Tu manera de amar (capítulo 10)

Revelación

Un nuevo día y Amelia acudía a la escuela intentando no darle demasiada importancia a la manera en cómo sería el comportamiento de Carolina, se dijo a sí misma que ya no toleraría malas actitudes por parte de ella, aunque eso significara alejarse por completo y no poder ayudarla. Además de que estaba de por medio su bienestar emocional, pues no podía permitirse que su ánimo girara en torno a la manera en que Carolina la tratara. Una cosa era querer ayudarla y otra muy distinta tener que aguantar sus desplantes.

Ésta vez, Carolina había llegado primero y por raro que pareciera estaba sin aquellas dos amigas con las que iba para todos lados. Al llegar Amelia, se dirigió inmediatamente a su butaca, cuando de pronto pudo escuchar que Carolina la saludaba.

— ¡Hola! — Decía mostrando una sonrisa, Amelia dudosa de que se dirigía hacia ella, empezó a observar para todos lados, percatándose que eran las únicas dos en el salón de clases. Después de unos segundos contestó de igual manera.

Poco a poco se fue llenando el salón por sus demás compañeros, para así poder dar paso al inicio de clases. Eso fue los más novedoso hasta entonces. Ya por la tarde, Carolina pidió a sus amigas que se adelantaran, pues ella haría otras cosas antes de salir del salón, esperó a que salieran todos a excepción de Amelia, quien siempre era la última en salir.

— ¿Te espero hoy en mi casa? — Preguntó Carolina a Amelia, quien estaba ya por levantarse de su asiento.

— Sí, — Respondió Amelia sorprendida.

— Bien, nos vemos en un rato entonces. — Dijo Carolina quien se retiraba ya del salón, por su rostro se notaba que quería decir algo más, sin embargo no se animó.

Amelia repitió la misma rutina de los últimos días para poder ir a casa de Carolina. Ambas le pusieron especial empeño al trabajo y fue así como lograron terminarlo. Cuando ya no había más que hacer, Carolina hizo algo de lo que ella misma se sorprendió.

— ¿Antes de que te vayas, podemos hablar? — Preguntó temerosa de recibir un no como respuesta.

— Claro. — Dijo Amelia en tono curioso. La verdad no se esperaba esa propuesta por parte de Carolina.

— Espero que después de lo que voy a decirte, no te enojes conmigo y dejes de hablarme. Ya te dije que me gustaría que siguieras viniendo aunque ya no haya más trabajo de por medio. — Expresaba Carolina mientras la miraba con cierto nerviosismo y ante el cual Amelia se mantenía en silencio, esperando a que comenzara a hablar.

— Bueno, ahí voy. -- Dijo Carolina mientras respiraba profundo, como para tomar valor y poder hablar.

— Primero que nada, quiero que me disculpes por la manera en la que te he tratado desde que iniciamos el semestre. Sé que no existe justificación ni nada que revierta el daño que pudieron causarte mis actitudes, pero de verdad estoy arrepentida. Éstos días en los que has estado conmigo, he reflexionado mucho a cerca de mi manera de ser y eso me ha permitido animarme a decirte las cosas.

— Me gustas Amelia... Me gustas desde el primer día en el que te vi entrar al salón de clases. Y antes de que digas algo más, ¿Si tu pregunta es que si soy lesbiana? La respuesta es sí, lo soy y no sé qué hacer — Mientras Carolina decía esto, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, se podía sentir un poco tenso el ambiente, pero ya no había vuelta atrás, estaba en su momento de liberarse de una vez por todas.

Amelia a pesar de saber ya las preferencias de Carolina, nuevamente se sorprendió ante la confesión de ésta, pues ahora lo escuchaba de viva voz y no terminaba de asimilar esa idea. — Tranquila, expresaba Amelia mientras pasaba su mano por encima del hombro de Carolina, intentando consolarla. — Todo está bien, — Dijo mientras en su mente buscaba otras palabras más reconfortantes.

— Nada está bien — Respondió Carolina un poco exaltada. — No quiero ser lesbiana, no quiero... — Decía mientras negaba con la cabeza. ¿Por qué yo, por qué a mí? — Le cuestionaba a Amelia quien la veía con cara de angustia, pues parecía que Carolina seguía en total negación.

— Seguramente el destino te tiene preparadas grandes cosas y te eligió a ti por alguna razón. — Dijo Amelia intentando tranquilizarla.

— ¿Alguna razón? Por favor Amelia, acaso no te das cuenta que siempre seremos victimas de burlas y miradas, jamás llevaremos una vida normal, o no al menos como las demás personas y yo no sé si pueda soportarlo. — Se quejaba Carolina con total desamino.

— ¡Claro que podemos llevar una vida normal, somos como cualquier otra persona! — Se expresaba con firmeza Amelia. — No somos bichos raros y debemos apoyarnos entre nosotros para después exigir el respeto de los demás. — Al decir esto, Carolina sintió que ese ultimo comentario iba dirigido a ella. Pues a pesar de tener las mismas preferencias que Amelia, la había tratado mal por esa misma razón.

— Ya que tocas ese tema...Quiero que sepas que no tengo nada en contra de ti Amelia, es solo que me aterra el hecho de que en la escuela se enteren de lo que soy — Aclaró Carolina con el rostro avergonzado.

— ¿Y por eso decidiste hacerme el blanco de las burlas de los demás? — Le cuestionó Amelia un poco molesta.

— No, no, nunca fue esa mi intención. Cuando supe de tus preferecnias, se lo conté a mis amigas, y ellas fueron quienes lo regaron por toda la escuela.

— Para el caso es lo mismo, pues nunca hiciste nada para evitarlo. — Le reprochaba Amelia.

— Sí lo hice, les pedí que no lo dijeran, pero no me hicieron caso. Después todo se salió de control y me dio miedo de que también se enteraran de lo mío y tal vez en un acto egoísta, preferí que fueras tú el centro de su atención a que se burlaran de mí... Yo no podría con eso, no lo sabría manejar. Por favor entiéndeme Amelia. — Suplicaba Carolina, quien no paraba de llorar quizá por la pena, el desahogo y el miedo que sentía asumir sus condiciones.

— Esas no son tus amigas. — Dijo Amelia sin temor a equivocarse. — Si lo fueran, te apoyarían en todo, sin importar lo que fueras. No entiendo por qué sigues con ellas. — Terminó por decir Amelia en tono de decepción.

— Ya te lo dije; tengo miedo de que sepan lo que soy y termine quedándome sola. Yo no soy tan fuerte como tú, llámame cobarde, pero prefiero que nadie más se entere de esto. Ya veré cómo me las arreglo. — Decía Carolina convencida de sus palabras.

— ¿Y prefieres ir en contra de lo que eres solo por miedo? — Quiso saber Amelia.

— Por el momento entre menos sepan es mejor. — Reafirmó Carolina. — Así que te voy a pedir que no se lo digas a nadie.

— ¿Entonces por qué me dijiste que te yo te gusto? — Preguntó Amelia intentando saber los motivos.

— Porque es verdad. No quiero que te alejes de mí, estos días lo he reafirmado y creo que podemos ser buenas amigas. — Se atrevió a decir Carolina, mientras secaba sus lágrimas.

— Realmente no logro entender qué quieres; ¿Por una parte me dices que no diga nada y por otra me pides ser tu amiga, a sabiendas que todos saben lo que soy? — Expresó con cierta confusión Amelia.

— ¿Te gusto? —Preguntó Carolina repentinamente causando en Amelia cierto asombro e impidiéndole articular palabra alguna.

— ¿Te gusto? — Volvió a cuestionar Carolina, pero esta vez mirando a Amelia a los ojos.

— Sí — Escuchó decir en un tono casi imperceptible. —

— ¿De verdad? — Quiso saber Carolina a pesar de la respuesta antes escuchada.

— Sí, — Repitió con más fuerza Amelia. — Desde el primer momento, aunque después me sentí molesta contigo e intenté bloquear ese sentimiento.

— Me imagino. — Musitó Carolina, sintiéndose mal pues la culpable era ella y nadie más. — ¿Aun sientes algo por mí? — Se atrevió a preguntar sin pensar en otra cosa.

— Sí, creo que sí... yo... — Al decir esto, Amelia fue callada por un beso que Carolina le proporcionaba en la comisura de sus labios, impidiéndole terminar la frase.

— Shhh, con eso basta... Dijo Carolina con cierta esperanza. — Creo que tenemos cosas por delante.

Amelia, aunque atónita por lo que acababa de pasar, se levantó de donde estaba sentada con el afán de retirarse, pues se le hacía tarde. No sin antes lanzar una última pregunta.

— ¿Y eso qué significa?

— Significa que el destino nos guiará. — Por ahora, date prisa que ya es tarde. — Decía Carolina mientras veía el reloj de pared.

Amelia se dirigió a la puerta seguida de Carolina, ambas se despidieron con una sincera sonrisa, Carolina por su parte se encontraba un poco más tranquila y con cierta liberación y Amelia estaba sorprendida y dudosa de lo que Carolina quería decir con eso del destino. Sin embargo no quiso hacerse rollos en la cabeza y en efecto, se dijo a sí misma que era éste quien acomodaría las cosas.


Gracias a todos aquellos que se toman el tiempo de leer mi historia, pero en especial agradezco a HombreFX y a Angela que sin duda, sé que me leen. ¡Gracias por el tiempo, los comentarios y la motivación! :D