Trio virtual
"Despacito subía tu camisón hasta alcanzar tu sexo", siguió escribiendo Ramón....
TRIO VIRTUAL.
Aquel día, como cada viernes, me conecté a Internet. Eran ya las 10, y justo cuando estaba entrando en el mesenger, llegó Marcelo, mi compañero de piso.
¡Hola! saludó entrando en el comedor.
Yo estaba en mi habitación, que estaba justo al lado.
¡Hola!- le respondí, mientras le enviaba un saludo a Ramón, mi cibernovio, dispuesta a empezar una nueva sesión de cibersexo.
Ramón me respondió enseguida: "Hola Cariño, ¿cómo va?" me preguntó.
Mientras tanto, Marcelo entraba en su habitación para ponerse cómodo.
"Bien", le respondí, "y ¿tú?". "Bien, esperándote. Ayer tuve un sueño erótico contigo" me dijo.
"Vaya, cuéntamelo", le propuse.
"Soñé que tú estabas frente a una ventana", empezó a contarme.
¿Qué haces? me preguntó Marcelo.
Nada, sesión de cibersexo, como cada viernes le respondí.
Marcelo y yo nos teníamos una gran confianza y nos lo contábamos todo.
¿Puedo verlo? me preguntó.
Sí, claro.
Ramón seguía describiendo su sueño: "Entonces yo te veía, llevabas un camisón que se transparentaba al trasluz del sol, dibujando tu preciosa silueta". Entretanto Marcelo se había sentado tras de mí, sobre la cama. "Me acercaba a ti", continuaba escribiendo Ramón, "te besaba tiernamente el cuello". En aquel momento sentí los labios de Marcelo sobre mi cuello y mi piel se erizó. "Suavemente deslizaba mis manos sobre tus senos y los acariciaba por encima de la tela". Las manos de Marcelo se deslizaron sobre mis senos, por encima de la tela de la camiseta de tirantes que llevaba, aquella situación empezaba a excitarme.
"Después despacio, las llevaba hasta tu sexo, mientras seguía besando tu cuello", transcribía Ramón en la pantalla del ordenador, mientras Marcelo siguiendo las indicaciones también llevaba sus manos hasta mi sexo y besaba mi cuello. "¡Uhmmmm", fue lo único que pude escribir. "Despacito subía tu camisón hasta alcanzar tu sexo" siguió escribiendo Ramón, mientras mi sexo se humedecía y Marcelo metía su mano por entre mi corto pantalón (no llevaba bragas), en busca de mí ansioso clítoris. "Y empezaba a acariciar el clítoris con suavidad, marcando pequeños círculos sobre él" continuaba Ramón, mientras Marcelo lo hacía. Mi respiración empezó a agitarse, estaba sumamente excitada. "Entonces al sentir la presión, liberé mi sexo de su refugio, desabrochándome el pantalón y sacándolo, erecto y tieso", escribió Ramón, al tiempo que oía la cremallera del pantalón de Marcelo; que me hizo poner en pie y me quitó el corto pantalón, dejándome semidesnuda, mientras Ramón escribía: "Me pegaba a ti, haciendo que mi sexo reposara entre tus nalgas".
Marcelo se sentó en la silla del ordenador y me hizo sentar sobre él, su pene erecto, quedó entre mis piernas.
"Acaricié tus senos y tu sexo", continuaba explicando Ramón, " y con tranquilidad situaba mi sexo entre tus piernas. Sintiendo el calor de tu sexo, lo guiaba erecto y firme hacía tu húmedo agujero"; justo en ese momento, Marcelo guió su pene hacía mi vagina, " y te penetraba", decía Ramón, al sentir como Marcelo introducía su polla erecta en mí. Cerré los ojos al sentirme llena y empecé a moverme sobre el erecto pene. Volví a abrir los ojos y leí en la pantalla: "empecé a empujar despacio", mientras yo cabalgaba enloquecida, sintiendo el pene de Marcelo resbalando por mi vagina. "Ambos estabamos excitados", continuaba Ramón. Marcelo me sujetaba por los senos acariciándolos suavemente, me detuve un segundo, y leí lo que Ramón escribía: "mis manos recorrían tu cuerpo desde tus pechos hasta tu sexo, y con mi dedo índice acariciaba tu clítoris suavemente".
Las manos de Marcelo se deslizaron hacía abajo, hasta alcanzar mi clítoris y lo acarició con suavidad, mi cuerpo estaba sumamente excitado con aquella doble sesión de sexo. Marcelo estimulaba mi clítoris y acariciaba mis labios vaginales, produciéndome una agradable sensación de placer. Mi sexo estaba inundado de mis jugos y lleno de su sexo, que me penetraba una y otra vez, llenando mi vagina por completo. Ramón seguía escribiendo y yo intentaba leer lo que aparecía en la pantalla: "Yo arremetía contra ti una y otra vez, sintiendo el calor de tu sexo alrededor de mi pene". Entonces sentí como Marcelo introducía uno de sus dedos en mi vagina, a la vez que su mástil seguía taladrándome, la sensación era increíble. Mi respiración era cada vez más agitada. De nuevo cerré los ojos para sentir aquel cúmulo de emociones que sentía mi cuerpo. Trataba de imaginar a ambos hombres amándome y sentía la agitada respiración de Marcelo sobre mi cuello, haciendo que toda mi piel se erizara.
De repente Marcelo sacó su polla de mi, la guió hasta mi agujero trasero y me penetró de nuevo. Lancé un sonoro gemido al sentirle y abrí los ojos. Sobre la pantalla Ramón seguía escribiendo, pero el placer y el deseo que sentía me nublaban la vista y me impedían poder leer. Marcelo me sujetaba por las caderas haciéndome subir y bajar sobre su pene erecto, que entraba y salía de mi culo a un ritmo imparable. La sensación era magnifica, todos los poros de mi piel respiraban placer. Un maravilloso cosquilleo se esparcía desde mi ano por todo mi sexo, haciéndome gemir de goce. Sentía como la polla de Marcelo se hinchaba dentro de mí a punto de estallar, lo que hizo que también mi cuerpo empezara a sentir el orgasmo rondando. Empecé a cabalgar cada vez más velozmente sobre el erecto sexo masculino y en pocos segundos alcancé el éxtasis final, sintiendo como Marcelo también se corría dentro de mí. Cuando ambos dejamos de convulsionarnos pude volver a leer lo que Ramón había escrito en la pantalla como final del acto: "Entonces nos abrazamos, nos tumbamos en la cama y nos quedamos dormidos".
"Magnifico, Ramón, ha sido magnifico" le escribí, "debo dejarte, hasta pronto", apagué el mesenger y salí de internet. Me giré hacía Marcelo y nos abrazamos fuertemente. Luego me cogió en brazos y me llevó hasta mi cama, dejándome tumbada sobre ella. La noche fue larga y placentera, pero eso lo contaré en otro relato.
Erotika, (Karenc), del grupo de autores de TR.