Trio en Vigo

Una ex, una amiga y un chico. ¿Qué puede pasar entre los tres?

Hacia tiempo que Covadonga y yo lo habíamos dejado nuestra relación. La distancia entre los dos acabó minando una convivencia que ya de por sí siempre había sido bastante complicada. La separación fue amistosa por lo que manteníamos una relación bastante buena. En varias ocasiones habíamos quedado en puntos intermedios de nuestras ciudades y siempre acabábamos follando como locos, porque si bien la vida cotidiana no era buena en la cama éramos uno. Las relaciones sexuales con Cova era fenomenales, tanto que después de ella nunca encontré el placer sexual pleno.

Cova era alta y rubia, quizá no demasiado guapa pero con un cuerpo que a mi modo de ver era fenomenal: buen culo, vientre plano y unas tetas grandes que siempre me habían excitado enormemente.

Silvia era mi compañera de trabajo. No era especialmente guapa, aunque después de meses de buena amistad acabamos en la cama. Detrás de una chica tímida y aparentemente sería se escondía una auténtica fiera en la cama, que si bien se notaba cierta falta de práctica sexual, mostraba un gran potencial por su continua calentura y sus ganas de dejarse hacer. Silvia era de estatura media, morena, guapa y entrada en kilos aunque no demasiado. Sus tetas eran pequeñas pero excitantes, como dos melocotones bien duros y redondeados, adornados con un pequeño pezón que se endurecía rápidamente.

Y el último vértice de este triángulo amoroso era yo, un chico castellano que por motivos de curro acabé en Vigo. Soy alto y moreno y me mantengo bastante bien. No soy ni feo ni guapo sino todo lo contrario.

En esto llegaron las navidades del 2006. Mis encuentros con Silvia era prácticamente diarios dado que ninguno de los dos teníamos pareja y nos encontrábamos bastantes solos en la ciudad. En la cama nos iba muy bien, dado que como he comentado anteriormente, Silvia era inexperta pero muy abierta en cuanto al sexo y se mostraba como chica caliente y fogosa que se acercaba rápidamente a los placeres sexuales.

Durante esos días Cova me llamo para comentarme como la iba la vida. Su curro no marchaba y en su familia había problemas. Estaba muy triste. La invité a pasarse un par de días en Vigo aprovechando las vacaciones de Navidad y después de insistir un poco aceptó. Yo sabía lo que eso suponía: dos días de sexo loco sin límite. La polla se me puso muy dura sólo de imaginarlo.

Cova y yo habíamos practicado de todo. Ambos teníamos una gran fantasía que era incluir una tercera persona en nuestras relaciones, pero no nos poníamos de acuerdo: ella quería un chico y yo una chica. En alguna ocasión ella llegó a acceder, siempre y cuando, después lo repitiéramos con un palomo, pero a mí, sinceramente, la idea no me motivaba. Por eso la cosa no había pasado de ahí.

En un momento de dado una rocambolesca idea se me pasó por la cabeza: ¿y si intento un trío con estas dos?¿qué ocurriría? Tenía muy claro que Cova quizá si, pero ¿Silvia?... Decidido, lo tenía que intentar.

Cova llegó en autobús por la mañana. Vestía como siempre: elegante pero provocadora. Pantalones vaqueros ajustados, zapatos de tacón, blusa blanca y abrigo de cuero. De la estación a mi casa comenzamos a contarnos cosas pero pronto empezó a sobarme el paquete. Sabíamos, en parte, a que había venido. Si hubiera sido de noche, hubiera sacado mi polla y me hubiera hecho una fabulosa mamada, como sólo Cova sabe. El tráfico y la luz de día lo impidieron.

Metí mi coche en el garaje comunitario y el mismo momento que apagué mi motor Cova comenzó a sobarme y besarme, poniéndome a doscientos como sólo ella sabe hacer. En veinte segundos había sacado mi cimbrel y comenzaba a mamar directamente con mi polla completamente dentro de su boca. Mi pene es normal de longitud, pero tiene un grosor considerable. Cova consigue metérselo completamente en su boca, que mujer

Al poco rato me corrí abundantemente en su boca, dejándome la polla limpia y reluciente.

Me encanta esta mujer. El resto del día echamos dos o tres polvos, fulgurantes y brutales, como en los buenos tiempos.

Después de comer, mientras paseábamos le conté la historia de Silvia y el rollo que había entre los dos. Le dije que me apetecía que la conociera y que había pensado en invitarla a cenar. "Me parece bien", dijo y el día transcurrió como si nada.

A media tarde mandé un mensaje de móvil a Silvia con una foto de mi polla ¿Te vienes a cenar? Este juego nos encantaba y nos calentaba. "a las ocho estoy ahí" respondió acompañado de una foto de sus tetas sobre el sujetador. Todo estaba en marcha. Ya sólo quedaba rezar y desear para que todo transcurriera como yo había soñado.

A las ocho y media llegó Silvia. No iba demasiado arreglada porque sabía que no saldríamos de casa. El encuentro con Cova fue un poco tenso, dado que no se lo esperaba. Le comenté que era una buena amiga que estaba de paso.

¿Esta es la Cova de la que me habías hablado? ¿tu exnovia?

Sí, pero ya sabes lo que hay actualmente- . Le di un morreo y la acaricié su abundante culamen. Sé que no está bien admitirlo, pero en el fundo sabia perfectamente que lo que Silvia sentía por mí iba más allá del sexo, de lo cual en alguna ocasión como aquella yo me aprovechaba.

La cena iba bien. Charlábamos, comentábamos, reíamos… Entre la ensalada y el pollo asado cayeron dos botellas de buen vino, lo cual nos desinhibió y relajó el ambiente. Ciertamente, desde que Silvia entró por la puerta no podía pensar en una cosa pero no era capaz de dar con la fórmula adecuada para romper el hielo. La llave era Cova.

Después de cenar nos sentamos a ver una película de DVD. En un momento dado, Silvia se levantó para ir al servicio y nos dejó solos. Era el momento. Me levanté a por unos vasos y al volver al salón me acerqué al sofá por detrás. Comencé a acariciar los hombros de Cova preguntándola si todo iba bien. Respondió que perfectamente. Bajé lentamente mis manos hasta llegar al escote de mi ex. Metí mis manos por debajo de la camiseta y del sujetador y comencé a sobar esos melones que me vuelven loco.

¡¡ Estas loco tío !! - que delicia de tetas. Grandes, un poco caídas, blandas y suaves. Seguí a lo mío hasta que Cova comenzó a tocar de forma sensual mis brazos., Me pasé a la parte de adelante del sofá y me senté junto a ella, dándonos un morreo rico, rico. Enseguida se sentó sobre mí y comenzó a acariciar su sexo sobre el mío por encima de la ropa. Conocí a Cova y sabía que ya nada la pararía. Las cartas estaban sobre la mesa.

Silvia no tardó en llegar. Cuando se plantó ante nosotros Cova se había desnudado de cintura hacia arriba. Sus tetas colgaban delante de mi y sus pezones rozaban mis labios. Pude ver su cara de asombro y pensé que se marcharía como alma que lleva el diablo.

Pero permaneció quieta, mirando con asombro y sorpresa el espectáculo. ¿Qué estaría pasando por su cabeza? Cova seguía a su puta bola, cachonda perdida. Comenzó a bajarme los pantalones hasta que me dejo sin ellos, abrió mis piernas y se colocó de rodillas entre ellas. Comenzó a lamer mi pene que a esas alturas ya estaba como una roca, y mis testículos, que parecían dos bolas de billar. Que bien la mama. Comienza lentamente lamiendo y besando el capullo mientras te acaricia lo huevos, hasta que cuando menos te lo esperas se la introduce hasta la garganta. Después lo acompaña con un moviendo rítmico de la mano hasta que te exprime como un limón.

A esas alturas Silvia alucinaba en colores. La hice una señal de que se acercar y lo hizo. Quería besarla mientras Cova me la mamaba. Nos besamos sensualmente, pero cuando metí mi mano por debajo de su top para acariciar sus tetas se negó y se separó. "Se jodió", pensé.

Cova a todo esto seguía a lo suyo. Se quitó el resto de la ropa y se recostó sobre la moqueta, con las piernas bien abiertas.

"Follame cielo". Y ya lo creo que la follé. Puse sus piernas sobre mis hombros y empecé a bombear como a ella y a mi nos gusta. En cada penetración se estremecía de placer, dando unos gritos que nos debía oír hasta el vecino del edificio de enfrente. La calentura nubló mi mente y olvidé el tercer actor, aunque por el momento no había pasado de actriz secundaria. Me incorporé y la pedí que se pusiera a cuatro. Sin rechistar, la clavé la polla hasta que mis huevos golpearon en sus nalgas. Me encanta ver a Cova así, a cuatro, y bamboleando esas tetas al compás de mis empujones. Como me pone. Cuando ya no podía más y estaba a punto de terminar, tumbé otra vez a Cova sobre la moqueta y abrí bien sus piernas. Quería comer su coño porque sé que la encanta. "último cartucho" pensé.

Cogí a Silvia del brazo y la traje hacia mí. Seguía alucinada, creo que con un punto de mosqueo. La besé y la dije, "cómele el coño a Cova, por favor…". Dudó y con cara de pocos amigos se arrodilló y lentamente fue acercando su cara hacia el coño de Cova que pedía guerra. No me lo podía creer. Silvia había entrado al juego. Lo hacia bien, lamía y chupaba ese coño húmedo como si de mi polla se tratase. Ya no estaba tan seguro de que no la gustaba. Cova gemía y disfrutaba, creo que e ese punto le daba igual Silvia, el vecino, el perro o el cepillo. Sólo pensaba en correrse.

Aprovechando la coyuntura me coloqué detrás de Silvia y baje un poquito su pantalón de algodón junto con su tanguita de hilo de coco, de esos finitos que tanto nos ponen a los tíos. Lo justo para poder meterla la polla entre sus nalgas y penetrarla por detrás. Éramos como el tente, todo encajaba. Cova tumbada en la moqueta, Silvia comiéndole el coño y con su culo al aire y yo, en ese momento creyéndome el Dios del Olimpo, follando a cuatro a Silvia. La primera en correrse fue Cova, después Silvia de una manera más sutil y después yo, soltando chorretones dentro de Silvia. Había sido un orgasmo trifásico, en cadena y bien disfrutado.

Silvia fue la primera en levantarse, se limpió, colocó su ropa y se marchó. Cova siguió un rato en esa posición hasta que se recuperó y me comentó que le había encantado pero que ya sabía lo que tocaba para la próxima cena entre amigos (chica-chico-chico). Y yo que les voy a contar. Encantado de la vida y dudando si había sido un sueño o una increíble realidad. La boca de Cova en mi polla me demostró que todo había sido muy, muy real

Este relato nace de mi imaginación. Silvia y Cova existen pero, por desgracia, por separado. Espero sus comentarios.

Saludos desde Vigo.