Trio en la Playa de Barra

Una pareja, inicia a una chica en los trios MHM, disfrutando de un precioso día de playa y sexo.

Esta ya no era la primera vez. Eva y yo (Miguel) ya habíamos estado con otra pareja, a la que conocimos fuera del ambiente swinger. Pero si era la primera vez que nos sucedía con una chica. A la chica en cuestión la llamaremos Elisa, para preservar su intimidad.

Eva y yo, todos los veranos, en cada ocasión que podemos y durante todas nuestras vacaciones, nos vamos a pasar el día y a tomar el sol, a la playa nudista de Barra. Es un arenal muy grande, un paraíso, en el que te encuentras a un montón de gente conocida. (A muchos de ellos, nunca te esperarías verlos en esta playa). Elisa es una amiga nuestra. Es la novia de un amigo nuestro y ellos siempre van a esta playa. Los vemos mucho y siempre nos paramos a charlar un buen rato con ellos. Es una pareja muy maja y da gusto estar con ellos. Lo que nunca pensamos, es que fuese a pasar nada con ella, ni con los dos.

El día en cuestión, nos la encontramos cuando estábamos aparcando. Ella también estaba llegando y venía sin nuestro amigo, sin su novio, porque él se había marchado con unos primos a una despedida de soltero fuera de la ciudad. En el tiempo que se tarda en bajar a la playa desde el aparcamiento, unos cinco minutos, fuimos hablando animadamente y quedamos en ponernos los tres juntos en la playa, para que ella no estuviese sola.

Cuando nos quitamos la ropa y vimos como se desnudaba Elisa a nuestro lado, se nos hizo la boca agua. Resulta muy erótico y excitante ver a una chica hermosa, quitarse la ropa. Ella es un poco más bajita que Eva. Medirá sobre el metro cincuenta y algo, pero no ha de llegar al metro sesenta. Tiene una cara muy mona y unos pechos grandes, con unos preciosos pezones. Cintura delgadita y piernas no muy largas, pero sin celulitis, lo que le hace tener un trasero precioso. Es una chica que cuida mucho su aspecto físico. Muy morena por el sol y en general ella es una chica muy mona, resultona y atractiva. Se deja media melena y lleva su coñito completamente rasurado. Eva, a estas alturas del verano, también está muy morena. Tiene sus preciosos pechos, un poco más grandes que los de Elisa, muy morenos y de pasear, bailar y la dieta veraniega de ensaladitas y mucha fruta, está muy delgadita. Su coñito está con el pelo bastante corto, pero se deja una tira ancha y un poco larga, con lo que da ganas de saber donde termina, lo que claramente se ve donde empieza. Nos damos cuenta enseguida cuando se arregla para salir, que muchos chicos se quedan mirando para ella. Siempre con un buen canalillo en el escote y mostrando sus preciosas piernas, que acaban con un generoso tacón. Yo en cambio no tengo nada de especial. Cuando llega el verano corto el pelo bastante para estar más cómodo y se me notan un poco las horas del gimnasio. Pero nada en especial. No voy marcando músculo, pero si se nota que estoy en forma. Llevo prácticamente rasurado todo el cuerpo. Los testículos completamente rasurados y la zona del pubis con el pelo cortito y al igual que Eva, con una tira ancha de pelo.

Al cabo de dos horitas de tomar el sol, pasear y nadar, ya habíamos visto por un par de veces a Elisa, cómo le escurría el agua por el cuerpo. Gotitas que se metían por el medio de sus preciosas tetas y que bajaban hasta su ombligo. Después bajaban hasta el coñito, donde se perdían. ¡Qué ganas teníamos de beber!

Ya era hora de volver a untarnos de crema bronceadora. Eva y yo apuramos todo lo que pudimos y así cuando Elisa ya había acabado de echarse crema por donde podía, nosotros ya habíamos acabado en todo el cuerpo. Nos ofrecimos a ponérsela por la espalda y a darle un masaje. Ella encantada de la vida. No sabía que ese era el momento que estábamos esperando y que para ella iba a cambiar muchas cosas.

Yo me puse a darle un suave masaje con aceite bronceador en los hombros y los brazos, mientras Eva comenzaba a masajearla por la parte baja de la espalda.

  • ¡Qué maravilla! ¡Qué gusto tener cuatro manos que te den un masaje en la playa!

  • ¿De verdad te gusta lo que te hacemos? – dijo Eva.

  • ¡Me encanta! ¡Es un relax que no te puedes hacer idea!

  • Si me hago una idea, que a mí ya me lo tienen echo. - Eva se refería a un par de veces que estuvimos con otras dos parejas y montamos una buena orgía.- Ahora lo vamos a hacer de un modo que te va a gustar aún más.

Eva comenzó a bajar las manos y la masajeaba ahora en el final de la espalda o el principio del trasero. (Según como se mire) Le daba amplios masajes por la espalda, el lateral de los muslos y el comienzo del trasero. Yo mientras me centraba en el cuello y los hombros, mientras me comenzaba a excitar.

  • ¡Esto la verdad es que es muy relajante!

  • ¿Verdad que si? Además tienes la piel tan suave y tersa – dijo Eva con voz melosa-. ¿Cómo va el masaje de Miguel por los hombros? ¿Bien o vamos a tener que darle en el culo unas zurras?

  • La verdad es que me estáis dando un masaje muy, pero que muy relajante.

Veíamos como Elisa se estaba comenzando a excitar a medida que Eva le masajeaba el trasero con más descaro, pero a la vez con más delicadeza y morbo. Se movía en la toalla y notábamos como abría un poco las piernas para que siguiéramos por ahí. Yo dejé los hombros y bajé hacía sus piernas. Comencé a masajearlas a la altura de los gemelos y en cada movimiento de mis manos me acercaba más a su entrepierna. Ella poco a poco se abría más. Habíamos consiguiendo poner a Elisa a punto de caramelo.

Eva se tumbó a un lado de ella, mientras yo la acariciaba por la espalda, el trasero y los muslos con la yema de los dedos y le soplaba suavemente según pasaban mis dedos, para ponerle el vello de punta. Eva, al lado, le apartó el pelo de la cara, y suavemente le dijo.

  • ¿Qué te parece si dejamos por un rato las cosas aquí y subimos un momento a nuestro coche? Quiero enseñarte algo que creo te va a gustar mucho. Además, aunque no hay mucha gente en la playa, quizás alguien se pueda celar del masaje que te estamos dando y quiera unirse a nosotros.

  • Eva estoy un poquito en una nube. Nunca había hecho algo así y ….

  • Tú no te preocupes – dijo Eva interrumpiéndola - que sólo pasará lo que quieras que pase. Además seguro que te va a gustar mucho.

Ellas se pusieron un caftán y yo un bañador. Comenzamos a subir al coche y de camino yo le metía mano a Eva, Eva a mi y los dos a Elisa. Pero muy suavemente. Era todo como un juego, pero muy caliente. Poco a poco subían la intensidad de las caricias. Al principio le tocábamos el trasero, la agarrábamos por la cintura y la besábamos. Ya muy cerca del coche, Eva me sacó la polla, escondidos detrás de unos árboles y se la puso en la mano a Elisa. Comenzaron a besarse las dos. Era precioso. Siempre resulta muy excitante ver a dos chicas besarse. Después de unos segundos nos estábamos besando los tres y al cabo de un momento Eva se agachó y comenzó a lamerme la polla. Yo acerqué a Elisa a mi cuerpo y comencé a meterle la mano entre las piernas, hasta que mis dedos tocaron su húmedo conejo. Con la otra mano le estaba agarrando una de las tetas que estaba con el pezón en punta. Estaba muy excitada y mojada. Respiraba muy acelerada y cada vez estaba más participativa. Yo tenía la polla a mil con las lamidas de Eva y tenía ganas de que siguiera hasta el final, pero en el mejor de los momentos, cuando estaba punto de correrme, Eva paró.

  • Tenemos que llegar al coche, que aquí alguien puede vernos.

  • Da igual – decía Elisa-. ¡Que disfruten los mirones!

  • Si estás excitada ahora, no veas lo cachonda que te vas a poner cuando lleguemos al coche y estemos algo más cómodos. Ten en cuenta que tal y como aparcamos tu coche y el nuestro, es muy difícil que alguien nos vea y a estas alturas los vigilantes del parking ya no están, por lo que tenemos libertad total de movimientos.

El parking donde dejamos aparcados los coches, son pinares privados, donde sus propietarios dejan aparcar los coches a cambio de un dinero. Estos a media tarde, cuando prácticamente no viene nadie a la playa, se van. Son zonas muy tranquilas, donde ya hemos visto a más de una pareja hacer el amor dentro del coche, cuando está aparcado en una zona apartada y discreta, como la nuestra.

Cuando llegamos al coche, ya no podíamos aguantar más. Yo tenía la polla que me reventaba y las chicas estaban muy cachondas y mojadas. Elisa y yo, comenzamos a besarnos y Eva, que no pierde el tiempo, me quitó el bañador y le subió el caftán a Elisa. Mi polla entró en contacto con su coño y ella se estremeció. Eva le dio la vuelta, dejándola de espaldas a mí, con su trasero a mí disposición. Aprovechó para quitarle el caftán y de este modo los tres ya estábamos desnudos. Eva la besaba por todos lados, tan pronto en la boca, como en el cuello, como le lamía las tetas. Yo me había agachado, y le estaba lamiendo entre las piernas. Realmente estaba empapada. Entre sus jugos y mis lamidas, podía meterse la polla de un caballo.

Elisa estaba deseando que se la metiera, pero Eva quiso dejar su sello. Con la puerta del coche abierta, reclinó a Elisa sobre el asiento, dejándola de pie fuera del coche, pero con la cara y las tetas en los asientos traseros. Yo estaba detrás y tenía una magnífica vista de su trasero y su coñito. Eva se agachó y la comenzó a lamer. Yo creo que Elisa, cuando se dio cuenta de que la estaba lamiendo Eva, tuvo ya su primer orgasmo.

  • Dios mío, ¡como me gusta!.

  • Espero que disfrutes con mi lengua cariño, porque esto es lo más pequeño que vas a tener cerca de tu chocho hoy.

  • Estoy en séptimo cielo. Nunca había disfrutado tanto.

  • Ahora voy a lamerle bien la polla a Miguel y después te la va a meter de golpe sin contemplaciones.

  • Si, por favor, ¡quiero que joda bien! Quiero que me la meta a fondo. ¡Méteme la polla Miguel!

  • Quiero que la jodas bien a esta putita. Mira como tiene el chocho de mojado y tu polla está muy húmeda de mi boquita. ¡Jode a esta zorra!

Yo no podía aguantar más con la polla fuera. Se la metí a fondo. Me daba igual, como estuviera, pero la verdad es que estaba muy húmeda y entró con suma facilidad. Mientras se la estaba metiendo, Eva le agarraba las nalgas y se las abría más, le daba azotes suaves, la mordía en el culo y Elisa respondía poniéndose más y más caliente.

  • ¡Dame bien cabrón! ¡Jódeme el coño!

  • Disfruta puta de esta polla y de esta zorra que te está azotando.

  • Disfruto de los dos, pero métemela más a fondo, quiero sentirla más.

Yo no paraba de follarla a un ritmo infernal. La agarraba de las caderas y de vez en cuando me agachaba y la agarraba de las tetas, pellizcándole los pezones. Eva seguía a lo suyo. Se había agachado y le acariciaba el clítoris con una mano y con la otra le sobaba las tetas. Tampoco paraba de azotarle el culo y cada vez que Elisa levantaba la cabeza del asiento Eva le daba una bofetada suave, que a Elisa cada vez le gustaba más.

  • Baja la cabeza, puta – le decía Eva, mientras le daba una bofetada.

  • No me da la gana zorra – la desafiaba Elisa - ¿Me vas a pegar de nuevo si no lo hago?

  • Claro que si perrita – le daba otro suave cachete. - Quiero que seas nuestra perrita obediente.

  • Seré vuestra esclava, siempre y cuando me hagáis gozar.

  • Pues si quieres gozar, vete relajando el trasero, que quiero que Miguel te la meta por el culo.

  • Por el culo nunca me la han metido y creo que me va a doler, pero quiero que lo hagáis.

Yo saqué la polla de su chocho, que estaba literalmente inundado y Eva se puso a recoger esos líquidos con sus dedos y a untárselos por el culo. Lo hacía con delicadeza y suavidad. Despacito. Recogía un poco de sus jugos y se los ponía en el agujerito del culo. Con delicadeza, iba haciendo círculos y poco a poco iba presionando hasta que metió dos dedos. Le encantaba lo que hacía. Se le veía en la cara de gusto y de placer que ponía mientras tocaba a Elisa. Disfrutaba pensando en la metida de polla que vería en unos momentos.

  • Esta zorra ya está lista para que se la metas. Tiene el trasero a punto y el culito lo tiene muy relajado y abierto. No cuesta nada meterle dos dedos, así que no perdamos tiempo y fóllatela.

Así como me lo dijo le puse la punta del capullo en el culo y ella se movió un poco. Comencé a metérsela poco a poco, agarrándola por las caderas, mientras Eva le abría las nalgas para ver mejor todo. La verdad es que se abría genial. No oponía apenas resistencia a mi polla según iba entrando. De todos modos a medida que metía un poco, la movía dentro de su trasero, para que se fuese relajando y a la vez disfrutase con cada centímetro que tenía dentro. Eva de vez en cuando dejaba caer un poco de saliva encima de mi polla y de su culo, para ayudar en la lubricación. No hacía falta que lo hiciera, pero la verdad es que me encantaba ver como lo hacía.

  • ¿Te gusta?

  • ¿Disfrutas de la polla de mi marido?

  • ¡Me encantaaa! Sigue metiéndola. ¡Fóllame! ¡Rómpeme el culo!

  • Ahora que ya está bien metida, voy a comenzar a menearla dentro de tu culo zorra. Espero que disfrutes tanto como estoy disfrutando yo.

Comencé a metersela. Primero iba despacio, al poco aceleraba un poco y luego volvía a bajar el ritmo.

  • ¡No pares cabrón! ¡Métemela toda!

Tenía la polla a mil y estaba cerca de correrme, así que seguí a mi ritmo, porque no quería descargar mi leche todavía. Eva disfrutaba viendo como se la metía. Yo sabía que algo iba a hacer. Estaba yo con la mosca detrás de la oreja, hasta que soltó;

  • ¡Sácala del culo de esta zorra!. Quiero ver como lo tiene de dilatado y quiero ver como saborea tu polla.

Como soy un chico obediente, la saqué de su culo y Eva pudo comprobar lo realmente dilatado que tenía el culo. Elisa estaba en una nube y a estas alturas se dejaba hacer. Le dimos la vuelta y la dejamos sentarse un momento en el coche para que me chupara la polla un rato. Tuvimos que poner mi bañador para que sentase encima, porque sino iba a dejar la tapicería perdida de jugos.

En ese tiempo le dio tiempo a mi polla a relajarse un momento y a coger nuevos impulsos para la follada final. Comenzó a comerme la polla como una posesa. Parecía que tenía hambre.

  • ¡Chupa zorra! Te gusta esta polla, ¿eh?.

  • Parece que le gusta lamerme la polla y los huevos. Y la verdad es que lo hace muy bien.

  • Da gusto ver como come la polla. Me está excitando esta putilla.

Elisa chupaba y chupaba. Eva estaba tocándola y besándola. De vez en cuando le quitaba la polla de la boca y la chupaba. Por momentos estaban las dos mamándome la polla.

  • Chicas yo ya no puedo más.

  • ¡Córrete en mis tetas! – me pidió Eva. - Quiero ver tu leche escurriéndose en por mis tetas.

Sólo con imaginármelo, ya sentí como la leche me comenzaba subir a la punta de la polla. Comenzó a pasarme un escalofrío por todo el cuerpo y la leche salió a borbotones de mi polla. Los chorretones fueron a parar a una de las tetas y al medio del canalillo. Una corrida abundante y espesa. Eva con sus dedos comenzó a extenderla por el pecho. Elisa veía como el pecho de Eva estaba lleno de mi leche y ella no quiso ser menos. Con sus dedos, cogió un chorretón de los que tenía Eva y se lo puso sobre su pecho. Comenzó también a extenderlo. Se lo pasó por las tetas y el canalillo. Eva al verlo, se acercó a ella. Se puso enfrente de Elisa y juntaron sus tetas. Se movían despacio. Estoy completamente seguro de que ahora disfrutaban más del roce de sus pezones y pechos, que de la corrida en sí. Realmente daba igual. Las dos estaban disfrutando con sus caricias, sin tener que utilizar sus manos.

  • ¿Estará rico? – preguntó Elisa.

  • No sé si está rico, pero sí sé que fue una corrida bien grande – le contesté.

  • Seguro que las dos cosas cariño. Has tenido una corrida enorme y la calidad de la leche seguro ha sido muy buena. ¡Te has superado!

  • Pues muchas gracias a las dos por la calidad de mí corrida. Estoy pensando en envasarla y venderla en los sexshop.

Los tres nos reímos. Necesitábamos descargar la tensión contenida en el cuerpo.

Estuvimos un rato descansando. Nos vestimos y dejamos el coche limpio y cerrado. Bajamos a la playa charlando. Charlamos sobre lo que había pasado y lo mucho que habíamos disfrutado los tres. Comentamos cosas que nos sorprendieron y cosas que nos encantaría repetir. Al llegar a la playa nos dimos un baño, con el que aprovechamos para limpiarnos bien. Nos tumbamos en la toalla y ya derrotados, nos quedamos callados y medio dormidos.