Tu madre, la puta de todos tem 2 -3

Explicando el juego de rol a Marisa

CAPITULO III

EXPLICACION DEL JUEGO DE ROL A MARISA

Aún tuvimos que esperar unos días a que volvieran Oscar y Marisa, para poner el juego en Marcha. Durante esos días, tanto Luis como Fernando, ideas para el juego, sobre todo en lo concerniente a los juegos de rol que se les ofrecerían a las mamis, y la verdad es que había ideas hasta sádicas. Pero bueno las anotamos todas y ya las discutiríamos.

Cuando supimos que Marisa, había vuelto, esperamos el momento oportuno para mandarla un wasap.

"Hola, Marisa, te hemos echado de menos estos días. ¿Qué tal?, ¿todo bien?"

"Yo también a vosotros, al menos he descansado y he tomado un poco el sol", contestó ella.

"Y te has puesto morenita?", Le seguí preguntado.

"Algo se me nota el sol, ya me veréis. A ver cuándo subís a casa", contestó.

"Tu ordena por esa boquita", le contesté.

Evidentemente el follarte a una tía, o que la tía te folle a ti, como era fue con Marisa, te permite ciertas licencias, al margen de que cuando dices 'boquita', lo haces a sabiendas de como es el tacto de sus labios cuando la morreas, o cuando te come la polla, y claro, te pones todo palote.

"Jaja, dijo ella. Veniros esta tarde, que no estará Julián"

Julián era el marido, realmente no sabía a qué se dedicaba, sólo que viajaba bastante y cuando no lo hacía solía volver tarde a casa. Óscar, tampoco lo tenía claro. No sabía si era el jefe de ventas de una importante empresa de productos forestales, un comercial sin más o que. Pero era un tío afable, algo mayor que Marisa, y no dudaba en sentarse a charlar con nosotros o quedarse a vernos jugar a la play, cuando coincidíamos.

Podríamos darle algún papel en el nuevo juego de rol, así, si surgía, podíamos poner como uno de los juegos de rol, en la primera compra, 'seducir al padre de un amigo de tu hijo'. Así, follándose a alguna que otra mami, compensaría lo que se habían follado a su mujer. A mí, me gustaba la idea. La apuntaré.

"A qué hora?", la pregunté, "más que nada que nos dé tiempo a ducharnos y cambiarnos de calzoncillos", la dije riendo.

"Cochino, a mí se me viene a ver limpito y sin calzoncillos, así hay menos cosas que quitar. Pero a las cinco será buena hora” reía Marisa.

"No faltaremos, te lo aseguro"

Emoticonos de besitos por ambas partes.

Le copié la última frase de Marisa a Pablo, sin los emoticonos.

"¿Hoy metemos?, me contestó.

"Tiene toda la pinta. A las cinco, lo has leído, ¿no?", Le dije.

"Ok", me contestó.

A las cinco, estábamos como dos clavos en el portal de Marisa.

“Oye, tío, habría que hablarle a Marisa de Luis y Fernando”, le dije a Pablo.

“Sí, claro en cuanto que hablemos del juego de rol saldrán a relucir y habrá que preguntarla que hacemos con ellos”, me contestó.

Nos abrió Oscar, y subimos.

Arriba nos esperaba con Marisa, abrazos a él y dos besos para Marisa. Pues no. Cuando íbamos a dárselos, nos soltó un beso en los morros a cada uno.

“Hay confianza”, nos dijo.

Y más tenía que haber, pensé yo. Tenías que estar en pelotas. No, en pelotas, no estaba llevaba un pantaloncito corto, pero más decente del que uso para ir a ver a Dompimpon, y una camiseta tipo top, muy vaporosa por todos lados. Lo completaba con unas sandalias de dos tiras, porque supongo que fiel a sus recomendaciones, no llevaría ropa interior. Realmente había cogido algo de color con el sol, y estaba aún más radiante.

Nos trajo unos refrescos, y nos sentamos a hablar.

La preguntamos por Carla, si aún tenía contacto con ella, y que qué tal la iba.

“Sí, esta mañana la he visto, y está muy bien. Ya tiene otra chica en el piso, así es que genial. Me dio recuerdos para vosotros, y un beso en la polla a este”, dijo señalando a Oscar,” pero cualquiera”

” Vamos lista, dámelo, venga”, le dijo Oscar no muy convencido, pero haciéndose el machito.

“Ya te lo daré, ya”, le contestó Marisa con cara de pícara.

“Marisa, como te dijimos en el coche, viniendo de la inolvidable fiesta, nos gustaría que te unieras a nosotros en este nuevo juego de rol, que estamos organizando”, la dije.

“Ja, ja, ja, siempre que sea legal, podéis contar conmigo para lo que queráis”, nos dijo.

Empezamos a detallarle el juego.

“Lo primero, no me gusta el nombre, habrá que trabajarlo un poco. ¿Por qué la obsesión por emputecer a una mami?”, nos preguntó.

“Creemos sinceramente, que sería muy divertido para nosotros y para ellas. Seguramente no conseguiremos nada, pero lo mismo logramos alguna situación de morbo con alguna, y ya habrá merecido la pena. Ellas están también muy aburridas de la rutina diaria”, le dijo Pablo.

“Bueno visto así…”, dijo Marisa

Seguimos con las explicaciones.

“El chochinil hay que quitarlo. No podemos obligar a ninguna a que haga algo que no quiera, chicos”, nos dijo ella. Sonó como una regañina.

“A ver Marisa, son nuestras madres y todas lo van a tomar. No queremos que tomen nada que sea perjudicial. En serio que hemos visto mil veces el contenido del chochinil, y es un preparado a base de hierbas, que lo único que hace es aumentar el flujo sanguíneo. En una palabra, despertar el coño de alguna. No veo el problema”, le dijo Pablo.

“Tengo yo que mirar detenidamente su contenido, contraindicaciones y demás. De momento no lo pidáis” nos dijo.

Seguimos con las explicaciones.

“Queríamos saber si podemos contar con tu cada para hacer la reunión, contigo de anfitriona, aunque te una al resto de las mamis, que no deben de saber que tu estas compinchada. Nosotros, en teoría solo hemos sido unos meros transmisores de tu invitación”, dijo Pablo.

“Sin problemas, buscamos un día que no esté Julián, y listo”, dijo ella.

“¿Y Carla de colaboradora, que fuera la que llevara la reunión?”, le pregunté yo.

“Avisándola con tiempo para que no cite a nadie, tampoco creo que haya problemas. Además, en el piso hay juguetes que puede traer para mostrarlos”, dijo Marisa, que poco a poco se iba integrando en el proyecto.

“Vale, otro tema, están Fernando y Luis. No saben nada de todo lo tuyo, pero también están metidos en el juego”, dijo Pablo.

“De momento que sigan así, me habéis pedido la casa y os la he dejado. No tienen por qué saber quién es Carla ni nada de mi historia. Ellos no han participado, y cuanta menos gente la sepa mejor que mejor”, dijo Marisa.

“Vale pues ese es más o menos todo el plan. No tenemos nada claro que pasará si alguna compra y hay que invitarla a un juego de rol”, dijo Pablo.

“Bueno tenemos tiempo para pensarlo, y siempre podemos echar manos de amistades, Carla o yo”, remató Marisa, “¿algo más?”

“No, no, mañana haremos todos los pedidos, y daremos luz verde a Fernando y Luis, para que preparen el folleto, las invitaciones y los carnets. Dejaremos la fecha en blanco y cuando la tengamos la rellenamos a mano”, dijo Pablo.

“Perfecto”, dijo Marisa, ¿“Os apetece jugar un rato?”

“Claro”, la dije. “Tenemos que ir ensayando juegos.”

“Pues ahora vamos a jugar a otro juego, pero este no es de rol, me voy a ir a mi cuarto. Me voy a desnudar enterita, y me pondré un antifaz que utilizo por las noches cuando Julián se acuesta y se pone a leer. El juego consistirá en que me daréis polla a mamar, y yo debo adivinar de quien es la polla que estoy mamando. No puedo utilizar las manos, solo la boca. Si acierto el dueño de la polla me dará un morreo, si fallo, me dará cinco azotitos en el coñito”, dijo Marisa.

“Cuando esté lista, os aviso”

Buahhh, así, de sopetón. Oír esas palabras, y la polla hacerme un requiebro para querer salir del pantalón, fue toda una. Esperamos que se prepararas.

“Que Oscar, ¿te vas a apuntar?, le pregunté.

“A mamar no me importa tanto, además tiene que darme el beso que me mandó Carla”, dijo él visiblemente empalmado.

“Buena excusa, si señor”, le dije.

“Marisa no creo que espere que Oscar participe, así es que debe de empezar él, así se esquivara dos veces seguidas y le darás unos buenos azotes en el coño”, les dije.

“Ya”, se oyó a Marisa.

Ya nos habíamos desnudado los tres. Fuimos hacia el cuarto como los elefantes, todos con la trompa colgando.

Allí estaba. Tumbada en la cama boca arriba, totalmente desnuda. Se notaban las marcas del bikini en sus tetas y en el coño. Este ya con un ligero brillo, que nos decía que estaba como su hijo, muy cachonda. El antifaz, se le veía bueno la tapaba bastante bien los ojos.

Empezamos. Oscar se subió a la cama y se puso sobre su cabeza. Se cogió la polla y se la metió en la boca. Marisa empezó a mamar. Estuvo un ratito mamando. Giro la cabeza a un lado sacándosela de la boca y dijo

“Pablo”

Oscar se dio media vuelta, se bajó de la cama, la separo más las piernas y la dio los cinco azotes suaves.  En cada azote, le dio como una especie de agarrón del coño. Marisa gemía a cada uno.

Volvió a repetirlo. Se colocó de igual manera y le metió nuevamente la polla en la boca. Ella se dio cuenta que era la misma, y si no era Pablo tenía que ser yo. Casi al instante se la saco y dijo,

“Javier”

Oscar, repitió el ritual, se bajó de la cama y la dio los azotes de rigor en el coño con agarrón incluido. Ahora los gemidos eran más fuetes. Marisa, se había dado cuenta de que era Oscar. Tampoco había que ser un lince, si sabía que era la misma polla y no éramos Pablo ni yo, no quedaba otra.  Se dio palmaditas en el pubis, invitándole a que se la metiera. Oscar nos miró le hicimos señas con la mano de que la metiera.

Y lo hizo. Las mamadas de su madre, le habían excitado lo suficiente para no pensárselo mucho. Empezó a bombearla, despacio. Marisa sonreía sabía que la estaba follando su hijo, había tardado, pero al final lo hacía. Se la veía en la cara que era feliz.

Oscar empezó a follarla más fuerte, y ella a gemir más fuerte también. El empezó a mordisquearla las tetas, los pezones, recorría la areola con la lengua, se le pusieron los pezones duros como piedras a Marisa. Seguían gimiendo y jadeando los dos como dos fieras copulando en mitad de la selva. Oscar llegó hasta la boca, y empezó a morrearla.

Marisa, no pudo más y se quitó el antifaz. Sin sacársela, le dio la vuelta a Oscar tumbándole a él y poniéndose ella encima, seguía pegada a su cara, supongo que para que el cogiera nuevamente el ritmo y no se cortara al verla sobre él follándole. Le decía con voz tenue Gracias hijo, gracias. A la tercera o cuarta vez que se lo dijo, Oscar, volvió a darla la vuelta dejándola de nuevo debajo, mientras la decía,

“Ahora estas follando, zorra, no tienes hijo, tienes follador”, y empezó a darla con todas sus fuerzas.

Lo Marisa ahora, no eran gemidos, ni jadeos, eran auténticos aullidos producidos por continuos espasmos, que anunciaban una inminente corrida. Tampoco era que Oscar, estuviera haciendo nada fuera de lo normal. Si la follaba fuerte, pero nada más. Supuse que el morbo de verse follada por su hijo, y que encima la hubiera llamado zorra, la había sacado de quicio.

Al poco rato, Marisa se corrió, efectivamente entre espasmos prolongados.

Oscar siguió dándola un poco más, hasta que vio que ella se había medio recuperado, y se la saco del coño, yéndose a su boca. La soltó un buen chorro dentro que Marisa gustó, degusto, saboreo, tragó y relamió lo que se había quedado en la comisura de los labios.

La dejamos descansar unos minutos. Pablo y yo, nos arrodillamos cada uno a un lado de la cama y empezamos a besarla el cuerpo en general, mientras que con las manos se lo recorríamos. Cuando empezamos a escuchar que ella respondía a las caricias con algún que otro suspiro o incluso como hacía ahora mismo tocándose las tetas, fuimos atacando más directamente. Yo empecé a morrearla mientras que con una mano la tocaba un pezón. Pablo andaba por su coño empezando a lamérselo. Oscar estaba semitumbado a los pies de la cama contemplando como nos trajinábamos a su madre.

Me incorporé dándole mi polla a mamar. Ahora si se agarraba a ella con boca y manos yo mientras no dejaba de tocarla los pezones, tirando de ellos hacia arriba, y haciéndola vibrar toda la teta con los movimientos. Yo me había preguntado después de la primera vez, que la follamos, como le gustaba realmente a Marisa follar, si en plan tierno y de enamorados, o en plan duro como había hecho Dompimpon, o como se veía que la follaban en algunos de los videos. Alguna idea me daba como había reaccionado ante la acción de Oscar, y el llamarla zorra, pero seguía con la duda de si había sido por el hecho en sí, o porque era su hijo.

Marisa era muy buena chupando. Recorría su lengua sobre sus labios para tenerlos listos y húmedos y te miraba a la cara descarada. Luego, abría la boca ligeramente para atormentarte y excitarte. Acercaba la boca a la polla y te echaba el aliento caliente.  Sacaba la lengua y te lo tocaba levemente.

Empezaba en la base de la polla y lamía hacia arriba, lentamente. Giraba su cabeza de lado y simulando morderte, notabas sus dientes en la carne. Con la mano izquierda simultáneamente, te empezaba a masajear los huevos. Continuaba lamiendo toda la polla, llegando hasta el capullo. Allí se entretenía jugando con el agujero, como si te quisiera meter la lengua por él. Ni que decir tiene que, a esas alturas, ya lo más normal es que recibiera un lefazo en toda la boca, pero la daba igual. Te morías de las ganas, de que se la metiera ya en la boca, como preámbulo a la posterior follada. Pero no lo hacía. Ella lo sabía y disfrutaba.

Al final se la metía, empezaba por meterla entera, era una experta y no se atragantaba. Colocaba la cabeza adecuadamente, para permitir una entrada libre en la garganta, a la vez que ahora evitaba tocarla con la lengua. Si ella quería succionaba y en nada, recibía tu leche en su boca, pero no era el caso.

Habría que averiguarlo. La aparté la mano de mi polla y empecé a follarla la boca. Mientras la cogía una teta, se la estrujaba y la daba un azote con la mano. No reaccionaba mal, yo diría que, al contrario. Era lógico, llevaban dos años follándola así, incluso bastante más fuerte, era normal que no se quejara, pero realmente seguía sin saber cómo la gustaba más.

Pero no era yo el que se iba a correr en su boca ahora. El primer día ante la necesidad imperiosa de correrse casi no lo probé. Me tuve que conformar con su culo, que tampoco era ninguna tontería.

Así es que me puse a los pies de la cama, la cogí de los muslos, y la coloqué con el culo casi fuera. Primero me puse de rodillas y la estuve un rato comiendo el coño. Decidí aplicarla la misma tortura que aplicaba ella, amagando y no dando, aunque pronto recordé que yo lo que quería era meter, así es que la solté la lengua en el coño y empecé a lamerlo cual cachorro ante su primer cuenco de leche. Me entretuve más con su clítoris, y le pegué también algún lengüetazo en el ano. Intentaba oír y ver sus reacciones para saber dónde centrarme más en el futuro. La verdad es que en casi todos los sitios respondía positivamente con algún gemidito o algún respingo.

Cuándo entendí que ya estaba bien de comer coño, me incorporé y le puse la polla por la raja. Empecé a frotársela sin destino fijo, para donde fuera. Clítoris, ano, dejé que la naturaleza, que es sabia, obrase, y obró.

En una de las subidas desde el ano, mi polla se topó con el hueso pélvico, que, como buen garante de una adecuada penetración, la guio hasta los más hondo de la vagina. Y ahí ya flipé. Marisa dio al botón, y accionó la succionadora que tenía incorporada en el coño.

No sé qué hacía, ni como lo hacía, pero estaba notando como mi polla estaba siendo masajeada por una mano oculta dentro de su coño.

Había leído sobre la habilidad de algunas mujeres de mover a su antojo, los músculos vaginales, pero el coño de Marisa era algo más, hacia un auténtico efecto succión, y o paraba aquel invento, o me correría en tres, dos, uno. Y no quería, quería disfrutar de aquel agujero más tiempo, así es que entendí que en la manera en que lo lograra excitarla, más relajaría los músculos.

Empecé a masajearme el clítoris, a toda caña, sin dejar de follarla. Hacía que la pepita, presionada por mis dedos se moviera como loca de un lado a otro en su capuchón. Marisa, bajo la mano sin duda con la intención de pararme. Me percaté y bajé un poco el ritmo, ella mantuvo la mano en su pubis, pero sin pararme, así no la molestaba y además había conseguido que dejara de mover el coño. Marisa, comenzó a tensionarse, echó la cabeza hacia atrás, y arqueó ligeramente la cadera.

Ahora podía follarla a gusto. Y así lo hice hasta que oí a Pablo que me decía,

"Tío, no te corras dentro que falto yo"

Vaya, nos había salido escrupuloso. Paré, porque si no, efectivamente me hubiera corrido. Me retiré, y le dejé a él. Supongo que, a Marisa, que debía de estar en pleno clímax, no le haría mucha gracia el cambio, pero Pablo tampoco se entretuvo, y la metió directamente.

Empezó a follarla duro, mientras yo, con un calentón del 10, la sobaba las tetas, restregando la polla por la cara. Oscar, por su parte, que ya estaba otra vez todo tieso, se tocaba la polla como diciendo en cuanto me dejen estos, meto otra vez.

Parecía que definitivamente Oscar había superado su trauma filial, y estaba dispuesto a participar lo más activamente posible en nuestras sesiones con su madre. No tardó mucho Marisa en volver a correrse, menos estrepitosamente que con Oscar, pero también dejando clara constancia de que lo hacía.

Pablo quería seguir hasta correrse, pero le hice una señal con la mano de que controlará que faltaba el culo.

Se lo dije a Oscar al oído,

"Rómpela el culo, tío, y díselo, se pone cerda perdida la entra de una, no te costará"

Óscar esperó a que Pablo se saliera, y a que Marisa reposara unos segundos.

Se fue hacia ella , la giro colocándola boca abajo, la arrastró más hacia el borde de la cama, se  hecho sobre su espalda, y la dijo al oído con voz suave ,

"Te voy a romper el culo, cerda"

Marisa exhaló un medio quejido, medio gemido, medio gritó, su ano volvió a abrirse un poco invitando a su penetración.

Oscar, no lo pensó dos veces, colocó la polla en el agujero abierto, y empujó sin miramientos. Se la metió de una vez, hasta los huevos.

“Joder, zorra, cuantas pollas te habrán entrado por aquí, que no ofreces ninguna resistencia”, la dijo Oscar

La enculo con fuerza y rapidez, acompañando de azotes en las nalgas, al principio suaves, y luego cada más fuerte, hasta que se corrió dentro de su culo. Marisa, no se había quejado ni de uno solo de los azotes de Oscar.

“Muchas”, contestó ella con voz entrecortada por los envites de su hijo.

Sin dejarla descansar, en cuanto la sacó Oscar, la encule yo, también a tope azotándola igualmente las nalgas hasta soltarla igualmente el chorreón en su recto.

Pablo fue a continuación, estaba desatado y al margen de azotarla el culo con todas sus ganas, la decía de todo desde puta, a zorra, ramera, pervertida, todo lo que se le ocurría e igualmente se corrió en su culo.

Marisa, pegó como dos o tres gemidos fuertes coincidiendo prácticamente con la corrida de Pablo. Supuse que había sido una micro corrida.

Le dije a Oscar que se trajera un plato de postre de la cocina. Cuando lo trajo, giramos a Marisa poniéndola boca arriba, y el plato bajo su culo,

“Vamos putita, echa el coctel de leche que tienes en tu culo”, la dije.

No tuve que repetírselo, rápido empezó a salir primero un goterón gordo de semen de su ano, y luego un fino hilo que parecía no tener fin. Llegó a llenar el fondo del plato. Los últimos hilos de semen, salían ya algo marroncitos.

Cuando ya no salía más, la baje el plato al suelo, y la dije,

“Vamos perrita, lame tu leche”

Ella sin rechistar, se bajó de la cama, se puso a cuatro patas, con el culo intencionadamente hacia nosotros, y empezó a lamerlo. No dejó ni gota en el plato.

Cuando terminó ya estábamos los tres otra vez empalmados otra vez. Levantó la mirada, nos vio, y nos dijo,

“A ver mis tres toretes, venir aquí”

Empezó a mamar pollas meneando mientras las otras dos, se veía de lejos que era toda una profesional.

No paró hasta conseguir que los tres vaciáramos de nuevo en su boca. La encantaba mirarnos con la boca llena de nuestra leche, abrir la boca para que viéramos que estaba ahí, y luego tragarla volviendo a abrir la boca, para que viéramos que ya no estaba.

Era una puta máquina de ordeñar.

Pero aquello no podía ser bueno. Esta tía nos empalmaba con mirarnos. Nos tenía todo el tiempo erectos.

“Chicos entre la charla y lo que no es la charla se nos ha ido la tarde. Debemos parar.

A regañadientes los tres asentimos y nos fuimos con ella al baño. Yo me rezague un poco con ella.

“Oye Marisa, no sé si todo lo que hemos hecho, te ha gustado. No sabemos lo que te gusta y lo que no, si suave, duro o que”, la dije.

“Sí, me ha gustado todo sobre todo que Oscar, se haya decidido a participar, y en cuanto a la dureza o no, ya os di la pista en el juego, cuando no acertara azotitos en el coñito. Si realmente, necesitaba que me dierais unos azotes, y me insultarais eso me pone muy cachonda”

Me debió de ver la cara de idiota.

“A ver no os voy a pedir que me deis una paliza, pero me gusta el sexo fuerte, duro, no suavecito por si me hacéis pupa”, remató.

Entendido, me quedaba claro.

En el lavabo, nos lavamos todos. Luego nos vestimos, y nos dispusimos a irnos a nuestra casa, cuando Julián entró en escena.

Que chicos, ¿habéis disfrutado? ¿Lo habéis pasado bien con mi mujer?”

Nos quedamos petrificados. No sabíamos que decir, ni dónde meternos.

“Venir, sentaros, vamos a charlar un rato”, nos dijo Julián.

Marisa nos hizo un gesto con la mano de que lo siguiéramos y que tranquilos.

Si ella lo decía, pero acabábamos de follar y encular a su mujer, no sé yo si era para estar tranquilos.

“Bueno, chicos, sé que habéis estado follando con Marisa. No voy a decir que no me importe, es mi mujer, pero me he enterado de toda su historia y creo que ahora recibís vuestra justa recompensa”, nos dijo Julián.

“Como es que se ha enterado?”, le pregunte pensando por un momento que Dompimpon, hubiera hecho alguna de las suyas.

“Digamos que yo tampoco le he sido muy fiel. Estoy llevando una doble vida con una compañera de trabajo, y Marisa se enteró. No me enorgullezco de ello, pero llegamos a cierta edad, que cuando se nos pone a tiro una tía de treinta años, vamos de cabeza. No lo pensamos. El caso es que me dejé el móvil abierto en una conversación de wasap con ella. Y Marisa, lo vio, y no perdió el tiempo. Se empapó bien.

A la mañana siguiente me dijo,

“Quien es Sofía?

“Yo me quedé igual de blanco que vosotros cuando me habéis visto, diciendo, me ha pillado, pero ella siguió, me he entretenido en leer toda la conversación de wasap, y deduzco que es compañera tuya. ¿Cuánto tiempo lleváis enrollados? Me preguntó. La dije que algo más de cinco años. Ella me dijo pues yo también tengo algo que contarte. Y me contó toda su historia y vuestra participación. Quiero yo también agradecéroslo, aunque ella debía de haber tenido más confianza en mí.”

Nosotros estábamos callados como putas, dejándole hablar.

El irnos estos días fuera, ha sido por poder hablar sobre todo esto y poder pensar en el futuro. Marisa me dejo bien claro que había pasado por circunstancias que la habían condicionado y que la habían marcado para siempre, y que había cosas que no estaba dispuesta a dejar, entre otras, vosotros. Nos hemos dado libertad sexual, siempre que ello no humille al otro. En caso de que se produjera esa situación pediríamos el divorcio. Por lo tanto, chicos, he querido que supierais que lo sé, para que no vierais en mi al típico tonto cornudo. Que vale lo seré, pero a conciencia, y confío en vuestra discreción.”

“Si Julián, claro somos una tumba, además, nadie nos creería”, le dije

“Jaja, rio el, pero por si acaso” “Bueno y que le habéis dado caña”

“Hasta tu hijo me ha follado y me ha enculado”, dijo Marisa orgullosa.

“Oscar!!, dijo él con voz de te voy a ostiar. Al momento rectificó. Tenéis que perdonarme, todo esto es muy reciente, y hay cosas que aún debo asimilar”

“Sí, sí, estas perdonado. ¿Tú sigues con Sofía?, le pregunté con descaro.

“No lo sé, cuando volvamos al trabajo, tendré que hablar también con ella. Es todo muy reciente como os he dicho.”

Pero bueno tenéis hembra para darla caña a tope, y mejor con ella que con cualquier pelantrusca que encontréis por ahí que vete a saber lo que os puede pegar; ahora, eso sí, como alguno me la preñe, se hace cargo del paquete”, remató Julián sonriendo.

Él sabía igual que nosotros, que con la vida que había llevado, Marisa habría tomado y tomaría todas las medidas necesarias para que eso no ocurriera.

Ahora sí, nos despedimos de los dos, de Marisa con un beso en los morros, y nos fuimos.

Según bajamos a la calle los tres, empezamos a hablar de lo ocurrido,

“Yo es que flipado, cuando he visto a tu padre ahí, diciendo que lo sabía todo, digo nos van a llover ostias por todos lados. Y resulta que bendice nuestros encuentros. Yo hay situaciones de estas que soy incapaz de controlar”, dijo Pablo.

“Yo también, no tenía ni idea de que estuviera al tanto”, dijo Pablo.

“Pues chicos estamos de suerte. Seguro que Julián podemos usarlo en el juego. Ya me le imagino follándose a tu madre”, o a la mía, le dije a Pablo.

“Mejor a la tuya, Javier, que la mía es de misa diaria, casi”, me dijo.

“Pero eso es porque se aburre, en cuanto la hagamos probar unas cuantas pollas, ya verás como si va a misa, se folla al cura, jajajaja”, le contesté.

“Que brutito eres tío”, me contestó.

Estuvimos aun un buen rato hablando de la conversación con Julián, de los raritos que eran los mayores, y del polvo con Marisa.

Quedamos en que al día siguiente haríamos el pedido de las cosas necesarias para el juego, y nos subimos cada uno a su casa.

CONTINUARA