Tu corazón en la frente 8

Mujer para el sol, de mañana. Mujer hasta el borde, del alba. Mujer que te pierdo y encuentro. Mujer para fuera, mujer para dentro. Mujer desafiando, a los astros. Mujer que camina, sin rastro. Mujer que me abrazas, el alma. Mujer que me robas... mujer que me robas, la calma. Alejandro Filio

Tu corazón en la frente 8

  • Alicia, estás mal mujer. Dile a la jefa. Me dice Mary al verme sentar.
  • Estoy bien, Mary, en serio. Intento tranquilizarla.
  • No digas estupideces, estás pálida, los ojos te lagrimean solos, tienes fiebre… no seas terca. Me dice poniendo el dorso de su mano en mi frente.
  • Mary, no puedo… irme a casa sin que ella esté allí. Me hace peor, la extraño terriblemente y para rematarla, no tengo idea de dónde esta. Le digo levantando la mirada para mirarla.
  • ¡Pero estás enferma! Apenas si puedes caminar. Me dice con expresión preocupada.
  • No pasa nada, tranquila… se me pasa. Sigo intentando tranquilizarla.
  • Lo mismo me dijiste ayer y te veías mejor que ahora. Estas así hace dos días ya, sin contar el de hoy, porque ahora sí que te ves horrible. Dice pasándome un vaso de agua.
  • Por favor, Mary ¿si? No me obligues a estar en esa casa. Todo me la recuerda, su aroma está en todas partes, no puedo ni siquiera entrar a mi habitación porque al dormir, juro que la siento abrazarme y al ver que no es así, lloro. Le pido y mis ojos se tornan vidriosos.
  • Ahhh ¡Qué mujeres estas! Se lo diré hoy que me llame para preguntar por ti. Le diré que estás mal y de terca en no irte a descansar. Me dice ya exasperada por mi negativa.
  • ¡Ni se te ocurra! No la quiero junto a mí si no es para quedarse, Mary. Deja que piense tranquila en lo que hará. Le digo parándome de la silla.
  • ¡Pero mujer! Mira cómo estas, no puedes mantenerte en pie más de 10 minutos seguidos y tú sólo le haces caso a ella. Me dice mirando como me afirmo en la mesa.
  • ¡Nada! Déjala tranquila. Sigue diciéndole que estoy bien, triste, pero bien. Le pido.
  • Entonces vete a casa, ve a hablar con la jefa ahorita mismo. De lo contrario se lo digo. Y tómate el bendito jarabe, ¡Por Dios! Eres peor que niña pequeña. Dice enojada ya conmigo.
  • Bueno, lo bueno es que no tengo tos. Hablaré con la jefa. Al fin que… hoy por la mañana me lo ofreció. Le digo caminando hacia la puerta.
  • ¿Y qué demonios estás esperando? ¿una invitación?
  • Ok, ok… Voy a decirle. Y ya… deja de regañarme y de darme de puntadas con tu dedo en mi hombro que me duele. Le digo a modo de gracia.
  • Jajaja… bueno, ve. Dice ya con la expresión de siempre.
  • Voy. Le pediré, a ver si me da el día de mañana libre. Como es sábado, seguro me dice que sí. Le digo saliendo
  • Menos mal se te ocurrió. Te espero aquí. Anda

Tengo que admitir que no me siento nada de bien. El dolor de cabeza me está matando, llega a nublárseme la vista incluso, pero no quiero entrar en esa casa y ver que ella no esta ahí tomándose un café mientras me espera para conversar sobre nuestro día ¡Dios! No soy nada buena con esto de extrañar. Me cuesta un mundo no marcarle a su celular, llego a marcar el número pero no me atrevo a llamar… puedo estar así por horas y mientras lo hago, las lágrimas me traicionan y estoy realmente segura que es más por el dolor que me causa perderla que por el maldito dolor muscular que traigo encima.

  • Pase. Dice una voz al sentir el golpe en la puerta.
  • Hola, Ximena. ¿Puedo hablarte? Pregunto apoyada en la manilla de la puerta.
  • Sí, sí… dime. Te escucho. Me dice levantando la mirada hacia mí.
  • Pues verás… ¿me dejas sentarme un rato? Digo acercándome a la silla más cercana.
  • Creo que es mejor que te vayas a tu casa, Alicia. Así no puedes seguir. Estás afiebrada y por como te vi entrar, estás algo mareada también. Me dice acercándome un vaso de agua.
  • Gracias. Digo recibiendo el vaso de agua y sigo diciendo - De eso mismo venía a hablarte. Se que es medio día recién, pero creo que es mejor irme a descansar o Mary me matará con sus regaños cada 5 minutos.
  • Jajja... tiene razón, Alicia. Debiste hacerme caso ayer e irte a tu casa. Hoy estás peor. Me dice con preocupación.
  • Algo así. Pero es que prefiero trabajar y distraerme a quedarme en casa sola. Le digo algo anhelosa.
  • Entiendo. Aún no sabes nada de ella ¿no? Dice bajando la mirada.
  • No, sólo sé que está bien. Eso según Mary, pero en realidad no lo sé y es eso, lo que me tiene más intranquila. Le digo acomodándome en mi silla.
  • Bueno, ya sabrás ¿Tienes como irte? Dice cambiándome el tema.
  • Pensaba tomar un taxi. Está lloviendo otra vez. Dije sin más pasando la palma de mi mano por la cabeza.
  • Cierto, no me había percatado. Dice mirando por la ventana.
  • Trabajas muy concentrada, Ximena, y no te das cuenta de las cosas que te rodean. Digo mirándola.
  • Me doy cuenta de las cosas que me importan. Dice mirándome a los ojos.
  • Es mejor que me vaya ya. Digo desviando la mirada.
  • Si, vamos… te llevo a tu casa. Así, como estás, no puedo dejarte ir sola. Dice levantándose de su silla.
  • No, Ximena. Tranquila. No tienes que hacer eso. Digo intentado levantarme también.
  • Pero lo haré y te aviso que mañana no te quiero por aquí. Me dice ayudándome a pararme.
  • Pero… comienzo diciendo en protesta, pero me interrumpe.
  • Regresas el lunes. Recuperada. Ahora vamos. Dice con un tono de voz autoritario.
  • Bueno… está bien. Le digo sonriendo.
  • ¡Ves, que estás mal! No me llevaste la contraria. Me dice sonriéndome a la vez que me abre la puerta.
  • Jajajja… ¡no me hagas reír! Me duele todo. Le digo traspasando la puerta.
  • Perdón, vamos. Me dice y me toma por el brazo.

Pasó su mano por mi brazo y me enganchó al suyo a modo de apoyo para que no me vaya a dar con el piso, que era lo más seguro. Estaba mareada, el dolor de cabeza me punzaba con más fuerza y… ¡joder! sentía cada parte de mi cuerpo en protesta. Me temblaban las manos y las piernas me parecían traicionar por momentos.

No quería admitirlo, pero me sentía fatal. Esta gripe estaba acabando con las pocas fuerzas que tenía para continuar mis días y me estaba terminando por derrumbar y… Ximena, mirándome así, con ternura. Nunca pensé que esta mujer pudiera tener líneas de expresión. Supongo que estaba equivocada. Desde que pasó lo del "casi beso" ha cambiado su manera de expresión, no sólo conmigo sino que también con los demás.

Tengo que ir por mis cosas, Ximena. Digo deteniéndome en la escalera. Ok, te espero aquí. Anda * Gracias. Le digo al tiempo que caminaba hacia la toma de muestras.

Caminé hacia la sala de muestras algo temblorosa. No me gustaba estar con gripe, realmente odiaba cuando me pasaba. Aunque sea sólo una vez al año, me fastidiaba tremendamente, porque siempre era en época de invierno y eso lo hacía infinitamente peor.

  • ¿Qué te dijo? Pregunta Mary, al verme entrar.
  • No hubo necesidad de decir nada, sólo me vio y me dijo que me fuera a casa y que no volviera hasta el lunes. Le dije tomando mi bolso.
  • ¡Genial! De algo tenía que servir el que tenga un enamoramiento contigo. Dice a modo de gracia.
  • Mary, por favor… no me recuerdes eso. Le dije al mirar que empezaba a reírse.
  • ¿Por qué no? Pregunta curiosa.
  • Es que creo, que ella tiene más que un simple enamoramiento conmigo. Le digo caminando hacia la puerta.
  • ¿Te dijo algo? Sigue haciendo preguntas.
  • No, pero lo noto. Está realmente preocupada por mí. Se ofreció a llevarme a casa y no me dejó decirle que no. Digo abriendo la puerta.
  • Ten cuidado. No le des alas, cuida muy bien lo que haces cuando estés con ella. Me dice seria.
  • Lo sé y lo hago. Digo saliendo.
  • Bien, nos vemos el domingo para comer juntas. Me dice mientras sale conmigo.
  • Bien, pero pasa por mí y comemos fuera.
  • Ok. Hasta el domingo, cuídate… Chao. Me dice entrando en la otra sala.
  • Chao, Mary, nos vemos.

Me volteé para mirar a la secretaria y despedirme de ella, luego me encaminé hacia las escaleras. Ximena aún estaba parada en la inicio de ellas, esperando por mí. Me miraba mientras caminaba hacia ella y me sonrío cuando llegué a las escaleras.

  • Te ves preciosa, aún enferma. Me dice y esquiva mi mirada.
  • Gracias. Fue lo único que pude decir.
  • Perdona, no debí decir eso, pero se me escapó.
  • Tranquila. No pasa nada… no dijiste nada malo. Le digo tranquilizándola.
  • Gracias. Entonces... te afirmas en mi brazo ¿bueno? No quiero accidentes. Me dice risueña.
  • Bien, vamos. No pasará nada. Digo comenzando a bajar las escaleras.
  • ¿Tienes algo para almorzar en tu casa? Tienes que comer y tomar mucho líquido.
  • Si, no te preocupes. Hay comida en mi casa y tengo bastante jugo de naranja como para una semana. Dije riéndome.
  • Bien, entonces vamos directo a tu casa. Me dice algo cabizbaja.
  • Si, vamos. Digo bajando el último escalón y caminando hacia la salida.

Caminamos juntas hacia la salida. La secretaria nos vio y se nos quedó mirando al ver como Ximena me sujetaba de brazo. Aún estaba medio mareada y realmente no necesitaba estar más molida de lo que ya estaba. Así que me afirmé de ella mientras llegábamos a la salida.

Abrió la puerta para que saliera y el aire frío me dio en el rostro, lo sentí tan fresco que respiré profundo antes de salir por completo de la clínica. Ximena me indicó con la mano donde estaba su auto estacionado y nos dirigimos hacia él con el viento en contra y también la lluvia.

Le quitó la alarma al auto y me abrió la puerta del copiloto. Me monté en él mientras ella daba la vuelta para llegar a la otra puerta. Me acomodé el cinturón mientras ella se sentaba y se ponía el cinturón también.… Puso la llave en el encendido y la música empezó a sonar. La misma que estaba en la mañana cuando nos vinimos de la otra clínica. Se giró hacia mí y me preguntó

  • ¿Por dónde? Me pregunta mientras comenzaba a moverse el auto.
  • Sigue derecho hasta la siguiente avenida. Le indiqué.
  • Bien… ¿y luego?
  • Sigue derecho por Barros Arana hasta Alonso de Ercilla y doblas hacia la izquierda, luego sigues derecho y doblas a mano derecha por Diagonal las Termas. Dije algo rápido.
  • Bien… me dice fijando su mirada enfrente.

En los siguientes minutos no me dijo nada. Sólo se concentró en manejar y seguir mis indicaciones. De vez en vez me detenía a mirarla conducir. Me daba la impresión de que cada vez que lo hacía ella desviaba la mirada, pero no me detuve a pensar en ello, sino que dejé caer mi cabeza en el vidrio de la ventana del auto y sentí el reconfortante frío en mi frente. Suspiré mientras cerraba los ojos para descansar la mirada un poco

No sentí cuando Ximena paró el auto, pero sí sentí el roce de su mano por mi rostro. No abrí los ojos de inmediato, no quería transformar la situación en incómoda, pero tampoco quería que siguiera con eso… me removí un poco en el asiento y ella se alejó al tiempo que me llamaba

  • ¡Ey, Alicia! Me dice moviéndome un poco.
  • Sí?… dije despertando.
  • Llegamos hasta donde me dijiste, pero no tengo idea por donde continuar. Me dice acomodándose en su asiento.
  • ¡Ohh! Me dormí por unos minutos, lo siento.
  • Tranquila, estás cansada. Dice y me mira otra vez con ternura.
  • Gracias… sigue derecho, por favor. Digo algo inquieta.
  • Bueno. Dice poniendo el auto en marcha otra vez.
  • Dobla en esta esquina y luego has lo mismo a la derecha dos calles más abajo… es la casa blanca. Le pido.
  • Bien.

Ella siguió mis instrucciones y al cabo de unos minutos estábamos en la entrada de mi casa. Me quité el cinturón y tomé mi bolso antes de verla cómo miraba mi casa… estaba pensativa mirando por la ventana.

Gracias por traerme, Ximena. Dije sacándola de sus pensamientos. No es nada. Me gusta tu casa. Dice mirándome. * Gracias. Le dije abriendo la puerta. * De nada, es la verdad. Dice mirándome a los ojos. * Entones nos vemos el lunes. * Sí, nos vemos. Me dice acercándose a mí.

Me dio un beso a modo de despedida casi en la comisura de los labios. No dije nada al respecto. Sólo me giré y bajé de su auto para luego correr hacia la puerta de mi portal y refugiarme en él. La lluvia era fuerte y decidida. No parecía tener intenciones de parar por el momento.

Me despedí de ella con la mano al tiempo que su auto comenzaba a moverse de nuevo. La vi mover su mano mientras se alejaba y cuando ya no la visualicé más, me giré para buscar las llaves en la puerta y entrar. El aire me daba en la espalda y aunque sabía que no era bueno, se sentí muy bien. Entonces pensé en tomarme un antipirético para la fiebre. No quería tener que ir a urgencias… odio tener que esperar.

Caminé como siempre por el pasillo, dejando las llaves en la mesita para luego quitarme el abrigo, las botas y quedarme sólo en calcetines para moverme por la casa. Me dirigí a mi habitación para buscar en el cajón unas pastillitas para la fiebre y el dolor muscular… al encontrarlas me encaminé hacia la cocina y, tomando un vaso con agua, me las tomé ambas de una vez.

Caminé hacia el sillón y me tiré en él con un cobertor para cubrirme. Me dejé vencer por el cansancio que sentía en el cuerpo. Cerré mis ojos, suspiré hondo antes de abrirlos y mirar por la ventana la lluvia caer con firmeza. Pensé, que así como iba, esto fácilmente se podría trasformar en diluvio. No en vano habían anunciado temporal para estos días en las noticias de ayer, en fin… volví a cerrar los ojos y me acurruqué en el sillón un poco antes de sentir cómo el peso de mi cuerpo me vencía y el relajante muscular hacía efecto

No se cuanto tiempo pasó desde que me acurruqué aquí, quizás hayan sido horas, pero me inquieta esta sensación de tranquilidad. Algo… una mano, acariciando mi rostro, otra que cubre mis pies que tenía destapados. Intento abrir mis ojos, pero me fue casi imposible con el efecto del relajante. Creo que una pastillita entera fue mucho. No logro mover ni un músculo, están lacios, descansados y me muero de ganas por ver quién es la persona que está a mi lado.

Podía percatarme de sus movimientos alrededor de mí. Caminaba de aquí para allá, haciendo cosas, pero no sabía qué cosas con exactitud. Despacio comencé a abrir mis ojos cuando en cierto momento, dejé de sentir sus pasos por la casa. Imaginé que era Mary, que ya era tarde y que vino a checar como estaba. Es la única persona, después de Ale, que tiene llaves de la casa

De a poco empecé a mover mis piernas para sentarme. Me llevé las manos a la cara para despertarme y levantarme del sillón e ir en busca de un vaso de agua. Tenía los labios secos por la fiebre y aunque el dolor de cabeza había cesado, aún persistía el maldito dolor muscular… ¡Dios, cómo me duele la espalda!...

Caminé hacia la cocina por el vaso de agua y me senté en alguna silla antes de que me cayera, porque las rodillas me fallaron. Al parecer el efecto de la pastillita aún no pasaba del todo, pero me sentía algo mejor físicamente hablando.

Sentí un ruido en una de las habitaciones y me levanté para caminar hacia allí. Al salir no vi a nadie. Seguí hasta mi habitación, pero tampoco había alguien, entonces me dirigí hacia la de Ale, y al hacerlo tuve una ligera sensación de presión en el pecho. No podía ser ella, le dijo a Mary que en un tiempo no volvería y, además, se había llevado lo suficiente como para no tener que volver a buscar nada

En efecto, había alguien en su habitación. Estaba creída de que era Mary la que estaba aquí, pero al parecer me había equivocado… ese aroma era de Ale, pero no podía estar segura del todo. Me acerqué a la puerta con cuidado, un poco afirmándome, otro poco con miedo. Tenía algo de recelo a que fuera ella y que al verme se fuera. La necesitaba, pero la quería por siempre y no por unos momentos… llevé mi mano a la manilla de la puerta y abrí. No vi a nadie desde la puerta, giré mi cabeza de un lado a otro buscando, pero no vi a nadie y entonces, un ruido en el baño me hizo saltar.

Entré en ese cuarto, que estaba vacío desde hace tres días y al que también le he rehuido en todo momento. Caminé con esa sensación de saber que algo va a pasar, no estás segura de si bueno o malo, pero lo sabes… de alguna manera lo intuyes y te dejas influenciar por el miedo de saber ¿Qué será?

La puerta estaba abierta, pero no podía ver bien si el cuarto estaba vacío o no hasta que llegué a ella y la vi, sentada en una banquita pequeña que compramos al tercer día que llegó aquí a vivir. Ella lo redecoró y le puso detalles que lo hicieron muy suyo… tenía la cabeza gacha, miraba el suelo o sus pies y tenía las manos escondidas entre sus piernas. No sé si sabía que yo estaba ahí con ella, pero al levantar su rostro todo cuanto pensaba desapareció sin más. Tenía sus ojos enfrente de mí, mirando directo a los míos y parpadeé

Ella se levantó sin decir nada. Sólo se acercó a mí en cuatro pasos que se me hicieron 10. Yo seguía parada en la puerta del baño con mi cuerpo descansando en el marco de ella y mis brazos en los costados. Su mirada estaba en mí, en mis ojos. No sonreía, sus ojos me parecieron tristes, idos, pero estaba segura de que estaba ahí conmigo aunque no me sonriera con los ojos, la sentía conmigo de alguna manera extraña y... se acercó un poco más. Seguimos sólo mirándonos sin preocuparnos del tiempo ni de nada.

Quería hablar y no podía. Necesitaba decirle que la extrañaba, la necesitaba y que más que nada la amaba, pero tenía miedo a que se volviera a ir por lo que me quedé en silencio con ella frente a mí inundándome de sensaciones temblorosas… de pronto levantó su mano y acarició mi rostro lo que me hace automáticamente inclinar mi cabeza, como siguiendo esa caricia que desde hace tanto anhelaba.

Cerré mis ojos, su dedo pulgar se movía con señal de caricia en mi mejilla, dio otro paso y su mano libre entró en contacto con la mía, su rodilla chocó con la mía, su boca estaba a cinco centímetros de mis labios… sus dedos buscaban los míos, su mano seguía en mi rostro mientras que su frente se pegaba a la mía a la vez que abría mis ojos y ella cerraba los suyos.

Mi mano abrazó la suya como queriendo no perderla. Mi cuerpo se acercó al suyo como imán y su rostro se fue a refugiar en mi cuello mientras que sus brazos me rodeaban. La abracé a mi vez permitiendo que mi cuerpo se dejara influenciar por el de ella. Y su cercanía me llevó de una sensación tan plena y grande que el sentirla así, aferrada a mí, en ese entrelazo que ambas necesitamos, me hizo llorar y mis lágrimas bajaron por su rostro así como por el mío con decisión

  • No llores, Ali… Me dice al oído.
  • No puedo evitarlo, perdóname. Dije aún llorando.
  • No me gusta verte así. Dice saliéndose de mi cuello.
  • No soy tan fuerte como tú. Yo lo dejo salir todo sin reprimirme nada. Dije llevando mi mano a mi rostro para limpiar las lágrimas.
  • Ali, no te creas que soy fuerte, soy como tú… pero tiendo a hacerlo sin que nadie me vea.
  • ¿Dónde has estado estos días? Le pregunto separándome un poco de ella.
  • En casa de mis papás. Dice, esquivando mi mirada.
  • Esteban no dijo nada cuando vino hace un par de días. Le dije mirándola.
  • No he visto a Esteban desde que nos vio. Dice y me suelta por completo.
  • ¿Viniste por tus cosas? Pregunté dando un paso hacia atrás.
  • Sí, vine por unos papeles que dejé aquí. Me dijo alejándose de mí.
  • ¿No te quedarás? Pregunté dejándome caer en una silla al otro extremo de ella.
  • Ali
  • Entiendo, tranquila… sólo despídete esta vez cuando te vayas. Le dije levantándome para salir del baño.
  • No me digas eso así. Me dice parándose a la vez.
  • No se cómo tendría que decírtelo.
  • ¡Tú me dijiste que me fuera!
  • Yo… estaba muy enojada, Alejandra. No pensaba bien después de lo que le dijiste a tu hermano. Le dije parándome en la puerta.
  • Fui a buscarte, te esperé hasta que saliste y me dijiste, entre otras cosas, que no querías verme cuando llegaras a la casa ¿Qué debía hacer? Quería explicarte y te encontré a un paso de besar a otra chica. Me dice exasperada.
  • No iba a dejar que me besara, porque fue ella la que tenía la intención no yo, y mucho menos iba a besarla yo. Le dije molesta.
  • ¡¡ Dejaste que te tomara de la mano!! ¿Qué se supone que debía pensar? No me querías escuchar, me insinuaste que era mejor que me fuera y ahora… ¿me lo reprochas?
  • No te lo estoy reprochando ¡Joder! Me negaste dos veces, Alejandra. Agachaste la cabeza como si hubiéramos hecho algo malo. Dije afirmándome en el marco de la puerta.
  • Y me sentí lo peor del mundo al hacerlo. Me dice acercándose.
  • Sino te vas a quedar, es mejor que no te me acerques más. Le dije girándome para irme de ahí.
  • Alicia… no es fácil. Me dice deteniéndose.
  • Entonces me avisas cuando hayas encontrado lo que necesitabas. Le dije y la dejé sola en el baño.

Salí de allí con el corazón en la mano. Tenía la esperanza, después del abrazo que me dio, de que se quedara conmigo, pero no es así. Se va, sólo vino por unas cosas y se marchará de nuevo. Me dejará… por segunda vez y no sé si alguna vez esto significó algo o no.

¡Joder! ¿Cómo le pido que se quede ahora? Con esa inseguridad en su rostro. No puedo, la quiero conmigo por completo no a medias. No sería justo para ninguna de las dos, pero es que… me da miedo seguir sin ella. Esto de buscarla en todas partes es una tortura si no está aquí, conmigo para remediarlo, al llegar. La necesito, la adoro con todo

Me tiré de nuevo en el sillón a descansar mientras ella seguía en su habitación buscando lo que vino a buscar, aprovechando mi ausencia. Podía sentirla caminar por su cuarto de un lado a otro y por los ruidos, diría que buscaba sin encontrar y, ante eso me levanté. Por alguna razón el tenerla aquí me hacía sentir mejor y no tan abatida como antes.

Caminé hacia ella mientras me ponía un suéter. Entraba una brisa en la casa, pero no había ventanas abiertas… seguí mi camino, miré por su puerta y la vi, caminando de un lado a otro, con las manos en los bolsillos y mirando el piso al caminar. No me atreví a decir algo… sólo la miraba, ahora con los brazos cruzados, como intentando abrazar algo que no estaba ahí. Murmuraba cosas que no alcazaba a entender del todo, se llevaba las manos a la cara de vez en vez sin dejar de dar pasos lentos e indecisos

¿Qué haces? Pregunté. ¡Alicia! No te sentí entrar. Me dice volteándose a verme. * Lo sé, por eso te hablé yo. Dije aún parada en la puerta. * Alicia, no sé qué hacer. Me dice sentándose en su cama. * ¿Por eso caminas de un lado a otro indecisa? Le pregunté mirándola. * Es que yo… no puedo recordar donde deje los documentos. Me dice algo nerviosa. * Ya. Puedo ayudarte a buscar ¿Quieres? Dije para no tocar el tema de nuevo. * ¡Sí! Sí, creo que sería lo ideal para…Comienza diciendo, pero se corta. * Terminar de irte. Lo sé. Concluí por ella. * No iba a decir eso. Dice levantándose de su cama. * ¿Qué ibas a decir? Pregunto curiosa. * Bueno, que… Dice otra vez con esa indecisión en el rostro. * Yo buscaré en la sala mientras tú buscas en las demás habitaciones. Dije dirigiéndome hacia la sala. * Ok. * Bien.

Salí de ahí con la sensación de que lo había arruinado, pero me asusté ¿Qué tal si me dice que no puede con esto? Como dice Esteban, puede más su miedo que lo que pueda sentir por mí y si es así, me fastidie. La perderé mas rápido de lo que me pude imaginar y eso que ya siento que la estoy perdiendo poco a poco. Mientras más distanciadas estamos, más grande es la posibilidad de no tenerla conmigo en un futuro

Comencé a mirar en los estantes, pero lo hacía sin ver. Sólo podía pensar en que ella esta ahí, en esa habitación y yo aquí, hirviendo por las ganas de besarla y abrazarla y no entiendo ¿Cómo es que puedo llegar a sentir tanto por ella? Si antes de estar juntas me sentía impotente por no poder hacer nada con estas ganas locas de tenerla, ahora… es infinitamente peor ¡Aggg! Debería besarla y ya. Al final que, de todas maneras, se irá de mí

¡Joder, maldita gripe! Ya empezó el bendito dolor muscular de nuevo. Dije mientras hurgaba en los cajones. Deberías recostarte un rato. Escucho su voz a mi lado. * Sí, pero te estoy ayudando. Le digo volteándome a verla. * Ali… sabes muy bien que no busco nada. Me dice tomándome la mano. * No estaba del todo segura de ello. Dije mirando mis dedos entre los suyos. * Vine porque estaba preocupada por ti. Mary me dijo que estabas mal, que no querías irte a casa y que te negabas a ir al médico. Dice apretando sus dedos con los míos. * ¡Qué lengua larga es esa mujer! No puedo contarle nada sin que tú lo sepas a los minutos. Digo algo molesta. * Se preocupa por ti, no la regañes. Dice dirigiéndome hacia una silla. * No tenías que venir, Alejandra. Ya ves que estoy bien… Empecé diciendo, pero me corta. * En apariencia, pero te conozco y sé, que te duele todo. Achinas los ojos, por lo que sé que te molesta la cabeza. Te inclinas de vez en cuando, eso me dice que tienes dolor de espaldas. Te afirmas en las puertas… Dice relatando mis malestares. * ¡Está bien! No me siento bien. El efecto de las pastillas se pasó ya, pero aún así, no tenías que venir. Dije algo irritada mientras me sentaba. * ¡Claro que tenía! Dice sentándose en la silla frente a mí. * No tenías que venir sólo porque estoy enferma, tenías que hacerlo porque lo querías. Dije soltando su mano. * Es que quería… quería verte. Me dice levantando la mirada hacia mí. * No necesito que estés aquí, conmigo, por obligación, Ale. Dije con seriedad. * No vine por obligación, vine porque… Dice y agacha la cabeza. * No vayas a decir algo de lo cual después te vas a arrepentir. Dije interrumpiéndola. * Sólo quiero que estés bien. Que dejes la terquedad y descanses… que me dejes cuidarte. Me dice inclinándose hacia mí. * ¿Para que después de que la gripe ya no sea mía, te vayas? No gracias. Prefiero estar sola. Le dije con dureza. * Ali… no puedo. No es fácil, si me quedo contigo mis papás se enterarán, Esteban se los dirá y tergiversará todo a su favor. Dice volviendo a alejarse. * No me tienes que explicar tus motivos. Entiendo lo que me dices, yo tampoco estoy segura de que mis papás aceptarán esto, pero estoy dispuesta a intentarlo aunque a ellos no les parezca. Digo mirándole a los ojos. * Tengo miedo. Por favor… entiéndeme ¿va? Me dice y veo tristeza en esos ojos negros. * Sólo entiendo que Esteban tiene razón. Tu miedo puede más que lo que sientes por mí. Le digo esquivando su mano que se acercaba a la mía. * Alicia, por favor…Me dice anhelosa. * Está bien, Alejandra. Todo está bien… no puedo obligarte a tomarme de la mano así… con miedos y sin estar segura de lo que sientes. Digo intentado tranquilizarme a mí misma a la vez. * Estoy segura. Te amo… Dice volviendo a tomar mi mano. * Pero prefieres perderme a aceptarlo frente a los demás. Digo hurtándole mis dedos. * Alicia, entiende. Si lo intentamos, nos enfrentaremos a muchas cosas para las cuales no estamos preparadas aún. Sabes que intentarán separarnos, Esteban está en ese plan. Ha predispuesto a mis papás en tu contra y… dice y veo temor en sus ojos. * Entiendo los motivos, lo que no me cabe en la cabeza, es que prefieras perderme a enfrentar todo juntas. Digo mordazmente. * ¡Sabes muy bien que no quiero perderte! Dice exasperada. * ¡Pero lo estás haciendo! ¿No lo ves? Con ese miedo tuyo a vivir la vida y ese temor al que dirán. Digo levantándome de la silla. * Podemos seguir viviendo juntas, como siempre. Me dice como preguntándome. * No seré solo tu amiga. Pensé que podía, pero no es así. No quiero ni puedo ser sólo una amiga para ti. Si no me quieres como tu pareja, está bien, lo aceptaré, pero no me pidas ser algo que estoy muy lejos de ser. Digo alejándome de ella. * ¡Alicia! Dice casi gritando mi nombre. * No, Alejandra. Así no… a escondidas no. Si me amas, como dices, lo intentarás, pero si no… te prefiero lejos. * ¡Eso es un ultimátum, Ali! Dice levantándose ella ahora. * Puede que sí, pero me niego a seguir sintiéndome miserable porque ya no estás aquí y pensando que es mi culpa todo esto, cuando no lo es. Le dije con dureza. * ¡Alicia, no quiero! No quiero alejarme de ti. Dejarte sola, quiero estar contigo. Me dice acercándose a mí otra vez. * ¡Pero no lo estás! Y puedo entender tus motivos, pero no los comprendo. Dije caminando hacia el sillón. * Tengo miedo… yo, tengo miedo de ya no contar con mis papás, de que no quieran verme después y que mi hermano se lo diga a todos mis conocidos y… Dice caminando conmigo. * Mi amor, entiende… eso pasará de todas maneras. Sea conmigo o sin mí. No puedes esconder lo que eres por siempre. Eso no es vivir, te estarás construyendo una cárcel por ti misma. Eso no lo harán los demás… eres tú la que decide como vivir, no los demás, ellos influyen en ella sólo si tú los dejas, pero la que manda en tu vida eres tú. Le decía mientras me sentaba. * Son mis papás, Ali. Dice llevándose las manos a la cara al tiempo que se sentaba a mi lado. * Lo sé, preciosa. Pero si ellos te ven feliz, se conformarán. Te adoran, lo sabes… es cosa de tiempo. Ya verás. Dije tranquilizándola. * Yo te adoro, no quiero perderte por nada. Me dice levantando su mirada hacia mí. * Ale, no te estoy diciendo todo esto para que te quedes conmigo. Te lo digo porque independiente de mí, te estás censurando a ti misma con eso de esconderte. Te limitas a sentir sólo una parte apartando aquellos sentimientos que más vida te dan y eso, preciosa, no es vivir. Le digo acariciando su rostro. * Sé que tienes razón, pero ¿Cómo le hago? Lo he pensado mucho en estos días. Vine a verte, no porque Mary me haya llamado y dicho que estabas mal y demás, sino porque te necesitaba, Ali… no puedo estar sin ti, sin verte ni sentirte conmigo. Me hacía falta hablarte, hablar contigo como ahora. No puedo estar bien si tú estás mal. * ¡Le dije que no te dijera nada! Dije sonriéndole a medias. * No te enojes con ella. Yo se lo saqué a la fuerza, ella no quería decirme nada. Dice sonriéndome. * Bueno… está bien. * Jajajja * ¿Qué dije de chistoso para que te rías? Pregunto mientras la miro sonreír. * Decir eso, así… con ese gesto en los ojos. * ¿Qué gesto? ¿Así cómo? Le pregunto curiosa. * No sé decirte bien, pero te ves tan tierna, que sólo me dan ganas de besarte. * ¿Serio? Entonces lo diré más seguido. Sirve que me beses y que te rías así, iluminándolo todo. Le digo mientras acercaba mi rostro al de ella. * Jajajja ¡Linda! Me dice casi en mis labios. * ¿Quieres un té? Dije a mi vez en los suyos. * No. Quiero que te recuestes mientras yo te preparo uno a ti, con miel y limón. Dice levantándose a la vez que me besa fugazmente. * Buuuu * Naaa… anda, a la cama mientras caliento el agua de nuevo. Me dice alejándose de mí. * No quiero acostarme, Ale. Digo acurrucándome en el sillón. * Entonces recuéstate en el sillón y ves televisión o algo mientras ¿va? Dice ya en la cocina. * Va, pero… Empiezo diciendo. * Me quedaré, no te preocupes. No te dejaré sola. Dice adivinando lo que quería decirle. * Lo se, pero aún así… Sigo interrogante. * Te amo, no es obligación… sólo quiero estar contigo. Esa es la razón por la que vine y por la que vuelvo a vivir contigo de nuevo. Dice asomándose por la puerta de la cocina. * Bien, no tardes. Dije sonriéndole. * No. Dame 10 minutos y ya. Dice volviendo a desaparecer por la puerta. * Bueno. Aquí te espero. Le digo mientras volvía a cubrirme con el cobertor.

Me recosté sonriendo. Tenía una sensación de paz en el pecho que me hacía sentir contenta… feliz. Se quedaba. Ella se quedará conmigo y lo intentará a mi lado, no me dejará sola y esa es suficiente razón como para sonreírme a mí misma, mientras buscaba en control del televisor y lo encendía. Tenía ganas de dormir, pero quería hacerlo con ella abrazándome mientras lo hacía. También necesitaba tocarla, su piel… tener su aroma en mi nariz y besarla, necesitaba infinitamente besarla. Aunque por esta noche sólo me conformaré con dormir abraza a ella, nada más abrazarla

  • Ya, mi amor… tómatelo. Me dice sacándome de mis pensamientos.
  • Bueno, pero no me vigiles. Le digo, logrando que se sonría.
  • ¡Está bien! Pero tómatelo, lo enfríe un poco para que te sea más fácil. Me dice sentándose en la mesa de centro frente a mí.
  • Gracias, preciosa. Digo bebiendo un poco.
  • De nada… anda, todo. Sólo es media taza. Me dice mirándome bebérmelo.
  • Ya, pero no me vigiles. Me lo beberé todo.
  • No te vigilo, amor. Sólo te miro. Me dice riéndose de mí.
  • Ya… está malo esto. Pero ya terminé. Le digo pasándole la taza.
  • ¡Genial! Mañana te sentirás mejor y podrás ayudarme a limpiar. Me dice mirando a su alrededor.
  • Bueno, pero ahora recuéstate conmigo en el sillón. Le digo señalándole el pequeño espacio a mi lado.
  • Pero no cabemos ahí las dos. Me dice parándose.
  • Sí que cabemos, anda... le digo insistente.
  • Estaremos apretadas, Ali. Me dice sentándose a mi lado.
  • ¿Y eso es malo? Pregunto viendo como se quita las botas y sube sus piernas en el sillón.
  • ¡Obvio, que no! me responde dejando caer su cabeza en mi brazo al tiempo que cubría a ambas con el cobertor.
  • Entonces ya no busques excusas y abrázame. Le digo ahora teniendo su cara frente a la mía.
  • Jajajja… Eres demandante, pero no me molesta. Me dice abrazándome por la cintura.
  • Jajajja… te extrañaba. Dije mirándola.
  • También yo. Me dice pegándose más a mí.
  • No te vayas de nuevo ¿va? Le digo en los labios.
  • Va, amor. No me iré más. Dice rozando mis labios al hacerlo.

Ya no le dije nada. Sólo la besé mientras pasaba mi mano por debajo de su brazo y la acercaba a mí… sentí sus pechos tocar los míos y sus piernas enredarse con las mías mientras nos besábamos. No me importaba estar enferma. La necesitaba ahora, con todo… la deseaba.

Su cabeza estaba recostada en mi brazo, mi mano le acariciaba el cabello mientras me mordía los labios, uno a uno. No paraba y tenía la sensación de que ella necesitaba lo mismo que yo. Deslicé mi mano libre por sus caderas hasta su espalda y jugué con mis dedos en ella por un rato de arriba abajo, llegando al inicio de sus nalgas, pero su jeans me impedía el paso por lo que posé mis manos en sus cintura con intenciones de escabullir mis dedos por debajo de su suéter al tiempo que ella metía su mano por debajo del mío.

  • Ali, estás enferma. No podemos. Le escucho decir.
  • Shhhh… si podemos. Le dije al oído.

Despacio me ubiqué encima de ella y al hacerlo sus manos me tomaron por la cintura, las sentí heladas en mi piel y me llené de escalofríos mientras me acercaba a sus labios y suspiraba. Me rocé con ella un tanto mientras me aventuraba en su boca y dejaba caer medio cuerpo en el suyo… quería, necesitaba sentir sus brazos a mi alrededor, su respiración, sus labios besarme y sus manos tocarme como la primera vez

Besé su cuello mientras acomodaba mi codo para sostenerme. No quería caer encima de ella bruscamente, por lo que acomodé mi rodilla izquierda a un costado de ella y la otra fue a dar entre sus piernas. Me alcé en mis brazos y la miré desde mi altura antes de avanzar hacia ella nuevamente

Sus labios me recibieron al instante, se apretujaron con los míos acoplándose a la perfección mientras iniciábamos una danza erótica que ambas estaban ansiosas por concluir, por llevar a cabo con la determinación de que no será la ultima vez que la bailemos

Poco a poco se fue sentando en el sillón quedando frente a mí. Cruzó sus piernas por sobre las mías y me abrazó con ellas mientras me besaba. Podía sentir su entrepierna rozar mi vientre de vez en vez y me quemaba como nada la sensación de saber lo que sigue con ese danzar de sus caderas… no pude menos que suspirar en sus labios mientras sus manos acariciaban lentamente mis costados, la presencia de sus dedos en los límites de mi blusa y suéter juntos, me llenaba de ansias, me estremecían sus dedos ahora tibios en aquel pedacito de piel que mi ropa no alcanzaba cubrir

Se abrazó a mí atrapando mi cuello con sus brazos mientras descendí con mis manos por sus costados y tomé su ropa subiéndola lentamente… alzó sus brazos para que pudiera sacársela por completo, se quedó quieta mientras poco a poco su piel quedaba al descubierto hasta quedar frente a mí con sólo su sujetador… le miré a los ojos al tiempo que dejaba caer sus prendas al suelo. Me sonrió luego de comenzar a quitar mis ropas, dejándome en unos pocos segundos igual que ella

La aprisioné con mis piernas y ella me siguió en el movimiento para sentir como nuestros pechos chocaban entre sí antes de unir nuestros labios y hacer de nuestras lenguas unas guerreras, ambas comenzábamos a suspirar más intrépidamente mientras nuestras manos buceaban en el cuerpo de la otra sin control. No había prisa por nada, pero la necesidad de sentirnos la una a la otra era mayor

Deslicé una de mis manos por su espalda, jugué subiendo y bajando por su columna un tanto antes de desabrochar la única prenda que me impedía el contacto directo con sus pechos… vi libre sus senos mientra ella liberaba los míos. Deslicé mi mano abierta por su rostro, desde su frente hasta su mentón, despacio mientras ella cerraba los ojos y suspiraba al sentir la proximidad de mis labios que ahora rozaban su piel en sus hombros lentamente hasta llegar a su cuello al tiempo que sus pechos rozaban los míos y nuestros pezones comenzaban a entablar conversación entre si

Bajé mis manos por su espalda hasta el inicio de sus glúteos, aun seguía con sus jeans puestos. Comencé a recorrer su cinturón con mis dedos hasta llegar a la hebilla y desabrocharla lento mientras que sus labios atrapaban los míos con decisión. Sus manos rozaban mis pechos sin querer, provocándome tantas cosquillas en el vientre que la lentitud de mis manos no duró demasiado. Hice que se recostara hacia atrás estirando sus piernas para quitarle el jeans y verla así, sólo en pantaletas, acostada en el sillón de la sala.

Me acerqué nuevamente a sus labios, cerró sus ojos, llevó sus manos a mi cintura mientras que yo recorría sus labios y le mordía el superior… succionaba el inferior. Echó su cabeza hacia atrás mientras mi boca bajaba por su cuello, pasaba mi lengua por su piel, besaba de vez en vez y mordía suave hasta llegar a su clavícula, que me encanta. La recorrí de punta a punta con mis labios y lengua, juntos a la vez para luego descender por su cuerpo hasta sus pechos

Pasé mi lengua por el canalito que me dejaba adivinar, con sólo mirar a escondidas, la suavidad y firmeza de esas protuberancias que a veces me excitaban la mente con una facilidad que me sorprendía.

Deslicé mis labios por la circunferencia del derecho mientras que con mi mano izquierda jugaba con el pezón que no era presa de mis labios… tiraba de él entre mis dedos para luego, con la palma de mi mano, jugar con él a formar círculos y la sentía gemir quedadamente mientras succionaba lento de su pezón en mis labios, a los minutos lo atrapé con mis dientes y labios apretándolo con delicadeza antes de dejarlo ir para dirigirme al izquierdo

Mi boca, ahora en su vientre, juega a formar círculos en su piel, mi cuerpo va descendiendo al mismo tiempo que mis labios lo hacen por sus costados, acaricio con la punta de mi lengua su piel mientras me voy acercando a su ombligo y la escucho suspirar, removerse al sentir mi lengua recorrer su pubis, sus manos están en sus costados con los puños apretados… flexiona una rodilla mientras voy bajando, topándome con su pantaleta

Despacio deslizo su pantaleta con mis manos. A medida que mi boca va besando, mi oído la va escuchando gemir, mis manos la sienten estremecer y mi nariz se inunda con el aroma tan peculiar de su humanidad desnuda… dejé el aire salir justo ahí, en su sexo húmedo antes de quitarle por completo la prenda dejándola caer a suelo con las demás ropas

Volvió a flexionar su rodilla mientras me acercaba de nuevo a ella. Alcé mi mano y la deslicé desde su cuello, despacio mientras me miraba y mordía los labios luego por sus pechos, y cerró los ojos al suspirar, después jugué con mis dedos en su vientre hasta su pubis y la sentí gemir…removerse y agitarse.

Nuevamente me acerqué a ella, besé sus labios mientras que mis dedos se escabullían por sus muslos desnudos y presionaban ansiosos al tiempo que voy bajando por su cuerpo, besando al azar sus pechos, vientre… costados hasta llegar a su monte de Venus… respiré profundo antes de sentir una de sus rodillas en mi hombro mientras que la otra pierna se abría para mí, invitándome y excitándome al ver su sexo ante mis ojos

Me sedujo ver su mirada antes de descender y besé sus pliegues, su olor a hembra me envolvió los sentidos y mi lengua fue presa de su sabor agridulce mientras que un gemido se escapaba de su boca, su pierna me abrazó por la espalda al tiempo que mis labios atrapaban los suyos… chupé y succioné de ellos una y otra vez, mis manos alzaron sus nalgas al aire y atrapé su clítoris en mi boca, presioné de él con mi lengua y labios al mismo tiempo y su grito de placer hizo eco en mis entrañas..

Su pierna se alzó por sobre mí y se ubicó en mi hombro, tenía sus dos piernas en mi hombro con sus pies en mi espalda presionándome hacia ella. Podía ver como sus manos presionaban sus pechos y su boca se entreabría para dejar salir sus gemidos con su cabeza inclinada hacia atrás y la imagen me excitó tanto que puse mas convicción en mi tarea de chupar, besar, morder, succionar y presionar su clítoris mientras que uno de mis dedos entraba en ella

Sus caderas se movían de un lado a otro sin descanso, se alzaban para sentir mejor mis dedos que se movían dentro de ella en formas asimétricas, a veces presionando… otras no tanto, pero acelerando el vaivén de sus caderas debajo de mí, sus rodillas ejercían una presión en mi cabeza cada vez que mis dientes tiraban de su clítoris y chupaban con fuerza de él al tiempo que mis dedos comenzaban un mete y saca que la hizo sacudirse en el sillón

Poco a poco sus movimientos se fueron haciendo más rápidos y urgentes, gemía sin reparos, decía cosas que a mi oído no llegaban con la claridad necesaria para entenderla, pero podía tener la certeza de que me pedía más y mis dedos comenzaron a penetrar su vagina con la precisión que ella necesitaba, escuchando sus gemidos de placer en mi sentidos. Mi boca acarició su clítoris con fuerza y decisión… lo chupaba y mordía alternadamente y sus caderas entraban en descontrol aferrándome más a ella con sus piernas, su respiración se cortaba de vez en cuando, podía verla morderse los labios y tirar de sus pezones con sus dedos mientras que mis dedos dentro de ella hacían que sus contracciones vaginales fueran en aumento

Dos de mis dedos entraban en ella, su humedad se escabullía entre ellos en abundancia haciendo eco dentro de mí cada vez que los metía y sacaba de ella, de vez en vez me detenía unos segundos para luego volver a penetrarla sin descanso hasta que sentí como los escalofríos hacían presa de ella… la urgencia de sus movimientos pélvicos era más apremiante y preciso, sus gemidos más rápidos, mis embestidas más fuertes hasta que su sexo aprisionó mis dedos en su interior y un grito se escapo de su garganta…sentía sus contracciones aún en mis dedos mientras que sus manos caían a sus costados y su boca tomaba aire para dejarlo ir removiéndose aún en el sillón y debajo de mí

Me dejé caer a su lado mientras me acercaba a besarle los labios y se abrazó a mí uniendo sus pechos a los míos… me estremecí de pies a cabeza mientras suspiraba en sus labios, su piel estaba húmeda, caliente aún… y se dio vueltas quedando frente a mí.

Te amo, preciosa. Susurré en sus labios. Y yo a ti, mi amor. Dijo mientras su mano desabotonaba mis pantalones comenzando a besarme con lentitud.