Trio inesperado
Este relato fue mi regalo a alguien muy muy especial (machucho) fue corregido por el y mejorado, es una experiencia imaginaria de los dos, con otra explosiva mujer espero lo disfruteis.
Hoy llegué al pub súper desanimada y cansada. Nada mas abrir entró un señor y en principio no le preste atención. Pidió y le puse su copa.
Entró un grupo de tres chicas. No tuve mas remedio que fijarme. Eran mayorcitas, pero iban bien vestidas y reían y charlaban en un tono superior al del pub y se sentaron en la barra cerca de mí donde secaba unos vasos. El hombre también se fijó en ellas pero siguió leyendo unos papeles que llevaba sin hacerlas caso.
Las mujeres, sin perderle de vista, empezaron a hablar entre en susurros y risas de él al oído entre unas y otras.
Oí decir a la mas madura, que tendría unos 45 años:
- Joder que polvo tiene el tío... Pero seguro que es tímido y casado. A este no le catamos. ¡Ja, ja, ja!
La más feucha de las tres dijo:
- Mejor, si es casado mas sabrá y tiene el rodaje hecho...
Fue entonces cuando me fije en el hombre. Era de mediana estatura, rubio, muy poco pelo, de complexión fuerte y bastante elegante. Lo que más me llamó la atención fueron sus ojos... ¡Y que ojos! Eran cálidos, expresivos y cuando te miraban fijamente, parecían desnudarte.
A partir de entonces ya no pude dejar de observarlo. Según transcurría la noche, la madurita del grupo se fue acercando poco a poco a él. Se levantaba y le pedía fuego, le miraba y se sonreían,...
El se levantó un par de veces a la barra a pedir otra copa y unos cacahuetes. Era simpático y noté que le gustaba bastante mi escote, dado que le pillé un par de veces investigándolo con la mirada.
La madurita al fin se acercó y se sentó a su mesa. El dejó de leer y empezó a prestarle toda la atención que ciertamente la mujer se merecía.
Era una mujer alta, morena, con el pelo arreglado de peluquería, elegantemente vestida con un traje de chaqueta gris y una blusa blanca, que según había ido transcurriendo la noche estaba cada vez más escotada. Parecían estar a gusto y hablaban se reían.
Curiosamente, al contemplar la escena empecé a sentir... ¿celos? Joder yo celos ,era increíble, pero le miraba y quería hacerlo mío. Me cabreaba ver a ese zorrón comiéndoselo con la mirada, acariciando su mano, su brazo, poniéndole la mano en su rodilla y él correspodiéndola. El le ponía la mano en su muslo y la deslizaba hacia arriba hasta el mismo borde de su media y sin quitarle la vista, jugaba con el liguero mientras ella reía y bromeaba.
Cada vez me atacaban más los celos y a partir de aquí empieza una de las experiencias más alucinantes de toda mi vida.
Eran ya las dos de la madrugada y en el bar ya no quedaba casi nadie. Las amigas de la morena se habían ido hacía rato al ver que allí ya no rascarían bola. Yo ya estaba recogiendo y cobrando a los últimos clientes que allí se encontraban a excepción del hombre de los ojos bonitos, que se levantó agarrando de la mano a la mujer y dirigiéndose hacia los servicios
Notaba que mis celos iban a más y que empezaba a mojar pensando lo que en el servicio irían a hacer. Dejé pasar 10 minutos, pero ya no pude aguantar más y después de echar la llave a la puerta y apagar las luces, me dirigí hacia los lavabos. Me fui acercando a la puerta despacio, muy muy despacio. La puerta del servicio de caballeros estaba entreabierta. Salían sonidos apenas ininteligibles. Ya sabia lo que me encontraría.
Abrí la puerta muy despacio y ante mí se descubrió el espectáculo: él estaba apoyado en la encimera de el lavabo y ella, arrodillada ante, engullía su polla, con un movimiento rítmico y frenético de su cabeza, enterrando, cada vez más profundamente, la polla del ojos bonitos en su boca. Tenía la falda recogida en su cintura que permitía ver dos hermosas y apetecibles nalgas, entre las que se escondía un tanga negro. Mientras mamaba, sus dedos aparecían entre sus piernas acariciándose.
Me dio mucha rabia el no poder ser yo la que estuviera ahí arrodillada frente a él. sin hacer ruido entré y el me miró fijamente y sonrió. Ella seguía absorta lamiéndole con un hambre voraz, tragándosela toda y él, con esa mirada de niño malo, me estaba incitando a acercarme.
Sin decir palabra me apoyé en la pared de enfrente, observando muerta de envidia, mirando aquel espectáculo que hacía mojarme.
Empecé a sentir una fuerte excitación y mis manos, incontroladas, empezaron a acariciar mis caderas por encima de mi corta falda vaquera, retrocedieron hacia mis nalgas y bajando llegaron al borde de la falda y empezaron lentamente a levantarla. El no perdía ojo mientras seguía recibiendo una gran mamada.
Mis manos entonces empezaron a acariciar mi vientre, acariciaban mi coño por encima del tanga, subían de nuevo y volvían a entrar por dentro de éste hasta alcanzar los labios. Volvían a salir del tanga y a petición de su mirada aparté éste para poder acariciar mejor mi coño totalmente rasurado. El no me quitaba ojo. Ella se percato de mi presencia, me miró de reojo con la boca llena de él y siguió como si nada o nadie estuviera allí.
Mis dedos volaban como mariposas sobre mi sexo, masturbándome cada vez mas rápido mientras él gemia despacio; pero seguía teniéndome prisionera de su mirada y eso me hacía disfrutar más aún de mi masturbación.
De pronto, retiro a su compañera y se acerco a mi y sin decir palabra desabotonó mi falda, la bajó hasta el suelo y me quito el tanga. La mujer miraba entre atónita y desesperada, con sus labios y barbilla brillantes de la mezcla de saliva y placer.
El me agarró de la cintura y me dirigió hacia la encimera donde él había estado y me aupó dejándome sentada. Muy despacio me quitó la blusa mientras iban apareciendo ante él mis voluminosos pechos coronados por mis pezones, ya duros y rizados por la excitación. Más lentamente que con la blusa, fue apartando mis piernas mientras poco a poco se mostraba ante su mirada mi coño completamente empapado y caliente. Las abría más y más. Llegando a mostrarlo completamente abierto y deseoso de que lo llenara. La mujer no perdía detalle, con la blusa entreabierta mostrando sus preciosos pechos, la falda remangada y el tanga húmedo y ahuecado por el baile de sus dedos en su peludo coño mientras había mamado la polla de ojos bonitos.
Se quedó contemplándome, regocijándose con lo que veía, yo deseaba que me follara de una vez y acerco su polla a mi coño. Con la polla en su mano acariciaba mi clítoris, la bajaba, hacía como si fuera a penetrarme, pero reculaba. Yo creía morirme de deseo y placer. No llego a penetrarme. Hubiera gritado de impotencia, Como necesitaba esa polla dentro de mi...
Sin dejar de mirar todo mi cuerpo, le dijo a la chica que se acercara con una seña de su mano y acercándose a su oído le susurró la orden de que me comiera el coño.
Ella, también caliente como un caldero, no lo dudó y empezó a lamer mis muslos y sin entretenerse mucho en ellos pasó directamente al bollo. La verdad es que tenía una lengua prodigiosa la muy zorra. El no perdía detalle mientras ella me follaba con su lengua. Yo le miraba mientras me comía el coño aquella zorra que me estaba haciendo disfrutar muchísimo y el se regodeaba delante de mí mostrándome como se acariciaba la polla. Poco a poco él se fue situando detrás de ella y sin previo aviso la enculó de un fuerte caderazo. Ella grito de dolor y sorpresa pero sus gritos se silenciaron rápidamente en el fondo de mi coño, empleando esa larga lengua hasta lo más profundo de mí. Como me lamía, mordía y me follaba con su lengua...
Mientras él se empleaba a fondo en el culo de la morena, mis ojos no eran capaces de separarse de los de él. El leía en mi mirada la rabia y los celos. Quería que me follara a mi no a ella y el lo sabia. Lo sabia y lo estaba disfrutando. La otra gemía como una perra en celo. Los movimientos de cadera de él, yo los notaba a través de la lengua de ella. Veía que se iba a correr. Sus empujones se hacían más duros, más secos, hasta que estalló dentro de ella. Se apartó y ella se echó a un lado, recostándose en la misma posición que había tenido en la encimera. Con sus manos separó sus nalgas mostrándole el agujero donde había descargado su semen que empezó a salir goteando poco a poco. Ella hizo ademán de querer volver a chupar la polla de su penetrador, pero éste, con una mirada, me invitó a que fuera yo la que se la limpiara con mi lengua.
Dios, que placer sentirlo dentro de mi boca, caliente, empapada... Perdí la noción del tiempo empleándome a fondo con esa polla que aún anhelaba poseer, no sé el rato que estuve mamando, lamiendo, chupando, mordisqueando, masajeando, oliendo aquella polla, pero el caso es que noté como volvía a adquirir dureza y tersura, se iba animando dentro de mi boca y fue él el que la sacó y hizo erguirme. Me dio la vuelta y empujando suavemente de mi nuca hacia abajo fui poniendo el culo en pompa y dejando mi sexo cada vez más expuesto y abierto para él y sin mediar palabra me penetró.
Diosssssssssssssssssss, que placer como me follaba, creía que moriría de tantísimo gusto. Me bombeo, hasta que noté su chorro caliente dentro de mi, teniendo el orgasmo mas glorioso de mi vida.
se retiro se lavo se coloco y se marcho dejándonos ahí tiradas. Solo me quedé con una pena ese día: jamás supe como era el tono de su voz
FIN