Trío Filial

Mi prima Sabrina no se mostraba muy partidaria de hacer un trío con nuestro primo Sergio. En vista de aquello y a causa de mi obsesión por tener sexo de a tres, debí recurrir al máximo de mis capacidades de persuasión. Pero la perseverancia, tenacidad y laborioso esfuerzo finalmente arrojaron sus frutos. ¡Y vaya qué

Trío Filial

Mi prima Sabrina, que vive conmigo, es una chica que mide 1,70 mts. aproximadamente, tiene el cabello largo, liso y de color negro intenso, sus ojos son de color azul celeste, posee labios carnosos, tiene 100 centímetros de busto, sus pechos son naturales, con forma de pera y muy firmes; su coñito está rasurada y es dueña de un culo de ensueño.

Desde hacía algún tiempo yo empecé a fantasear con la idea de hacer un trío con Sabrina y otro primo nuestro —Sergio—, pero me daba un poco de vergüenza y no hallaba el momento adecuado para planteárselo a mi preciosa prima Sabrina, sobre todo, de sopetón y en frío

Algunas veces, cuando estábamos en la cama, se lo insinuaba e incluso decía entre bromas y risas, pero nítidamente no era el método apropiado, pues no conseguía nada

Un sábado por la noche, mientras la follaba por su retaguardia, la pregunté si le gustaría otra polla que la follara en simultáneo por su coñito. Ella, por la excitación del momento, me dijo que sí, pero al rato me dijo no lo sabía, que debía meditarlo mejor.

Sin embargo, aquella respuesta de que no lo sabía y que debía pensarlo más, me dio qué pensar y me proporcionó un haz de esperanzas.

Empecé a dejar a la vista de ella fotografías de tríos, películas y relatos que recopilaba de Internet y que concernían al tema del sexo de a tres. Ella los solía ver cuando estaba sola para que yo no atisbara sus reacciones o notara su calentura.

Inicié otra fase de mi plan para intentar convencerla de acceder y desear tener sexo con dos hombres a la vez comprándole vestidos en sex shop. También compré algunos juguetes con los que le hacía una doble penetración. Eso sí resultaba bien, ya que a ella le encantaba y lo disfrutábamos mucho.

Decidí dar el siguiente paso y pasar a otra etapa de mi ardid.

Contacté a mi primo Sergio y le comenté, sutilmente, algo de mis intenciones, procurando sondearlo. Una vez que estuve más o menos seguro que era la persona que llenaba los requisitos que buscaba para llevar a cabo mi estratagema, le propuse reunirnos para afinar los detalles del plan.

Nos vimos en una cafetería del centro de la ciudad y allí planeamos lo siguiente: quedaríamos en vernos en una discoteca el sábado siguiente a las dos de la madrugada en una barra del bar. Haríamos como si no nos viéramos de hace tiempo y que nos encontrábamos por casualidad. Para cuando sucediera dicho encuentro "casual", ya tendría que tener a mi prima Sabrina algo excitada y el resto debía correr por cuenta de ella, pues en ningún caso lo realizaríamos sin su consentimiento. Sabrina era mi prima, vivíamos juntos y no pretendía obligarla a nada, sólo inducirla, seducirla con la idea del trío con Sergio. Si resultaba, miel sobre hojuelas; si no la persuadía, mala suerte.

Llegó el sábado en cuestión y a eso de las 21:00 horas le dije a Sabrina que me haría muy feliz si se ataviaba muy sexy para que nos fuéramos a cenar y después a divertirnos y bailar por ahí. Le sugerí un vestido que yo mismo la compré: era un vestido de tirantes, muy corto, escotado y semitransparente.

Ella me señaló que aquel vestido no era para salir a la calle, ya que la vería todo el mundo semi desnuda. Pero la convencí acudiendo a la característica de vedette que, por lo general, poseen las mujeres. También exploté su veta exhibicionista, le mencioné que se vería muy guapa y que sería el centro de atracción en todos los sitios que visitáramos. No del todo persuadida y más por complacerme a mí, aceptó, pero llevaría una suerte de abrigo de seda muy fino que emplearía para taparse cada vez que lo estimara necesario.

Al salir de vestirse, quedé impactado por lo hermosa que lucía. Debo confesar que mi miembro se irguió al instante. Iba impresionante con su vestido y unos zapatos de tacón alto. Se puso su abrigo y nos fuimos

Al entrar al taxi, el taxista extasiado y flipado por Sabrina, se fue todo el camino mirándola por el espejo retrovisor

Llegamos al restaurante y pasamos una gran velada con risas, buen vino, risas y más vino

Al salir de cenar ya íbamos contentillos y eso a ella la calentaba.

Fuimos hacía la discoteca y llegamos a eso de las 00:30, horas, bebimos unas copas y estuvimos bailando y riendo. Después de beber otro par de copas, nos fuimos a una zona más privada en la planta superior, Allí empezamos a besarnos y a tocarnos. Ella estaba muy excitada, normalmente se habría negado rotundamente y me habría llamado loco, pero accedió a mi petición que se quitase el sujetador negro que llevaba y la mini bombacha o calzón.

Luego de quitarse aquellas prendas, pueden imaginar el sobajeo que nos dimos. Ella estaba empapadísima, así es que viendo que era la hora del encuentro "casual", la invité a ir a la barra del bar. en busca de algo de beber. Al llegar vi de inmediato a nuestro primo Sergio.

Como si fuera un encuentro imprevisto, nos saludamos y lo llevé hasta donde estaba nuestra prima. A Sabrina se la podían ver los pechos perfectamente y, si te fijabas bien, también el culo y el coñito, aunque ella no lo notaba, pero los chicos del lugar sí, ya que todos estaban atónitos observando semejante monumento de chica.

A pesar del tiempo que llevábamos sin compartir los tres, enseguida nos compenetramos muy bien, bailamos, charlamos y reímos mucho. De vez en cuando, en algún baile, Sergio le rozaba con su polla el culo y la tocaba disimuladamente. Ella no parecía darse mucha cuenta, o bien, le daba igual o le estaba agradando. En un momento Sabrina me dijo lo guapo que Sergio estaba esa noche y que se lo estaba pasando genial

Así estuvimos hasta que cerraron el bar a las 6 de la mañana, por lo que al salir a la calle, Sergio propuso tomar una copa en su casa, ubicada no muy lejos de nuestra casa, razón que nos pareció suficiente para aceptar la invitación.

Al llegar nos sentamos en un sofá y Sergio sirvió las copas. El comportamiento de Sabrina a esas alturas, por los efectos del alcohol, era muy desinhibido y jovial

Mientras conversábamos, Sabrina se tocaba el cuello como con molestias.

Sergio le dijo que, como masajista profesional, le podía hacer un masaje para aliviarla. Ella aceptó de inmediato y complacida.

Comenzó diciéndola que se tumbara en la cama para estar más cómoda. Nos fuimos a la habitación con las copas y, mientras le daba el masaje, seguimos charlando, Sergio le preguntó a Sabrina si es que le molestaría que le bajara el vestido hasta la cintura. Ella le dijo que no y que adelante, que no había problemas. Yo a esas alturas ya estaba empalmado

Sergio fue lanzándose poco a poco con palpación hasta que empezó a bajar las manos a la zona del trasero. Sin mediar palabra, le bajó del todo el vestido, dejándola por completo desnuda (con la excusa del masaje). Ella no protestó y se dejó hacer de buena gana.

En vista de cómo se estaban desarrollando los hechos y la excelente disposición que mostraba Sabrina, le hice una señal a Sergio para que fuera un poco más lejos con su masaje.

Sergio empezó a concentrarse en su culo y, poco a poco, introducía un dedo entre sus piernas, y otro, entremedio de sus nalgas. Sabrina contestó a aquellos estímulos de carácter sexual arqueándose un poco, como aceptando sus sobajeos y palpaciones eróticas.

Animado por aquello, Sergio bajó su cabeza y empezó a meter su lengua en el culo y en el coñito. Sabrina, excitada como estaba, gemía del placer que sentía y yo, que para entonces estaba desnudo y cogiéndola suavemente de la cabeza, le metí mi pene en su boca sin objeciones por parte de ella. Sabrina no paraba de gemir, alcanzando una brutal cúspide orgásmica no mucho tiempo después.

La dimos vuelta en tanto le acariciábamos todas sus zonas erógenas. Ahora fue Sergio quien le introdujo su pene en la boca y la folló bucalmente. En tanto yo se la introduje íntegramente hasta el fondo de su coño. Sabrina se movía como nunca, gozaba al máximo y, por la manera desenfrenada como se la chupaba a Sergio, parecía que fuese su primer pene. Era increíblemente fascinante y excitante verla tan caliente y tan puta en su actuar. Aquello me encantaba a rabiar y alimentaba mi propia calentura.

De aquel modo llegamos a corrernos los tres y decidimos cambiar de posición de nuevo. Esta vez, Sergio se la sentó encima, clavándosela en su culo y yo se la clavé en su coño. Aquello fue supremo: ella se retorcía de gusto, gemía y gritaba de placer sin miramientos. Fue una doble penetración de película porno. Nos corrimos más de dos veces seguidas los varones y muchas más ocasiones Sabrina. La cara de vicio que tenía nuestra prima era demasiado elocuente. Aquello nos impulsó, casi por instinto, a corrernos nuevamente los tres; nosotros dos dentro de ella

Quedamos extenuados en el tapiz del suelo del dormitorio y, después de un rato, pasamos otra vez a la acción

Desde aquel día maravilloso nuestro morbo es hacer un cuarteto con la mamá de Sabrina, pero eso será materia de otra historia que, si ustedes así lo desean, se las contaré en otra ocasión.