Tu madre, la puta de todos tem 2 -11
Dia d
CAPITULO VIII
EL DIA D
Pues ya estaba aquí. El día "D", había llegado.
Me levanté a las ocho y media, había dormido poco y mal. Me duché, desayuné un poco. Alba ya se había ido. La llevaba mi padre al aeropuerto a las siete y media.
No obstante, la mandé un wasap,
"¿Qué tal hermanita?, ¿Ya en el avión?", La pregunté.
"A punto de embarcar", me contestó.
"Vale pásalo muy bien. ¿Qué tal Carla?," La dije
"Buah, vaya pedazo mujer. Simpatiquísima, a papá se le salían los ojos de la cara", me dijo.
"Jaja, sí que lo es, si, dale recuerdos de mi parte", la dije.
"Que igualmente, que no te preocupes, que, seguro que yo la cuido bien a ella, jajaja", contestó.
"Que tal todo por ahí?, Preguntó.
"De momento bien, aún ni siquiera he visto a mamá; estoy desayunando", la dije.
"Vale en cuanto que tengas algo que contar por favor cuéntamelo", me dijo.
"No te preocupes, así lo haré", la dije "pasarlo muy bien”.
Al final vi a mi madre,
"Vas a salir?", me preguntó.
"Ehhh, si, en un rato, ¿por?," la pregunté.
"No, no, por nada, yo me iré a la compra a las 10:30", contestó.
"Voy a salir ahora un momento, pero vuelvo enseguida", la dije.
Genial. Ya tenía la hora en que había quedado con el gitano.
Me bajé al portal, Rubén tenía que estar al llegar.
Efectivamente, cuando bajé, estaba escribiéndome.
"Hola", le dije.
"Hola", contestó el. "Todo bien?", me preguntó.
"Si, Alba ya se ha ido, y mi madre en casa esperando su dosis", le dije.
"Bien, ¿vamos el trastero?, Preguntó.
"Claro", le dije yendo hacia el cuarto de trasteros.
Se lo enseñe, así como donde habíamos puesto las cámaras.
Dio su ok.
"¿Podemos esconder aquí el material?", preguntó.
"Si, mientras no esté a la vista, no sé entretienen en mirar lo que hay", le dije.
Escondimos detrás de unas cajas, el equipo de RCP, y un pequeño maletín del que sacó una jeringa y una ampolla, guardándosela en el bolsillo.
"Bueno, pues vamos la lío, ¿no?", Me preguntó.
"Si, ha quedado a las 10:30", le dije.
"Bien, son la nueve y cuarto, en una hora la hace efecto. Mientras que subimos, la hipnotizó y la pincho, nos metemos en la hora. Ahora cuando subamos te pones, como antes de ayer, detrás de ella, que no se nos caiga", eso hicimos.
Cuando llegamos a casa, abrió mi madre.
"Hola, Cristina, buenos días, quería saber qué tal estaba, después del mareo del otro día", le dijo Rubén.
"Ah, muchas gracias, pero no había vuelto a acordarme. Estoy muy bien, gracias", contestó mi madre.
"Ah, me alegro mucho de que sea así. DUERME, la dijo dándole un toque en la frente".
Otra vez la he cogido por los brazos antes de que cayera al suelo. Rubén la cogió por las piernas y la llevamos al sofá del salón. Una vez allí tumbada, Rubén la abrió la bata.
Solo llevaba el tanga debajo y estuvo mirando el punto donde la habían pinchado 2 días antes.
"Quiero ver si puedo utilizar el mismo agujero por donde la pincharon hace 2 días para poner el tratamiento así no se notaría un nuevo pinchazo".
Ni corto ni perezoso tiro del tanga para abajo, bajándoselo casi hasta las rodillas.
Se entretuvo en mirarla bien por las ingles, pero no solo la miraba también la tocaba.
Yo no la tocaba, pero lógicamente tampoco me perdía nada de lo que él estaba haciendo.
Para revisar las ingles apartaba los labios mayores a un lado y a otro.
"No se ven otras señales de otros pinchazos al menos aquí en las ingles. voy a revisarla bien los brazos, la lengua, incluso el ano. Cualquier sitio es bueno para un pinchazo”.
Me costaba creer que Rubén no se estuviera dando un festín tocándole el coño a mi madre,
pero tal y como me había dicho la fue revisando prácticamente todo el cuerpo, sobre todo en las zonas más escondidas y con pliegues a ver si se notaban señales de más pinchazos.
Me pidió que la abriera la boca mientras el miraba su lengua por arriba y por abajo.
Luego la miró las axilas aquí también se suelen pinchar me dijo pese a que es un sitio bastante complicado ya que es una zona de ganglios.
Fue bajando su revisión entreteniéndose ahora en los pezones. Los miro con detenimiento apretándolos y moviéndolos de un lado, para otro a ver si veía alguna marca. Yo creo que si se hubiera fijado la mayor marca que vería sería la de mi polla, que me estaba poniendo malo con tanto toqueteo.
Luego me pidió que le ayudará a darle la vuelta y así estuvo mirándole el cuello la espalda y finalmente el culo. Para revisarle el ano me pidió que le ayudará a ponerla a cuatro patas con lo que su culo quedo totalmente expuesto.
Yo tenía claro que, como en ese momento le dijera que iba a hacer un pis cuándo volviera la estaba follando, o la estaba enculando. Pero no lo iba a hacer.
Ahora tenemos todos que centrar toda nuestra atención en llevarla al letargo y luego despertarla.
“Rubén son las 9:30 si el tratamiento tarda una hora en hacer efecto estamos justo con el tiempo al límite. Deberías de dejar el 'reconocimiento' para otro momento e inyectarla ya.”
Aunque sin duda sus preferencias no hubieran sido esas me hizo caso saco la jeringa y la ampolla del bolsillo rompió la ampolla cargo la jeringa y me dijo,
"Se la voy a poner en el brazo no voy utilizarla la ingle por si el gitano también la usa y se da cuenta que el pinchazo es reciente."
Saco un spray del otro bolsillo.
Rocío el brazo a la altura del codo por la parte interior, la sangradura, la palpo buscando las venas y en cuanto que tuvo localizada una vena le pincho y le inyectó el líquido.
Bueno pues esto ya está y aunque es una pena, vamos a recomponerla la bata y la ponemos en la misma posición en que la he hipnotizado para despertarla.
Qué cabrón me decía que era una pena vestirla. Estoy seguro que era un buen candidato para el tratamiento del sexo adicción, aunque sin duda, iba a tener muchos candidatos.
La llevamos de nuevo a la puerta, la pusimos medio incorporada, y la despertó.
"Tres, dos uno, despierta", la dijo Rubén.
Otra vez se despertó medio aturdida,
"Pero que es lo que pasa, cada vez que veo a este hombre, es como si me desmayase", dijo mi madre.
"No se preocupe, señora, le pasa a muchas. Es mi encanto personal", la dijo haciéndola una caricia en la cara.
Que morro tenía el tío, pero la verdad es que era un puto crack hipnotizando. Tenía que conseguir que me enseñara a hacerlo.
"Bueno, voy a acompañarle a casa de Oscar. Estas bien, ¿no?, La pregunté.
"Si, si, perfectamente", me contestó.
Nos bajamos, ya empezaban a llegar, ya estaba Pablo, Oscar, Julián, Marisa y Fernando. Me faltaban solamente Luis y su tío el ex guardia civil, Juan Manuel.
Le mandé un wasap a Luis,
"¿Que pasa tío, vienes ya?", Le pregunté.
"Si, ya estamos llegando. Voy con mi tío y un excompañero suyo.
Efectivamente a los dos minutos estaban allí. Con Rubén y conmigo, éramos diez.
"Ante todo muchas gracias a todos por venir. El plan ya está en marcha, pero vamos al bar de ahí enfrente, que es muy pronto y aquí parecemos una manifestación, con la guardia civil y todo", todos rieron la tontería, y dijeron que no había porque dar las gracias, que lo hacían con todo el gusto del mundo.
Nos fuimos al bar.
Cada uno pidió lo que le apeteció, mayormente cafés y algún que otro carajillo.
Yo les puse al día.
"Rubén ya le ha inyectado el producto que la inducirá al letargo. Tarda cómo una hora en hacer efecto. Ella ha quedado a las 10:30, o al menos esa es la hora en que me ha dicho que iba a ir a la compra.
Yo le subiré a casa a las 10:15, para tener controlados sus movimientos. Cuando vea que sale, avisaré a Pablo, para que accione las cámaras.
La retendré más de la cuenta, para que le dé tiempo a accionarlas, y salir del trastero y del cuarto de trasteros, cerrando todas las puertas con llave, para que ella no se encuentre nada abierto.
¿Qué ocurre si realmente va a la compra porque no hay cita o la han cambiado de hora?
Tendréis que retenerla en el portal. No puede salir a la calle en su estado.
Si todo sale como tenemos previsto, a Pablo le dará tiempo de salir, y reunirse con vosotros, quizás aquí mismo.
Yo bajaré detrás de mi madre y también me reuniré con vosotros aquí.
Pablo y Oscar, serán los encargados de grabar cada uno una cámara. Hay gente que aún no está vinculado con el amplificador, que, por cierto, Juan Manuel, funciona de maravilla; realmente faltan Rubén, Julián, Marisa, juan Manuel, y Pedro, (Pedro era el excompañero de Juan Manuel, que le acompañaba).
Si queréis vamos en un momento y lo vinculamos” les dije.
Rubén, lógicamente, se apuntó, los dos ex GC, también.
Marisa dijo que ella y Julián lo verían en el de Fernando, en el de Luis o en el mío.
Me fui en un momento con los tres al trastero y vinculamos los móviles. A Juan Manuel le sorprendió la buena calidad que tenía la cámara incluso en visión nocturna.
También tenía la ventaja que una vez vinculada, la cámara se veía con cualquier reproductor de vídeo se los que incorporan los móviles.
Volvimos al bar, dejando todo cerrado. Le di las llaves a Pablo. Ya eran las 10:00
Yo la verdad, estaba muy nervioso, los otros lógicamente no, salvo los que tenían una tarea específica, que no paraban de darle vueltas a su cometido.
Pablo me dijo,
"Tío cuando has encendido las cámaras, las he recibido perfectamente desde aquí".
Genial, era un buen sitio, se veía el portal y podían seguir desde allí los acontecimientos, solo Rubén debía estar dentro del bloque, para actuar en cuanto saliera el gitano.
Así se lo dije. Solo intervendríamos si la cosa por el motivo que fuera se ponía fea para mi madre.
Todos estuvieron de acuerdo. Ya eran las 10;15.
Bueno, yo me subo. Tu casi, Pablo entra conmigo y quédate ya en el cuarto de trasteros.”, le dije.
“Bueno chicos y chica, gracias a todos nuevamente y esperemos que todo salga bien.
“Claro”, dijo Juan Manuel, “somos un equipo” Extendió su mano al centro y todos por inercia le imitamos haciendo una piña.
Me subí para casa. Al llegar mi madre ya estaba vestida, bueno literalmente tenía un vestido de esos estampados de verano muy vaporoso. Según lo que vimos antes de ayer, debajo no llevaría nada.
Se la veía inquieta por que estuviera yo en casa. Daba vueltas de un lado para otro sin rumbo fijo, y mirando sin parar el reloj.
A las 10:25, me dijo que se iba. Mande la señal a Pablo. Y salí a la puerta a preguntarla que había de comida. El tema es hacer tiempo.
“¿Que vas a hacer de comida, mama?, la pregunté.
“Aún no lo sé”, me respondió.
“Ah, como vas a la compra, pensé que ya lo tenías pensado. Es que a lo mejor como por ahí con estos cualquier cosa”, la dije.
“Vale, pues si no vienes a comer, llama y dímelo”, me dijo.
La dejé ya que saliera. Esperaba haber ganado el tiempo suficiente. Y así fue, casi nada más salir mi madre, recibí un mensaje de Pablo.
“Listo”
“Bajo”, le contesté.
Puse la cámara en mi móvil. Aún no había llegado mi madre. Seguí bajando por las escaleras.
Vi que se encendía la luz de los trasteros.
Después la de mi trastero. Vi entrar a mi madre. La visión era perfecta.
Se remangó el vestido, dejando al aire de cintura para abajo, y se colocó, abierta de piernas sentada en una mesita que había y con las piernas cada una en una estantería.
Yo llegué al portal.
Ostia puta, me cruce no con un gitano. Con dos que, en ese momento, entraban en el bloque. Eso no estaba previsto. Dos en vez de uno. Me volví desde la puerta a mirar. Ellos hicieron lo propio sin bajar las escaleras a los trasteros hasta que vieron que salía. Fui hasta el bar.
Todos atentos a los móviles. Los dos gitanos ya estaban en el trastero.
No se oía muy bien, pero preguntaron a mi madre por la hija. Les contó que, por un imprevisto, había tenido que salir de viaje. Que a la vuelta lo harían.
El de la otra vez, hizo el numerito de la cucharilla y la jeringa, mientras que el otro, la toqueteaba las tetas que le había subido el vestido casi hasta el cuello, y también la frotaba la cara, con lo que era imposible que viera lo que hacia el otro.
Pero nosotros si teníamos una clara visión, de como el tío le inyectaba lo que sin duda sería un suero sin más, y guardaba la cucharilla con lo que había estado calentando en ella.
Y luego, eso sí, empezaron a follarla. Hubo un run-run, entre los asistentes. Al que más y al que menos le ponía lo que veía.
Rubén aviso.
“No debería de tardar ya en entrar en el letargo “, dijo Rubén.
Acertó de pleno.
Al poco tiempo vimos que mi madre, dejaba de responder, se había quedó como inerte, y los gitanos se percataron a la primera. Se pusieron visiblemente nerviosos. Uno la echo mano al cuello, y la tomo el pulso. Vio que no tenía latido. Se vistieron a la carrera, y salieron del trastero como alma que lleva el diablo.
Los que salimos ahora corriendo para el trastero fuimos nosotros, asegurándonos de que no había gitanos en la costa. No obstante Juan Manuel y Pedro, se quedaron por fuera por si acaso les daba por volver, tener ahí un buen cortafuegos.
continuara