Tu corazón en la frente 6
Si repito tu nombre, despues de otra jornada y otra nche, conmigo. Si tu olor me recorre y entre pecho y guitarra, se hace mas el vacio... si estas manos entre acorde y acorde, acordando se van de tu pelo, no hace falta tanto cielo, si la luna de tu piel no esta Filio.
Tu corazón en la frente 6
La luz del sol me sorprendió. Es invierno, pero me reconfortó sentir la calidez de ese rayo en mi rostro, me había quedado dormida de lado y el calor me daba justo en los ojos. Me moví un poco hacia un lado y sentí unos brazos que me sujetaban por la cintura volteé para mirar hacia atrás y de repente todo volvió a mi mente en segundos
Ella dormía abrazada a mí, su rostro descansaba en la almohada, pero sus pechos estaban pegados a mi espalda. Su respiración me daba en la nuca y no me atreví a mover un músculo. No quería que se despertara, aún no sabía lo que todo esto significa y aunque necesitaba saberlo, emocionalmente hablando no estaba en condiciones de afrontar la posibilidad de que esto le asuste más y opte por alejarse de mí.
Miré el reloj de mesa que estaba de mi lado de la cama y vi que aún me faltaba una hora para levantarme, iban a ser recién las 6 de la mañana, pero eso no quitaba el hecho de tener que levantarme y en serio que no deseaba hacerlo. Me gustó demasiado amanecer con ella así, abrazada a mí y desnuda a mi lado
Cuando habían pasado unos 5 minutos opté por voltearme. Quería ver su cara, su expresión. Saber que era realmente ella y tenía que besarla otra vez. Sentirla de nuevo conmigo, tomarla de la mano mientras la veo cerrar sus ojos y, con un leve temblor, dejarse acariciar por mis labios tengo que besarla otra vez.
Levanté su brazo con mi mano izquierda y despacio me fui volteando hacia ella, no quería que se despertara. Quería verla dormir a mi lado un rato antes de tener que levantarme sin más remedio que dejarla cuando estuve boca arriba, dejé su brazo descansar en mi abdomen unos segundos antes de tomarlo con mi mano derecha para terminar de voltearme hacia ella y quedar frente a frente con su rostro.
Dejé su brazo en mi cintura y la miré con sus párpados cerrados, con esas pestañas larguísimas y ese rubor en las mejillas que la hacía ver más bella. Tenía esa media sonrisa en los labios que siempre me ha encantado, siendo tan seductora para mí sin siquiera ella notarlo, es ahora realmente indispensable para mí saberla conmigo.
Deslicé mi mirada por sus labios y me inundaron las ganas de besarla. Me acerqué un poco más a ella, sentí como sus pechos entraron en contacto con los míos al hacerlo y tuve la sensación de que esto ya lo había sentido antes de que estaba viviendo en una burbuja que sólo nos acunaba a ambas
Acerqué mi mano a su cintura, pero no me atreví a tocarla, me aproximé a sus labios y me quedé quieta a escasos centímetros de ella. Tenía miedo, mucho miedo de perderla si la besaba, pero esas ganas... esas que te invaden el estómago de cosquillas, que te inyectan una ansiedad incierta y logran que tu corazón salte tanto que llegas a creer que se te va a escapar de tu pecho en un momento, pero que se te hace tan necesario como el oxígeno que te mantiene viva
En un roce casi inadvertido toqué su labio superior. Posé mi mano en su costado y mis labios sintieron los suyos en su totalidad. Tomé primero su labio superior y lo envolví entre los míos, pero ella no se movió y ahora si que necesitaba que despertara, necesitaba besarla y sentir que me correspondía para saber sin tener la necesidad de preguntar aspiré del inferior y aún no movía un músculo de su cuerpo, pero al separar mi boca de la de ella, pude sentir como sonreía y, sin darme cuenta, me reí me reí y ella se carcajeó conmigo llegando a esconder su rostro en mi pecho.
- ¿Por qué nos reímos? Me pregunto.
- No lo sé. Dije aun con la sonrisa en los labios.
- ¡Ahhh, bueno! - Dijo volviéndose a reír.
- Jajajaja deberíamos parar.
- Si, Jajajja ya, ponte seria. Me dice incorporándose en la cama.
- Bueno ok, ya Jajajja ya.
- Tienes que levantarte.
- Lo sé, pero no tengo ganas de hacerlo. Le dije sentándome a su lado.
- ¡Vamos! Te llevaré a la clínica anda. - Me dice levantándose de la cama.
- ¿Serio? - Pregunto levantándome yo a la vez.
- ¡Claro, linda! Ve a ducharte mientras yo hago el desayuno.
- ¡Genial! - Dije caminando hacia la cómoda antes de ir al baño.
- ¡Sí, genial! Me dice yendo hacia la cocina.
Caminé al baño con una leve esperanza de que me siguiera, pero al empujar la puerta y ver que ella no entraba, me conformé y abrí la llave para esperar que saliera el agua caliente mientras me cepillaba los dientes.
Me miré al espejo y aún pensaba que todo esto era irreal. Que al salir del baño no la encontraría en la cocina y que no me llamaría "amor" como necesitaba que lo hiciera y tengo el cabello desordenado, pensé mientras veía mi rostro en el espejo y abría la gaveta para ver si había un shampoo que pudiera usar.
No me percaté de su presencia hasta que al cerrar la puerta de la gaveta, la vi parada en la puerta mirándome. Me sorprendió verla ahí, pero le sonreí a través del espejo y me volteé a mirarla no me moví del lavamanos. Quería saber qué hacía parada en la puerta mirándome.
Se había puesto su bata, por lo que la única desnuda en esa habitación era yo. Me sentí incomoda al percatarme de ese detalle y bajé mi mirada al piso. Después de unos minutos, tomé el shampoo y me encaminé a la ducha que aún corría ella seguía de pie, al lado de la puerta que no estaba cerrada cuando moví la cortina de la ducha.
Acerqué una mano al agua para probarla y me metí bajo ella al sentirla tibia. Me mojé el cabello y cuando fui a tomar el shampoo sentí su mano alcanzar la mía. Un escalofrío me recorrió el cuerpo de pies a cabeza y estoy segura que no fue el frío ni el agua que me lo provocó
Se apoyó en mí para entrar en la ducha. Entró en el agua yo estaba de espaldas a ella, su vientre hizo contacto con mis nalgas y mi cuerpo reaccionó por reflejo dando un paso hacia delante, ella dio otro a la vez, provocándome un encuentro cercano con la baldosa helada. Sentí mis pezones reaccionar al frío, ella seguía uniéndose a mí poco a poco y yo no estaba muy segura de qué hacer. De pronto el aire de su boca entró por mi oído y sus manos se posaron en mi cintura, alcancé a escuchar un susurro antes de estremecerme con sus dedos hurgando en mi vientre, acariciando mi pubis mmm, sus pechos se unieron a mi espalda, su boca estaba en el inicio de mi columna y el deseo de poseerla me invadió los pensamientos
- No tenemos tiempo - Le escuché decir.
Pero hice caso omiso a esa acotación y me volteé a mirarla. Estaba preciosa la tomé por la cintura acercándola a mí, puse mis labios en su perímetro y ante sus dudas sólo la besé no tardó en corresponderme y en cosa de segundos su lengua jugaba con la mía en una danza que estaba logrando enloquecernos a ambas por igual
Ubiqué de a poco una de mis piernas entre las suyas el agua seguía cayendo, su sexo se fue acoplando a mi muslo mientras mis manos acariciaban sus nalgas y ella presionaba las mías, anhelaba un contacto más directo y firme con mi muslo sus suspiros la delataban. Luego mis dedos subieron por sus caderas hasta llegar a sus costados y encontrarse con sus pechos podía sentir cómo el agua caía por su cuerpo al deslizar mis dedos por aquellos senos redondos y firmes. No resistí las ganas de sentirlos en mis labios, descendí con mi lengua por su cuello hasta su clavícula y mordí suave antes de seguir
- Ahhh no tenemos tiempo, mi amor. Dice entre suspiros.
- Si, lo tenemos no te preocupes, sólo siente. Le digo aun con mis labios entre sus pechos.
- Mmm... . Pero son las 7:30 y entras a las 8.
- Nooo no se vale así. - Dije en tono de protesta.
- ¿Qué le vamos a hacer? Tenemos que esperar anda.
- ¡Pero no quiero! Quiero seguir - Le dije al tiempo que deslizaba mi mano por su vientre.
- Yo también, pero tienes que ir a trabajar al igual que yo.
- Aggggg Esta bien. Salgamos del agua.
- Jajajja no pongas esa cara, Ali sólo lo estamos posponiendo. Me dice sonriéndose.
- Lo sé, preciosa, pero
- ¡Naaa! Anda vístete mientras yo lo hago aquí y te paso a dejar antes de ir a la empresa.
- Buuu bueno. Terminé diciendo conforme.
- ¡Bien! Me dice, dándome esa media sonrisa que tanto me gusta.
¡En serio! ¿Cómo es que pasa esto? No hacerle el amor por falta de tiempo. Un fastidio es lo que es me quedé con las ganas retenidas, aggg y ni siquiera le puedo reprochar algo, porque tiene razón. Hay que trabajar para variar, pero lo positivo es que ella me ha llamado "mi amor" lo cual entre otras cosas, significa que soy su amor Bien, blue jeans y blusa.
Al vestirme no podía dejar de pensar en ella, en su piel que bien me sabía. Toda ella. Se me apetece tanto volver a comérmela a besos, pero tengo que irme o ¡mierda! Hoy tengo que ir a la clínica de Chillán viejo. Qué fastidio, realmente, esa mujer si que supo joderme la vida y ahora, llegaré más tarde que Ale a casa. Olvidé por completo que hoy no trabajo en la clínica como de costumbre es mejor apurarme o llegaré atrasada
¡Estoy lista! ¿Vamos? ¿Y el desayuno, Ali? * No alcanzo, mi amor * Pero si son las 7:30 recién, seguro que alcanzas. - Dice acercándose a mí. * Bueno, si fuera a la clínica, sí, pero resulta que me cambiaron, Ale y pues tengo que, mmm... Se me escapó al sentir sus labios deslizarse por mi cuello Ir a la de Chillán Viejo. - Terminé de decir. * ¿Cómo? - Pregunta poniendo sus labios a la altura de los míos. * Ayer me avisaron que debía ir. - Digo ubicando mis manos en su cintura. * Buuuu - Le escucho mientras rodea mi cuello con sus brazos. * ¡Y si! No me quedó de otra y la tecnóloga nueva me ha dicho que es por tiempo ilimitado. * ¿Qué tecnóloga nueva? No me habías contado que tenías jefa en vez de jefe. - Me dice un poco seria. * Pues ¿Cómo? Si el día que llegó me besaste, y ya después ni me pelaste ¿O fue después? - Dije pensativa. * Bueno pero de todas maneras, no me gusta esa idea, Alicia. * Pero, preciosa no la conoces. * No te creas. Mary, me contó algo. - Me dice con seriedad. * ¡Mary! ¿Qué te dijo? No le creas es sólo imaginación de ella. * ¿Estás segura de eso? * ¿A qué te refieres? * ¿Estás segura de que a esa mujer no le gustas nada? * ¡Joder! - Se me escapó y esquivé su mirada. * Entonces es verdad. A esa mujer le pasan cosas contigo. * ¡No, por Dios! * ¡Vamos, Alicia! No vayas a decir que no te has dado cuanta de eso. Si para Mary es obvio. * Bueno, pero para mí no lo es. - Le digo algo irritada, quitando mis manos de sus caderas. * Está bien juzgaré por mí entonces. Vamos, te voy a dejar. - Me dice soltando mi cuello. * ¿Qué quieres decir? * Lo que escuchas te voy a dejar. - Me responde mientras camina a su cuarto. * ¿Cómo? ¿Quieres conocerla? - Le digo siguiéndola y parándome en la puerta. * ¡Obvio que sí! - Me responde ubicándose frente a mí. * ¡Alejandra! * Nada, Alicia la conoceré y ya. - Me dice otra vez pegándose a mí. * ¡Como quieras! Pero te digo desde ya que ella es algo irritable. - Digo y la abrazo ubicando una de mis piernas entre las suyas. * No es que vaya a saludarla - Dice con sus labios rozando los míos - Sólo quiero verla. - Termina de decir. * Ok - Digo besándole el labio superior. * Mmm... deberías ir andando. * Sí, creo que sí. - Le digo mientras atrapo su labio inferior en mis labios. * Mmm... sí creo que * Ajá
No pensaba en el tiempo cuando la besaba, ni en que llegaría muy tarde si continuaba rozándola. Sólo me dejé llevar por esa infinidad de sentimientos que me alborotaban el estómago y se esparcían a lo largo y ancho de todo mi cuerpo besarla y que me besara, es muy contagioso. Activa cada parte de nuestro mente por igual sus caderas comenzaron un vaivén exquisito, sus manos se deslizaban por mi espalda y las mías acariciaban sus nalgas con paciencia. Sólo estábamos concientes de nuestras respiraciones que se volvían intermitentes, nada a nuestro alrededor influía en lo que estábamos haciendo, sólo importaba sentirnos la una a la otra
- ¡Ahora entiendo!
- ¿Qué? ¡Esteban! - Dice Alejandra sorpresa reflejada en su cara al girarse para ver de quién provenía esa voz.
- ¿Cómo entraste? - Le pregunté.
- Por la puerta, aún tengo las llaves precisamente venía a entregártelas y a pedirte otra oportunidad, pero veo que
- Esteban - Dice Alejandra
- No digas nada Alejandra. Está todo muy claro ¿Cómo pudiste? Creí que esas tendencias tuyas no alcanzaban el grado de meterte con mi novia.
- ¡Yo no soy tu novia! Lo corrijo alzando la voz.
- Pero lo eras hasta hace unos días y ahora entiendo tu distanciamiento. Ustedes dos me estuvieron engañando desde antes ¿verdad? Esas miradas, las conversaciones a escondidas sus secretismos. Todo encaja ¡me engañaban, ambas! - Seguía diciendo, pero yo sólo la miraba a ella.
- Esteban, por favor eso que dices no es verdad, esto no es lo que piensas. Dice Alejandra intentando persuadirle de que no había engaño.
- ¿No? ¿Te vi besándola y me dices que no es lo que pienso? ¿Cómo te atreves? ¿Con qué moral me criticabas mi desliz con otra chica?
- Esteban yo. Esto no es lo que crees. Ali y yo no - Le escuchaba decir y no fui capaz emitir palabra alguna.
- ¿Qué es entonces, Alejandra?
- Un beso, nada más sólo fue un beso. Eso fue todo, Esteban. Dice evitando mirarme.
- Esteban, tu hermana y yo no te hemos engañado. Nos besamos, sí, pero es la primera vez y la última. Puedes creer lo que quieras, me da igual. No tengo por qué explicarme contigo. Me haces el favor de dejar las llaves en la mesa antes de irte, yo me voy a mi trabajo porque estoy atrasada nos vemos. - Dije lo más rápido que pude evitando mirarla a los ojos.
Tomé mi bolso y los dejé a ambos en mi propia casa, solos. Después de escucharla no deseaba mirarla siquiera. Sus palabras me lastimaron al punto de sentir lágrimas deslizarse por mis mejillas, mientras caminaba por la calle hacia el paradero de la locomoción. Sentía unas inmensas ganas de gritar, de ahogarme con mi propia respiración de dejar, aunque sea por unos momentos, de existir. Pero sin embargo, hice parar el auto y me subí en él con los ojos ardiendo, no sé si por el aire frío o por rabia ¡Obvio que es por rabia! Quise darle con algo cuando le escuché decir "sólo un beso, nada más" juro que la quise ahorcar, como mínimo darle un zape para ver si se despabilaba y se escuchaba a sí misma.
¿Cómo pudo decir que me amaba? ¿Cómo me defrauda de esta manera? Yo la adoro con el alma y ella para ella sólo soy desliz. No tomó en serio nada de lo que pasó. Una aventura y ya al día siguiente se olvida. Aggggg Ella no puede ser así. Ella es preciosa en todo sentido no la creo capaz de jugar así conmigo, con mis sentimientos. Pero me negó ¡Dos veces! Y en el mismo día y minuto.
Quizás sienta miedo. Esteban es su hermano y, no sé... tal vez se sintió presionada y dijo eso porque se sentía acorralada. ¡Pero qué dices, Alicia! Para ya de justificarla. Te engañó y punto no hay vuelta atrás, esta no se la perdono.
Me deja en la Clínica Chillán Viejo, por favor. Sí, señorita * Gracias. - Le dije al chofer mientras me bajaba.
Escuché al chofer darme las gracias al tiempo que cerré la puerta. Caminé en dirección a la puerta sin fijarme en nada a mi alrededor. Un par de bocinas sonaron mientras cruzaba, casi me lleva por delante un auto verde, pero no miré al tipo que manejaba y seguí caminando sin importarme en lo más mínimo.
Para cuando llegué a la puerta, me percaté de que Alejandra venía detrás de mí y, como dudo que venga a tomarse exámenes, tengo que suponer que me ha seguido hasta aquí con la intención de explicarse.
- Hola, Alicia. - Me saluda alguien a mis espaldas.
- ¿Eh? - Digo, dándome la vuelta y viendo a mi jefa frente a mí.
- ¿Está usted bien? - Me pregunta con una chispa de preocupación.
- Sí, sí señora, lo estoy perdón por la demora. - Le digo algo esquiva.
- Está bien... creo que podemos dejarlo pasar, ya que ambas llegamos a la misma hora. - Me dice mirándome a los ojos y me sonríe.
- ¡Ohh!! Bien... gracias. - Contesto algo sorprendida.
- ¿Entramos? - Me preguntó mi jefa poniendo una mano en mi espalda indicándome que entrara.
- Si, si - Digo caminando hacia la puerta.
- Pase. - Me pide, abriendo la puerta.
- Gracias. - Dije al tiempo que me volteaba a ver a Ale que estaba parada a medio camino mirándome.
Retiré mi mirada de ella y seguí caminado con mi jefa. Sentí el ruido de la puerta al cerrarse y luego al abrirse, pero no giré mi cabeza para ver si era ella o alguien más.
Mi jefa caminaba un poco más atrás que yo, podía sentir su brazo izquierdo casi al lado mío. Caminé sin dirección, no tenía idea de donde estaba la toma de muestras, pero al tiempo que lo pensaba, la escuché decir
- Alicia, es en el 2° piso. Al final del pasillo están las escaleras.
- ¡Bien! La verdad es que me estaba preguntando dónde quedaba. - Confesé sin darme cuenta.
- Me imaginé, ayer me dijiste que no sabias dónde era. - Me dice volteándose a mirarme.
- Es verdad buenos días. - Respondo a la vez que saludo a las personas que ya están sentadas esperando.
- Pues bien ya sabes. Estaremos las dos solas. Y tendremos que llevar las muestras nosotras mismas después al laboratorio. - Me informa al tiempo que saca unas llaves de su abrigo.
- ¿Cómo? ¿Jaime no vendrá a buscarlas? - Pregunto viéndola abrir la puerta.
- No te preocupes, nos iremos en mi auto al laboratorio. Él estará muy ajetreado, tiene que ir a muchos lugares y Chillán Viejo queda muy lejos. - Dice mientras camina hacia la toma de muestras.
- Ahh, es verdad. Está bien usted se las llevará, porque tomar el colectivo me llevará tiempo, así la caluga no se descongela. - Digo, entrando a mi vez para dejar mi abrigo y ponerme la chaquetilla.
- Tú te vienes conmigo. - Dice esquivándome la mirada.
- ¿Cómo? - Pregunto.
- En mi auto cabemos las dos, Alicia. - Termina diciéndome, con clara intención de salir de la salita.
- Ok. Entonces ¿usted recepciona y yo tomo las muestras? - Intento cambiar el tema porque es obvio que está algo incómoda.
- Si lo prefieres así, no me opongo, pero si quieres podemos turnarnos. Estaremos aquí un mes. - Me dice con ese tono amable que le vengo percibiendo desde que me saludó.
- Y si - Comencé diciendo - ¿Usted toma las de los bebés y niños? A decir verdad, me es complicado a veces.
- Bueno, Jajajja cuando no puedas con ellos, las tomaré yo, no te preocupes. - Dice sonriéndose.
- Gracias. Me da cargo de conciencia después. - Le digo sonriéndome a la vez
- Bueno. En eso quedamos entonces. - Dice y otra vez me da esa sonrisa.
- Sí. - Alcancé a decir al verla avanzar hacia la puerta.
- Bien, entonces voy a empezar a anotar mientras te pones la chaquetilla.
- Si, yo los iré llamando. Sólo pegue las etiquetas en las tarjetas. - Le pedí al quitarme mi chaleco.
- Bien. - Le escucho decir desde la puerta mientras le informa a los pacientes que se les llamará por orden de llegada.
El primer paciente que llamé resultó ser una abuelita, por lo que fue fácil tomar la muestra. Los demás que siguieron eran ya adultos y ninguno de los niños que llamé fue complicado. Cruela, al ver que no tenía ningún problema, me sonreía cada vez que me veía tomar la siguiente tarjeta. Me pareció sumamente extraño eso su cambio de carácter. Paso de ser una mujer dura, o sea, Cruela, a ser una mujer amable en cosa de horas. Aunque no me confío, su sonrisa me da algo de confianza y varias veces en lo que llevamos de la mañana me sorprendí correspondiéndole la sonrisa.
Al llegar las 11 de la mañana me informó que ya no quedaba nadie por llamar y que cerraría la puerta porque ya era hora de irnos al laboratorio. Estábamos pasadas en media hora, ya que se toma muestras hasta las 10:30 nada más. También dijo, que fue guardando las muestras en los cooler, para irnos rápido mientras ella terminaba de anotar todo.
Al cabo de 10 minutos ya estamos listas y nos dirigimos hacia la salida de la Clínica. En un momento, mientras caminábamos, se acercó a mí y me preguntó casi en el oído que si necesitaba ayuda con las muestras. El gesto, más que causarme extrañeza, me provocó una tremenda duda
- Es mejor que nos demos prisa. - Me dijo al llegar al lugar donde estaba estacionado su auto.
- Sí, claro. - Dije aún intrigada por su gesto.
- Bien, te abro la puerta en un segundo.
- Sí, gracias ¿las muestras las llevaremos en el asiento trasero? - Digo mirándola.
- No, es mejor ponerlas en la cajuela. Así nadie las ve. - Me dice caminando hacia la parte trasera del auto.
- Fueron muchos pacientes ¿verdad? - Digo depositando las muestras en el compartimiento.
- Si, bastantes - Dice haciendo lo mismo que yo.
El silencio que se formó en ese momento, no me lo esperaba. Su mirada en mí, en sí, era extraña, como si quisiera saber algo o hacer, no sabría decir, pero no le hurté los ojos y le miré a la vez. No sabía qué pretendía al dejar caer suavemente una de sus manos sobre la mía sentir una de sus manos caer suave sobre la mía. Me puso nerviosa ese contacto, tengo que confesar. La mujer en sí, me pone nerviosa. Es algo volátil con su carácter y me intriga no saber qué quiere de mí.
Cuando su rostro comenzó a moverse hacia mí, entendí lo que me decía Mary. "Le gustas" me repitió como 20 veces desde que vi a Ximena en la clínica. Todo calzaba ahora, la amabilidad, el cambio en su tono de voz sus sonrisa. Estaba próxima, sabía que tenía intenciones de besarme, pero no me moví, aunque lo quise hacer con todo, no me atreví a moverme
- ¡Alicia! - Escucho a mis espaldas.
- Alejandra. - Digo volteándome a verla, enderezándome.
- ¿Qué haces? - Me pregunta con un grado de rabia en la voz.
- Nada - Digo nada más, sin mirarla.
- Vine a ver si podíamos hablar. - Me dice suavizando el tomo de voz.
- No creo que tengamos algo que decirnos. - Respondo con la atenta mirada de mi jefa en nosotras.
- Alicia, tenemos que irnos pondré el auto en marcha mientras te despides. Dice alejándose un poco de nosotras, pero sin dejar de mirarnos.
- Sí, voy señora. - Le digo haciendo el intento de marcharme.
- Por favor Alicia.
- No creo que sea necesario decir nada más, Alejandra. - Digo, caminando ya hacia la puerta del copiloto.
- ¡Tengo mucho que decir aún! Te amo. - Dice en un vano intento de retenerme.
- No es suficiente, al parecer, tú no estás lista para algo así. Es mejor dejarlo y cortar por lo sano.
- ¿Qué quieres decir?
- Que es preferible que lleves a cabo tus planes de tener tu propio espacio.
- ¿Quieres que me vaya? - Pregunta temblorosa.
- Quiero que te sinceres contigo misma tengo que irme. Adiós, Alejandra.
- Alicia, no - Me dice, con esos ojitos vidriosos.
- Adiós. - Le dije, con un nudo en la garganta, antes de subirme al auto y ver por el retrovisor cómo intentaba secarse las lágrimas.