Tu manera de amar (capítulo 12)
Confianza
Al día siguiente, Amelia quedó en pasar por Carolina a su casa para llegar juntas a la escuela, en el trayecto Carolina puso al tanto a su novia sobre las cosas que había hablado con sus amigas y de la reacción desfavorable de Karla, lo cual causó que Amelia se sintiera un poco mal, pues sabía del cariño que Carolina les tenía a aquellas chicas, sin embargo ese mal sentimiento se vio esfumado cuando su novia se mostró firme y segura ante la situación, pues era verdad que le afectaba, pero dijo que ya había pasado mucho tiempo ocultando lo que era, y ni por Karla ni por nadie, retrocedería lo mucho que había logrado, pues uno no podía andar por la vida complaciendo a nadie, ni mucho menos vivir en base a lo que los demás quieran... Sin duda, estar enamorada le daba nuevos aires de seguridad que jamás pensó tener y eso indudablemente se lo contagiaba a Amelia.
Al llegar a la escuela, ambas notaron que Leticia esperaba afuera. Al acercarse, ésta saludó primero a Carolina y posteriormente a Amelia quien al saber lo ocurrido el día anterior, no dudó en corresponder y mostrarle una sonrisa llena de gratitud. Leticia dijo que las estaba esperando para poder entrar juntas al salón, cosa que alegró a Carolina pues realmente su amiga estaba teniendo una muy buena actitud y lo mejor, era que empezaba a interactuar con Amelia.
Cuando las tres se dispusieron a entrar, Karla pasó frente a ellas, ni siquiera les dirigió la palabra, simplemente se pasó de largo no sin antes lanzarles una mirada llena de enojo e incomprensión.
Las horas en la escuela marcharon bien. Ya para la salida, Carolina propuso a Leticia y Amelia que fueran al centro comercial para distraerse un rato, ambas accedieron y se dirigieron sin pensarlo a la zona centro.
— ¿Creen que fue buena idea que yo viniera? — Se escuchó decir a Leticia.
— ¿Claro, por qué lo preguntas? — Quiso saber Amelia.
— Bueno, pues como ahora son novias, supongo que quieren estar a solas y necesitan tiempo para ustedes, así que no quiero hacer mal tercio.
— Leticia, no digas eso... Podemos salir sin problema las tres, sirve que tú y Amelia se conocen más. — Al decir esto, Carolina le lanzaba una mirada a su novia, como buscando su aprobación. Cosa que para nada incomodó a Amelia, pues dijo que ella estaba en la mejor disposición.
— Bueno, bueno.... Sólo cuando quieran darse besos y compartir saliva, me dicen y yo me alejo. — Expresó Leticia con una sonrisa en el rostro, llena de complicidad, mientras caminaba frente a ellas sin la menor preocupación.
— Leticiaaaaaa. — ¡Qué cosas dices! — Se escuchó decir a Carolina un poco sonrojada. Mientras Amelia reía ante las ocurrencias de aquella joven quien después de todo, le estaba cayendo bien.
Las tres anduvieron de tienda en tienda, sin preocuparse mucho del tiempo, hasta que Leticia observó su reloj y se asombró de lo tarde que ya era.
— Chicas, creo que tengo que dejarlas. — Mencionó con cierto pesar pues realmente la estaba pasando bien. — Ya es tarde y tengo que llegar a casa para ayudar a mi madre a hacer algunas cosas.
— Está bien, no te preocupes. — Decía Carolina mientras se acercaba a ella para despedirse.
— Cuídala eh. — Le decía a Amelia cuando fue el turno de despedirse de ella.
— Tranquila, está en buenas manos. — Respondió Amelia con la certeza de que realmente cuidaría a Carolina.
— Pórtense bien. — Terminó por decirle a ambas mientras se dirigía a la salida del centro comercial.
Minutos después Amelia y Carolina también se marcharon de ahí, pues la noche había caído y las calles empezaban a lucir un poco solitarias.
Ambas caminaban en silencio, Amelia estaba feliz por todo lo que últimamente acontecía en su vida, sin embargo había algo que quería decirle a Carolina pero no se animaba, pues el hecho de pensar en un posible disgusto entre ellas, le hacía sentir cierto temor. Esos pensamientos invadieron su mente al grado de mostrarse un poco ausente, cosa que no pasó por alto Carolina.
— ¿Qué tienes? Estás muy pensativa. ¿Todo bien? — Quiso saber Carolina, mientras estudiaba un poco el rostro de su novia.
— Mmmh, sí, todo bien... — Dijo Amelia un poco dubitativa
— Bueno, hay algo que tengo que decirte, pero no quiero que lo tomes mal. — Se animó a decir después de unos segundos de silencio,
— Puedes decirme lo que quieras. — Aseguraba Carolina, intentando parecer tranquila, aunque en el fondo había algo de preocupación en su interior, por pensar que se trataba de algo malo.
— Sé que quizá debí decírtelo antes, pero no supe cómo abordar el tema... El caso es que... Conozco a tu mamá. — Dijo Amelia repentinamente.
— ¿Qué? — Se asombró Carolina ante esa confesión.
— ¿Cómo y desde cuándo? — Quiso saber de inmediato.
— Desde hace algunas semanas, la conocí en la escuela, aunque después de algunos días platicamos de ti.
— ¿De mí? — Volvió a preguntar Carolina aún más sorprendida que antes.
— Bueno, en realidad le preocupaba tu estado de ánimo y creyó que yo podría ayudarte. Primero me pidió no decirte nada, pero después de hacernos novias hablé con ella y acordamos en que yo te diría las cosas.
— ¿Así que te acercaste a mí sólo porque mi madre te lo pidió? — Cuestionó Carolina un poco confundida.
— No es precisamente así, en realidad yo me acerqué a ti porque quería ayudarte y bueno, siempre me gustaste, así que creí que podía hacerlo independientemente a que tu madre me lo pidiera, digamos que simplemente las cosas se dieron por alguna razón — Trataba de explicar Amelia, intentando conservar la calma, mientras observaba a Carolina quien mostraba un rostro serio.
— Imagino que de verdad se preocupó por mí. — Dijo finalmente Carolina mostrando una mueca de ternura pensando en que su madre siempre había estado para ella en todo momento.
— No te preocupes, hoy tengo pensado hablar con ella y contarle lo nuestro, seguramente también me lo dirá, así que tranquila, todo está bien. Gracias por ser sincera conmigo. — Terminó por decir Carolina quien una vez más sorprendía a Amelia por la manera en como había tomado las cosas.
Amelia le dio un fuerte abrazo a Carolina y posteriormente la besó en los labios, no se lo dijo en ese momento, pero esos pequeños detalles como la comprensión y confianza, hacían que una relación se fortaleciera y eso la hacía sentir muy bien.
El tiempo había transcurrido tan rápido que llegaba ya el momento de despedirse, Amelia se había ofrecido a acompañar a Carolina hasta su casa, pero ésta se opuso pues ya era de noche y el camino que tenía que recorrer aún era un poco largo, así que no les quedó más remedio que darse un beso a las afueras de la estación del metro, y seguir cada quien su camino.
A los pocos días de su relación, las cosas marchaban bien, cada una se notaba feliz por todo lo que sentían y eso lo reflejaban en sus rostros, pero pronto esa felicidad se vería un poco turbada por las circunstancias que ocurrirían en la escuela y fuera de ésta.