café.

Cuando ella llegó al bar, ya la estaban esperando, así que sin más, entraron de inmediato. El lugar era pequeño, pero con ambiente agradable y lo mejor de todo es que había una banda que tocaba en vivo. Las tres pidieron algo de beber y al paso de los minutos entraron en ambiente, de vez en cuando cantaban y gritaban al escuchar las canciones que les gustaban.

— Mi amor, iremos al tocador. — Dijo Carolina acercándose al oído de Amelia, que por la música tan alta, apenas logró entender lo que su novia decía.

— Con cuidado. — Decía con voz fuerte, mientras veía cómo se alejaba Carolina y Leticia.

Amelia siguió disfrutando de la música y las buenas bebidas, hasta que de pronto, alguien se acercó a su mesa y sin pedir permiso, se sentó al lado de ella.

— ¿Puedo invitarte una copa? — Se escuchó decir a una joven de unos 23 años aproximadamente, delgada y bastante guapa, tenía un piercing en la nariz e iba vestida de manera un tanto sugerente.

Amelia sorprendida no supo qué responder, sólo se limitó a observarla.

— Tranquila que no muerdo. — Dijo la chica que atrevidamente ya tenía su mano en una de las piernas de Amelia, por lo que ésta inmediatamente hizo un movimiento para librarse de aquella caricia.

Carolina y Leticia que ya volvían del tocador, al mirar aquella escena, quedaron con cara de asombro, mientras que Amelia se puso nerviosa pues no supo qué era realmente lo que Carolina había visto.

Aquella desconocida, al darse cuenta que esas chicas iban con su futura presa, dio por terminado cualquier intento de conquista.

— Disculpa, pensé que venías sola. — Se excusó, mientras se retiraba de ahí llevándose también la copa que llevaba.

— ¿Es que acaso no puedo dejarte 5 minutos sola, porque ya te están coqueteando? — Decía Carolina un poco molesta, no por Amelia, sino por aquella chica que acababa de irse.

— Tranquila mi amor, que solo tengo ojos para ti. — Afirmaba Amelia mientras le daba un beso en los labios y le sonreía de manera sincera.

Era la primera vez que Carolina sentía celos de alguien que ni siquiera conocía, pero se tranquilizó al saber que en efecto, Amelia le había demostrado en ese poco tiempo que llevaban juntas, que realmente la amaba y ni siquiera miraba a las demás como la miraba a ella.

Ese incidente pasó por alto y solamente se dedicaron a disfrutar y bailar hasta que sus cuerpos aguantaran.