Trío Frustrado (fue mucho mejor)

Pensé que esa mañana tendría mi inicio en un trío. Todo parecía que sucedería, pero al final fue mucho mejor.

Todo parecía que tendría mi inicio bisexual, cuando el hombre con quien llevo saliendo año y medio me propuso hacer un trío con otra mujer. Ya me lo había comentado meses antes, pero sentí desconfianza no de él, sino de la otra mujer. Mi ciudad es relativamente pequeña y podría ser que me topara con alguien conocido, y eso me daba terror. En esta segunda vez, tardé un par de minutos en aceptar. Él estaba feliz; yo, temerosa. Para calmar un poco los nervios, esa noche llegué a mi departamento a masturbarme con las revistas pornográficas que colecciono. Sólo que esta vez escogí aquellas donde venían historias de tríos. En tanto me daba dedo, imaginaba que era la lengua de una mujer quien estimulaba mi clítoris, quien tocaba mis pezones erectos y quien metía sus dedos en mi ano. Me vine como nunca, con todas esas imágenes en mi cabeza.

A la mañana siguiente me llamó muy temprano y me dijo que ya iban hacia mi departamento. Yo estaba excitada y ansiosa. Incluso metí mi mano dentro del pantalón y comprobé que ya tenía jugos en mi vagina. Reprimí el impulso de masturbarme en ese momento porque quería darme toda a ambos. Timbraron, abrí, y los ví. Él se veía radiante, más atractivo de lo que es. Ella era una joven de tipo universitario, quizá no pasaría los 23 años. Yo estaba a punto de cumplir 40, y al ver a la chica algo sucedió en mí: En lugar de sentirme apocada o inhibida ante la juventud de esa mujer, una especia de fuerza interna me invadió. Me sentía segura de mí misma, dueña absoluta de la situación como nunca antes. Subimos las escaleras, él en medio de nosotras, rodeando con sus manos nuestras cinturas. Abrí la puerta de mi departamento y entramos. Hasta ese momento ví directo hacia los ojos de la muchacha: Morena, de facciones poco agradables pero con buen cuerpo. Suavemente, Noé me empujó hacia mi habitación y la chica avanzaba insegura detrás de nosotros. Ya en mi cuarto y frente al espejo, empezamos a besarnos. Ella se recargó en un mueble con la vista clavada en el piso. Entre Noé y yo las caricias subían de tono: El sobaba mis pechos y yo acariciaba su verga por encima del pantalón. A señas le preguntaba acerca de ella, a qué hora se iba a integrar con nosotros o si iba a estar sólo como espectadora, pero él simplemente se encogía de hombros y continuaba acariciándome. Fue en ese preciso momento cuando lo besé como jamás he besado a nadie: Con lujuria. No eran besos apasionados ni mucho menos tiernos, era lujuria desbordada, algo que yo no había experimentado nunca. Quería comerme sus labios, quería devorar su lengua, quería que sintiera que era suya por completo. Estábamos parados de tal forma, que yo podía observar las reacciones de la joven, quien seguía viendo el piso con persistencia. Noé me despojó de mi blusa y mis manos seguían hurgando en su entrepierna. Ella, inquieta, apoyándose en un pie, luego en el otro. Yo escuchaba el sonido de los tacones de sus botas como si fuera un ruido de ultratumba. Entonces él se quita el suéter, me recuesta en la cama y me desnuda.

Oímos unos pasos que se alejaban titubeantes, luego la puerta que se abre y se cierra casi tímidamente. Él se incorpora y va a buscarla. Le pregunta que a dónde se dirige y ella contesta que a la tienda. Yo me quedo confusa y excitada, escurriendo como nunca pues ya me veía lamiendo aquellos pezones y observando cómo era penetrada por mi hombre. No supe qué hacer, me levanté yo también y me quedé sorprendida a la espera de lo que pasaría, pero él entró apresurado a mi habitación e ignorando a la chica, se abalanza sobre mí y me come a besos.

En lo personal, yo tampoco extrañé la presencia de la otra mujer cuando me bajé a mamarle la verga. Me encanta chuparle su verga, y él enloquece cuando la tengo en mi boca. Ese día se la mamé casi con desesperación aunque yo intentaba controlarme, pues sé que le gustan las chupadas despacio. Lo desnudé, le separé las piernas y lamí sus huevos como si fuera ese helado que se derrite con rapidez. Luego me monté en él y Noé tomando su pene con una mano comenzó a frotarlo en mi húmedo clítoris, mientras con la otra acariciaba mis nalgas y metía un dedo en mi culo. Me vine casi de inmediato. Me recosté boca arriba a su lado y me hizo lo que sabe me gusta: Meter sus dedos en mis hoyitos. Era increíble sentir en mi vagina y mi ano el mete-saca de sus dedos. Se hincó y puso su verga a la altura de mi boca y comencé a mamársela como poseída. Sus dedos se perdían en mi interior, y mis dedos masajeaban mi clítoris. Casi con brusquedad los quitó de ahí y los puso en la entrada de mi vagina. Sentía sus dedos en mi culo dilatado y al mismo tiempo los sentía en mi panocha. Hubo un momento en que disminuimos la rapidez de nuestros movimientos para tocar nuestros dedos desde las paredes de mi vagina. Me vine otra vez. Él aprovechó mis jugos para meter casi toda su mano en mi interior. Mi boca seguía pegada a su verga. Por la intensidad del ritmo supe que se vendría en poco tiempo, así que la saqué de mi boca y comencé a masturbarlo rápidamente. Se corrió entre mis pechos. Nunca había visto su leche salir porque o se venía en alguno de mis hoyitos o en mi boca. Expandí sus fluidos en mis senos, probé un poco de su semen y luego, con las piernas bien abiertas, puse mis dedos empapados en mi clítoris y me masturbé para él. Noé continuaba hincado a mi lado, y recuerdo que en el instante del clímax volteé a verlo y lo descubrí observando mi mano con una mirada lúbrica que no le conocía.

Desmadejados, seguimos recostados sobre la cama un buen rato más. Yo, recargada en su vientre, lamiendo lo que quedaba de su semen, y él dejándose hacer. Ya para despedirnos le pregunté acerca de la muchacha y lo único que dijo fue que le hablaría después, pero con un dejo de fastidio en su voz que por cierto, me encantó.

La conclusión que puedo hacer de este relato es que la experiencia (yo) se impuso a la juventud (ella). Y que hacer el amor con personas maduras (como mi pareja y yo) puede resultar mucho más gratificante que hacerlo con jovencitos inexpertos. Espero les haya gustado.