Tu madre, la puta de todos tem 2- 5

En el sexshop

CAPITULO V

EN EL SEX-SHOP

Cogimos el metro. No teníamos claro si podríamos circular por allí, así no tendríamos que aparcar ni nada por el estilo.

De camino les explique lo que tenía en la cabeza, bueno no todo, pero lo más inmediato.

“Cuando lleguemos, entramos nosotros, y nos ponemos a mirar revistas, o productos lo que sea. Al rato entras tú y haces lo propio, pero alejada de nosotros. Nos vamos acercando a ti hasta estar a tu lado, y empezamos a sobarte, discretamente, roces, etc, hasta que ya vayamos a algún más serio. Lógicamente no pasaras desapercibida para los tíos que estén allí, ni tú ni nuestra actividad. Se trata de comprobar, si alguno se une, y ver que hace.”

“jajaja, oye y todo eso se te ocurre a ti solito, o tienes un asesor”, me preguntó Marisa con sorna.

“Bueno he de recocer, que lo vi en una película, y me puso mucho”, les dije.

“Y ¿qué pasaba en la película?”, me preguntó Marisa.

En la peli, se supone que eran la mujer y el marido. Entra como te he dicho, y él se pone a su lado y empieza a magrearla. Al cabo de un rato, se unen dos viejos, que empiezan también a magrearla y terminan los cuatro en una cabina de las de video, follándola como locos, jajaja, pero era una película, claro”, les dije.

“jaja, me gusta la idea, puede ser morboso”, dijo Marisa.

Pablo miraba con cara de resignación, como diciendo, con lo bien que podíamos estar ahora en su casa follándola, y vamos a hacer el ganso a un sex-shop.

Salimos en Antón Martín, apenas nos separaban 50 metros del destino.

Nos separamos nada más salir, para que nadie pudiera vernos juntos, y entramos los dos en el local.

No había mucha gente.  Además, para mi sorpresa, habían quitado el Pepshow, que era uno de los destinos que había yo pensado para Marisa.

Vi, que, en su lugar, o mejor en el lugar donde antes estaban las cabinas para los shows privados, habían puesto una especie de ducha con unas sillas delante, y unas cortinas. Supuse que era algo similar, pero para más gente.

Estuvimos atentos a la entrada de Marisa, que entraba ahora mismo. Como era presumible todas las miradas se centraron en ella, hasta las del encargado que estaba en el mostrador. Se dirigió a una zona donde estaba la lencería sexy. Íbamos para allí cuando vimos como un vejete que andaba por allí se acercaba y hablaba con ella. En principio, Marisa le sonreía, y hablaba con él, pero dejo de hacerlo y su cara cambio como diciendo este tío es un coñazo. Decidí intervenir, y me fui para allí, con Pablo pegado a mi culo. Tampoco nos dio tiempo a intervenir, porque el encargado y salía a decirle al hombrecito que o se comportaba o que a la calle.

El hombre se retiró por lo que pudimos iniciar el plan que traíamos. Nos pusimos cada uno a un lado de Marisa, mirando también lencería. Poco a poco, nos fuimos arrimando, hasta llegar a pegar con ella, entonces las manos empezaron a rozarla, el brazo, la cadera… todo por encima del vestido. En un momento dado, la planté la mano en el culo. Yo miraba la cara de Marisa, y no me percaté de uno que se me acercaba y casi metiéndome los morros en la oreja, me dijo..

“Se deja?”

Me volví hacia él. Era un tío ya mayor, de unos sesenta y tantos, si le comparaba con mi padre, totalmente arreglado con traje y corbata. Vamos el típico ejecutivo, que había ido allí a hacerse una pajilla con lo que pudiera.

“Parece que sí, le dije también susurrando.

Hizo ademan de ponerse detrás, y le dije, mejor yo detrás, así tapo, tu ponte aquí, donde estaba yo. El hombre se colocó y su mano empezó a actuar, primero como lo estábamos haciendo nosotros por encima del vestido y sin grandes aspavientos. Pero luego ya la fue subiendo el vestido con dos dedos y con otro empezó a tocarla la pierna.

Como Marisa, se dejaba, el hombre se vino arriba y la plantó la mano en el culo, por debajo del vestido. Debió de ir buscándole con la mano la tira del tanga, y al no encontrarla, la dijo algo al oído. Ella se volvió, le miró asintió con la cabeza, y se giró siguiendo al hombre que se dirigió a una cabina de video. Cerraron la puerta, por lo que evidentemente no sabíamos que hacían. Pero vamos tampoco había que ser un lince para adivinarlo.

Mientras Marisa y el hombre hicieran lo que habían entrado a hacer, nosotros empezamos a dar vueltas cerca del mostrador, donde estaba el encargado. A la tercera o cuarta vuelta, se dirigió a nosotros.

“¿Qué chicos, os la ha levantado?”, nos preguntó.

“No, venimos con ella”, le dije yo muy digno. “Ya le hemos follado en el lavabo de un centro comercial hace un rato, pero ahora quería comprar un lush y la hemos acompañado”.

“Ah, joder”, contestó el.

“Sí”, le dije yo. “Una pena que hayáis quitado el Pepshow, te hubiera dicho de hacerla una prueba”

“En serio? No era rentable el pepshow, las chicas cobraban mucho y los tíos se la cascaban en casa que es más barato. Pero tenemos una especie de Fuckhole, no sé si eso la interesara probarlo”, nos dijo el encargado.

“¿Y eso que es?, preguntó Pablo.

“No sé si conocéis el Gloryhole, o pasillo francés, pues algo parecido, pero en vez de mamar pollas las follan”, lógicamente pagan más, pero eso no lo tienen en internet. Ahora mismo tengo dos chicas y hay sitio para una más. Si queréis cuando termine con ese cliente le decimos si quiere probarlo”, le contestó.

“Suena bien”, le dije”, ¿pero cuál es la mecánica”, le pregunté.

“Pues los tíos vienen aquí y compran un Pass, y con ese Pass, pueden entrar. Hay que introducir una clave que vienen en el ticket. Eso les da derecho a follarse a las tres si se van quedando libres, durante media hora, y como sé que me lo vais a preguntar, el Passs, cuesta 100 euros. Las chicas están metidas como en una especie de pared, por lo que no ven quien se la mete. Solamente entran por detrás, se desnudan se tumban, se le sujeta las piernas abiertas a la pared por fuera, sino sería muy cansado, y las follan. Vienen muchas casadas, echan unos polvillos, y se van con un dinerillo. Las doy el 25 % de lo recaudado en el tiempo que han permanecido dentro”.

“O sea, que, si echan una hora, y entran dos tandas de tíos, tu recaudas 600 euros y ellas se llevan 150”, le dije.

“Correcto”, me contestó él. “NO está nada mal por una hora”

“Pues hombres si lo multiplicas por 20 días al mes que puedan venir, son 3000 pavos, pero que nada mal. NO hay muchos sueldos así” Es bueno saberlo, ¿y tú reservarías un día los tres agujeros si se te piden?, le pregunté.

“¿Para tres tías?, si claro, solo es cuestión de hablarlo. ¿Que tenéis un harem?, me preguntó.

“Algo así”, le contesté.

“¿Estás pensando lo que creo que estás pensando?, me dijo Pablo.

“No sé qué estás pensando, pero seguramente, si”, le contesté riéndome.

Marisa tardaba en salir,

“Joder le está haciendo un trabajo a fondo al tío ese”, le dije al encargado.

“Queréis verlo?”, nos dijo este.

“No me jodas que tienes cámaras en las cabinas”, le dije

“Las tengo, por regla general no las uso, pero hay casos que me preocupan cuando veo entrar en una a determinada gente, y si, los veo. He llegado a pillar a tíos pinchándose dentro, así es que es mejor tenerlos controlados. Mirar”, nos dijo.

Allí estaba Marisa en cueros sobre el tío, botando como una loca.

“Vuestra amiga no se anda con bromas, cuando folla, folla”, nos dijo.

“Ya, ya, lo sabemos por experiencia”

"La tía, parece buena, si la convencéis para que se entre en el fuckhole, la follo", dijo el encargado.

"Eh!", Le dije yo. Ya será pagando"

"Por supuesto, o haciéndola un gran descuento en el Lush", dijo.

"Uhmmm, creo que nos vamos a entender", le dije.

Aún siguió un rato más Marisa follando al hombrecito, hasta que la vimos que con prisa se levantaba, se ponía de rodillas delante de él, se metía la polla en la boca, mirándole a los ojos con cara de vicio y recibiendo su corrida en la boca.

"Que cabrona", dijo el encargado, "se la ha tragado y ahora le limpia la polla. Toda una profesional. ¿De dónde la habéis sacado?

"Es la madre de un amigo", le dije yo como quien dice que es una que pasaba por la calle.

"Joder, ¿y el hijo también la folla?" Preguntó.

"Sí, claro, por supuesto", le contesté.

"Joder que panda viciosos. Me encanta", dijo el tipo.

Eso de vicioso, no lo habría dicho por mí, porque yo, de vicioso nada, ¿eh?, que conste.  Tengo que hacer un cursillo en algún lado de los vicios más pervertidos, jajaja.

Al poco, salió el trajeado y se fue directo al encargado,

“Tío, una máquina la tía esa. Consérvala que te dará mucho dinero”, dijo dejando 50 euros en el mostrador y saliendo más que satisfecho.

“Ja, ja, me ha dado hasta propina. Debe ser muy buena este es muy exigente con las putas”, dijo

En ese momento llegaba Marisa,

“Hola”, la dije, ¿“que tal con el ejecutivo?”

“Bien, me ha soltado 200 pavos, pero le he sacado dos veces la leche”, dijo Marisa.

“ja, ja, así iba el tío de contento que hasta ha dejado 50 euros de propina”

“Es el encargado, Marisa, mientras tú te hacías al hombrecito, hemos estado charlando. Nos ha dicho que ahí arriba hay un Fuckhole y que, si quieres probarlo”, la dije

“¿Un qué?, dijo ella.

Le conté en qué consistía, según nos había explicado el encargado. No la pareció mal, pero hablo al encargado.

“Hola, soy Marisa. Queremos 6 Lush pro. Yo voy al hole ese una hora. ¿Cuánto nos costarán?

“Si estas una hora, te aseguro que te los llevas gratis”, respondió él.

“Y por donde se va al hole de folleteo ese?, pregunto ella sonriendo.

“Sígueme”, dijo él

La cogió del brazo y subieron los cuatro peldaños que la separaban del a zona de arriba. Allí desparecieron por una puerta.

A los cinco minutos, volvió a salir y bajo.

Ya está lista. En 10 minutos, vienen un grupo de japoneses. Están de paso, negocios, y querían tres chicas en el hole. Solo les había conseguido dos, pero me viene de perlas vuestra Marisa. Además, pagaron por adelantado y con creces casi doblando los precios que os dije antes. Por eso lo que saldrán gratis los lush. 15 japoneses, las van a follar a tope a las tres. Así es que, si queremos follarla nosotros antes, ya podemos subir, pero no podemos dejar esto vacío. Os tenéis que quedar uno. En cuanto uno de nosotros acabe, baja y sube el.

“Pablo, tu eres el más espabilado para esto de los negocios. Subiré yo con este”, le dije.

“Vaya, me ha tocado, venga tirar y no tardéis”, dijo Pablo resignado.

Subimos y entramos rápido. El encargado, me hizo una señal de cual era Marisa. Era la primera según se entraba. Allí, la mecánica era fácil. Te sacabas la polla, y a meter. Y eso hicimos. Yo empecé por la de la otra esquina. Solo se les veía desde el pubis para abajo, o sea que podía ser una chica de cualquier edad, pero lo importante eran los agujeros. Tenían las piernas sujetas a unas cinchas a la pared para que mantuvieran las piernas abiertas y en alto para dejar también el ano más accesible y no fuera agotador para ellas.

Empecé follándola el coño estuve con él un rato y luego pasa su culo también lo follé otro ratito y pasé a la siguiente chica haciendo lo mismo. Aquello era una pasada no tenías que moverte más que un metro y tenías otro coño y otro culo totalmente libre y disponible para ti.

El encargado mientras se ocupaba de Marisa dándole por el coño fuerte. Los dos teníamos prisa, el por atender el negocio y yo porque el pobre Pablo también pudiera disfrutar de todos lo coños antes de que llegarán los japoneses.

Me corrí en el culo de la segunda me limpié un poco y me bajé.

"Tío me bajo para que pueda subir mi amiguete", le dije al encargado.

“Vale en cuanto que me corra bajo yo también”, me contestó.

Pablo estaba tan entretenido en la mesa del encargado.

“Vamos tío sube rápido tienes ahí dos coños y dos culos esperándote. La primera según entras es Marisa, por si quieres obviarla y aprovechar a las otras, que andamos jodidos de tiempo”, le dije

“Ostia pues a por ellos que voy”, dijo Pablo saliendo casi corriendo.

Y se perdió por la puerta

Al rato bajo el encargado

"Buah chaval vaya corrida que me he pegado en el coño de tu amiga".

"Se me ha puesto a hablar y ya le explicado que ahí no se habla ahí solo se usa coño y culo, pero ha habido un momento que me he estado apretando la polla con su coño que me he dado cuenta que está ha ejercido, y ha aplicado la máxima de corrida rápida del cliente para buscar otro más."

"Si, está mujer hace un par de años, era una mujer totalmente normal, con su marido, su hijo, su trabajo.... Pero la vida cambia, de la noche a la mañana", le dije

"Que la pasó?, Lo preguntó.

"Es una historia muy larga" “Oye y el cartel ese que había sobre las chicas diciendo que pueden orinar?

“Pues eso que, si quieren mear, no se pueden levantar, así es que directamente se mean”, me dijo el encargado con una naturalidad pasmosa.

“Ah vale, por eso estaba el suelo mojado”, claro si todo era lógico.

“Tienes también cámaras ahí”, le pregunté.

Abrió una pestaña en el ordenador, y allí estaba el bueno de Pablo, dándole como loco a la segunda.

“También se les puede hablar. Lo uso cuando las chicas están aburridas”, dijo el encargado.

“Ah, ¿sí? ¿Y puedo hablar yo a pablo?

“Habla “, me dijo,

“Pablo, majo, termina que viene el grupo”, le dije.

Miró hacia atrás, como si estuviera detrás de él.

“Ya voy, joder, que casi me lo cortas”, dijo

A los dos minutos, ya estaba abajo, justo en el momento que empezaron a entrar los japoneses en el Sex-shop.

Todos iguales, muy simpáticos, diciendo Aisatsu, que debe ser hola, y haciendo reverencias a todos los que se cruzaban.

“Voy a echar una mirada a las chicas, a ver si están limpias, que no tengan restos de leche. Hazlos unas reverencias para que esperen aquí, jaja”, dijo el encargado subiendo hacia el fuckhole.

Los japoneses entre que esperaban que entraran todos y las reverencias, no hizo falta ni hacerlos esperar.

Bajo en encargado y con la mano señalando la puerta y haciendo todas las reverencias del mundo les acompaño al Fuckhole.

Le echamos un vistazo por la cámara y allí estaban los 15 japonesitos, mirando coños como locos, y toqueteando a las chicas.

Bueno pues teníamos que esperar una hora, así es que me dedique a hacerle un “Tercer Grado”, al encargado.

“Oye, ¿y aquí alguien te pide putas?, bueno ¿servicios de chicas o mujeres?

“Sí que piden, si, pero sobre todo cosas, digamos no tan normales. Alguna vez me han pedido BDSM , ya que tengo una gran sección sobre el tema, también sado, fiestas algunas muy peculiares …. La fantasía de la gente no tiene límites.”

“Y de folladores”, le pregunté

“Como de folladores”, preguntó el encargado.

“Si gente que se te haya ofrecido, de confianza, Personal sexual trainer, por ejemplo, jajaja”, le dije.

“Bueno, sí, tengo amiguetes, de total confianza, y que se defienden bien”, me dijo.

“Vale quizás te pida el teléfono de alguno, ahora mismo no sé lo que vamos a necesitar”, le dije

“Vale, lo que quieras me das un toque,” me dijo dándome una tarjeta con su número de teléfono.

“Pon a ver que hacen los japos?”, le dije.

Allí estaban todos con sus trajes y sus pantalones por los tobillos follando por turnos, en perfectas filas de 5 las tres mujeres.

“Anda que como se mee una ahora, van a salir por pies de ahí, jaja, les va a dejar los trajes finos”

Reímos la tontería y nos pusimos Pablo y yo a mirar cosas en el sex-shop, también para no agobiar al encargado.

Era increíble la cantidad de cosas que había para meterse una tía por el coño, también los tíos por el culo, que para todo había.

También había mucho tema de bondage. Lencería a granel, que era por decir que llevaban algo puesto porque enseñaban todo.

Poco a poco fue pasando el tiempo. La puerta del FuckHole se abrió, y empezaron a salir japoneses con una sonrisa de oreja a oreja. Era evidente que les habían ordeñado bien y salían contentos.

Todos al salir pasaban por el mostrador del encargado. Haciendo reverencias, diciendo algo así como O wakare to arigato, y dejando una propina en el mostrador. Cada uno dejo 50 euros, con lo que sumaba 750 euros de propinas.

El encargado, cuando terminaron de salir, cogió el dinero e hizo tres partes para las chicas, 250 para cada una. Lo de Marisa, nos lo dio a nosotros.

“Voy a soltarlas, por lo menos a la vuestra”, y subió al fuckhole.

Al rato estaba allí de vuelta con Marisa, que también bajaba sonriendo.

“¿Qué tal con los japos?”, la preguntamos

“Muy bien, dijo, Lastima no entenderlos porque no paraban de hablar, pero vamos bien han ido a follarnos, sin más”, Dijo Marisa.

“¿Y qué tal la experiencia del Fuckhole?”, le preguntó el encargado.

“No está mal, pero es demasiado impersonal, no puedes mamar, no ves quien te folla, un poco frio, distante, aunque supongo que habrá gente que le gustará así.”

“Bueno, pues elije los lush que quieras”, la dijo el encargado.

“Me dijo mi amiga que uno de 2 generación que ha salido nuevo “, dijo Marisa.

“Perfecto siete me dijiste, ¿verdad?”, preguntó.

“Sí mejor, así tenemos uno de reserva por si falla alguno”, dijo Marisa.

“Muy bien, este tiene alcance por mando de hasta 15 m. Puede reaccionar ante los ruidos fuertes, y puede ser controlado por internet, a distancia, o sea toda una joya”, dijo el encargado.

“una pregunta estúpida”, le dije yo, “¿A distancia con el móvil, por ejemplo, se puedo saber cuándo se está usando?

“Sí, siempre y cuando lo tengas puesto como control por internet, y que tengas abierta la app en el móvil”, me contestó. “Cuando se encienda empezará a pedirte que le programes, pese a que la que lo esté usando este haciendo sus propias programaciones”

“Buah, genial”, le dije.

Eso nos abría un sinfín de posibilidades. Las mamis, por curiosidad antes o después lo probarían.

El encargado que resultó ser un tío muy majo, nos regaló tres Lubricante a Base de Agua Lovense .

“Leeros bien las instrucciones antes de su uso, y sobre todo recargarlos. Tardará algo más de una hora, pero es importante tenerlo bien cargados para que su efecto sea total. Por lo que hablábamos antes, para poder controlarlo a distancia, tenéis que vincular cada lush con el móvil”

Le chocamos la mano, Marisa le dio dos besos y salimos del sex-shop.

Cada uno llevábamos una bolsa con 2 lush. Bueno en la mía había tres y el lubricante. Al salir de allí, le dije a Marisa,

“Toma, esto es la propina que han dejado los nipones”, la dije dándole los 250 euros.

“No, quédate con ellos, como ayuda al pedido que habéis hecho”, me dijo Marisa.

Me pareció una forma de chulearla, pero no se lo habíamos pedido, nos lo dio ella. Esta tía era todo un encanto.

Cogimos el metro para volver a casa. Mientras fuimos hablando de la tarde en el sex-shop,

“Marisa, una cosa, nosotros nos venimos arriba con mucha facilidad. A ti cuando no quieras, no te apetezca o lo que sea hacer algo de lo que te decimos, no te sientas obligada. Dilo por favor”, la dije

“Chicos he estado haciendo cosas de estas casi a diario, de verdad no me incomoda nada, y si encima ganamos un dinerito para nuestros juegos, mejor que mejor, ¿no os parece?, contestó Marisa.

Lo dicho, esta mujer estaba hecha de otra casta.

Cuando llegamos al barrio, subimos a su casa a dejar todas las bolsas con los lush. Ya los recogeríamos y guardaríamos al día siguiente.

Saludamos a Oscar y Julián, y nos despedimos.

CONTINUARA