Trío en un bote a remos
Paseo en bote por Valparaíso que termino en un rico trío Sería solo una hora, pero terminaron siendo mas de cuatro.
Con mucho cariño para Raúl (mi hermoso lector de esta página).
Ese día habíamos llegado temprano desde Santiago y nos pusimos a tomar sol. Luego, al medio día fuimos a almorzar y despues del almuerzo, mi esposo me preguntó si quería dar una vuelta por la bahía de Valparaíso en bote, y yo le dije que bueno. Llevaba puestas una chalas altas amarradas con unas tiritas en el tobillo y anteojos oscuros y mi vestido era uno de color blanco abotonado desde arriba hasta abajo por delante y de largo me llegaba mucho mas abajo de la rodilla. De un género muy fresquito y liviano, que con la brisa tendía a levantarse, pero sin llagar a ser inquietante. Yo debajo del vestido no llevaba nada, ya que las dos partes del bikini me las había sacado cuando fuimos a almorzar porque estaban mojadas.
Llegamos a orillas del muelle y varios botes con sus dueños nos hacían señas para que nos subiéramos. Una vez que elegimos uno me acerqué a la orilla del muelle y teníamos que bajar por una escalerilla dando la espalda al bote, que abajo mantenía el dueño agarrado de los últimos peldaños. Di la espalda y puse el primer pie en uno de los palos de la escalera y me tuve que agachar un poco para agarrar mis manos en la escalera y poder bajar. Esta pose y cada nuevo peldaño que iba bajando, mas la brisa que movía mi falda, sabia que era aprovechado por el hombre que estaba abajo, para verme absolutamente todo. Como para ponerme el bikini tuve que depilarme, esa vez llevaba muy marcado el triangulito de pelitos sobre mi vagina, por lo que el debió ver desde su posición todo y muy detallado.
Cuando terminé de bajar, el hombre me tendió una mano para que saltara un poquito y entrara al bote, pero por las chalas altas que llevaba, me desequilibré y casi caigo, si no es porque el me tomo fuerte del brazo y me sujetó.
Era un tipo bastante gordo y de apariencia muy fuerte, muy tostado, de unos 30 a 35 años, que me miró a los ojos y se sonrió, lo que me dio a entender que estaba contento con lo que había visto.
Cuando bajó mi esposo al oído me dijo que estaba muy excitado por lo que yo había hecho y por como me miraba ese hombre.
Nos sentamos de frente al hombre que empezó a remar y a llevarnos hacia adentro de la bahía.
Mi esposo me dijo al oído que viera como el hombre trataba de mirarme las piernas cuando el viento me movía el vestido. Me puse para atrás colocando mis antebrazos en la orilla del bote, para tostarme un poco la cara, como mirando al cielo. Mi pelo pasaba a centímetros del mar y la brisa era espectacular. Mojé una mano en el agua y abrí un par de botones del escote del vestido y me puse agua en el pecho.
Mi esposo entonces me dijo en voz alta, que me abriera mas botones del escote para tostarme completamente los pechos.
¿Se puede? Le pregunté al que remaba.
No hay problema, me respondió y noté que casi se la salían los ojos.
Abrí mi vestido hasta la cintura y mi esposo comenzó a ponerme agua en los senos. El agua helada y la situación hizo que mis pezones se pusieran duros y yo me comenzara a excitar.
Tomé la cabeza de mi esposo y la acerqué hacia mi y sus labios me besaron u sus manos comenzaron a tocarme por todos lados.
Relajé mis piernas que hasta ese momento había mantenido juntas y lentamente las fui abriendo, hasta dejarlas abierta de frente a quien remaba.
El ya no remaba, porque solo se dedicaba a mirar.
Le pregunté a mi esposo si había traído condones, porque quería que los dos me lo hicieran y me dijo que el estaba siempre preparado.
¿Le gusta? Le pregunto mi esposo.
Si, es hermosa, contestó.
Me incorporé de la posición en que estaba, sin cerrar para nada mis piernas y tomé una de sus manos y la llevé directamente a mi vagina.
Sus manos no eran para nada suaves. Todo lo contrario, eran gruesas y duras, como callosas.
Sentí como algunos de sus dedos abrían y cerraban los labios de mi vagina que yo ya tenía muy mojada y su otra mano fue a acariciar mis pezones.
Mi esposo le pasó un condón, pero yo lo tomé, para ponérselo.
Abrí su cierre y tomé ese miembro que estaba muy erecto. Lo acaricié por un momento y le coloqué el condón.
Se arrodilló frente a mi y noté como su miembro comenzó a entrar completamente en mi vagina.
Se echó hacia adelante y comenzó a mordisquear mis pezones. Yo le pedí que apurara porque iba a acabar. Sus movimientos entonces se hicieron rápidos y fuertes y yo acabé en un delicioso orgasmo. El no duró mucho y sentí como también acababa. Cuando sacó su pene, pude ver el condón lleno de semen y me imaginé lo rico que hubiese sido que acabara dentro de mi y sin condón.
Mi esposo que me la tenía en la boca, la sacó de ahí y colocándose en la misma posición de rodillas ante mis piernas abiertas, introdujo su miembro en mi vagina hasta el fondo. Sus manos me apretaban los glúteos, mientras el hombre se había sentado al lado mío y tocaba mi cara y mis senos. Recién el había acabado y ahora esperaba que mi esposo también lo hiciera. Lo recuerdo y siento como mi cuerpo pedía mas. Mi esposo me apretó fuerte hacia el, para que su miembro entrara hasta lo mas adentro posible y sentí las pulsaciones de cuando estaba acabando.
Yo me había quedado con una sensación muy rica, pero me faltó acabar un par de veces mas.
Una de mis manos la llevé a mi vagina y comencé a acariciarme el clítoris con las piernas bien juntas y apretadas.
Vi como ese hombre me miraba y le pregunté si yo le gustaba.
Me respondió que si.
Tócame mas, le pedí y sus manos comenzaron a pasar por todas partes de mi cuerpo.
Cuando tuvo las dos manos en mis piernas, comenzó a abrirlas para ver como yo me masturbaba. Suavemente dejé que lo hiciera y noté que su miembro comenzaba a pararse nuevamente.
Que rico, dije.
¿Me la vas a meter de nuevo?
Se colocó otro condón mientras yo lo miraba y apuraba los movimientos de mis dedos en el clítoris.
Noté que me pasaba el pene desde el ano hasta la vagina y se iba poniendo duro.
Le tomé su miembro y lo coloqué a la entrada de mi ano.
Algunos movimientos solo fueron necesarios, para que entrara.
Me metió varios dedos en la vagina y sus movimientos eran intensos y fuertes.
Cuando estoy bien caliente, me gusta que sean un poco rudos conmigo, pero sin llegar a extremos dolorosos.
Ya no podía mas de mi calentura. Acaricié mi clítoris y sentí un tremendo orgasmo, que me hizo juntar mis pies por detrás de ese hombre y apretarlo hacia mi, cosa que el aprovechó para darme un beso en la boca metiéndome la lengua y luego comenzar a chupar mis senos y a pasarles la lengua, dejándomelos llenos de saliva.
En ese instante sentí que acababa dentro de mi ano.
Se fue encima mío sin fuerzas y su cabeza quedó entre mis pechos. Unos de sus dedos jugaba con uno de mis pezones, estirándolo y acariciándolo.
Mi esposo le dijo si ya teníamos que volver al muelle, porque se había acabado el tiempo que el había arrendado el bote.
El le dijo que no tenía ningún apuro por volver, así es que nos quedamos hasta que comenzó a ponerse el sol y pudimos hacerlo una vez mas.
Aquí me disculparán todos ustedes, pero hay como una hora de este día que no les puedo relatar. Eso quedará por nuestra parte en secreto.
Cuando volvimos al muelle yo sabía que tenía que subir nuevamente la escala y que ese hombre me vería todo.
Pobre que te vea mirándome cuando vaya subiendo la escalera, eso no se hace cochino.
Le dije en broma y riéndome. El se rió y me dijo que lo intentaría pero no prometía nada.
Nos reímos y nos pidió un número para que nos comunicáramos.
Le dije que eso no era posible y que si alguna vez se da la ocasión podríamos repetir.
Antes de que yo comenzara a subir, me tomó por la cintura y me dio un último beso en la boca.
Otros arrendadores de botes que estaban cerca lo vieron y comenzaron con silbidos y a gritarle cosas, felicitando la suerte que el había tenido.
Fue un día maravilloso y si ese hombre lee esto alguna vez, quiero que sepa que siempre lo recuerdo con mucho cariño.
El sabe porqué le digo esto.
Un besito para todos mis lectores.
Karla