Trío sexxxacional
Soy una hembra mexicana, y escribo la experiencia que tuve con un chico y mi marido.
TRÍO SEXXXACIONAL
Me llamo Mary y tengo 37, mi esposo Juan, anda en los 42; tenemos muchos años casados, nos consideramos una pareja sólida y muy transparente en nuestros actos.
Desde hace mas de un año buscábamos realizar una fantasía que teníamos los dos... Considero que es una fantasía de todos los matrimonios, un trío; involucrar a una tercera persona, pero lo tomamos con calma, pues buscábamos a la persona ideal.
Este sábado en alguna sala de Chat Juan vio el perfil de un hombre que le llamó la atención, y como yo estaba chateando en otra máquina, me envió el perfil, y al verlo, me quedé sorprendida pues este hombre tenía una foto de su miembro, ¡y guau, qué verga!... media 23cms.
¿Te gusta?... -, me preguntó mi esposo.
¡Claro que si!... -, respondí entusiasmada.
Lo contactó y platicó con él, para saber que era lo que él buscaba. Lo llamaremos Allan. Después de un rato, me avisó que se iba a agregar a mis contactos y así lo hizo, platicamos, intercambiamos puntos de vista, experiencias y en ese momento supe que ese hombre era el indicado. Una persona muy educada, fina, discreta, sencillo, respetuoso y caliente. Así que quedamos en conocernos personalmente al siguiente día domingo a las cinco de la tarde en un café que el recomendó, la única intención era conocernos.
Llegamos puntuales, la cita era en un punto intermedio, y la charla se dio tan natural como si nos conociéramos de tiempo. Sugirieron ir a tomar una copa a algún bar, y a seguir conversando. Estuvimos felices riendo, me compró unas rosas rojas que son mis preferidas y por momentos, Allan ponía sus manos en las mías y sentía yo su energía y su calor. Mi marido sugirió que lo acompañáramos a instalarse en un hotel. En el camino yo iba con mil dudas y preguntas, temores y algo entonada, pues las margaritas ya habían hecho su trabajo. Al quedar Allan registrado en una suite, nos invitó a tomar una copa más. Pasamos y pedimos algo ligero de cenar. De repente me incorporé para ir al baño y Allan se paró enfrente de mí y me abrazo, por su parte Juan se pegó a mi espalda e hizo lo mismo; al sentir los dos miembros erectos, mi primer comentario fue:
¡Guau, qué rico se siente estar en medio de dos vergas!... , y comenzaron las caricias, besos, mordidas suaves.
Las manos de ellos comenzaron a recorrer mi cuerpo de arriba hacia abajo, me volteé y quedé frente a mi esposo y él me desabotonó la blusa, por otra parte, al sentir entre mis nalgas la verga de Allan, me hizo vibrar de emoción, no podía creer que estuviera sucediéndome eso. El invitado me rodeó y empezó a tocar mis tetas con mucha pasión; mientras Juan me bajaba el pantalón. Me volvieron a girar y Allan no resistió el tener mis tetas grandes y erguidas, y de inmediato se lanzó a mamármelas tan rico que no puedo evitar al recordarlo, sentir un calor riquísimo en mi vagina. Mi esposo me quitó el brasier y Allan se dedicó a quitarme las pantaletas. Ahí estaba yo desnuda ante dos hombres que no paraban de estimularme sexualmente, los dos ansiosos de poseerme y yo aún incrédula de lo que estaba pasando, pero con una euforia y una pasión que me hicieron olvidar todos mis temores.
Suavemente me tendieron sobre la cama, y los dos comenzaron a mamarme cada uno una teta y esa sensación para mí es inolvidable; pues al sentir sus bocas y sus manos recorrerme tuve un orgasmo tan intenso que sentí desfallecer. No podía resistir las ganas de descubrir que había debajo de la trusa de Allan, así que suavemente le toqué el pecho de una manera muy sensual y fui bajando la mano hasta llegar a su bulto y sacar la delicia verga que tenía. Mi primer impulso fue metérmela a la boca, no me pude contener y eso hice mientras con la mano acariciaba la verga de mi esposo
Así estuve unos minutos hasta que decidí invertir la situación y mamársela a Juan, mientras estimulaba la verga de Allan con la mano. Así estuvimos otros minutos, hasta que los puse cerca y me metí a la boca las dos macanas bien erectas, grandes y jugosas, dándoles unas mamadas de pronóstico, y sintiendo que me iba a ahogar, pues los dos están muy bien dotados. Continuamos con una serie de posiciones en las que ambos me hacían vibrar, pues mientras uno me cogía yo devoraba la verga del otro
Cuando Allan me penetró, sentí un calor tan intenso que no pude evitar mojarlo con mi elixir, pues era algo por lo que había esperado tanto tiempo, y eso mismo me hizo darle unas mamadas más fuertes y ricas a mi marido, al punto de casi lograr su eyaculación. Juan se separó un poco para contenerse, ya que no quería perderse más detalles, mientras Allan me seguía cogiendo y dándome caricias y besos por todo el cuerpo. Después de unos minutos, nuevamente me derramé en él, pues al sentir esa verga tan grande me sentía muy puta. Allan con sus manos grandes me tomaba de la cadera y me jalaba hacia él, sintiendo hasta el fondo su verga y haciendo que sus testículos rebotaran en mis nalgas.
Cambiaron de posiciones y ahora se la mamaba a Allan mientras Juan me cogía. ¡Mmm, esa sensación de sentirse dominada por dos hombres calientes, es riquísima!... Después de un tiempo así, me puse recostaba bocarriba y Allan comenzó a mamarme la pucha, ¡qué bárbaro!, su lengua la sentía como si fuera su verga, grande y juguetona, mientras mi esposo estaba disfrutando de una rica cubana entre mis tetas, y yo alcanzaba a meterme la punta de su verga a la boca Era inevitable y no me pude contener. Me derramé en la boca de nuestro nuevo amigo y él feliz se bebió todos mis jugos. Cuando Juan me dijo:
¿Recuerdas que es lo que siempre has querido?... -, mi cabeza dio mil vueltas y le dije:
Sí, una doble penetración, ¡pero vaginal!... -, la cara de asombro de Allan no la pudo ocultar, aunque la idea no le pareció nada mal.
Nuestro amigo se puso bocarriba, y yo encima de él, Juan se encargó de guiar su verga hacía la vagina ya ocupada por el mástil de Allan, y poco a poco se fue abriendo paso en mi panocha. ¡Esa sensación es inigualable!... Comenzaron a moverse al mismo ritmo, mientras yo gemía como una perra por el placer y sentía que me estaban perforando dos ricas vergas al mismo tiempo y que rozaban mis paredes vaginales al grado de sentirla explotar. Al mismo tiempo Allan devoraba mis tetas y Juan se impulsaba de mis caderas para penetrarme con la fuerza de un toro embravecido
¡Mmm, qué sensación!... Solo las putas que lo hemos probado sabemos a los que nos referimos Después de unos minutos los tres nos fundimos en un orgasmo fenomenal, y sentir las tres leches calientes mezclarse dentro, es como sentir un rayo de energía que la hace a una vibrar, gemir y gozar al máximo
Después de la deliciosa experiencia de una doble penetración vaginal, nos tomamos unos minutos de descanso entre caricias y besos, que me hicieron sentir una mujer plena y que derivaron en calentarnos nuevamente. Juan y Allan estaban listos para continuar, haciéndome disfrutar de mi trío al máximo. Le pedí a nuestro amigo que se sentara en el sofá, cosa que él de inmediato hizo, me hinqué ante él y le empecé a dar unas riquísimas mamadas al estilo "heladito", recorriendo desde la base de los huevos hacia arriba con la lengua, dejando salivita en el camino (como marcando territorio) y al llegar a la cabeza de su verga, rodeándola en círculos con mi lengua suavemente, y ver como él se retorcía de placer, mientras a mi marido, con la mano, le hacía una no menos riquísima chaqueta, siguiendo el mismo ritmo de la mamada de Allan.
Minutos después, cambié de posición y me senté de espaldas a Allan, quedando al frente la jugosa verga erecta de mi esposo, la que con fuerza devoré, sintiendo las manos de ellos recorrer mi cuerpo; al sentir mi boca y mi panocha atestadas y estar los tres llevando un mismo ritmo, tuve un orgasmo tan rico, al grado que empapé a Allan y entonces, él sugirió ir al baño al lavamanos (tocador). Ahí me sentó de frente a él, mis piernas las puse en sus hombros y con la furia de un toro caliente, me metió la verga hasta el fondo, mientras Juan observaba y se masturbaba. Era tal su cara de felicidad, que no quise interrumpirlo en nada y decidí dedicarme a disfrutar el momento, pues noté que a mi marido, lo excitaba aún más, estar viendo como me cogían
Entre embestidas, yo gemía de placer y ellos también, Juan acercó su garrote a mi boca y yo feliz, se la mamé. Allan me perforaba con esa verga grande y Juan recibía una súper mamada. Yo no me podía contener y dije que me venía, a lo que Juan de inmediato reaccionó, derramando su leche en mi boca y Allan en mi panocha. Después de eso, Allan me llevó a la cama y me puso bocabajo, poniendo una almohada debajo del vientre y me penetró hasta el fondo; para esos momentos, Juan ya había vuelto a calentar motores y puso su reata en mi boca, lo que Allan no sabía, era que a mí me encanta masturbar la verga en esa posición, lo que llamamos el "perrito".
No tardé ni cinco minutos, cuando volví a tener otro orgasmo, pues en esa posición es imposible contenerse, y ellos respondieron minutos después con otra eyaculación. Mi esposo viniéndose en mi cara, dejándome mi "mascarilla preferida" y Allan en mis nalgas, embarrándolas de leche con su misma verga.
Los tres estábamos cansados, pensé que ahí había terminado todo, me acosté en medio de mis dos hombres, pegaditos los tres y abrazándonos. Allan dijo que necesitaba un descanso y ¡yo más!... Nos dormimos abrazados los tres en no menos de quince minutos. Yo dormí de frente a Allan y con Juan a mis espaldas. ¡Uy, es una rica sensación sentirse resguardada por dos hombres!...
Para mi sorpresa, al despertar Allan tenía una gran erección, con el simple hecho de tenerme cerca y eso me hizo recordar que su juventud se ponía de manifiesto. Comenzó nuevamente a besarme y morderme la boca, las orejas, las tetas, hasta realizar un delicioso 69 por un buen rato (descubrí que los hombres tienen diferentes olor y sabor). Después, me colocó en la posición de misionero y bombeando tan fuertemente, una embestida tras otra, cada vez con más fuerza, que yo sentía como su verga rebotaba con mis paredes vaginales y sus huevos en mis nalgas.
Comencé a gritar que me cogiera más duro, hasta arrancarme dos orgasmos riquísimos y no dejando de bombear con esa fuerza. Al sentirse mojado por mi elixir, aceleró sus embestidas, mientras yo no dejaba de pedirle más y con más fuerza, hasta derramarse en mí nuevamente. Entre gemidos de placer, observé a mi esposo, que parecía haberse instalado en primera fila, grabando en su mente cada movimiento de aquel momento mágico para nuestra relación, y su cara de alegría "no la podía ocultar" (esa cara que vi, es comparable a la de un niño que recibe el regalo anhelado por mucho tiempo).
Allan me preguntó:
¿Te gustó?... -, refiriéndose a que había sido una cogida de no mucho tiempo, yo le dije:
¡Así es como me gustan, cortas, pero con mucha pasión!...
Reaccionó de inmediato su verga y sin darme tiempo, se puso encima de mí, imposibilitándome para moverme, sentí todo su peso encima y su fierro hasta el fondo; ésta sensación me calentó por completo. Es raro, pero no me podía mover, me agarró las manos y se dedicó a meter y sacar su verga, me tenía prácticamente a su merced. Le dije:
¡Papi, me tienes planchada como tortilla!... -, así me sentía, pero eso sí, súper caliente.
Allan me dominaba a su antojo, sólo le dije:
Quiero que me digas el momento exacto en el que te vayas a venir, porque me encanta venirme al mismo tiempo que mi pareja-, y eso lo puso aún más caliente y con más fuerza me siguió penetrando.
Entraba y salía de mí, su verga la sentía yo como un sable caliente. Él se apoderó de mi boca, comiéndose mis labios, recorriendo con su lengua toda mi boca, dándome chupetones en el cuello. Después de un rato de estar así, gimiendo, sudando, Allan anunció que se corría, y yo, como impulsada por un detonador, estallé en un enésimo orgasmo. Él se recostó bocarriba, mientras me dirigí hacía Juan, quien en esos momentos se estaba viniendo en su mano, con el agasajo visual que le había dado, la golfa de su mujer. Lo besé tiernamente y sentí una fusión y una renovación de nuestra relación.
Al ver a Allan tendido sobre la cama, extasiado, deslechado y ver su pene semiflácido, me agaché a darle un beso a esa verga tan rica que tanta dicha me había dado, en muestra de agradecimiento por esos momentos mágicos y esa noche tan SEXXXACIONAL. Quedando en volvernos a ver para continuar esa maravillosa experiencia. Juan y yo nos despedimos y nos fuimos a las seis de la mañana a nuestra casa, felices por haber podido cumplir y con muy buena experiencia, nuestra fantasía.
Este relato lo escribí como un regalo a mi esposo, quien ha sido mi guía en esta apertura sexual. Esta experiencia como pareja nos ha servido muchísimo, porque reforzó nuestro cariño, nuestra compenetración y reavivó la flama de la pasión dormida por la rutina. Gracias mi vida, por tu infinita paciencia para conmigo. También le quiero dar las gracias a Allan, por ser un caballero en la extensión de la palabra y haber despertado en mí, la cachondez de puta que ahora desbordo.
A las mujeres que están en el proceso de un trío y no se animan, sólo les quiero decir que bien vale la pena, siempre y cuando su relación matrimonial sea firme. A los hombres ansiosos de tener un trío con su mujer y otro hombre, dos tips: No forcen situaciones, ni presionen, todo llegará a su tiempo.
Espero sus comentarios a la dirección adjunta.