Tu amiga Alicia (2: resaca)
Después de esa noche inimaginable podía pasar de todo.
Tu amiga Alicia (2), la resaca.
Como se despertó tu amiga! Alicia abrió los ojos y no sabía ni donde estaba. La habitación la conocía pero se sentía extraña.
Al instante se dio cuenta de que lo que le pasaba era que sentía un gran escozor en el coño y entonces se empezó a acordar de la noche anterior, de cómo se había estado besando con su pretendido amor y como al final de la noche había acabado gozando con el padre de él.
Tenía un vago recuerdo de cómo había sido todo y no quería recordar nada, pero esto se volvió imposible al levantarse y verse reflejada en el espejo y sus recuerdos volvieron de golpe. De frente vio su reflejo con una camiseta desgastada donde se marcaban sus pezones y sus aureolas, no muy oscuras pero muy grandes, y en el pantalón corto se marcaban las formas de su coño. Se acordó de que así fue como salió a despedirse de todos cuando se iba a dormir y se acordó de alguna mirada de ellos, y de ellas.
Se avergonzaba y se fue a la cocina a desayunar. Allí estaban ya sus padres. El estaba con una camiseta y unos pantalones deportivos sentado tomando el café y esperando a las tostadas que preparaba su madre. Ella llevaba una camiseta también, pero sin mangas y estaba en bragas. La madre de Alicia se parece mucho a ella, pechos medianos, tirando a pequeños, pero muy tiesos y con los pezones duros y aureolas grandes y culo respingón. 45 años muy bien llevados y que sabe enseñar con sus escotes y vaqueros ajustados. Las diferencias son, aparte de su edad, que la madre es un bastante más alta, 1,75 contra 1,65, y que la madre tiene una sonrisa de viciosa que no hay quien la soporte. A favor de Alicia está su ropa, mucho más cortita, y su juventud.
Cuando llegó a la cocina, como siempre, le dio dos besos a su madre y luego a su padre, lo diferente era la cara de su padre y peor fue cuando al sentarse se fijo en el bulto que se le marcaba en el pantalón corto. Muchas dudas y algunos recuerdos que quería expulsar de su mente volvieron de golpe. No podía ser que su propio padre se estuviera excitando con ella, pensándolo bien igual era por su madre que se estaba paseando por la cocina en bragas y con sus tetas moviéndose libres sin sujetador.
Sus sospechas se disiparon cuando él se levantó con una excusa y agarró por la cintura a su mujer subiendo y bajando las manos, pero volvieron con una mirada cargada de lujuria que le envió mientras sobaba las tetas de su mujer y madre de ella.
De vuelta a su habitación la cabeza le daba vueltas, no podía creer lo que estaba pasando y menos que su padre se hubiera excitado con ella. Se puso el chándal y fue a buscar a sus amigas a la plaza. Saliendo de casa se dio cuenta que sus padres se habían encerrado en la habitación.
En la plaza se encontró con sus amigas y con su nuevo amor Juan, pasaron las mañana charlando y le contaron las anécdotas de la noche. Juan y ella se apartaron del grupo y se dieron unos besos. Todo fue normal, volvió a su casa a comer y se fue a su habitación a cambiarse de ropa y pintarse un poco antes de las 20:00 que quedó con Juan. Este le llevó a su casa con la excusa de que sus padres se habían ido y que la casa estaba vacía.
Allí pasó lo que ella llevaba esperando mucho tiempo, después de muchos besos y darse la lengua, acabaron en la cama desnudándose como si fuera su última tarde. Aunque le vinieron a la mente muchas imágenes de la noche anterior y sobre todo el bulto de su padre, pero lo apartó todo de su mente. Estaba con el chico que más le gustaba y quería sentir todo lo que iba a vivir.
Le cogió el rabo y se lo empezó a acariciar mientras notaba los dedos del chico en su coño, se notaba más mojada a cada momento y como reacción le masajeaba la polla a más velocidad. Sin pensarlo la acercó a su boca y sacando la lengua empezó a lamer esa polla que tanto le había calentado la víspera. Acabaron en un 69 que la volvió loca y se corrió en la boca de su amante justo antes de recibir la descarga de su amante en la garganta.
Nunca lo había sentido y tuvo un par de arcadas, pero el orgasmo que acababa de tener lo hizo más llevadero, hasta el punto de seguir chupando y no dejar que la polla se bajara. Entonces se giró y mirándole a la cara se acercó la polla a su coño y lo fue metiendo poco a poco. Cuando la sintió toda entera se dejó llevar por los sentidos y empezó a gemir, estaba gozando mucho de su amado y sentía su hierro como la noche anterior había sentido el de su padre y lo peor es que la imagen de su "suegro" follandola le volvió a la mente, mientras estaba sobre Juan y tenía su polla en todo el coño.
Lo peor llegó en uno de los giros de cabeza que dio ella y pudo ver a Jonás, el padre del que tenía la polla dentro, en el quicio de la puerta mirando como fornicaban, este le guiñó un ojo y le enseño la polla, que tenía fuera del pantalón y cerró los ojos esperando que fuese un sueño. Que corte!
Ella, Alicia, una chica de lo más formal, en dos días estaba sintiendo y viviendo cosas que nunca habría pensado: de ser casi una virgen a dejarse meter mano por un amigo de sus padres, follar con otro maduro amigo de sus padres, y ahora está siendo observada por él mientras follaba con su hijo.
Lo cierto es que se volvió a correr y esta vez lo sintió como nunca antes, se acordó de toda la noche anterior, de cómo la miraban cuando salió a despedirse y del polvazo que le echó el que actuaba como mirón.
Otro espasmo la recorrió entera cuando sintió la corrida de su pareja y se dejó caer sobre su cuerpo. Cuando volvió a mirar a la puerta vio a Jonas con sus tangas en la mano, la mandó un beso y desapareció.
Unos instantes después se levantó y cogió su ropa. Se fue al baño y allí se vistió y después se despidió de su amor con un suave beso antes de ir hacia su casa.
Andando por el pueblo se sintió rara, era la primera vez que no llevaba nada debajo de sus faldas y aunque estas llegaban a las rodillas notaba el aire en sus partes íntimas. Pensaba en llegar a casa y descansar, porque no tenía ganas de fiesta, y eso que ese domingo también había verbena.
Cuando más tranquila estaba camino de su casa se encontró con sus padres y amigos, los mismos de la noche anterior. Les saludó y se disculpo para ir a casa, pero Ester la cogió de los hombros y no la dejó irse: "tu te vienes a cenar con nosotros, que estos son unos carrozas y si no estás tú no hay ambiente". Esa frase y el apretón que le dio en el hombro la descolocaron, pero como su madre, su padre y todos los demás insistieron se fue a cenar con ellos. Algunas miradas le pusieron nerviosa, pero lo peor fue cuando llegaron al restaurante