Tu madre, la puta de todos 11

EL DIA ANTES DEL DIA D (continuación)

CAPITULO VII

EL DIA ANTES DEL DIA D (continuación)

Me subí a mi piso, parando el ascensor en el piso de abajo. Quería reconstruir todo en las condiciones más adversas, que el ascensor estuviera solo un piso más arriba o abajo.

Le envié el mensaje a Pablo.

Empezaba la cuenta atrás. Recorrí el corto trayecto entre mi puerta y el ascensor. Llamé al ascensor. Subió. Abrí la puerta y me metí. Baje al bajo. Salí del ascensor y me dirigí a las escaleras que daban al cuarto de trasteros. Abrí la puerta con llave. Y fui a mi trastero. Ni rastro de Pablo.

“Te ha dado tiempo de sobra, ¿no?”, le pregunté.

Pablo salió del escondite y me dijo,

“Ya lo ves, aunque realmente acabo de meterme. No estaría de más que cuando veas que se baja, y me envíes el mensaje, la retengas unos segundos con una pregunta estúpida de las tuyas”, me dijo.

“Por ejemplo que ¿porque baja al trastero sin bragas?”, le dije.

“Sí, una pregunta muy apropiada, jaja”, me contestó.

“Bueno ya se me ocurrirá algo”, le dije. “Vamos a comprobar que los móviles reciben las cámaras”

Ambos miramos nuestros móviles, y la señal del trastero era nítida.

“Bueno, aquí poco podemos hacer ya. Esta todo en marcha. Solo esperar que mañana salga todo bien., le dije.

“Saldrá hombre, saldrá, ya lo veras. Somos unas putas máquinas”, me dijo Pablo dándome ánimos.

“Oye, esta tarde me gustaría desengancharme un poco de todo esto. Jugar un poco al futbol o al vóley, algo asi”, le dije

“Vale lo que quieras. Pégame un toque y nos vamos al poli, a algo jugaremos”, dijo Pablo mientras abandonábamos el cuarto de trasteros después de apagar las cámaras, y asegurarnos que habíamos cerrado la puerta.

Cuando subí a casa me fui directo a mi cuarto.

Que cabrona, sobre mi mesa estaba el tanga con la leche condensada. Lo cogí con cuidado de no derramar la leche y me fui a su cuarto. Estaba escuchando música y esbozó una sonrisa de oreja a oreja, cuando me vio entrar con el tanga en la mano. Me senté en la cama al lado de ella.

“Bueno vamos a ver que coctel has preparado aquí”, la dije, y sin más comentarios le pegué un lengüetazo que me llevé prácticamente toda la leche condensada.

“Siempre me ha encantado la leche condesada, pero no podía imaginar que con flujo de mi hermanita, estuviera aún mucho mejor”, la dije sin parar de lamer el tanga.

Cuando termine, la dije,

“Exquisito”, la dije, “Ésta tarde le digo a Pablo que he probado el flujo de Alba. Seguro que se corre sin tocarse”, jajaja

“Te hecho el tanga a lavar”, la dije mientras me dirigí hacia la puerta.

“Ah, pero te vas a ir sin probarlo”, me dijo con cara de perversa.

“Alba, no me provoques que nos perdemos”, la dije.

“No hombre si yo lo decía porque no mientas a Pablo, unas lamiditas y listo”, me dijo mientras separaba ligeramente las piernas para que el pantaloncito corto que llevaba dejara entrever por los costados más de la cuenta.

He de reconocer que, por un instante, dude en tirarme entre sus piernas, y comerla el coño entero, pero, aunque no lo descartaba no era el momento ni la ocasión. Así es que pasé yo al ataque.

“Vale, pero primero, cómemela tu a mí”, la dije acercándome a ella bajándome la cremallera de la bragueta para que viera que tenía intención de sacármela.

“Ahhhh, chillo en silencio. Quita guarro que se lo digo a mama”, me dijo partiéndose de la risa.

“Anda que como le enseñe yo tu foto y tus comentarios…..”, la dije.

Se levantó, vino hacia mí me abrazó me dio dos besos y me dijo,

“Te quiero hermanito”

Pues ya no me la follaba. Jaja, la dije que yo también, y salí de su cuarto con el tanga en la mano para echarlo a lavar.

“¿Has preparado la maleta? Recuerda que te vas mañana”, la dije

“Esta tarde la hago. He estado hablando esta mañana con Carla para quedar mañana en el aeropuerto. Me llevará papá, que dice que así se queda más tranquilo viéndola”, me contestó.

“Ok, perfecto”, la dije saliendo definitivamente de su cuarto.

No estaba yo tan seguro de que mi padre se quedara más tranquilo viendo a esa mujerona. Lo mismo le cambiaba el billete a mi hermana.

Cuando terminé de comer, me eché un rato la siesta. La verdad es que las tardes de verano son excesivamente largas. No puedes salir a la calle hasta que el sol está ya bajo y aun así, tienes mucho calor.

Entre al cuarto de Alba a ver cómo llevaba la maleta.

"Oye en cuanto sepas como ha salido lo de mamá, dímelo. Si estoy en el avión ya lo leeré al llegar", me dijo.

"Vale y tú ya me contarás que tal con Carla, es una tía muy maja", la dije.

"De que la conoces?", Me preguntó.

"Mejor te lo digo cuando vuelvas", la dije.

No era cuestión de darla ahora detalles, y no sé si los daré algún día.

Mandé un wasap a estos y quedamos en el poli.

Me encontré con Pablo por el camino,

"Hola tío, ¿sabes lo que me he encontrado en la mesa de mi cuarto cuando he llegado a casa?", Le dije.

"Tío, no me acojones, ¿el qué?", me preguntó.

"El tanga de la Albita, con todo el pastel encima, tal y como lo hemos visto en la foto, y me lo he comido entero, y delante de ella, aunque he de decirte que era leche condensada, que, mezclado con sus flujos, estaba bien buena", le dije con todo el morbo posible.

"Que cabrón, y que cabrona. ¿Y ella que decía?, preguntó.

"Que, si me iba a ir sin probar sus flujos en vivo", le dije.

"Que hija de puta, está pidiendo polla a gritos", dijo él.

"Pues se la he intentado dar, y me ha dicho 'quita guarro'", le dije.

"Joder, vaya calienta pollas", dijo.

Llegamos al poli, ya estaban allí los otros.

Repasamos un momento las cosas que tenía cada uno que hacer el día siguiente.

Les dije que estuvieran antes para poder también sincronizar sus móviles con las cámaras. Elegimos que Óscar y Fernando, serían los encargados de grabar cada uno una cámara.

Iba a tener la madre más expuesta y exhibida de Madrid, pero no había otra opción.

Estuvimos jugando un rato a vóley y luego a básquet. Todo valía con tal de eliminar tensiones.

Cuando terminamos, Pablo nos dijo,

“i al final lo de tu madre, resulta como pensamos, podemos seguir con el juego de rol. Al final no mojamos ni locos, jajaja”

Todos reímos la tontería, pero tenía razón. Si no era por la buena de Marisa nosotros no metíamos ni la pata, y eso Pablo, Oscar y yo, Fernando y Luis supongo que se la cascarían como monos. Ya teníamos todo el material preparado, pero ahora no estaba Carla, al menos durante una semana, así es que tendríamos que armarnos de paciencia.

“Bueno” dijo Pablo, “así podemos definir con calma los juegos de rol que las pueden tocar. Por cierto, Javier, ¿quién le va a dar terapia a tu madre?

“Pues como supongo que te refieres a Terapia sexual, se me ha ocurrido incluso el llevarla por las tardes al sex-shop. Yo creo que todas las tardes allí un tiempo, se le quita el mono.”, le dije.

“Coño a ella y a nosotros, que ya hablaría yo con el encargado para que nos deje entrar por la cara o a un precio muy rebajado. “

“Que es lo del Sex-shop?”, preguntó Fernando.

“Hemos encontrado un sex-shop que tiene fuck-hole. Un agujero en que no ves a la chica, solo su coño y su culo. Y la gente va allí a follar sin más. Si vamos los cinco a aplicar terapia a Cristina, ya tendía solo cinco polvos de nuestra cuenta, jaja”, dijo Pablo.

“Jajaja, dije yo. “Yo había pensado que uno de los juegos de rol podría ser ese, o sea que estamos en la onda”.

“¿Tú te follarías a tu madre, Javier?, preguntó Fernando.

“¿Tú no harías cualquier cosa por tu madre?, le pregunté yo

“Si claro”, me respondió.

“¿Incluso follártela, si eso fuera parte de su terapia?, le seguí preguntando.

“Sí”, contestó el.

“Pues tu solo te has contestado la pregunta original”, le dije.

“Bueno de cualquier forma a partir de mañana habrá que empezar a aplicarla el tratamiento. Así es que iros preparando”, les dije.

Supongo que cualquier hijo normal, no se plantearía follarse a su madre, ni que lo hicieran los colegas, pero yo creo que ya habíamos dejado claro que muy normales no éramos. Llevábamos años jugando con ellas, indirectamente con su intimidad, era previsible que algún día surgiera como pasó con Marisa, el poder follarlas. Pero estoy seguro que el día en que pudiera metérsela a mi madre, iba a ser feliz, pero iba a ser igualmente feliz, viendo como mis colegas disfrutaban con ella y como ella disfrutaba con todos. A estas alturas de la historia con Marisa, yo digo, sin miedo a equivocarme, que ella disfruta con nosotros, y por supuesto nosotros con ella.

Quise que los que aún no lo habían hecho, conocieran los trasteros y sincronizaran los móviles con las cámaras, así es que nos fuimos para los trasteros, a echar un último ojo antes del día D.

Yo procuraba que, al entrar, no coincidiéramos con ningún vecino, ya que siempre son recelosos con los jóvenes, y más si nos ven entrar a cinco en los trasteros. Así es que Oscar y Pablo, que ya los tenían sincronizados y conocían los trasteros se quedaron fuera, y entre con Luis y Fernando.

Les enseñe donde habíamos puesto las cámaras y donde estaba el amplificador de señal de bluetooth. Les dije también donde tenían que estar al día siguiente, así como que también habría un psicólogo, un ex guardia civil, y que teníamos la firme sospecha de que la engañaban al decirla que la drogaban, y que en realidad la estaban follando y encima ella pagaba por eso.

Sincronizaron sus móviles. Así podríamos todos ver lo que pasaba sin necesidad de estar arremolinados en torno a un solo móvil.

Salimos dejando todo como estaba. Ya en la calle, nos despedimos, quedando para la mañana siguiente a eso de las 9 :30

CONTINUARA