Trio tio tia tio (1)

Germán cuenta parte de su historia, que no es mucho, pero vale de introducción.

Germán

Yo me llamo Germán y os diré que ganarse la vida es duro. Yo tengo un pequeño negocio de reparto de barriles de cerveza y refrescos y da lo suficiente como para que tiremos mi esposa y mis tres hijos. Frasco es mi empleado y ayudante, y nunca perdona ni un día para recibir su cobro.

Es por eso que el día en que presté 1500 € a mi amigo Arnaldo, cometí un gran error, porque luego se hizo el moroso para pagármelo de nuevo. Lo telefoneaba, lo buscaba, iba a su casa pero siempre salía Mamen, su esposa, diciéndome que no estaba. No quería decirle nada a ella, porque la buena mujer no tenía porqué saber de los negocios de su marido.

El problema se complicó cuando llegó la hora de pagar su merecida mensualidad a Frasco. Intenté explicarle los apuros por los que pasaba y que Arnaldo me debía dinero, pero mi gigantesco y brutal ayudante no atendía razones y quería su dinero, que por otra parte tenía bien merecido por el duro esfuerzo que hacía cargando y descargando barriles. Sentí tanta ira hacia Arnaldo, responsable de la situación, que se me ocurrió una maléfica idea. Le dije a Frasco que tenía dos formas de compensarlo:

  • Mira Frasco, se me ocurren dos formas de compensarte. A ver cuál eliges. La primera es que si me ayudas a encontrar a Arnaldo y a sacarle el dinero te doy tu sueldo más 250 €. La segunda es que los dos vayamos a visitar a su esposa y que sea ella la que pague. Ya entiendes de qué forma.

Conociendo lo salido que estaba Frasco sabía qué solución iba a elegir, y no me equivoqué. Además Frasco estaba chiflado por Mamen, la mujer de Arnaldo, a pesar de conocerla únicamente de vista.

De modo que al cabo de una hora ambos nos plantamos ante el domicilio de Mamen y llamamos al timbre. Por si faltaba algo para terminar de calentar a Frasco la mujer salió a abrir en albornoz; acababa de ducharse. La verdad es que estaba apetecible. Como yo le era conocido, no quiso ser descortés y nos invitó a pasar, siendo ese su primer error. Nos invitó a sentarnos y pidió que le explicáramos el motivo de nuestra visita. Yo titubeé y empecé a arrepentirme de lo que tenía ideado. Como Frasco estaba muy caliente observando a aquella hembra, fue él quien le contó a qué habíamos ido. Pero yo no cuento más porque me da vergüenza.