Tú eres...
Continuación del relato "Arresto"
La chica entró en el cuarto de baño. Era espacioso, y corrió la cortina de la ventana. Su cuerpo estaba envuelto por una toalla, algo corta, que dejaba ver el nacimiento de sus senos. Su pelo, castaño, lo tenía recogido en una coleta. La chica se aproximó al espejo y observó su reflejo por unos instantes. El chico suspiró, sintiendo un bulto apretado en sus pantalones. Su polla reclamaba que la liberara. La chica, con una media sonrisa pintada en su rostro, se quitó la toalla y la dejó caer al suelo. El chico se estremeció, observando el cuerpo desnudo de aquella chica. Los senos reflejados en el espejo, el escaso vello púbico castaño en forma de flecha apuntando a su entrada, las nalgas suaves, su espalda, aquellos delicados hombros...
El chico sonrió y se bajó los pantalones. Su polla, ya erecta, salió como un resorte. Su mano derecha bajó hasta aquel miembro suyo, tan conocido, y lo apretó delicadamente, sintiendo su calor. Se preguntó si ese mismo calor sentiría la vagina de aquella chica si la penetrara. Volvió a clavar su mirada en aquellos senos. Le hipnotizaban. No le gustaba que fueran muy voluptuosos, ni tampoco demasiado pequeños. Eran perfectos para él. El chico deseó tocarlos, colocar sus manos encima de ellos, notar su esponjosidad, coger un pezón entre sus labios y lamerlo con su lengua. Y ella, ella le dedicaría una sonrisa, igual que estaba haciendo ahora en el cuarto de baño y le musitaría un "qué bien lo haces, hermanito". El chico volvió a suspirar, esta vez de frustación. Su mano bajaba y subía por su miembro, su mente recreaba una situación: abrir de sopetón la puerta del cuarto de baño, su hermana se escandalizaría y se cubriría, él, desnudo, le diría que la amaba...¿Amarla? ¡Por todos los genios malévolos que existían! Era imposible.
"Es un crío, un renacuajo, seguro que lo que tiene entre las piernas es una colita flácida y sin vello".
-No, hermanita, te equivocas-susurró Christian, moviendo su mano y sintiendo leves sacudidas de su polla.
Tania seguía mirándose al espejo. Se colocó de medio lado y se tocó las nalgas.
-¿Por qué, Robert?-se preguntó la chica. Luego, llevó su mano derecha hacia sus senos. El chico contuvo la respiración. Los cubrió con su brazo, y apretó. Aún así, los pechos se rebelaron y parte de ellos podía aún seguir viéndose reflejados en el espejo. La mano se centró en el derecho y lo apretó, luego, acarició el pezón con el dedo pulgar,índice y corazón.
-Menos mal que no fue a mí...-siguió diciendo Tania. Casi al instante, perdió la sonrisa y una lágrima apareció disimulada en el ojo derecho. Lo restregó con una mano y volvió a sonreír. Su hermano, en su cuarto, la imitó. Le encantaba la sonrisa de ella, era tan radiante... La chica se lanzó un beso a sí misma frente al espejo y guiñó un ojo.
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Tania se sentó encima del váter, con las piernas abiertas. Llevó una mano hacia su vagina, y acarició por unos segundos su vello púbico. La sonrisa de ella se hizo más amplia y su boca se abrió ligeramente por unos segundos. De repente, la cámara se apagó y el chico se quedó con una expresión profunda de estupefacción.
-¡Maldita batería!- exclamó furioso él. Justo en lo mejor... Apagó el ordenador y a punto estuvo de estrellarlo contra el suelo. El chico permaneció unos instantes encima de su cama, con la mente en blanco mientras se tranquilizaba y su polla volvía a encogerse.
-Es lo mejor-se dijo en un susurro. Había colocado una cámara disimulada en el montón de ropa sucia del cesto, en el cuarto de baño. Se dijo que era para asegurarse que su hermana estaría en el cuarto de baño. Pero aquello había sido una falacia. Lo había hecho porque deseaba a su hermana. Eso le inquietó.
-Eres un idiota, Christian-susurró y se sentó en el suelo. Retiró una manta que había colocado sobre el suelo y descubrió la estrella de tres puntas que había pintado él hacía cuatro horas. Colocó los recipientes y tarros de incienso y encendió cinco velas, que distribuyó en forma de pentágono. La invocación podía durar una hora. Sabía que su hermana solía tardar mucho en el cuarto de baño. El chico intentó no pensar en el motivo. Bebió un trago de té y colocó el grueso libro de magia que había adquirido en una antigua librería sobre sus rodillas.No sabía si aquello iba a funcionar. Ni siquiera había pensado alguna vez en hacer aquello. Pero lo que había sentido en el cuarto de su hermana, aquella presencia, le hizo cambiar de opinión. Alzó sus brazos por encima de la cabeza y empezó a leer en aquel intrincado idioma de símbolos y dibujos aparentemente sencillos, pero complejos. Le había costado dos semanas desentrañar aquel idioma y sólo cuando un día, frustado, tiró el libro contra la pared y cayó una hoja disimulada, consiguió averiguar las reglas y normas de aquel idioma.
Terminó de pronunciar la orden de invocación, y las llamas de las velas cambiaron de color y adquirieron un tono verdoso y se alzaron tres o cuatro centímetros más. Un ligero viento recorrió el cuarto y el muchacho cerró los ojos y se concentró. Pronunció el nombre del genio al que quería invocar y alzó las defensas necesarias alrededor de su mente, dejando la mente totalmente ocupada en una imagen: la sonrisa de su hermana. Por una milésima de segundo, la sonrisa de su hermana se trasformó en la visión de sus nalgas, justo en el momento en que el genio irrumpía en la habitación, apareciendo en forma de ratoncillo dentro de los límites del triángulo. El chico temió lo que sucedería, sus defensas mentales se habían debilitado un breve instante y el genio no desaprovechó la oportunidad. Lanzó su ataque, que se estrelló contra las defensas del chico, tocándolas y buscando la brecha. El chico siguió concentrado en la sonrisa de su hermana, pero una risotada malévola resonó en la mente del chico cuando el genio descubrió la brecha. El genio concentró su ataque en aquella breve fisura que el chico intentaba sellar como podía. Por la mente del muchacho, desfilaron multitud de imágenes, breves momentos de su vida, apenas fogonazos de luz que aparecían ante sus ojos y desaparecían casi al instante. La primera vez que se cayó de rodillas, su hermana dándole la mano para cruzar por una calle, él, vestido con un feo uniforme, en el colegio sufriendo las burlas de sus compañeros; él bebiendo por primera vez una cerveza y asqueándose de ello; la primera vez que vió una película porno; la sonrisa de Tania, deformada por el genio de tal forma que parecía que tenía los dientes podridos...El chico sufrió un leve acceso de pánico. Si el genio modificaba sus recuerdos, es que estaba ganando la batalla. Y si la perdía...El libro decía que el genio le robaría el alma, y se marcharía. El joven lanzó un último ataque a la desesperada, intentando repeler al genio y contener la consciencia de éste en los límites del triángulo. El genio, pillado por sorpresa, retrocedió y se replegó dentro de los confines del triángulo. El joven, abrió los ojos y respiró agitadamente mientras en el triángulo se formaba una ligera niebla que, casi al instante, desapareció. El joven casi se queda sin respiración. Ante él, estaba Tania, desnuda, con la cintura ligeramente curvada realzando su nalga derecha. Los pezones erectos y rosados de ella se clavaron en los ojos del joven, y Tania sonrió. Le indicó con la mano izquierda que se acercara, mientras deslizaba su lengua por su labio superior y soltaba un gemido suave de placer. El joven casi se levanta como un resorte, cosa que sí hizo su polla, pero enseguida recobró la calma y volvió a acomodarse en el suelo.
-Basta, Nefril, soy tu amo, tienes que obedecer mis órdenes-dijo con una voz pausada e intentando infundirle un tono agresivo.
-¿No quieres que tu hermanita te la chupe un rato?-le sugirió ella, metiendo el dedo índice de su mano derecha en la boca y sacándolo a un ritmo lento y sugerente.
-No te he pedido que hagas eso, así que...-dijo el joven, desviando ligeramente la mirada del cuerpo de su hermana.
-O prefieres que me haga un dedo delante tuya-siguió diciendo, abriendo sus piernas un poco y llevando su mano derecha hacia su vagina.
-Diré tu nombre cuando me introduzca mis dedos-le susurró ella, pasando ligeramente un dedo por su raja. El chico se ruborizó y tosió. Su polla exigía que volvería a tocarla.
<>. Era un genio de nivel 3, y el que había sentido en el cuarto de su hermana cuando la grabó masturbándose debía de ser de nivel 2. Si llegaba a enfrentarse a él...
-Nefril, debes...
-Mira, hermanito, así se masturba tu hermanita cuando está deseosa-susurró el genio metiendo un dedo en su vagina.
-Nefril, no hagas...
-Mi pequeño Christian, eres tan guapo-musitó Tania, sacando y metiendo el dedo.
-Basta, Nefril...
-Quiero que vengas aquí, metésela a tu hermana, está ardiente-decía ella, tocándose un seno y penetrándose la vagina.
-¡Basta!-exclamó Christian, pronunciando una frase. Los bordes del triángulo se tornaron rojos y Tania chilló aterrorizada. Su imagen desapareció y durante un segundo aparecieron miles de diversas formas hasta que Christian chasqueó los dedos y los límites del triángulo volvieron a ser blancos. Aquel revoltijo de formas e imágenes cesó y el genio adquirió la forma de un puercoespín.
-Yo obedezco, amo-dijo el genio, con una voz totalmente fría e indiferente. El chico sintió que un escalofrío le recorrió la espalda. Prefería la imagen de Tania a aquello...No ablandó su corazón sino que bajó los brazos y los cruzó ante el pecho, alzando los hombros intentando mostrar un aspecto fornido.
-Viajarás conmigo y permanecerás callado, cuando te ordene algo pronunciaré tu nombre al final de la orden y quiero que tu presencia sea inadvertida por los demás, tanto transeúntes como genios...
-Disculpe, amo, los genios siempre notamos la presencia de otros, es imposible que nos ocultemos.
-Hay una forma.
El puercoespín se estremeció ligeramente.
-Sí, amo.
- Si vuelves a adquirir la forma de esa chica, te aplico el castigo A-47-le amenazó el joven.
-Como ordene y desee, amo-respondió Nefril.
-Pues entonces, en marcha-sentenció Christian, cogiendo un bote alargado y quitando la tapadera.
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El cuervo siguió revoloteando por el cielo. Le encantaba la sensación del aire en las plumas. Proyectó su mente y palpó por una milésima de segundo las mentes de aquellos dos. Al instante, volvió a replegarse. Ellos no habrían sentido nada. El cuervo bajó sus ojillos negros y vislumbró un bosque verde oscuro y frondoso. El coche al que seguía se desvió hacia la izquierda y se ocultó bajo las sombras de los pinos. El cuervo descendió. Se deslizó entre las ramas de los árboles y se trasformó en una mosa. Era una buena disfraz. Los del coche no notarían su presencia. Se coló dentro del habitáculo y se posó en el techo, observándoles atentamente.
El hombre había pasado su brazo por el hombro de ella y la atrajo hacia sí. Su rostro y el de la mujer se encontraron e intercambiaron un beso prolongado.
-No sabía que fueras así-dijo la mujer, apartándose un mechón de la frente.
-No sabía que estuvieras tan buena-le contestó él, y le dio otro beso, esta vez, paseó su lengua por la comisura de los labios de ella.
-Me dejaste a medias,novato-le susurró ella.
-Lástima-le respondió él en un tono burlón, bajando sus manos por la espalda de ella.
-No, no, tengo que complacerte yo-le susurró ella, besando su cuello y llevando las manos de él hacia sus pechos.
-Pues si quieres deleitarme, vas a tener que quitarte la ropa, oficial-le dijo él con una media sonrisa.
Ella sonrió y llevó las manos de él hacia su chaqueta, para que la desabrochara. La mujer, mientras tanto, le había quitado el cinturón al joven y le bajaba la cremallera introduciendo una mano. El joven se estremeció ligeramente y ella le besó en la boca, moviendo su lengua en la boca de él. Las manos del joven se deslizaron hacia el culo de ella, apretándolo. La mujer sacó la polla del joven y bajó su cabeza.
-Lo haces muy bien, Sofía-susurró el joven, echando la cabeza hacia atrás y cerrando ligeramente los ojos. La cabeza de la mujer subía y bajaba. Justo en ese momento, la mosca desplegó sus alitas y revoloteó hacia la cabeza de la mujer. Se posó en su hombro derecho, y musitó unas palabras al oído de la joven.
¿Qué...sucede?-preguntó Nick, cuando Sofía alzó la cabeza con una expresión de miedo pintada en su rostro.
-Tenemos que...-le empezó a decir Sofía pero su cuerpo se puso rígido, al igual que el muchacho. La mujer cerró la boca y los ojos y se desplomó hacia el pecho del joven. La espalda del joven se relajó y su cabeza chocó con el reposacabezas.
La mosca ascendió en círculos y salió por el cristal, sin mirar atrás ni una vez.
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-¿Qui...én eres?-preguntó Robert. Ya había despertado y se encontraba sentado en una silla, en una habitación con las ventanas cerradas y tapadas por unas cortinas negras. Intentó mover los pies y las manos, pero se encontraban atadas. La cabeza le dolía un poco y tenía la vista borrosa.
-Ya se ha despertado-dijo una voz en un tono frío a sus espaldas.
-Estupendo-contestó otra voz, en un tono algo infantil. Robert escuchó el sonido de unos pies descalzos pisando el suelo y aproximándose a él y notó el contacto frío de algo en su mejilla. Reconoció que era aquello y se asustó.
-No te muevas,¿eh? Te puedo cortar-le susurró la voz. Aquello descendió por su mejilla suavemente y Robert sintió una gota cálida descendiendo hacia su cuello.
-Maldita sea, te he cortado-se quejó la voz infantil.
-No me mates-le suplicó Robert. Las dos voces rieron suavemente.
-Tranquilo-dijo la voz infantil y Robert sintió que alguien se sentaba en sus piernas, le pasaba dos manos de dedos alargados pero finos por la nuca y aproximó su rostro al de Robert. El joven sentía en sus mejillas la respiración suave del desconocido. Éste sacó su lengua y la deslizó por su mejilla, lamiendo su sangre. Robert se estremeció ligeramente. El desconocido apoyó sus manos en el pecho de él y tiró de su camisa, rompiéndola. Robert se quejó de dolor e intentó empujar al desconocido pero dos poderosas manos se apoyaron en sus hombros y el joven sintió como los dedos pulgares e índice se unían alrededor de su cuello. Al instante, el joven cesó de moverse.
-¡Oh, August! No quiero que la diversión cese-se quejó la voz infantil.
-¿Quién ...eres?-insistió Robert.
-No importa-repuso la voz infantil, levantándose e hincando las rodillas ante Robert-límitate a responder. El joven notó que los dedos de quien fuera el que estuviera arrodillado ante él hurgaban en su cinturón y se lo quitaban y le bajaban el pantalón.
-Bonitos calzoncillos-le comentó la voz.
-Es imposible que los veas, esto está demasiado oscuro-le contestó él, sintiendo que las manos de dedos alargados recorrían sus muslos.
-Limítate a contestar-le advirtió la voz infantil y los dedos se cerraron en su muslo derecho y lo apretaron, proporcionando al muchacho un doloroso pellizco. El joven exclamó de dolor y la voz soltó un ligero gemido.
-¿Tendrás ante ti a un hombre o una mujer?-se preguntó la voz infantil, soltando una risilla. La boca del desconocido recorrió el muslo derecho y lamió la zona del pellizco. El joven notó incluso el ligero roce de sus dientes pero no dijo nada. Prefería no pensar. La voz indiferente y fría intervino.
-Ha aprendido las reglas.
Reglas...Eso le recordaba algo al muchacho. No recordaba nada de lo que había sucedido antes de estar en aquella habitación pero...Un recuerdo fugaz pasó por su mente. Tania en su cuarto, cabalgando un consolador mientras hablaba con un falso doctor que en realidad era...¡Clara!.
-¿Eres tú, Clara? ¿Me has secuestrado, verdad? Yo no fui...¡ay!. El joven sintió un gran dolor en la entrepierna y unos dolorosos pinchazos en los riñones debido al puñetazo que le proporcionó el desconocido. Incluso, por un instante, le había faltado la respiración.
-La regla, obedece la regla-dijo la voz infantil, bajando los calzoncillos del joven hasta los tobillos.
-Bonito paquete-dijo la voz y Robert volvió a escucharla en su espalda-y un bonito trasero, lindo y virgen, seguro.
-Por favor, no me violes, yo no soy...-susurró el joven, con un tono de miedo contaminando su voz y el desconocido le palmeó las nalgas tras haberlas besado y deslizado sus labios.
-Obedece la regla o lo pasarás mal. ¿Por qué te habían metido en la cárcel?
El joven permaneció en silencio mientras intentaba recordar. Le intranquilizaba seriamente que aquel desconocido no parara de besar su culo y de acariciarlo y tocarlo con sus manos incluso sintió el contacto de su lengua por su raja.
-La cárcel...fue por...-Robert sentía que la frente le sudaba copiosamente al pasar más rápidamente la lengua del desconocido por su raja y deslizar suavemente un dedo por ella.
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-¡Lo recuerdo! Fue porque me culparon de haber violado a una chica, me llevé sus tacones pero no hice nada...-el desconocido elevó sus manos y las deslizó por el vientre del joven hacia sus pectorales, y los apretó, clavando al joven sus dedos delgados y alargados mientras besaba la raja del joven-llegué a mi casa con aquellos tacones y...y me masturbé con un tanga...era de Clara...
-¿De Clara? ¿No habías dicho que no la habías violado?-musitó la voz infantil.
-Sí, no...no lo hice-el joven se estremeció cuando una mano descendió por su vientre hacia su polla y la agarró. Sorprendemente, su polla ya estaba algo endurecida.
-Vaya, parece que la posible idea de que un hombre te viole te atrae, ¿eh?-susurró la voz mientras la mano tocaba el miembro endurecido del joven y seguía besando sus nalgas.
-Yo...yo no violé a Clara, bueno...una vez...hace años...dos, creo...ella estaba borracha...ella me lo pidió...-la voz del joven se entrecortaba y movía la cabeza de un lado hacia otro buscando alguna salida en aquel cuarto.
-Oh ,August, levántalo un poco, quiero llegar a su tesoro-susurró la joven.
<<¿Tesoro? Utiliza la misma palabra que yo para referirme al coño de las tías, oh, Dios mío, no será que...>>
El joven intentó resistirse, pero nada pudo contra aquellas poderosas manos que lo alzaron ligeramente cogiéndolo desde las axilas.
-Mucho mejor, August, gracias-dijo la voz infantil y metió su lengua por la raja del joven buscando su entrada anal.
-Está bien, me aproveché de ella, la violé, estaba borracha y de bajón pero yo no he sido esta vez, se lo juro...-Robert gimió cuando las dos manos del desconocido abrieron sus nalgas y empezó a hurgar éste con su lengua en su entrada, Robert intentó evitarlo, contrayendo su esfínter.
-Y te llevaste su tanga...Sé que no has sido tú el que la ha violado esta vez pero llevarse sus tacones...Qué imprudencia, ¿tanto te ponen?
-Si es de una zorra como Clara, mucho-respondió el joven arrepintiéndose al instante de decirlo. El desconocido empezó a introducirle un dedo mientras la otra mano subía y bajaba por la polla del joven y el muchacho soltó un gemidito leve.
-¿Te parece apropiado insultar a las tías y sin embargo no dedicarte ningún adjetivo degradante hacia tu persona? Ves a las mujeres como objetos, mal, Robertito, mal-le reprochó la voz.
-Por favor...no me violes.
-Lo estás pasando bien, en el fondo, abre tu mente-susurró la voz mientras seguía hundiendo su dedo en el culo del joven-mira lo dura que la tienes y nota esto-Robert se sorprendió mucho. En su espalda desnuda, unos pezones endurecidos y unos pechos se clavaron en su espalda, pero, a la vez, notó la calidez de un miembro viril en su cintura, apenas unos centímetros por arriba de su entrada.
-Eres...bisexual-murmuró el joven. La voz rió y procedió a lamer sus testículos y a seguir deslizando un dedo por el exterior de su esfínter, jugando con el escaso vello que poseía en la zona.
-Sé listo, Robert, ¿escuchaste algo raro o sentiste algo extraño cuando robaste los tacones?
El joven se estremeció ligeramente y gimió. Su polla palpitó ligeramente. El desconocido dejó de lamer sus testículos y siguió besando y lamiendo su entrada anal consiguiendo que el joven pudiera hablar.
-Sí, escuché una conversación extraña...una discusión, en un idioma raro...no lo entendía...os lo juro...por favor, para...
El desconocido empezó a introducirle un dedo en el culo mientras con la otra mano jugaba con sus testículos, acariciándolos y apretándolos ligeramente.
-¿Y no entraste al callejón? Me consta que eres muy valiente, hubiera sido para ti una conquista asegurada, ¿no?-dijo en un tono sarcástico, mientras seguía introduciendo el dedo y besaba su espalda, deslizando sus labios por las vértebras.
-No...esa cosa...esa discusión...no es normal....la escuché otra vez, en un parque...por favor, no lo metas más..estaaba oscuro pero percibimos que era algo grande...
-¿Grande? ¿Mi dedo o aquello?-musitó la voz, mientras frenaba el avance del dedo y empezaba a moverlo lentamente creando círculos, el joven estaba tenso pero soltó un leve gemido. El desconocido apretó sus labios en la espalda del joven y le hizo un chupetón.
-Aquello...un bulto gigante, que desprendía un olor inmundo, estaba a oscuras...por favor, para...
-Vaselina, August-dijo la voz infantil-y llévalo a la cama.
-¡No! ¡Por favor, no! He respondido! ¡He dicho la verdad!-exclamaba el joven, gimiendo e intentando huir. August lo elevó en las alturas y se lo echó al hombro, como si fuera un saco. Él le propinaba patadas en la espalda, pero August parecía inmune. Lo tiró contra la cama, que era suave. El joven intentó huir, tirándose al suelo pero August lo inmovilizó y lo levantó por la cintura, dejando al joven a cuatro patas. El joven hundió la cabeza en la cama y la mordió, por pura impotencia. Robert sintió el contacto de un líquido cálido por sus nalgas, colándose por su raja y bajando por sus muslos.
-Así está bien, August-dijo el desconocido, apoyando una pierna desnuda en las piernas de Robert y dejando que su polla descansara sobre las nalgas del joven.
-Así se tendría que haber sentido Clara aquel día, cuando la violaste borracha-le comentó, separando sus nalgas y sin moverse ni un centímetro.
-Por favor...no-gimió el joven.
-¿Por qué te aprovechaste del pobre Nick?-le preguntó el desconocido, manteniendo separadas las nalgas de Robert con dos dedos mientras pasaba su polla de arriba hacia abajo por la raja del joven.
-Él...era fácil. No tenía amigos y estaba marginado. Sería fácil que él accediera a aquel juego. Al principio, eran partidas diseñadas para que él ganara. A él le gustó que estuviéramos dispuestos a charlar con él, a protegerle, a hacerle sentir parte de un grupo. Luego, llegó la idea de los lotes. Fue mía...-el joven se paró para tomar aire y volvió a seguir hablando rápidamente mientras el desconocido besaba su espalda y le clavaba unos senos pequeños y duros en su piel-...eran tonterías. Un pañuelo de ella, un bolígrafo de ella...luego fue ascendiendo el rango. Unas braguitas...Nos poníamos en serio y ganábamos. Nos repartíamos el lote...
-¿Sabes si Nick es un mago?-le preguntó el desconocido mientras separaba más las nalgas del joven y se preparaba para...
-¡No! ¡No lo sé! ¡Por favor, no!¡ Te juro que no lo sé! ¡No quiero, socorro!-chillaba el joven y por encima de su voz, una risa clara.
-Preparado para perder la virginidad, Robertito, ¡adelante!-exclamó el desconocido y empujó su cintura hacia delante. Sin embargo, lo que chocó contra el culo de Robert, no fue una polla erecta, sino algo plano y velludo. La joven se rió más aún.
-Tú... no eres un hombre-agradeció el joven y su cuerpo se relajó un poco.
-Dale la vuelta, August, me muero por follármelo, casi me corro viendo como se retorcía creyendo que era un hombre-ordenó la voz-el muy idiota no ha percibido de que estaba haciendo creer a su mente que yo poseía una polla...
-Sí, ama-respondió August y Robert fue colocado mirando hacia el techo. August le inmovilizó las manos y ella se sentó a horcajadas encima de él. Cogió con una mano los testículos del joven y apretó. El joven se agitó y chilló de dolor y empezó a mover el rostro rápidamente, los ojos desorbitados.
-No vas a volver a hacer una partida de esas con Nick. Tu relación con él ha finalizado.
-¡Comprendido!
-No intentarás algo con Clara.
¡De acuerdo!
-Ni con Tania.
-¡Vale!
La mano liberó su presión y movió la polla del joven, que había perdido algo de dureza.
-Vamos, Robertito, te quiero follar, quizás esto te ponga como una moto-susurró la joven, cambiando de postura y colocando su vagina justo encima del rostro del joven-come-ordenó y bajó su vagina y la restregó contra el rostro del joven.
Éste intentaba lamer su coñito pero la joven disfrutaba más restregando su vagina húmeda por la cara de Robert. Especialmente le encantaba cuando se introducía levemente la nariz del joven en su interior. La polla del joven volvió a palpitar. A la joven le encantaba sentir el contacto de su vello contra la piel del muchacho.
-No hablarás con nadie de esto ni tampoco dirás nada a la policía.
-Entendido-dijo como pudo Robert. La joven cambió de postura y se sentó sobre la polla del joven, metiéndosela hasta que su base impactó contra su entrada. De puro placer, la joven agarró sus pechos y soltó un largo gemido de placer. El joven empezó a mover su cintura y la joven colocó sus manos sobre el pecho del joven y empezó a moverse lentamente.
-Yo dirijo, Robertito-la joven se movía cada vez más rápido y movió su cintura hacia los lados.
-Lo siento, August, otra vez será, no te sientas celoso-soltó la joven, entre gemidos.
-¿De un patético humano? Es imposible que suceda tal cosa-repuso la voz fría. La joven se rió.
-Avísame cuando vayas a correrte-le advirtió la joven. Robert asintió levemente.
-Oh, Dios, tienes una polla increíble, no está nada mal para ser tan joven-decía la muchacha, cabalgando más rápidamente-no es como la tuya,August, está claro-añadió y la joven volvió a agarrarse los pechos-pero valdrá para saciar mi sed de placer.
-Me...me voy a correr-dijo Robert. La joven se sacó la polla y se la metió en la boca mientras seguía moviéndola. El contacto de la lengua de la muchacha y el roce de sus dientes bastó para que Robert eyaculara. Su polla se agitó tres veces y envió su líquido hacia la boca de la joven. Ésta se sacó la polla de la boca y miró al joven.
-No...eso no...-negó Robert con la cabeza. La presión de los dos brazos sobre las manos del joven aumentó y el joven chilló de dolor.
-Abre la boca-dijo August, clavando en el rostro del joven unos ojos de un refulgente verde hipnotizante. El joven obedeció y la muchacha se deslizó por su pecho y le dio un beso en los labios. La joven abrió su boca y soltó el líquido en la boca del joven. El muchacho cerró los labios y la joven tapó su nariz, sonriendo. El rostro del joven estaba enrojecido e hinchado, sus mejillas infladas y sus ojos llenos de ira.
-¿Cuánto aguantará?-se preguntó la muchacha. Finalmente, la garganta del joven se movió y ella dejó de apretar su nariz. El joven tosió y escupió a un lado, al tiempo que la muchacha volvía a pisar el suelo.
-August, ve a la casa de su tía Isabel y modifícale la memoria, hazle creer que ella ha sido quien ha pagado la fianza e ido a la policía para liberarlo. Mientras, le borraré la memoria.
-Como ordene mi ama-respondió en un tono cortés August, dejando libre a Robert.
-No me digas ama, llámame amor, me gusta más-le regañó ella. Robert se levantó de la cama e intentó salir de allí, por donde fuera, pero sus piernas y brazos quedaron inmovilizados. La joven soltó un suspiro.
-Eres tan predecible, Robert-la joven susurró algo en un tono bajo y se abrió la ventana, dejando escapar a un águila por entre las cortinas. El breve haz lunar que entró en la habitación bañó por un instante el cuerpo desnudo de la joven, que miraba al joven con una sonrisa amplia y blanca.
-Tú...¡eres tú!-exclamó Robert abriendo mucho los ojos y retrocediendo un paso. Los ojos de la joven, verdes e inquietantes, se clavaron en los del joven y Robert sintió que se hundía en un pozo oscuro...