Tu manera de amar (capítulo 11)
Decisiones
Después de las ultimas confesiones que ambas tuvieron, bastaron solo unos días para que Amelia y Carolina empezaran a cruzar palabra en la escuela y alguna que otra vez se vieran por las tardes para escuchar música, ver alguna película o simplemente platicar, llevaban una mejor relación y es que entre ellas había un sentimiento que era mutuo y sincero desde tiempo atrás, y que hasta ese momento les había permitido avanzar tanto en tan poco tiempo. Carolina lucía más feliz y ni qué decir de Amelia que sonreía a todo momento.
Por otro lado, Alejandra quién veía ya otra actitud en su hija, supuso mucho antes de hablar con Amelia, cuál era la razón.
Un día, cuando ambas jóvenes quedaron de verse en casa de Carolina, ocurriría algo que cambiaría la manera en la que hasta ese momento ambas se habían tratado.
Cuando Amelia llegó a casa de Carolina, ésta como siempre, la invitó a pasar, y pudo notar que en su rostro se reflejaba un ligero nerviosismo.
— Pasa, qué bueno que llegaste. — Dijo Carolina mientras la saludaba con un efusivo abrazo y un beso en la mejilla, para segundos después entrar por completo a su casa.
— Toma asiento y ponte cómoda. — Invitaba Calorina mientras iba por algo de beber. — Hoy quiero que hablemos de algo que ya no puedo contener. — Terminó por decir sin rodeos mientras volvía con Amelia que de inmediato puso una cara de preocupación.
— Todo este tiempo hemos hablado del cariño que ambas nos tenemos y de las cosas que sentimos, así que me puse a pensar en por qué no avanzamos un poco más. - Proponía Carolina mientras tomaba una de las manos de Amelia, a lo que ésta se sorprendió bastante, sin lograr comprender hacia dónde se dirigía Carolina.
— ¿Qué es lo que quieres decir? — Rompió el silencio Amelia intentando comprender un poco más.
— ¿Por qué no tenemos una relación? — Explicó Carolina al ver el rostro de Amelia un poco confundido.
— ¿Cómo? — Atinó a preguntar Amelia sin asimilar del todo la propuesta de Carolina.
— ¿Quieres ser mi novia? — Preguntó sin tapujos Carolina que ahora sostenía ya las dos manos de Amelia, quien se sorprendió ante tal pregunta, mientras un millón de sentimientos la invadían, simplemente no podía creer que eso estuviera pasando.
— Sí, sí quiero. — Respondió finalmente en medio de tanta emoción que amenazaba con ponerse a llorar, mientras Carolina la abrazó fuertemente.
— Te quiero. — Expresaba Amelia.
— Te quiero — Contestó Carolina mirándola a los ojos.
Segundos después, Amelia acercó un poco su rostro al de Carolina, podía sentir el calor de su aliento, lentamente sus labios rozaron los de ella para después darle un beso que fue bien correspondido.
Era su primer beso para ambas, así que sin formas qué seguir, se dejaron llevar por lo que sentían. A ambas les gustaba esa sensación de calidez y suavidad de otros labios, por lo que prolongaron el beso hasta que sintieron que la respiración se les iba.
— ¿De verdad quieres que seamos novias? — Preguntó de repente Amelia quien quería estar segura de que no se trataba de un momento pasajero, pues por parte de ella existía total seguridad, pero Carolina había tomado la iniciativa para muchas cosas, así que quería cerciorarse de que no eran simples impulsos.
— Sí Amelia, es lo que más quiero. — Escuchó decir a Carolina quien se mostraba segura. — Tú me gustas, y sé que te gusto, y ahora que hemos tenido la oportunidad de platicar más, me doy cuenta que realmente me haces bien, me siento a gusto contigo y al menos quiero intentarlo.
Ése día entre besos, risas y felicidad, se les fue la tarde. El deber llamaba a Amelia, así que no les quedó más remedio que despedirse, no sin antes fundirse en otro beso y con la alegría de saber que se verían al otro día.
Amelia esa tarde estaba más que feliz, jamás había experimentado nada igual y eso la hacía sentirse en un sueño. Su felicidad era inmensa que no pudo disimularla. Situación que cuando llegó a su casa, su madre inmediatamente pudo notar.
— Bueno, bueno, ¿Por qué tan sonriente? — Preguntó Martha mientras veía a su hija con una sonrisa de oreja a oreja.
— ¡Mamááá, me pidió que fuera su novia! - Decía con gran emoción Amelia sin poder creerlo aún.
¿Carolina? - Quiso averiguar Martha que siempre supo de ella y de la situación, pues su hija le contaban todo.
— Sí mamá, y nos dimos un beso, todo fue tan lindo... — Contaba Amelia mientras se aventaba en el sillón, simulando que se desmayaba de la emoción.
— ¿En serio? ¡Qué bueno hija! La verdad me da mucha alegría por ti. Creo que ya era hora. — Dijo Martha mientras iba a donde su hija para sacarle más información.
— Mamá, ¿Cómo que ya era hora? — Escuchó quejarse a Amelia.
— Bueno, digo que ya era momento de que formaran algo más serio. — Rectificó su mamá. - Creo que entre ustedes siempre existió algo más que amistad. — Terminó por decir.
— Estoy tan contenta mamá, que no quiero que ésta felicidad se me pase nunca. — Expresaba Amelia que realmente parecía estar flotando del puro enamoramiento.
— Y a mí me alegra que estés feliz hija, siempre quiero verte bien. — Le decía mientras le acariciaba el pelo.
Martha realmente estaba feliz de ver contenta a su hija y no lo dijo abiertamente para no perturbar esa felicidad, pero esperaba que en verdad esa relación prosperara, pues por lo que sabía de Carolina, tenía ciertas dudas que no terminaban de convencerla, pero bueno, finalmente su hija estaba feliz y eso era lo importante.
Al día siguiente, Amelia se levantó con la mejor de las actitudes, se arregló y se dirigió a la escuela con el corazón latiéndole aceleradamente, pensar en que ahora Carolina era su novia, le daba una felicidad indescriptible y sentía una motivación para hacer muchas cosas. Todo parecía un sueño; tan increíble e imprevisto.
Trataba de calmar todas esas sensaciones, lo que le resultaba casi imposible, sin embargo tenía que hacerlo pues no sabía muy bien cómo actuar ahora que ambas eran novias, no es que tuviera que seguir ciertos patrones o estuviera insegura, más bien su inquietud era porque Carolina estaba pasando por un proceso de aceptación y no sabía qué tanto podía afectarle ciertas cosas. Así que primero quería hablarlo bien con su ahora novia.
Amelia llegó a la escuela y notó que Carolina ya la esperaba afuera, estaba tan guapa como siempre y lucía una sonrisa que de solo pensar que era a causa de ella, la ponía de mil colores. Ambas corrieron al encuentro y se fundieron en un abrazo que hizo que nada a su alrededor les importara. Posteriormente se dirigieron a su salón procurando ser discretas, pero con una sonrisa que nadie se las borraba.
Ese día Carolina iba decidida a hablar con Karla y Leticia sobre su relación con Amelia, no quería prolongarlo más, pues últimamente sus amigas la cuestionaban mucho sobre las actitudes tan raras que tenía, dicha situación le causaba preocupación pues no sabía a ciencia cierta cuál sería la reacción de ambas, aunque se dijo a sí misma que si aquellas chicas eran realmente sus amigas, la apoyarían en todo, de lo contrario se encargaría de tomar otras medidas. Sin duda, estaba tomando valor para hacer tantas cosas que ella misma se sorprendía.
Durante las primeras horas, Carolina y Amelia no hablaron mucho, cruzaban miradas de complicidad cada que podían y eso para ellas, era su mejor lenguaje. Fue hasta la hora del recreo, cuando ambas pudieron hablar bien, Carolina le expresó a su novia, la decisión que había tomado sobre hablar con sus amigas y le comunicó que lo haría saliendo de la escuela, las citaría en su casa y ahí les contaría todo. Amelia se ofreció a acompañarla en ese momento, pero Carolina se negó, dijo que era algo que tenía que hacer ella sola y esperaba que todo saliera bien.
Al salir de la escuela, Amelia se sintió un poco triste, pues esa tarde no se vería con Carolina, pero segundo después recordó lo que su novia estaba a punto de hacer y no dudó en sentirse orgullosa de ella, pues de ser una joven con problemas de aceptación, estaba a punto de dar otro paso importante que sin duda reafirmaba que realmente estaba tomando la relación en serio.
Karla, Leticia y Carolina salieron juntas de la escuela, se dirigieron a casa de esta última e iban dudosas de lo que su amiga quería decirles. Cuando llegaron, todas pasaron y una vez adentro, Carolina se preparó para hablar.
— Las he citado aquí porque tengo algo importante qué decirles. — Dijo por fin mirando a sus amigas que estaban expectantes.
— Sé que últimamente paso menos tiempo con ustedes y he actuado un poco extraña, les pido me disculpen por eso, es solo que han pasado tantas cosas en mi vida que no sé cómo manejarlas con exactitud. También sé que me han visto hablar más con Amelia y bueno, eso también tiene un por qué.
Hay algunas cosas que no saben de mí y no las he dicho por miedo, pero ahora que he encontrado a alguien que me ha dado el suficiente valor, quiero decirlo y espero me entiendan. — Finalizó esperando que alguna de sus amigas dijera algo, sin embargo había un absoluto silencio que obligó a Carolina a seguir hablando.
— A mí me gustan las mujeres — Dijo de repente. — Siempre me han gustado y si no lo dije antes era porque yo no lo quería aceptar, ahora tengo una relación con Amelia y realmente deseo que lo entiendan y lo respeten. — Terminó por decir mientras las lágrimas corrían por su rostro, eso de confesar todo lo que estaba pasando, resultó un poco difícil para ella.
— Espera ¿Qué estás diciendo? Dijo Karla con total asombro. — ¿O sea que también eres lesbiana? — Preguntó sorprendía. Mientras que Leticia seguía sin decir nada.
— Sí Karla, siempre lo he sido. — Contestó ya sin reparos.
— Woow, esto sí que no me lo esperaba. — Por fin decía Leticia que seguía igual de sorprendida que Karla.
— Mira, yo acepté que le hablaras a la rarita del salón, pero de ahí a que seas novia de esa, es porque realmente estás enferma. — Expresó Karla con molestia. — No lo puedo creer Carolina, qué tan bajo has caído, tú que te burlabas de ella, que te encargaste de decir que era lesbiana y que dijiste que jamás le hablarías... Mírate, ahora eres su novia.
— Bueno, sé que me equivoqué y eso ya lo hablé con Amelia y siento mucho que no lo entiendas Karla, pero no estoy enferma, estoy enamorada y es muy diferente y si decidí contárselos, no es para recibir críticas, sino porque son mis amigas y espero un poco de comprensión de su parte. — Decía Carolina en tono seguro y ya más repuesta del llanto.
— Pues no, yo no lo acepto y mucho menos lo entiendo... Además, no nos hablaste con la verdad y eso no es de amigas. — Reprochaba Karla que seguía molesta y asombrada ante las confesiones de su amiga. — Tampoco sé si quiero que me sigan viendo contigo después de que se enteren que eres... eso.
— No tenemos nada más que hablar, así que no vamos. — volvió a decir mientras veía a Leticia como queriendo que ella también se fuera, pero al ver que su compañera seguía sentada sin intención de moverse, agarró sus cosas y se dirigió hacia la salida.
— Allá tú si te quieres quedar Leticia, yo me voy... — Expresaba furiosa, mientras avanzaba hacia la puerta, para después abrirla y marcharse.
— Puedes irte también si es lo que quieres. — Dijo segundos después Carolina a Leticia que se quedó mirándola sin decir nada.
— No me voy a ir... Mira, honestamente me ha sorprendido lo que acabas de decirnos, además que Karla tiene un poco de razón en cuanto a que no nos hablaste con la verdad desde el principio si se supone que somos amigas, pero por esa misma razón quiero comprenderte un poco, me imagino que no ha sido fácil para ti, así que al menos quiero que tengas a alguien en quien apoyarte y confiar. Sólo no vuelas a ocultarme las cosas por difíciles que sean. — Terminó por decir Leticia, quien estaba un poco conmovida por aquella platica, pero firme ante su decisión de seguir siendo amiga de Carolina.
Las dos se quedaron esa tarde platicando más a fondo... Al menos, Carolina ya se sentía más liberada, eso le dio mucha tranquilidad y no dudó en agradecerle a su amiga el apoyo. Ya después le contaría a Amelia todo lo que había pasado.