¿Tu de vuelta? III
Le mire la cara me encantaba su nariz tan pequeña, esos labios carnosos y rojos, sus ojos redondos color miel, que parecían dos trozos de su caramelo ardiendo cuando hacíamos el amoR
Tome el celular y busque su número, era muy extraña nuestra “relación” nos queríamos pero éramos más amigas.
-Bueno- sonaba agitada
-Bueno, hola jesi ¿Quieres venir a mi casa?-dije en tono seductor
-Ah ¿Asi que alguien tiene ganas de mí?
-Jeeje sí, no puedo esperar-Dije fingiendo impaciencia
-Dame una hora, estoy en la caminata matutina hoy que tengo tiempo, me doy un baño y llego a tu casa.
-No no, te quiero así, te espero en 20 minutos
-Está bien Marcela, ay eres una pervertida
-Jajaja te… te quiero mocosita.
-me ibas a decir te amo, Marcela me ama; me ama- decía ella en tono de burla y agitada
-15 minutos cariño, ya te quedan 15, hasta dentro de un rato-ella rio complacida
-bye- colgamos, encendí el auto y conduje rápidamente hasta casa.
Tenía tan poco tiempo, baje velozmente, entre a casa corriendo desvistiéndome, me metí a la ducha. Salí 5 minutos después, siempre me ha gustado ser sensual y divertida así que decidí ponerme un coordinado azul celeste con detalles en azul marino, seque mi cabello lo que pude con la secadora aunque aún estaba húmedo dándome un aspecto provocativo me puse crema y perfume una blusa larga y Salí a la espera de mi acompañante.
Sonó el timbre en seguida abrió la puerta, ahhh se veía muy tentadora con su pantalón corto de licra negro que se le pegaba tan bien a esas piernas torneadas y largas, esa blusa color azul que estaba algo húmeda por el sudor que emanaba su cuerpo y esa sudadera que hacia juego con los pantalones cortos, le mire la cara me encantaba su nariz tan pequeña, esos labios carnosos y rojos, sus ojos redondos color miel, que parecían dos trozos de su caramelo ardiendo cuando hacíamos el amor su tez blanca y su cabello castaño que me encantaba. Se acercó a mi enseguida le saque la sudadera, quería recorrerla tenerla, probar su sudor sentir su aroma, era tan bueno el sexo con ella, nos compaginábamos tan bien
-hola- dijo aun agitada y después de un beso apasionado.
-hola, ya te esperaba, dije atrayéndola haciendo que cayera encima de mí, semi-acostadas en el sillón, metí las manos bajo su blusa, tocando su espalda tan larga y estética, sintiendo aun rastros de sudor; me erizaba la piel palpar aquello.
-Oh Marce sí que tienes ganas de mí, mmh hueles tan bien- dijo también internando sus manos bajo la blusa y besando mi cuello.
Sabía perfectamente que su punto débil era aquella espalda así que seguí recorriendo. Así como yo sabía aquello; ella sabía que mi punto débil era el cuello y las orejas. Ya no podía soportarlo más, necesitaba recorrerla morderla besarla saborear su cuerpo; así que hice un ademan y en seguida estábamos de pie, Jesica me saco la blusa y sonrió al ver mi coordinado.
-muy bonito, me encanta- dijo acariciando el contorno del sostén
Comencé a besarla ella me atrajo más poniendo sus manos alrededor de mi cuello y yo en su cintura, llegamos a la puerta de mi habitación, le quite la blusa, ah aquel sostén rosa hacia ver sus senos tan encantadores, no eran ni grandes ni pequeños, cabían perfectamente en mis manos, la voltee contra la puerta, y me pegue a ella, mi pelvis rosaba su trasero, comencé a besar su cuello acariciando sus piernas sus costados subiendo hasta sus senos, volviendo a bajar hasta sus caderas comencé a morderle las orejitas y seguí bajando por el cuello hasta el hombro derecho, ella no podía reprimir sus gemidos, me detuve un segundo y le susurre al odio
-Me temo que hoy serás mía por toda la mañana- A ella pareció no importarle solo me lanzo un gruñido en respuesta por haberme detenido, lamí su cuello sabia a sal, en seguida le quite el sostén y baje trazando líneas con mi lengua por su espalda ella se retorcía del placer y yo estaba tan excitada por deleitar su sabor a mar llegue hasta su derrie y comencé a da dar pequeñas mordidas, ella movía las caderas un poco, mis manos estaban quietas sobre sus muslos entonces la gire otra vez hacia mí y comencé a subir con besos por su abdomen succionando un poco su piel lamiendo la prominencia de sus senos llegando a sus pezones que estaban erguidos, con la mano izquierda tome un seno y mi boca fue a parar al seno derecho mordiéndolo un poco ella dio un respingo y abrió los ojos tomo mi cabeza con sus manos mostrándome el ritmo que deseaba para con su pezón- Esos senos me volvían loca-
-Que me haces Marcela Zúñiga- decía con la voz entrecortada, enredando más y más sus dedos en mi cabello, seguí subido hasta llegar a su boca y comencé a besarla nuevamente solo que ahora llevaba rastros de ella en los labios, mi mano izquierda dejo su labor y volví a abrazarla por la cintura ella me abrazaba me besaba mordía mis labios y se pegaba lo más posible a mí, nuestras caderas habían comenzado su ritmo así que puse una de mis piernas entre las suyas. Aún tenía ese pantalón de licra, deslice mis manos hasta él y acaricie primero su trasero respingón me encantaba, y metí mis dedos pulgares por cada costado del pantalón y lo baje, volví a quedar a la altura de su vientre, podía percibir ahora su aroma, alce la mirada hasta toparme con la suya y sonreí perversamente, después de eso concentre mi mirada en su calzado y comencé a desabrochar sus tenis, sabía que eso le causaba impaciencia, se los quite sin ningún apuro y después le quite los calcetines, ella sabía bien que era turno del pantaloncillo de licra, me mordí el labio inferior y sonreí mirándola de nuevo, su expresión facial era de contrariedad y deseo, ella levanto una pierna y deslice el pantalón para sacarlo, después deslice la tela por la otra pierna y por fin los saque completamente. Abrió un poco las piernas, comencé a besarlas subiendo por sus muslos, pasando muy cerca del monte de venus, mis manos no se quedaba quietas, acariciaban sus nalgas y viajaban hasta su vientre con las yemas dejando rastros de deseo, subí hasta su boca y la bese apasionadamente abrí la puerta de mi habitación y caminamos así besándonos hasta llegar a i cama, me deje caer en la cama con ella encima de mí, su cabello se desbordaba por mi cara con mis manos lo hice hacia atrás.
-Eres tan hermosa Jesica- la mire fijamente.
-Lo sé- La bese tiernamente rosando sus labios, se acomodó entre mis piernas y metió sus manos debajo de mi espalda para desabrochar mi sostén, se separó un poco de mi para quitarlo y contemplo mis senos sonriente, en seguida llevo sus manos a ellos y comenzó a acariciarlos, se arrodillo en la cama para mantener el equilibrio, yo la miraba fijamente como un felino sonriente excitada volví hasta mi para besarme. Me encantaba la manera en la que nos tomábamos, pasamos una agradable mañana y después de algunos excelentísimos orgasmos me quede dormida.
Cuando desperté Jesica había traído el almuerzo a la cama y estaba bañada y traía ropa mía una camisera café unos jeans ajustados, éramos como esposas casi casi, cuando yo dormía en su casa también usaba su ducha su ropa y comía de su refrigerador.
-Hola de nuevo Marce-dijo sonriendo orgullosa por haber preparado el almuerzo, omelet de huevo relleno de jamón una pequeña ensalada de zanahoria y jícama y pan recién tostado con zumo de mango.
-Huum se ve bastante bien el almuerzo, gracias- dije extendiendo la mano para que ella se acercara a mí, me beso y se acomodó en la cama con mucho cuidado para no tirar nada. Comimos entre risas besos y platicas, la conocí cuando ella tenía 16, su hermana y yo fuimos intimas amigas, estudiábamos lo mismo nos conocimos por amigos en común y después de un tiempo Fernanda (hermana de Jesica) y yo fuimos inseparables, en ese tiempo Jesi era la clásica adolecente guapita con miles de admiradores y pretendientes, tenía un novio y otro, no nos llevábamos mucho en aquel entonces. Después de terminar la universidad Fernanda fue a trabajar a la capital, comenzó a juntarse con gente de dudosa procedencia las cosas empezaron a ir de mal en peor y murió en un trágico accidente a los 23 años. Para ese entonces yo me fui de casa y cambie de ciudad perseguir mi sueño de estudiar teatro. Una noche llego un mensaje de Jesica diciéndome que se mudaba a mi ciudad porque estudiaría medicina, que si en alguna ocasión podríamos quedar para charlar, necesitaba hablar de Fernanda. Yo accedí y después de algunas salidas de algunas platicas intensas y unos meses de coqueteo comenzamos a salir, el pacto se firmó así, podríamos salir con más personas pero algo especial siempre habría entre nosotras algo más allá del sexo algo así como una amistad. Ella distrajo mis pensamientos
-¿Que pasa Marce? ¿En qué piensas? ¿Acaso no te gusto la comida?
-No cariño no es eso, recordaba cómo nos acercamos más desde que llegaste a la ciudad
-Jeje si fue todo tan inesperado, pero es que Marcela tú, tu eres tan aggghh …
-¿Tan qué? …¿tan encantadora perfecta sensual irresistible antogable? ¿Eso quieres decir amorcito?- dije aparentando importancia
-Jajajaja claro que no mensa, eres tan insistente que tuve que aceptar para que dejaras de molestarme jajaja
-¿Ah sí?- dije acercándome peligrosamente a ella, con el riego de que los trastes cayeran al suelo y los restos ensuciaran, no me importo hasta q la tuve lo suficiente cerca la acorrale y comencé a hacerle cosquillas
-Eres tan malvada conmigo- dijo desabrochando mis sostén